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Opinión

Carlos Machado Allison

Tras un prolongado lapso se anuncian las elecciones de autoridades en la Universidad Central de Venezuela. Han sido años oscuros para la institución que ha navegado entre el afán de destrucción sistemática orquestado por el gobierno y la carencia de un liderazgo firme y consistente en su interior. Muchos docentes e investigadores se han ido a otros países en procura de condiciones más adecuadas para enseñar y generar nuevos conocimientos o simplemente para percibir una remuneración que satisfaga las necesidades de sus familias. La matricula estudiantil ha disminuido, las instalaciones han sido víctima del hampa y de la carencia de recursos para mantenerlas. El panorama es desolador y sin embargo, con una tenacidad encomiable, aún persisten cátedras, laboratorios y profesores que brillan entre las penumbras y acompañados por buenos estudiantes y dedicados empleados están todos animados por la esperanza de rescatar a la universidad.

En sus 300 años de historia varios gobiernos han intentado silenciar las voces disidentes que inevitablemente dimanan de las universidades porque en su esencia misma se encuentra la pluralidad y en la incesante procura de nuevas ideas y tecnologías, ocurren choques con el orden establecido, el autoritarismo y los dogmas. La humanidad está viviendo bajo una revolución tecnológica que en buena medida se ha incubado en las universidades y la aprovechan aquellas sociedades que han entendido y aceptado que el progreso económico y social de sus países depende en buena medida de la existencia de los centros de generan, adaptan y difunden nuevos conocimientos. Esta situación demanda gobiernos que entiendan el papel de la ciencia y al interior de las universidades, autoridades con credenciales académicas y liderazgo, capaces de orientarlas por las rutas que esta nueva revolución impone.

Varios profesores han anunciado su aspiración a dirigir la UCV. Tarea preñada de obstáculos en estos días aciagos y que sólo podrán tener éxito si están acompañados por un equipo coherente y un plan de acción viable. La UCV necesita cambiar y ajustarse a los nuevos tiempos, incrementar su autonomía financiera y abordar los retos del siglo XXI con nuevas formas de organización y modos de relación con la sociedad civil, en particular con los productores de bienes y servicios. Pero aún no vemos esos planes y propuestas e invitamos a los aspirantes a presentarlos a sus colegas.

Carlos Machado Allison

Profesor Titular

Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales

 1 min


Guillermo Mendoza Dávila

Las empresas nacionales, léase sus líderes y su gerencia enfrentan un reto transcendental. Conducir las organizaciones hasta su objetivo en las circunstancias actuales es una tarea titánica. El entorno internacional está sumamente enrarecido con la inflación y decrecimiento de la economía post pandemia, el alto costo de la energía por la invasión de Ucrania y las disrupciones en las cadenas de suministros, en gran medida por los efectos del Covid en China.

A eso le sumamos la realidad nacional, con una prolongada recesión y alta inflación, ambas heridas autoinfligidas, en un modelo de manejos fallidos y decisiones de orientación política más que social y económica. Ahora bien, amigos empresarios rendirnos no es una opción. Debemos asumir con resolución el rol que la situación reclama de nosotros. La pregunta es, ¿qué podemos hacer? Vamos a tratar de responder de forma sucinta, los más corto y concreto posible.

Sine qua non, toda empresa debe caminar de la mano de una estrategia comercial certera, vigente, que persiga la creación de valor para sí misma y para sus clientes. Una oferta atractiva con elementos diferenciadores que permitan satisfacer necesidades del mercado. Ergo, vender. Sin esto, todo lo que sigue a continuación está de más.

¿Qué quiere mi cliente de mí, cómo me diferencio, es por precio, por calidad, es la marca, variedad, tiempo de respuesta, por garantía o por servicio? Saberlo es obligatorio. Debemos estar al tanto de cómo lo atiendo y cómo le gano a mi competidor. Contestar con claridad, ¿por qué me va a comprar a mí y no a otro? Si tengo esa respuesta, tengo grandes posibilidades de éxito.

La agilidad y sentido de urgencia en la adopción de estrategias y toma de decisiones es crucial. Nunca como hoy importó tanto aquello de no dejar para mañana. También, hay que adoptar la digitalización y automatización de los procesos y la información, lo que permite responder con mayor eficiencia en las operaciones y tener los datos a la mano, actualizados y prestos para ayudar a analizar la gestión y actuar.

Los costos y gastos deben revisarse y controlarse para minimizar las erogaciones. De igual forma, hay que trabajar de cerca con los proveedores y desarrollar alianzas para que no falten los insumos, sin incurrir en excesos de inventario. No habiendo mayores opciones de financiamiento externo disponibles, debemos preservar el efectivo, ya que es la principal arma en tiempos como estos. Cash is King.

Dejo para último el elemento de mayor trascendencia. Hay que rodearse de los mejores que podamos costear. Profesionales que conozcan y compartan los objetivos de la organización y que puedan alcanzar su satisfacción personal y profesional en el duro devenir de su desempeño diario, ayudando a conducir este pesado barco a puerto seguro, en un entorno de directrices claras y flexibilidad en su ejecución.

Los líderes deben tener la capacidad de reconocer el potencial y sacar lo mejor de cada individuo. Inculcar en sus colaboradores el porqué de lo que hacen, inspirarlos con su visión y lograr su compromiso, promoviendo y fomentando innovación y productividad. Muchos entre nosotros se han visto forzados a renunciar, a tirar la toalla. Pero otros siguen aquí, luchando en la adversidad con la dirección que aún lo permite. ¿Qué hacen ellos bien?

El éxito se alcanza cuando se logran las metas. Solamente con el liderazgo adecuado y un equipo muy comprometido se pueden dar esos resultados. Para superar los tiempos de crisis el liderazgo empresarial debe proporcionar el ejemplo, enseñar el camino, motivando a las personas a trabajar juntas para lograr el fin común, invirtiendo tiempo y recursos en su equipo para que produzcan su mejor desempeño, con agilidad para decidir y manteniendo siempre el enfoque comercial.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

 2 min


Víctor Álvarez R.

La espiral inflacionaria sigue pulverizando el valor de la moneda nacional. Quienes ganan un salario fijo en bolívares son los principales perjudicados de esta brutal depreciación. El último aumento del salario mínimo se decretó en marzo de 2022, cuando se fijó en 130 Bs/mes, aproximadamente 30 $/mes. Entre marzo/2022-febrero/2023 la inflación acumulada supera el 250% pero el salario mínimo no ha aumentado en bolívares y –debido a la depreciación de la moneda nacional– ha quedado reducido a solo 5,33 $/mes. O sea, 18 centavos de dólar diarios. El FMI, BM y ONU estiman que quien gana menos de dos dólares diarios (60 $/mes) está sumido en la pobreza.

Según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), más del 90% de los hogares venezolanos es pobre al no poder adquirir la canasta básica que, además de los alimentos, incluye transporte, servicios de luz, agua, gas, vestido, calzado, educación, salud, etc. Y más del 50 % de los hogares está en condición de pobreza crítica, al no poder comprar ni siquiera la canasta alimentaria.

El artículo 91 de la Constitución establece que: «Todo trabajador tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas». Atendiendo a este mandato constitucional, el salario mínimo debería ser al menos el costo de la canasta básica y no solo el costo de la canasta alimentaria.

¿De dónde saldrán los recursos para pagar un aumento del salario mínimo?

El gobierno responde que no hay ingresos fiscales suficientes para aumentar el salario mínimo de la nómina pública al nivel de la canasta alimentaria (400 $/mes) y mucho menos al nivel de la canasta básica (700 $/mes). El sector privado argumenta que apenas está saliendo de la recesión y no podría soportar un aumento semejante que llevaría a muchas empresas a la quiebra.

Pero el salario mínimo no puede verse solo como un costo de producción más. Un salario digno es una condición básica para la sobrevivencia humana, pero también es un requisito para la reactivación económica. Los bajos salarios limitan el consumo privado, principal componente de la demanda agregada que dinamiza la producción, mueve las ventas y hace posible la ganancia empresarial. Sostener y ampliar la recuperación económica necesita aumentar el salario mínimo al menos al nivel de lo que cuesta la canasta alimentaria y, a medida que la economía mejore, llevarlo al nivel de la canasta básica que, además de alimentos incluye vestido, calzado, educación, salud, servicios, etc.

