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Opinión

David Toscana

Allá cuando vivía en Varsovia, se instalaron en los bajos de mi edificio dos tiendas con nombre en inglés. Una era Winelovers; la otra, el local de un diseñador de ropa: Philosophy by Mariusz. El mensaje de esta última aseguraba que sus productos eran mucho más que prendas de vestir: eran una filosofía. Ciertamente resultaba imposible hallar en las prendas el imperativo categórico o la prueba ontológica de la existencia de Dios, y difícilmente Platón pensaría que en el cielo hubiera formas perfectas de los muy estrambóticos pantalones que diseñaba Mariusz. En cambio, sí podía imaginar a Sócrates diciendo al mirar la tienda: “Cuánta cosa que no necesito”.

Verdad es que algunos filósofos optaron por vestir de cierto modo que supuestamente respalda sus ideas, pero más bien a la baja, a la modestia y pobreza, aunque a veces con el resultado opuesto, pues muchas ganas de llamar la atención había en la vestimenta de pelos de camello de Juan, y también en la túnica desgarrada con la que se ataviaba Antístenes. “Veo tu vanidad a través de las rasgaduras de tu túnica”, le dijo Sócrates.

El tema del pantalón y la falda para hombres y mujeres se ha puesto a debate en distintos momentos de la historia y con distintas posturas religiosas, pero desde hace milenios las mujeres han usado pantalón y los hombres falda. A los antiguos griegos les parecía costumbre bárbara de los persas el uso de pantalones, si bien tal palabra no es tan antigua y debe su origen al personaje Pantalone, de la comedia italiana. En el diccionario de la RAE aparece por vez primera en 1822, y revela que “se compone de dos piezas, una para cada pierna, y por esta cualidad se le nombra comúnmente en plural”.

Entre los consejos del Antiguo Testamento está la forma de aproximarse al templo, ya que al subir los escalones, los hombres de cortas enaguas podían descubrir sus vergüenzas. Era un mundo sin ropa interior, y apenas el decoro pictórico le dio al Cristo crucificado un taparrabos. El mismo decoro lo viste con una extraña túnica que puede descubrirse de arriba para abajo cuando Santo Tomás le encaja la uña en el costado.

No pienso ahora repasar la historia del vestido. Mi intención inicial era mirar cómo se ha devaluado la palabra filosofía, sobre todo cuando se le agrega el posesivo “mi”. En Los hermanos Karamazov, el padre de ellos menciona dos o tres opiniones sobre la vida y acaba diciendo: “Haz decir una misa por mí si quieres; si no, vete al diablo. Esta es mi filosofía”.

Las páginas de prensa dan espacio a mucha gente famosa que habla de “mi filosofía”, para dar un mensaje bastante ordinario. “Mi filosofía es no darme por vencido” o “Mi filosofía es vivir el presente” y cosas así. Muy distinto vemos a Schopenhauer cuando escribe: “La raíz de mi filosofía se encuentra en la de Kant, en especial en la doctrina del carácter empírico e inteligible, pero en general en que, cuando Kant se acerca algo a la luz con la cosa en sí, esta siempre se asoma a través de su velo como voluntad; sobre esto he llamado expresamente la atención en mi crítica de la filosofía kantiana y he afirmado, en consecuencia, que mi filosofía solo es un pensar la suya hasta el final”.

Ningún problema hay en suponer que uno pueda tener una filosofía personal, tomando en cuenta que las máximas de sabiduría que se dictaban en el oráculo de Delfos son asuntos que brotan de explorarse uno mismo. Así lo leemos en el Cármides de Platón: “Porque «el conócete a ti mismo» y el «sé sensato» son la misma cosa, según dice la inscripción, y yo con ella; pero fácilmente podría pensar alguno que son distintas. Cosa que me parece que les ha pasado a los que después han hecho inscripciones como, por ejemplo, la de «Nada en demasía» y «El que se fía, se arruina»”. Éste último algunos lo traducen como: “La certeza trae la ruina”.