Cuando los ingresos fiscales son limitados, el Estado debe priorizar la protección de los sectores sociales más vulnerables. Con base en un principio de solidaridad, está llamado a aplicar impuestos que hagan posible una redistribución progresiva del ingreso desde los sectores que más ganan hacia los que menos tienen. Pero seguimos atrapados en un círculo vicioso, toda vez que aumentar los impuestos en una economía que apenas viene saliendo de una prolongada recesión sería abortar el proceso de recuperación.

La ola de protestas de los trabajadores del sector público demanda un salario mínimo igual a la canasta alimentaria. El problema es de dónde saldrán los fondos para pagarlo. Algunas fuentes de recursos pudieran ser las siguientes:

  • Impuesto al Débito Bancario (IDB) para pagar salario mínimo a la nómina de educación y salud.
  • Pagar en petros el salario mínimo al resto de la nómina pública.
  • Destinar dividendos de Citgo a crear un Fondo de Pensiones tipo Noruega para pagar a los jubilados.
  • Aumento de gasolina para pagar salario mínimo a la nómina de alcaldías
  • Retención en las regiones de un % del IVA para cubrir el aumento en la nómina de las gobernaciones.

Soluciones hay, veremos si hay voluntad política para aplicarlas.

Twitter: @victoralvarezr

Escuche el análisis completo en el nuevo Podcast de #PedagogíaEconómica AQUÍ

Víctor Álvarez R. Es economista. Investigador/consultor. Premio Nacional de Ciencias.

 3 min


Javier Conde

Buen conversador, didáctico, con tantas horas de vuelo en las aulas. Frustrado segunda base de los Cardenales de Lara, aunque el nueve -el que marca los goles- de La Salle de Barquisimeto. Abogado y diputado, autor de una treintena de libros, secretario privado del expresidente Luis Herrera Campíns. Expresidente de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, tan caliente como una reunión política; Ramón Guillermo Aveledo -cuyo apellido proviene de un pueblo gallego de igual nombre, que el abuelo de su abuelo se trajo en un tiempo remoto-, fue también el sobrio, y la vez firme, exsecretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Ponderación, cautela, lenguaje justo y pulcro, cuando, en apariencia, el país elegía por las guarimbas de piedras y palabras. Falló el refrán: lo cortés no quita lo valiente. Hace 9 años -el tiempo en esta pesadilla se consume sin remedio y sin recompensa- dio un paso al lado, sin perder de vista el rumbo de la lucha para recuperar la democracia venezolana. Ya no es manager, ni coach de primera base, pero toma notas desde las gradas de cada lance del juego, porque en Aveledo hay algo de periodista e historiador. “Escribo por necesidad personal”.

-Es impresionante la cantidad de libros que ha publicado, ¿cómo hace?

-Son más de treinta, del tema político y del tema jurídico y alguna cosa histórica. El año pasado publiqué uno llamado La política y los valores que tenía mucho tiempo pensándolo y pasé dos años escribiéndolo. Es una relectura de los valores, en este caso los valores de un democratacristiano. Desde que dejé el Congreso dispongo de más tiempo. Siempre pienso que este es el último, que solo haré papers e informes, pero ya por ahí viene el centenario de Luis Herrera y es posible hacer algo sobre sus discursos parlamentarios, estuvo en el Congreso del 58 al 78.

-¿Los políticos venezolanos han escrito poco, no es cierto?

-Sí, aunque eso varía. En el comienzo, escribieron mucho los adecos y la gente de izquierda antes y después (Pompeyo, Teodoro, Freddy Muñoz, Moleiro), menos los copeyanos, aunque sí Rafael Caldera, Luis Herrera, una cantidad abismal de artículos, Rodolfo José Cárdenas. Uslar Pietri, la gente cree que solo es literato, tiene mucho ensayo político. En AD, no solo sus poetas y escritores escribieron, Rómulo Betancourt lo hizo mucho en periodismo y en libros. Lo que no hay en el país son memorias, es raro, porque es un género muy frecuente en Estados Unidos, Europa, Inglaterra. En la región está la de Ricardo Lagos y me acaba de llegar la de Andrés Zaldívar (expresidente de la Democracia Cristiana chilena). El general Páez escribió una autobiografía, Enrique Tejera unas memorias, Américo Martín las suyas en varios tomos, interminables, como era él hablando; las memorias de Burelli Rivas se publicaron después de muerto, seguro dejó esa instrucción. Yo le pregunté tanto a Caldera como a Luis Herrera, que tomaba muchas notas de las reuniones de Gabinete, si pensaban escribir sus memorias. Luis Herrera, me miró, dijo ‘¿memorias?’ y arrugó la cara. Caldera me dijo que serían muy fastidiosas. ‘¿Cómo van a ser fastidiosas unas memorias suyas, presidente?’, le dije. ‘Porque, respondió, o uno dice todo lo que sabe y entonces peleas o tienes cuidado y entonces sale muy fastidiosa’. Betancourt dijo siempre que estaba preparando sus memorias y no lo hizo. En Venezuela también se escribe menos, porque la gente lee menos. A algunos de mis libros no les ha ido nada mal, como El Dictador.

-¿No hay memorias porque se dice que somos un país desmemoriado?

-No sé si tiene que ver con eso o con el hecho de que como la gente no se retira, nunca echa su cuento, porque siempre tiene la posibilidad de otra participación. A mí me llama la atención que de las pocas cosas que se ha notado en los últimos años, desde el 98 para acá, es ese interés por la historia. Los libros de Elías Pino Iturrieta, de Inés Quintero o de Manuel Caballero fueron muy leídos. Hay un sector de la población con afán de comprender, hay interés en los jóvenes por indagar en la historia, por preguntar cosas.

-Entremos en la historia que nos ocupa estos días, ¿es lo mismo una candidatura unitaria que la unidad?

-No, no es lo mismo. Es necesaria una candidatura unitaria pero no es lo mismo. No se trata de que nos unamos porque tenemos una candidatura, tenemos una candidatura porque estamos unidos. Ese es el punto. El mecanismo para la escogencia de la candidatura que es la Primaria, me parece lo lógico, considerando el factor de los desacuerdos en torno a eso, porque no se ve a nadie como recibiendo el apoyo general en los partidos y en la población, pero también dada la debilidad de la influencia de los partidos. Lo lógico es el mecanismo de la Primaria. Pero no puede estar sola, debe ir junto con una negociación acerca de la estrategia, del mensaje, de la política que se va a proponer al país. La estrategia es clave, y no quiere decir que sea destapada porque ya bastante ventaja tiene el poder para darle otra, de contarle todo. Para que la gente pueda confiar, para que sea creíble tiene que haber un acuerdo en torno a una propuesta de país. En esa línea, Primero Justicia hizo un congreso programático; Un Nuevo Tiempo hizo también el suyo; Carlos Prosperi presentó su programa de gobierno. Me parece muy bien. Sin embargo, una parte muy importante no es la propuesta de cada uno sino la que juntos van a proponer, porque se supone que al elegir la candidatura unitaria van a coincidir todos con una propuesta de programa común. El Pacto de Puntofijo se arregló con el programa mínimo de gobierno que, independientemente de quién ganara, Betancourt, Larrazábal o Caldera, esas cosas se iban a hacer aunque cada uno buscaba el voto por su cuenta. En Chile hubo un programa común, en Nicaragua con la UNO (Unión Nacional Opositora) hubo candidatura común pero no muchos acuerdos sobre el programa común y eso se notó enseguida en el gobierno de la señora Violeta Chamorro y en los posteriores. La candidatura unitaria debe venir unida de un programa también unitario que es el compromiso que juntos asumen.

-Los discursos de quienes aspiran a la candidatura parecen ir por otro lado, se habla poco de la unidad, ¿cree que los partidos la conciben de otra manera?