Son tres consejos en apariencia sencillos pero que requieren mucha reflexión y voluntad para conducirlos con las riendas. Cabe preguntar por qué habríamos de hallar sabiduría en una mina de charlatanería como fue el oráculo de Delfos. No tengo respuesta.

Acepto el reto de “conócete a ti mismo”, pero me parece que “nada en demasía” es una tibieza innecesaria. La filosofía tiende a moralizar y en el proceso trata de anular la condición humana. La filosofía puede ser dosis de razón en demasía. Los diálogos platónicos me ponen de mal humor. Sócrates me irrita profundamente. Beberse la cicuta fue un profundo acto de pedantería. Ni él ni Séneca ni Epicteto me sirven como ejemplo. No confío en Marco Aurelio.

En la sabiduría griega se hallan muchas citas trucadas que buscan una moderación empobrecedora. Cosas como: “Piensa que es mejor ser sensatamente desafortunado que gozar de buena fortuna con insensatez”. Aquí el embeleco es comparar dos situaciones no excluyentes. ¿Por qué no gozar de buena fortuna con sensatez?

Leyendo todo esto se entiende la contienda intelectual que Nietzsche tuvo con muchos de ellos.

Comoquiera es bueno saber que “mi” filosofía no ha de ser una opinión espontánea o una actitud momentánea sino algo meditado, estudiado y razonado. La filosofía está para filosofar, no para citarla.

Luego de unos años, volví a pasar por mi calle de Varsovia. Noté con cierta felicidad que ya no existía Philosophy by Mariusz y que en su lugar se instaló un local de lencería llamado Almost Naked. Verdadera maravilla para la imaginación y los sentidos que hace a uno despreciar eso de “nada en demasía”. A su lado, se mantiene firme Winelovers. Eros y Dioniso. Todo con exceso, nada con moderación. ~

Letras Libres

No.291 / marzo 2023

https://letraslibres.com/ideas/david-toscana-todo-con-exceso/

 4 min


Rosario Orellana

A treinta y cuatro años, el “llamado Caracazo” sigue siendo tema principal de análisis y reflexión. Un vasto parecer de buena fe creyó que las alteraciones de orden público y saqueos que se iniciaron el 27 de febrero y que derivaron en trágicos sucesos, fueron absolutamente espontáneos y estrictamente en contra el gobierno que apenas se iniciaba, en reacción a los efectos inmediatos de los primeros anuncios y medidas de lo que en el tiempo se fue perfilando como el hasta la fecha único intento de transformación y modernización estructural del Estado venezolano.

Aun ahora quizá sea esa la percepción generalizada, a pesar de múltiples edulcoradas confesiones de conspiración de larga data con pretensiones de meritorio reconocimiento, por parte de actores vivos y fallecidos, apropiándose del dolor de aquellos días, como precursor de sus ulteriores triunfos.

¿Qué fue el llamado Caracazo? ¿Tiene asidero seguir asumiendo, sin cuestionamiento alguno, la inexistencia de un hilo conductor entre la prolongada tragedia en la que ha sido sumergida la nación venezolana, el llamado Caracazo y otros acontecimientos?

Mirando desde mi ventana, la sincronización de la atribuida espontaneidad me resulta, de suyo, una curiosidad. Bastantes propuestas, opciones van, opciones vienen y tiempo suele consumir un grupo aun poco numeroso en concertar lugar, fecha y hora para un desayuno o almuerzo o un mero encuentro.

Me luce pertinente recordar la llamada “Noche de los Tanques”. El 26 de octubre de 1988, a poco más de un mes de las elecciones generales, estando fuera del país el entonces Presidente Jaime Lusinchi, un Mayor del Ejército ordenó movilizar una columna de 26 vehículos blindados del Batallón Ayala a las 7 de la noche, hacia la zona del Palacio de Miraflores. Los tanques, bajo el mando de un Capitán, tomaron posiciones estratégicas alrededor de la sede del Ministerio de Relaciones Interiores, donde se encontraba el ministro, Simón Alberto Consalvi, encargado aquellos días de la presidencia, mientras al mando de otro capitán, una columna más tomó La Viñeta en el área de Los Próceres, residencia destinada a Jefes de Estado visitantes y otras personalidades.