-Es posible. Me preocupa el acento en la diferencia. Entiendo que cada quien quiera arrimar la brasa a su sardina, sobre todo cuando no se ve una candidatura con una fuerza claramente predominante y entonces se tiene que llamar la atención sobre su posición. El énfasis en los contrastes puede ser riesgoso para la unidad porque hace falta encuentro y coincidencias, y que la gente lo note. Para que sea creíble la plataforma unitaria, con p y u minúsculas, porque no me refiero a esa coalición en particular sino a la propuesta, necesita además del elemento personal, que es muy importante, el elemento de mensaje común, que la gente los vea en la misma onda. Veo con más frecuencia cosas como ‘bueno no se puede sacralizar la unidad’, ‘la unidad como un fin en ese mismo’. Eso ya se dijo antes. Una manera de devaluar la unidad posible era hablar de una unidad superior, esta no es, esta es inferior, hay otra superior. Siempre toda política es perfectible, pero lo evidente es que si se prioriza la competencia por sobre la coincidencia, va a ser difícil la credibilidad del mensaje común. Para que los números den tienen que ir juntos. Juntos no quiere decir revueltos, cada quien no debe renunciar a su identidad pero tiene que haber una partitura aunque cada quien la toque en un ritmo diferente. Lo esencial es recuperar la credibilidad, digo recuperar y escojo la palabra con el respeto debido, la credibilidad que tenía la oposición hace un rato, que no es la que tiene ahora, evidentemente ha habido una erosión. Así como el Gobierno subestima su desprestigio internacional y cree que puede parapetear las cosas, creo que la oposición no debe subestimar el desafecto que existe por frustración, por decepción, y debe plantearse eso como un reto a asumir.

-¿Entre esos cuidados que advierte estaría la posibilidad de que quien se haga con la candidatura imponga las condiciones?

-Si eso fuera así sería un camino muy corto al fracaso, porque en la política no hay contratos de adhesión. Para que alguien pueda imponer sus condiciones tiene que tener una ventaja muy grande sobre los otros competidores. Y tampoco es deseable porque si algo hemos aprendido en estos años como venezolanos es el fracaso de la imposición unilateral. Lo que nos ha traído aquí, todos los problemas de empobrecimiento, de deterioro de la vida, no es solo por la superstición ideológica del grupo en el poder, creo que lo que ha fracasado primero que todo es la imposición unilateral, yo tengo el poder y tú te la tienes que calar, esta es ‘una revolución pacífica pero armada’. Ellos (el Gobierno) están buscando quitarse de encima con pragmatismo la cuestión ideológica pero sin embargo no renuncian a la imposición unilateral y la gente no les cree porque la gente tiene desconfianza aquí y afuera. En Venezuela, y repito algo que ya he dicho, sobran las razones para no votar por los que están, pero hacen falta motivos para votar por nosotros, por esta alternativa. Por eso lo de la promesa creíble es tan importante, que la gente sienta otra vez ganas de mirar para la calle.

-Pero además de lo que ha señalado, hay otros peligros en torno al proceso de la Primaria de la oposición.

-La Primaria es un proceso que tiene complejidades. Cuando hablo de peligro me refiero al peligro político general, no de la Primaria, sino de la alternativa opositora. Que tenga resuelto el mecanismo de escogencia de la candidatura es el primer asunto, pero hay que resolver otras cosas. La Primaria no es para escoger un nombre y más nada, es para escoger un nombre que representa una política compartida. La Primaria va a tener por supuesto en sí misma un proceso complejo que tiene que resolver: la organización, de si lo hace o no con el CNE, de cómo se vota, de cómo se hace para promover el Registro Electoral para que más venezolanos participen para votar, cómo hacemos que la gente que está regada por el mundo pueda ejercer su derecho al voto y estar preparados con la mentalidad más abierta. Yo encuentro que en el poder hay mucho interés para que la gente que está en el exterior no vote. Y también comprendo que mucha gente que está en el exterior no quiera votar porque está haciendo su vida. Están tan regados los venezolanos en todas partes que es necesario que los mecanismos de inscripción y de voto sean telemáticos.

“No se le habla al país entero”

–¿La propuesta de la MUD tenía puntos flacos?

-La Mesa aprendió de la experiencia de la Coordinadora Democrática y de las experiencias de afuera. Lo que yo aspiro ahora es que la unidad actual aprenda de la experiencia precedente. En el caso de la Mesa de la Unidad, qué se logró y en qué se pudo haber fallado, para poder corregir. El mérito esencial de la MUD fue la recuperación de la vía electoral como política, que el cambio fuera pacífico, constitucional, democrático y electoral. Y suponía en aquel momento un acuerdo que priorizara eso, la gente decía ‘bueno es un acuerdo electoral’ y algunos críticos subestimaban el valor de eso. Es posible que ahora necesitemos otras cosas pero la verdad es que ahí había un intento de unidad estratégica, un intento de unidad programática que suscribieron todos los precandidatos, que se firmó unos días antes de la Primaria, el 23 de enero de 2012, con la excepción de Diego Arria. Diría que ahora los cambios hay que hacerlos en los compromisos, que tienen que ser para cumplir, porque es esencial para la credibilidad hacia afuera, que va a depender siempre de la credibilidad interna de los actores. Cuando entre los actores predomina la desconfianza no puedes generar confianza afuera. La oposición debe afrontar eso para convertirse en una coalición verdadera. Para que se pase de aquella mesa de encuentro, como la llamamos inicialmente con mucha prudencia, a esta coalición. A mí me parece que las mayores diferencias están en el ámbito de las personalidades y eso debe ser abordable. No es sencillo, pero si el objetivo está claro tampoco es imposible como ha quedado demostrado en el pasado. Se cree que Caldera, Betancourt y Villlaba eran gente muy afín, pero tenían diferencias y muy marcadas. Betancourt y Villalba habían estado juntos en ORVE (Organización Venezolana) y después se habían separado en el PDN (Partido Democrático Nacional).Villalba había sido senador elegido con la tolerancia del medinismo y había estado contra la Revolución de Octubre del 45. Y Caldera era la oposición a AD en el trienio (45-48) y venía de otra tradición ideológica y cultural. Y pudieron entenderse y cumplir. Así que las diferencias personales no son una novedad. Pero teniendo presente el objetivo común, inevitablemente ocupan un plano secundario.

-¿De dónde surge esa desconfianza?, ¿del propio declive de la MUD?, ¿hay algunos hechos que ahondaron esa desconfianza?

-A lo mejor la Mesa de la Unidad fue una posposición de las desconfianzas o una regularización de ellas, a través de reglas aceptadas por todos y cumplidas de manera asimétrica. No todo el mundo cumplió todas las reglas siempre. Todos en algún momento las infringieron, pero no todos ni todas al mismo tiempo. Se pudo mantener, pero en la medida que las reglas se fueron disipando, a pesar de la exitosísima elección de 2015, y se sustituyeron por el consenso pues poco a poco cada quien se sintió autorizado para hacer lo que le parecía, y a eso hay sumar las cuestiones personales y los inmediatismos, la idea de que esto estaba a la vuelta de la esquina, que la cosa estaba cerquita. También influye que el país se halla dividido tanto. El oficialismo hace una política dirigida a su gente y prescinde completamente del resto. En el mundo opositor parece haber la tentación de una competencia como si se encontrara en una plenaria eterna para ver quién encabeza la oposición. Pero no se le habla al país entero, no hay una política que sea nacional y eso ayuda a consolidar el statu quo. Que sigan gobernando los que están, con los resultados que sabemos que tiene. En la medida en que la política no sea nacional sino de este pedazo, también contribuye a que tenga prioridad la competencia entre los distintos actores de la oposición frente a la disputa con el poder y las estrategias para sustituirlo. Y eso no es un problema menor.

-También hay una discusión que se libra por las redes sobre la elección presidencial de 2013. Hay acusaciones contra Henrique Capriles de cobarde, de que no defendió la victoria en la elección contra Maduro, ¿Capriles en verdad ganó la elección?

-En ese momento fue una ventaja muy pequeña, un resultado muy chiquito, no había certeza acerca del resultado. Nosotros teníamos elementos de juicio para pensar que habíamos ganado y se acudió a todos los mecanismos constitucionales y legales en concordancia con la política que se había asumido. Hay una actitud de Capriles que, a mí juicio, fue muy responsable y en ese momento en la discusión que se dio nadie que yo recuerde fue partidario de otra cosa. En el reciente trabajo que publicaste en relación a la Concertación en Chile te haces eco de un comentario de Ricardo Lagos en relación a que es inconducente llamar a la gente a una manifestación donde la van a matar, sin que eso produzca un resultado sustancial inmediato. Es verdad que no es un sacrificio inútil, sí, pero uno tiende a pensar que el sacrificio cuando es ajeno no es tan importante. Yo no recuerdo a nadie que estuviera en contra de lo que se decidió en 2013. Nadie dijo ‘vamos a ir’, ‘vamos a inmolarnos’. No recuerdo nada de eso. Cuando yo renuncié a la secretaría ejecutiva en 2014 era evidente que existían diferencias, yo me puse a un lado pero dije que había un problema por atender. Por la vía de los acuerdos se llegó a la exitosa elección de 2015, pero antes, en el año 2014, hubo una controversia muy grande alrededor de La Salida, porque hubo un grupo que decidió imponer en la calle una política. Eso ocurrió, sin embargo vino la elección y todo el mundo se metió, inclusive los que estaban en contra de la participación electoral y querían una asamblea constituyente. De ahí en adelante, como las reglas se habían eliminado, cada quien pensó que podía imponer una política de facto porque el sistema estaba derrotado.

-Se vio muy cerca el final, la victoria definitiva, una euforia desatada…

-Yo en aquel momento usaba una metáfora bélica, de la que no soy muy amigo por cierto, porque la política es una cosa y la guerra otra; la metáfora era ‘no confundamos el desembarco en Normandía con la toma de Berlín’. No es lo mismo. Asumir la conducción del poder público nacional no es una bobería. Lo que nos falta para llegar allá es todavía mucho. Por eso hay que tener cuidado con esa cosa personal, que es un asunto mundial, pero en Venezuela nos ha tocado cuando hay toda esta debilidad institucional tan grande.

La vía al reencuentro de los venezolanos

Aveledo aborda un punto esencial que tiene con ver con el liderazgo democrático, y hace una extensa referencia al libro de Henry Kissinger (Ladership: Six Studies in World Strategy o Liderazgo: Seis estudios sobre estrategia mundial), que leyó en diciembre pasado. Kissinger, dice Aveledo, tiene la experiencia que tiene, ha vivido 100 años, tiene un profundo conocimiento de la historia, ha sido profesor de historia. En el libro sobre el liderazgo analiza seis casos: Konrad Adenauer, Charles De Gaulle, la señora Margaret Thatcher, Anwar el-Sadat, Lee Kuan Yew y Richard Nixon. Este último es el más detallado -“interesantísimo”, acota- porque Kissinger fue Secretario de Estado de Nixon.

“Destaca la humildad en Adenauer, la voluntad en De Gaulle, la convicción de la señora Thatcher, la profunda convicción de origen religioso de Sadat, la excelencia del líder de Singapur (Kuan Yew), y la comprensión de los equilibrios de Nixon. Tomemos como ejemplo los casos de De Gaulle y la señora Thatcher, detrás de la voluntad de uno y de la convicción de ella había más cosas. De Gaulle tenía una compresión histórica muy sólida, un conocimiento profundo del país en el que está y había un Estrado detrás, y en el caso de Inglaterra una institucionalidad muy fuerte. La voluntad y la convicción por sí solas no son suficientes. Tiene que haber algo detrás, sino queda la aventura, simplemente la idea de que soy un jugador solitario. Tenemos demasiada inclinación a ser Cristiano Ronaldo, pero no es él mismo que cuando contaba con Real Madrid a sus espaldas. Lo que tenemos delante no es para jugadores individuales, es para jugadores de equipo. Si eres muy bueno, tienes gran calidad, tienes unas condiciones excepcionales, si juegas en equipo te rinde más. El oficialismo, por ejemplo, tiene un roster, un plantel, mediocre, muy malo en las políticas públicas pero han logrado mantenerse en el poder porque han jugado en equipo aunque se detesten. De este lado hay un buen equipo, por eso el desafío es la unidad o el nombre que se le quiera poner. Y aprendiendo siempre de los errores y de los logros.

-¿Cree que el Gobierno interino fue una jugada de equipo?

-Yo me enteré en la calle cuando se anunció, no sabía que eso estaba previsto y por lo que pregunté después todos me dijeron que fueron tomados un poco por sorpresa. Valoro el coraje personal y la buena intención de Juan Guaidó que no es poca cosa, se quedó aquí y yo respeto eso sin duda alguna. Ahora cuando escuchaba razonamientos que conducían a esa posibilidad que luego se concretó, me preocupaba mucho. Hay que recordar la historia: de la República de China y Taiwan sin la isla de Formosa, de las repúblicas en el exilio. Eso ya ha pasado. De nuevo vuelvo a Kissinger: él cuenta que un joven (que puede ser él mismo) le preguntó a Winston Churchill cuál era el secreto para ser estadista: ‘Estudie historia, en la historia está todo’, le respondió. A lo mejor no está todo, pero conocer y comprender la historia evita metidas de pata.

-Ya vamos casi a terminar (“me preocupa ese casi, de los entrevistadores”, comenta), ¿está convencido de que al régimen se le derrota por elecciones?

-Sí, sí se puede, por supuesto. No cándidamente, no de cualquier manera. Hay que trabajar y tomar en cuenta el contexto en que estamos. Yo me afinco en la convicción de que el Gobierno no quiere que votemos. Siempre hace lo posible para que no votemos. Ayuda a dividir a la oposición, si encuentra en la oposición quien la divida. Pone inconvenientes, genera desconfianza. La victoria de Barinas es una lección: la gente encontró un motivo para votar ante el atropello del Gobierno, e incluso en la división opositora. El asunto es que haya motivos. Y en una campaña presidencial en la que se trata de cambiar el poder nacional para empezar una transición, para comenzar ese trabajo paciente, cauteloso que va encontrar muchas dificultades, en el que hay que vencer la desconfianza no solo entre la oposición sino a nivel nacional, eso requiere que de este lado se den motivos y por eso valoro tanto la unidad. Si la oposición demuestra que es capaz de unirse por encima de sus diferencias, eso es un dato, un motivo natural, porque al revés también pasa, porque voy a votar por ellos si no pueden siquiera entenderse.

-Ha hablado de una promesa de futuro, creíble, ¿cuál sería?

-La promesa es la democracia y la libertad pero qué significa eso hoy, cómo implica un cambio en la vida de nosotros y cómo se hace posible. Quizá sea muy racional. La ruta más corta desde el punto de vista emocional, que es el lubricante de lo racional, es el reencuentro de los venezolanos que estamos esparcidos por el mundo. Yo tengo dos hijas afuera, un nieto de Whatsapp, al que solo he podido abrazar una vez. La distancia, las discordias, tantos años de conflicto, desgasta a la gente. No van a desaparecer esas diferencias pero las podemos hablar normalmente. Que podamos convivir con eso es algo que tiene mucho valor. La vía de la reunión de los venezolanos. Por cierto, las diferencias son menores abajo que arriba, en los barrios la gente se acerca. Las crisis prolongadas en unos sacan el egoísmo, en otros la solidaridad. La realidad no es estática, las cosas cambian y van a seguir cambiando. La visión de la política tiene que ser en ese sentido mucho más acorde con la realidad.

@jconde64

12 de marzo 2023

La Gran Aldea

https://lagranaldea.com/2023/03/12/ramon-guillermo-aveledo-lo-que-tenemo...

 18 min


Eddie A. Ramírez S.

Hace tiempo, tanto que no quiero recordar la fecha, me la pasaba cantando la estrofa de la vieja canción que dice “a mi te quisiste dá por un puñao de parné”. Mi mamá me mandaba a callar por algo que supe, años después, se refería a la entrega de una mujer por dinero. Chávez y Maduro se entregaron sin chistar a la semidiosa Soberanía. Tenían parné y pensaron que duraría para siempre. Creyeron que había que crear infinidad de empresas del Estado, distribuir papas, insumos agrícolas, tener mayoría en empresas mixtas y expropiar sin compensación para, supuestamente, hacer poderoso al Leviatán descrito por Hobbes. Pero llegó la época de las vacas flacas. Cuando se tiene parné, se puede cometer la locura de expropiar incluso carritos de vendedores de chicha, por considerarlos estratégicos. Cuando el parné se agota, el concepto de soberanía debe aterrizar.

La actividad petrolera puede servir de ejemplo. Con los precios del petróleo con tendencia al alza, el sector político y todos los ciudadanos de a pie coincidimos en que era el momento de tomar las riendas de un producto estratégico que aseguraría nuestro desarrollo. Fue un proceso ejecutado en 1975 con amplio consenso nacional. A las 22 compañías expropiadas se les cancelaron mil cincuenta y cuatro millones de dólares, de los cuales solo 117 millones en efectivo y el resto en bonos a cinco años, aunque inicialmente hubo que acordar convenios de asistencia técnica y de comercialización. Aparentemente fue un buen negocio y, además, ya teníamos soberanía.

Pocos advirtieron que ahora el Estado debía realizar las inversiones para explorar, extraer y refinar ese petróleo, así como los gastos para mantener las numerosas y complejas instalaciones. Como había parné ese no era problema, a pesar de que sería a costa de reducir recursos para la educación, salud e infraestructura. Pero, como “había una ilusión de armonía”, como escribieron Naím y Piñero, todos seguimos contentos. Sucedió lo de la fábula de la cigarra (chicharra) y la hormiga, aunque no es cierto que las chicharras pasan su tiempo cantando en lugar de buscar su sustento. Algunas están hasta veinte años alimentándose bajo tierra.

Poco a poco se hizo evidente que las necesidades fiscales del Estado y las fluctuaciones de los precios limitaban a Pdvsa para aumentar la producción. Contra viento y marea, en la década de los 90 hubo que apelar a la inversión de compañías extranjeras, bajo las modalidades de asociaciones estratégicas con minoría accionaria de Pdvsa; Convenios Operativos y Convenios a Riesgo Compartido, en los que esas compañías aportaban las inversiones. Esa apertura fue exitosa y se llegó a producir casi un millón de barriles adicionales que de otra manera se hubiesen quedado en el subsuelo. Los rebeldes sin causa de la extrema izquierda se rasgaron las vestiduras.

Entre el comandante destructor Hugo Chávez, el guerrillero comandante (Fausto) Alí Rodríguez Araque y el hoy prófugo Rafael Ramírez Carreño pulverizaron Pdvsa y la inversión extranjera. Expulsaron a ExxonMobil y a ConocoPhillips, se salvó Chevron porque su representante era cercano a Chávez. Transformaron los Convenios Operativos en Empresas Mixtas con mayoría accionaria de Pdvsa. ¡Bravo, exclamaron, ahora somos más soberanos! Hoy, Conoco Phillps tiene una cuantiosa demanda contra Pdvsa por la expropiación y las más de 40 empresas mixtas creadas están paralizadas porque Pdvsa no aporta lo que le corresponde.

En reciente artículo, ciudadanos estudiosos del tema petrolero, pero con un claro sesgo ideológico, entre ellos el doctor Carlos Mendoza Potellá, quien fue director externo de Pdvsa cuando el conflicto de la meritocracia en abril 2002, objetan el nuevo contrato entre Pdvsa y Chevrón. Según ellos, “se renuncia a la conquista histórica de la soberanía del Estado y de la nación sobre el petróleo. Maduro violó la Constitución y la Ley Orgánica de Hidrocarburos”. También, objetan el acuerdo de entregar nuestro gas a Trinidad y Tobago, quien tiene la infraestructura para licuarlo y exportarlo.

Es cierto que Maduro violó la Constitución y la Ley de Hidrocarburos. Lo hace a diario. Está desesperado porque, aunque los precios del petróleo están altos, la producción está en el suelo. La ineptitud y el fanatismo pasan factura. Requiere parné para sostenerse y para su próxima campaña electoral. Por ello se vende como la bien pagá. Aspiramos que quienes asuman el poder en el 2024, o antes, modifiquen la Constitución y la Ley de Hidrocarburos, para hacer legalmente lo que es imprescindible. Una empresa petrolera del Estado era un botín demasiado apetecible para Chávez y lo será para los que vengan. Los petroleros que participamos en los paros del 2002 nunca tuvimos en mente la privatización de Pdvsa. Hoy la situación ha cambiado. Al menos quien esto escribe piensa que es necesaria

Como(había) en botica:

Julio Borges declaró que fue un error darle a la oposición (G4) el manejo de activos en el exterior y que Citgo es una caja negra. En el primer caso, se deduce que entonces sería mucho menos conveniente que alguno del G4 maneje el país. Se metió un autogol. En cuanto a Citgo, sus resultados fueron consignados en la presidencia de la Asamblea Nacional, en la Procuraduría y Contraloría ad hoc, trimestralmente presenta cuentas públicas auditadas a los acreedores, la OFAC de Estados Unidos y el Department of Justice hacen seguimiento y los directivos de la empresa han respondido todas las preguntas de la Comisión de Manejo de Activos (CAPA) coordinado por Primero Justicia. Esto lo conoce Borges, pero prefirió mentir. Fue torpe y embustero.

Debemos presionar a la Contraloría General de la República para que notifique al CNE que venció la arbitraria inhabilitación contra María Corina. También para que el TSJ sentencie que Juan Guaidó, Henrique Capriles y otros inhabilitados sin juicio alguno, puedan ser candidatos,

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

14/03/23

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Edgar Benarroch

¿SE VOTA PERO NO SE ELIGE?

Esta conseja e infundada afirmación de que “se vota pero no se elige”, es una creación de este régimen para desmotivar a los votantes de oposición: Ellos tienen a su gente amarradas, atemorizadas, amenazadas y supervisadas y nosotros estamos bien desperdigados. Ganamos dos tercios de la Asamblea Nacional, importantes Gobernaciones de Estados y Alcaldías con el Consejo Nacional Electoral (CNE) electo por ellos y con las mismas máquinas de votación. He escuchado y hablado con muchos técnicos ampliamente calificados en la materia y me han dicho que las máquinas son totalmente confiables, que si se vota A se contabiliza A y aparece en el acta de totalización el voto A, ademas nosotros al votar recibimos un tiket , donde aparece nuestro voto, que depositamos en la urna electoral . Al concluir el acto de votación más del 50% de las mesas , escogidas al azar, son abiertas, escrutadas manualmente y cotejadas con el acta de votación que expide la máquina.

La trampa, si la dejamos correr, se presenta cuando la oposición no está en la mesa o tenemos un representante testigo panga panga distraído. Por ello debemos ser extremadamente exigentes al momento de designar nuestro testigo de mesa. Cuando los del régimen quedan solos en la mesa empiezan a darle a la máquina hasta la saciedad y votar por quienes no lo han hecho, firman y ponen huellas falsas en el cuaderno de votación , por ello nunca han permitido una inspección judicial del referido cuaderno. Nuestro representante en la mesa de votación debe ser alguien de una sola pieza, insobornable, digno e incorruptible que aguante todos los ofrecimientos y soporte todas las presiones. Ellos tienen información de los fallecidos o que no están en el país y lo primero que hacen es votar por ellos. Son muchos los muertos y quienes están en el extranjero que aparecen votando.

Este delito se produce horas antes de las cuatro de la tarde, cuando se debe cerrar la mesa si no hay colas por votar o si no en la prórroga que usualmente otorga el CNE.

Estemos muy atentos a los comentarios que inducen a no votar, ello sólo favorece al régimen y por ello nosotros debemos tratar que vote el mayor número de venezolanos. A ellos les interesa dejar correr la especie que saben y manejan las trampas para ganar y a nosotros debe interesarnos profundamente que esas trampas no pasen. Donde hay un representante nuestro íntegro, valiente y atento, el resultado será totalmente confiable . Entonces debemos esmerarnos, si es posible desde ya, en seleccionar a los mejores y dignos para que sean nuestros testigos de mesa, gente que tenga consciencia que en su representación se juega la Republica.

13 de marzo 2023

LA DE AYER Y LA DE HOY

Si comparamos la Venezuela de hace 25 años con la de hoy, nos percataremos con alarma, asombro, angustia y mucho pesar de la abismal diferencia que no sé si la hemos asimilado en su justa dimensión, pero que sin lugar a dudas la vivimos, sentimos y sufrimos a diario.

Aquella Venezuela era el país más rico de América Latina y hoy somos el más pobre del mundo al lado de Haití. Producíamos 3 millones 500 mil barriles diarios de petróleo y estamos en 400 mil. Aquella Venezuela, en el peor de los casos, registró una inflación del 10% interanual y ésta llegó a tener la inflación más alta del planeta. Aquella Venezuela, en el peor momento, registró un 35% de pobreza, hoy el 94% del país está por debajo de la línea de pobreza y más de la mitad en situación crítica, que no tiene con que comer o que si puede lo hace una vez al día y últimamente ha aparecido un nuevo renglón que llaman “Pobreza atroz”, que son los recoge latas para venderlas por unos centavos y comprar un trozo de pan, un tomate y una cebolla, para de esa manera llenar el estómago.

La delincuencia entonces se mantenía por debajo del promedio latinoamericano y hoy registra niveles alarmantes donde nadie está seguro en la calle y tampoco en su casa. Antes la familia podía ir a comer helados, hoy no es posible porque con lo poco que se tiene solo alcanza para medio poder alimentarse o llenar el estómago. El desempleo formal es gigantesco con el crecimiento lógico de la labor informal. Acabaron con la planta industrial del país, de las más importante del continente, y las tierras fértiles las expropiaron o invadieron y ahora son monte y culebra y por supuesto no existe producción ni cría.

Como si fuera poco esta escandalosa y dolorosa situación se desenvuelve en un ambiente donde los hospitales no están en condiciones de atender debidamente al paciente y la educación sufre su peor crisis. Las universidades están a punto de cierre. Cerraron plantas televisores, estaciones de radio y prensa escrita por no ser complacientes con el régimen. Inhabilitaron partidos políticos y dirigentes sociales y no contento con ello los apresaron, torturaron y hasta mataron.

La lista es muy alta y sería necesario un espacio inmenso para enumerar los casos desastrosos y criminales de este régimen. Creo estamos claros que no deseamos continuar viviendo así y para lograr eso es necesario salir cuanto antes de este régimen totalitario que tanto daño causa al país y a nosotros. Pero también debemos estar claros que es con la UNIÓN de todos quienes aspiramos cambio radical ya que podemos lograr, cuanto antes, la salida de este oprobioso régimen y mantenernos unidos en la difícil y dura pero apasionante tarea de la reconstrucción nacional o refundación de la República, como algunos la llaman.

11 de marzo 2023

¿ELECCIONES CONDICIONADAS?

Jorge Rodríguez, Presidente de la Asamblea Nacional y prominente dirigente del PSUV, dijo: “Nosotros a las elecciones no le tenemos miedo. Pero las cosas como son, sí queremos elecciones libres de sanciones…”.

Lo expresamente establecido y dispuesto en nuestra Constitución no puede ser sometido a condiciones de ninguna naturaleza. Las elecciones están pautadas para el próximo año y así debe suceder sin que existan condiciones para su celebración.

La declaración de Rodríguez tiene un tufo de chantaje. Como la oposición si tiene inmenso interés en que se realicen las elecciones cuando lo señala nuestra Carta Magna, parece que se dirigiera a nosotros para exigirnos interceder para que los Estados Unidos y la Unión Europea retiren las sanciones que pesan sobre nuestro país, por la única y exclusiva culpa de este régimen que por su conducta, hechos y decires, todos contrarios a la saña y buena conducción de un Estado, han provocado. Además, las sanciones se acabarán cuando desaparezcan las razones que las motivaron y nosotros no tenemos cualidad para intervenir.

Un régimen que ha sido clasificado entre quienes son tolerantes con el manejo de drogas y muchos de sus personeros han sido sancionados o están en juicios por esa razón, violador de los más elementales derechos humanos, incurso en delitos de lesa humanidad y tráfico de estupefacientes, necesariamente tiene que recibir una reacción internacional. Además, este régimen está asociado con terroristas y fundamentalistas que han ocasionado numerosas muertes de humanos en todo el mundo. No estoy a favor de las sanciones que más daño causa a la población que al régimen, pero entiendo que los Estados reaccionen cuando éste en peligro su seguridad y bien vivir.

No se pueden cometer delitos de lesa humanidad, involucrarse en el tráfico de drogas, asociarse con asesinos internacionales y utilizar el petróleo como arma política para la compra de adhesiones y coacción y pretender que el resto de las naciones no reaccione.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y lo que ocurre en un país inmediatamente es conocido por los demás, máxime si lo que se hace en ese país repercute de manera negativa en otros.

Las elecciones se realizarán como están previstas en la Constitución sin ninguna condición que las limite y cuestione. Lo que sí exigimos es que sean democráticas, libres, transparentes y el voto sea herméticamente secreto sin amenazas, chantajes y coerciones.

10 de marzo 2023

EL VOTO

En nuestra Constitución anterior a la que tenemos, se establecía el voto como un derecho ciudadano de todos los venezolanos mayores de 18 años para elegir sus representantes y gobernantes y también como un deber, ahora en la que tenemos se considera el voto solo como un derecho y el deber se lo quitaron. Considero que en una futura revisión constitucional será necesario restituir el deber de votar. El voto para elegir a quienes nos representan y gobiernan, es tal vez la única forma clara y concreta de como participa el ciudadano en esta democracia que tenemos que es extremadamente incompleta e insuficiente. Dios quiera podamos avanzar a la democracia participativa que es la verdadera democracia.

Pero hablemos de lo que establece nuestra Constitución vigente: el voto es un derecho. Siendo así, el ente público está en la obligación de facilitar ampliamente todas las vías para que el ciudadano pueda ejercer su derecho sin ningún tipo de tropiezo y más bien con mucha tranquilidad y de manera expedita. Todos los venezolanos mayores de 18 años tienen el derecho de votar, estén en el país o fuera de él.

A quienes están en el país se les debe ubicar, para votar, en el Centro de Votación más cerca de su residencia y garantizar que ese ejercicio se practique sin coerción ni coacción, sin amenazas y sometimientos, garantizando también su intimidad que incluye el secreto. A los venezolanos que residen en el exterior (8 millones y se estima aproximadamente que 5 millones son mayores de 18 años) se les debe garantizar ejercer su derecho a elegir, al menos al Presidente de la República, y para ello hay que crear todas las facilidades posibles.

Se sabe que las sedes de embajadas y consulados son habilitados para votar, pero hay quienes residen en lugares muy distantes de esos organismos y se les dificulta en extremo su traslado, pues para ellos hay que buscar mecanismos para que desarrollen su derecho. Se pueden habilitar espacios públicos, con la representación de todos los interesados y si es posible con la presencia de un funcionario público de la localidad como testigo internacional, para que vote quien así lo desee.

En las elecciones que la oposición tiene pautada que se celebren el próximo 22 de octubre, con la finalidad de seleccionar a nuestro candidato presidencial, también hay que buscar vías para que los venezolanos habilitados en el exterior se puedan pronunciar.

Si se le ponen obstáculos al ejercicio de este derecho, se estaría boicoteando y negando lo que le corresponde al ciudadano y que constituye un derecho sagrado.

Debemos dejarnos sentir ante el Consejo Nacional Electoral para que implemente cuanto antes todo lo que sea necesario para que los venezolanos de adentro y de afuera puedan ejercer su derecho sin ningún género de problemas.

9 de marzo 2023

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Fernando Mires

Vale insistir sobre el tema. Si no entendemos el carácter de la invasión de Rusia a Ucrania, no podremos entender lo que sucederá después de la guerra, cualquiera sea su resultado final. Ese carácter lo ha definido Putin en diversas ocasiones, y no es otro sino reconstituir la condición imperial de Rusia a fin de llevarla al nivel de 1989, antes de la aparición de Gorbachov y su Perestroika. Proyecto que a su vez se encuentra inserto en un marco suprahistórico que Putin y, su a veces aliado Xi Jinping, han denominado “nuevo orden mundial”. Un orden que puede ser cualquier cosa, menos nuevo. En realidad se trata del restablecimiento del antiguo orden bi-polar de la Guerra Fría. En fin, un “nuevo- viejo- orden” al que tanto China como Rusia quisieran dirigir, lo que los llevaría a toparse entre sí en diversas regiones, sobre todo en Asia Central y en el Oriente Medio.

LA DEMOCRACIA COMO PRODUCTO OCCIDENTAL

Como dijo hace poco Kissinger, la unidad china-rusa nunca podrá ser demasiado larga. El problema es que por ahora esa unidad esté dirigida en contra de lo que Xi y Putin llaman Occidente el que de acuerdo a las nociones imperiales que ambos manejan, estaría formado por los EE. UU y sus naciones “vasallas”. Entre ellos y ese Occidente hay un campo en disputa formado por sub potencias regionales con fuerte potencial cultural anti-occidental, entre ellas India, Sudáfrica, Brasil, Arabia Saudita, Egipto, Irán, las que a su vez están rodeadas por regiones pobres o empobrecidas que controlan o pretenden controlar.

Ha de tenerse en cuenta, sin embargo que, cuando ambos jerarcas hablan de Occidente, no están pensando lo mismo. Para Putin se trata de un Occidente cultural, y la guerra a Ucrania es para él solo un hito en una cruzada en contra de una “civilización decadente” donde prima la perversión, el desorden, las drogas, la homo y la trans-sexualidad. Visiones compartidas por los monjes más reaccionarios del cristianismo ortodoxo ruso así como por las sectas dictatoriales del espacio islámico. No así por Xi.

Al dictador chino importa poco la llamada cultura occidental, mucho menos si desde ella proviene una poderosa demanda comercial que hasta ahora no ha hecho más que favorecer la productividad de China y de sus aliados asiáticos. Eso quiere decir que si China busca un nuevo orden mundial, este no deberá ser cultural, ni siquiera militar, sino fundamentalmente económico. En otras palabras, el ideario del capitalista comunista Xi, apunta hacia la formación de un orden mundial con China dictando las reglas de los mercados. Si a los occidentales solo interesa drogarse, bailar y follar -como dice la propaganda islámica y ortodoxa- pues que lo hagan, pero eso sí, con drogas, vestimentas y condones producidos por empresas chinas.

Como hemos insinuado en otros textos, en la guerra de invasión a Putin, Xi intenta utilizar a Putin como amenaza hacia Occidente. Putin tendría asegurado así un lugar en el “nuevo orden económico mundial” de Xi, pero no como gerente, sino más bien como matón a sueldo, algo parecido a Kim Jong Um, pero multiplicado por 100. En cierto modo ya lo es.

Sin embargo, hay algo que preocupa por igual a ambos dictadores. Nos referimos a un producto exquisitamente occidental, más letal para ellos que una bomba atómica, un producto al que no pueden robar la patente ni el diseño. Sí, nos referimos a la por Claude Lefort llamada, invención democrática. Una invención sin la cual el mismo Occidente habría dejado de existir. Eso lleva a suponer que la razón que altera el humor de Xi y Putin, es la hegemonía política demostrada por la alianza mundial reflejada en los 141 votos de la ONU que dos veces han condenado a la invasión rusa. 141 países que por su composición cultural desmienten la controversia entre Oriente y Occidente propagada desde el Kremlin. Una alianza tácita que está más allá de las armas, de la economía y de las diversidades culturales. Pues esos 141 votos no son todos de naciones democráticas, pero, sin las naciones democráticas en la ONU - este es el quid - no habría ningún voto: ni a favor ni en contra. Los ideales democráticos continúan siendo hegemónicos (en el sentido gramsciano del término, es decir, no dominantes pero sí preeminentes). Esas 141 naciones están al menos por la paz y no por la guerra, y la paz, no la guerra, es condición de democracia.

EL TERCER TOTALITARISMO

Nunca ha habido una guerra entre naciones democráticas. Un detalle que deberían anotar los huecos pacifistas de nuestros días. Luchar por la democracia es luchar por la paz. Apoyar a Ucrania, es apoyar a la democracia y a la paz. Apoyar o relativizar las fechorías de Putin, en cambio, es optar por la guerra. De ahí la agresión a la la posibilidad democrática iniciada por Putin en contra de Ucrania. A esa posibilidad, el tirano ruso la llama Occidente.

Las democracias son, por definición, las peores enemigas de las autocracias. Enemistad que no solo se expresa hacia el exterior sino sobre todo al interior de las propios países autocráticos. Es por eso que la guerra entre democracias y autocracias -de la que la guerra a Ucrania ha sido una más- se manifiesta por partida doble: como guerra externa e interna a la vez. Así nos explicamos por qué durante la guerra a Ucrania, todos los espacios democráticos que existían en la Rusia de Putin, han sido clausurados, teniendo allí lugar la transición que lleva de un orden autocrático a uno totalitario. Efectivamente: el orden político impuesto por Putin pasará a la historia -después del de Hitler y Stalin – como el tercer totalitarismo de la historia universal.

Algo parecido pero no igual está sucediendo en China. La apertura post-maoísta, iniciada por Den Xiao Ping ha comenzado a cerrarse. En el último Congreso del PCCH fueron eliminadas las contiendas interpartidarias, la oposición interna fue erradicada y Xi Jinping fue consagrado como líder único. Xi, evidentemente, ha sido mucho más eficaz en eliminar el virus democrático que el virus de la pandemia.

Los dos dictadores, Xi y Putin, denominan a la democracia con un sustantivo geográfico: Occidente. Pero en los países democráticos nadie se refiere al “Oriente” como enemigo. Occidente en cambio es visto por las dictaduras rusa y china como la negación radical del orden político que prevalece en ambos países.

La contradicción democracia- autocracia (y no occidente-oriente) es la fundamental de nuestro tiempo, y es la que no pueden ocultar ni Xi ni Putin: una contradicción que tiene lugar al interior de todas las naciones, sean estas democráticas o antidemocráticas. Por eso Putin gasta millones en apoyar partidos, sectores y personajes amigos en Europa (Le Pen, Berlusconi, Schroeder son algunos ejemplos), en América Latina y en los propios EE UU (Trump). A la inversa, las potencias occidentales no han vacilado en apoyar a movimientos democráticos (sean sociales, culturales, y en los últimos tiempos, de género) que tienen lugar en el área chino-soviética e incluso islámica. Los disidentes antidictatoriales, los movimientos anti-patriarcales, las iniciativas libertarias, cuentan con el apoyo decisivo de Occidente. No hay que asombrarse: En la era digital, las luchas locales ya no son solo locales, son también globales.

Cualquier evento electoral, sea en en un país báltico, en un país caucásico, en un país islámico, puede inclinar la balanza en la lucha por el nuevo orden político mundial. Las próximas elecciones presidenciales que se avecinan en Turquía, por ejemplo, serán seguidas en toda Europa con tanta o mayor atención que las elecciones norteamericanas.

EL MITO DE LA DECADENCIA DE EUROPA

La pregunta acerca de por qué ambas dictaduras, la rusa y la china, no nombran a su enemigo como “democracia” sino como “occidente”, no deja de ser interesante. La conversión de “lo democrático” en “lo occidental” demuestra que la democracia, como ideal político global, ha logrado imponerse por sobre otras formas de gobierno. No es casualidad que ningún dictador o autócrata se atreva a decir que su sistema de dominación no es democrático. Tampoco ha habido un solo dictador que se designe a sí mismo como dictador. Por el contrario, emulando a los dictadores comunistas y fascistas del pasado siglo, los del siglo XXl se apresuran en señalar que ellos representan otro tipo de democracia: una “democracia superior”.

Pero hay otra razón más importante que explica la sustitución de la palabra democracia por la palabra occidente. Con esa maniobra semántica, las dos grandes dictaduras intentan convencernos de que las luchas internacionales del siglo XXl no son políticas sino culturales, incluso civilizatorias. En las representaciones mitómanas de Putin es fácil advertir esa intención. Occidente, para él, al igual que para las sectas islamistas, es la representación de una decadencia moral reflejada en la pérdida de valores sagrados, como la familia, el amor patrio y, sobre todo, la virilidad. Defender a Rusia de Occidente es, para Putin, defender la salud mental de los ciudadanos rusos. Para contrarrestar esa decadencia, es necesaria la presencia de un estado fuerte, autoritario, encarnado en la persona de un caudillo nacional.

El cenit de la decadencia está representada según Putin por Estados Unidos y Europa Occidental. Solo así se explica el enlace que ha logrado el dictador ruso con las derechas y las izquierdas extremas de los países democráticos. Xi Jinping es en ese punto más moderado. China, según sus propias opiniones, posee un sistema político que se deja regir por una tradición histórica muy diferente a la occidental. Quizás tiene razón. China, que nunca ha conocido de cerca un orden democrático, no tiene que temer tanto a la democracia, como Rusia. Como ya hemos insinuado, el occidente es para Xi una noción más económica que cultural. Para Xi, la lucha de las civilizaciones, si no es rentable, no tiene demasiada importancia.

OCCIDENTE ES LA DEMOCRACIA

Para decirlo de modo explícito, Occidente no es una invención occidental sino anti-occidental. El mismo concepto de Occidente ha variado de acuerdo a los que las llamadas culturas y sistemas políticos anti-democráticos han llamado Occidente.

Desde un punto de vista historiográfico, Occidente fue nombrado como tal a partir del cisma religioso de la cristiandad (1054),vale decir, a partir de la formación de las dos iglesias, o lo que es igual, a partir de las querellas entre Bizancio y Roma. Desde el punto de vista geográfico fue siempre un terreno movedizo, la llamada zona occidental de Eurasia. Nunca ha existido -pido aquí excusas a los historiadores y filósofos culturalistas – una cultura puramente occidental. O en otros términos: Occidente nunca ha sido monocultural. Por el contrario, la por Ortega llamada “idea de Occcidente” tomó formas a partir de tres vertientes: la filosofía griega, el judeo cristianismo, y el derecho romano.

Procesos históricos como la reforma religiosa, la secularización o separación entre lo sacro y lo político, el arte renacentista, las revoluciones parlamentarias y anti absolutistas, la revolución industrial, el nacimiento de movimientos e ideologías como el liberalismo económico y filosófico, el socialismo obrero y hoy el feminismo y no por último la revolución sexual anti-patriarcal del siglo XXl, han dado forma a una simbiosis cultural que no es paradojalmente una cultura, sino la fusión de diversas culturas. Dicha diversidad solo podía ser posible dentro de un marco institucional regulado por un estado de derecho normativizado por la libertad de opinión, organizada en partes o partidos, que disputan permanentemente la gobernabilidad de las naciones. Visto así, Occidente no es una noción cultural, como creyeron autores que han profetizado el fin de Occidente, entre ellos Spengler, Toynbee, Huntington. Tampoco es el lugar de la herejía, como lo ven las confesiones islamistas. Ni siquiera es “el capitalismo” como intentaron sinonimizar los comunistas desde el periodo staliniano hasta nuestros días. Mucho menos es el sitio de la degeneración moral y sexual, según el putinismo y los ayatolas. Occidente es la democracia.

Occidente es la democracia, sí, pero es más que la democracia. Es el espacio de la libertad del ser, organizada en constituciones e instituciones.

Si bien el Occidente político es democrático, no toda democracia es hoy occidental. Hay, efectivamente, naciones que han llegado a la democracia de acuerdo a una filiación histórica y otras que han adoptado y adaptado formatos políticos democráticos. Japón, Corea del Sur, Georgia, Ucrania, y otras más, son naciones institucionalmente democráticas pero al mismo tiempo conservan la identidad de sus respectivas culturas sin que exista contradicción entre identidad cultural y forma gubernamental. Desde esa perspectiva, como Occidente no es “una” cultura, tampoco puede hundirse, como ha sucedido con otras culturas o civilizaciones. Lo que eventualmente podría desaparecer, y eso es lo que ansían Putin y en menor medida Xi, es la forma política que asume la multiculturalidad occidental.

En el hecho, informes como los de Freedom House han verificado que después del entusiasmo democrático que siguió a la caída de los muros comunistas, ha habido un descenso cuantitativo y cualitativo de las democracias, apareciendo nuevas formas de dominación si no anti-, por lo menos no- democráticas. Las autocracias del siglo XXl, o democracias i-liberales de Europa y América Latina conservan algunas formas democráticas, pero bajo la hegemonía de gobiernos autoritarios y autocráticos. Pero todo eso no tiene por qué llevar necesariamente a la decadencia de la forma democrática de gobierno,aunque así lo auguren las profecías que cada cierto tiempo proclaman el fin de Occidente. Una de las últimas, sino la última, ha sido la notable -y por momentos, hermosa- obra de Niall Ferguson, Civilización: Occidente y el Resto (2012) .

Ferguson parece dar razón a las tesis de Samuel Hungtinton acerca del declive de Occidente como consecuencia del “choque de las civilizaciones”. Pero, más cerca de Spengler, piensa que Occidente estaría destinado a desaparecer no solo frente a otras “culturas” sino también por la desintegración de sus naciones, es decir, por su “decadencia”. Sin embargo, lo que el pesimismo culturalista, sea el de Ferguson u otros autores, no ha podido advertir, es que la democracia no es un orden histórico, sino un campo de reproducción de diversos ordenes históricos. Por lo tanto, la crisis de las democracias – eso es lo que no nos dijo Ferguson - son constitutivas a las naciones democráticas, a las que el llama occidentales. Sin crisis de la democracia, nos atrevemos a decir, no habría democracias. La democracia es agónica. Vive de su desgaste y de su renovación, de sus flujos y de sus reflujos.

La historia reciente nos ha provisto con algunos episodios que nos muestran la vitalidad del ideal democrático. En Italia por ejemplo, muchos llegamos a pensar que el triunfo de Meloni llevaría a un descenso democrático y a una avanzada del putinismo. No ha sido así: la mandataria ha reforzado la alianza inter-occidental de Italia, tanto en términos políticos como militares, pasando por sobre el putinismo declarado de Salvini y Berlusconi. En la república checa, ha ganado las elecciones un enemigo declarado de Putin, el ex general de la OTAN, Petr Pavel. En Estonia, el centro democrático anti-putinista de Kaja Kallas ha aumentado su caudal de votos. Vamos a ver que pasará en Turquía durante la dura contienda que librarán el autocrático Erdogan y el veterano socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, el próximo 14 de mayo. En fin, lo que Freedom House no mide, son las dinámicas de la lucha democrática.

La democracia vive de sus triunfos y de sus derrotas. Pero cuando ha sido derrotada, no desaparece. Por lo general, siempre retorna. Los españoles y los portugueses lo saben en Europa; los chilenos y los uruguayos lo saben en Latinoamérica. Pues la democracia - eso es lo que pasan por alto los grandes historiadores culturalistas- es un territorio de luchas. Para decirlo con el mismo Toynbee, frente a los desafíos, las democracia levanta sus respuestas, y ellas aparecen en la escena medial bajo la forma de protestas.

Es cierto, como constata Freedom House, después del apogeo libertario que siguió a la caída del Muro de Berlín, hay un notorio avance de las autocracias. Pero lo que no constata la institución es que también surgen levantamientos en contra del autocratismo en ciernes. En estos mismos momentos hay protestas en Tiflis en contra de los políticos putinistas que pretenden desvincular a Georgia de Europa. En Israel surgen grandes demostraciones en contra de la reforma judicial que quiere imponer la ultraderecha bajo el gobierno de Netanyahu. En México las calles se llenan, en protesta en contra del sistema electoral que propone el gobierno. Y en Irán, las heroicas mujeres siguen luchando en contra de esos perversos monjes que las embalsaman bajo los velos del poder. En fin, la democracia sigue viva a lo largo y ancho del mundo. No hay ninguna razón entonces para proclamar el fin del orden político mundial. La enorme solidaridad internacional que ha despertado la resistencia ucraniana frente a la monstruosa invasión rusa, demuestra por sí sola el vigor del espíritu democrático de nuestros días. Ucrania ocupa hoy ese lugar simbólico central que ayer ocuparon la guerra civil en España, la guerra de EE UU. en Vietnam, o la Primavera de Praga destruida por los tanques soviéticos.

Después de la declaración de la independencia en 1991, Ucrania, desde la revolución naranja (2004) hasta la revolución de Maidán (2013), ha sido escenario de muy duras confrontaciones políticas. Al fin, las elecciones que llevaron a Zelenski al gobierno el año 2019, terminaron por sellar la orientación europea de la nación. Ucrania pertenece, se quiera o no, al orden político-democrático surgido en el este de Europa después del fin del comunismo. Las carnicerías de Putin podrán devastarla, como está sucediendo. Pero después de la guerra, gane o pierda Rusia, Ucrania no será nunca más rusa. Esa posibilidad, si se toman en cuenta los lazos históricos, económicos y culturales que unían a Rusia con Ucrania, podría haber sido realidad, y tal vez, muchos ucranianos la habrían apoyado. Pero ha sido el mismo Putin quien ha terminado por dinamitarla. Desde esa guerra declarada a la democracia mundial a partir de Ucrania, a la misma que Putin y Xi, llaman con el nombre de “Occidente”, ha renacido un espíritu democrático con el que sátrapas y dictadores, autócratas y tiranos, no contaban. La lucha continúa.

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