Tanto el Encargado de la Presidencia como el Ministro de la Defensa a quien aquél llamó, se sorprendieron, el segundo, ordenó retirar los tanques y ambos capitanes fueron arrestados. El mayor que dio la orden violó todos los protocolos y procedimientos establecidos para la realización de cualquier operación militar, que requiere una serie de confirmaciones y otras medidas de seguridad. Fue interrogado por varios días y sometido a juicio militar, argumentó que obedecía órdenes impartidas telefónicamente por el inspector general y segundo comandante del ejército, un general de división, quien negó ser el autor de tal orden. El expediente fue cerrado por orden del Ministro de la Defensa. No obstante, según informaciones posteriores, los conspiradores de los intentos de golpe de Estado de 1992 aparecieron involucrados en el incidente de 1988, incluyendo a Hugo Chávez, por lo que surgió la hipótesis según la cual la Noche de los Tanques fue un primer golpe frustrado.

No me parece descartable que el llamado Caracazo, ocurrido apenas cuatro meses después de “La Noche de los Tanques” fuese parte del complot tanto tiempo enquistado y pendiente de cualquier oportunidad para golpear, debilitar o subvertir la constitucionalidad democrática. Tal vez algunas emergencias insospechadas e inadvertencias tácticas derivadas pudieron contribuir a configurar el llamado Caracazo como una de tales oportunidades. Los días que precedieron a aquellos explosivos de febrero y marzo, se agregaron imprevisiones, siempre más fáciles de identificar a posteriori, por supuesto.

El archivo personal y frágil, almacén de vivencias que es la memoria, me trae imágenes, registros, sensaciones y reflexiones. Seguidamente reseño algunas.

Aquel lunes 27 de febrero, el Ministro de la Secretaría regresó del despacho presidencial a su oficina preocupado y tarde al almuerzo de trabajo al que había convocado con otro asesor y conmigo para tratar la implantación de un sistema de seguimiento a las decisiones adoptadas por el Consejo de Ministros, así como las resultantes de las cuentas presentadas por cada ministro al Presidente. Nos informó que un auto mercado había sido saqueado, según recuerdo, en Cumaná. Como quien se asoma al porvenir, agregó, palabra más palabra menos «esas cosas se sabe cuándo empiezan, pero no cuándo terminan». Con el ambiente algo tenso, abordamos el tema de la reunión. Luego, el Ministro se fue a Barquisimeto con el Presidente. Mas tarde, un edecán angustiado entró a una oficina del Ministro que éste me había asignado, para preguntarme si podía decirle el lugar específico en Barquisimeto, dónde se encontraba el Presidente. Lo que ocurrió los días posteriores es harto conocido.

El ritmo de los pasos para ejecutar el programa de reformas no gozó de unanimidad entre los ministros, pero ese mismo mes de febrero, Jaime Lusinchi había entregado la Presidencia con más del 60% de aceptación o popularidad, significaba que, en la percepción de al menos esa proporción de venezolanos, no había nada que cambiar pues vivíamos en el mejor de los mundos. Aunque es poco recomendable tomar decisiones importantes en situaciones de emergencia, la terca realidad contraria se impuso al gobierno entrante, que se encontró con precario margen de maniobra y sin tiempo para convencer. La publicitada “botija llena” no existía, la situación de las reservas, por ejemplo, era apremiante, apenas alcanzaban los tres o cuatrocientos millones de dólares frente a algo así como seis mil millones, asimismo de dólares, solamente en compromisos por cartas de crédito.

El mismo lunes 27, en lugar de un viernes, por ejemplo, entró en vigor un aumento del costo del transporte, que ocasionó tempranos disturbios en Guarenas.

Es difícil estimar la medida en que la información sobre una próxima liberación de precios, sin previa labor de concientización, recibida por oídos fanáticos de la ganancia fácil o, simplemente, cuidadosos del valor de reposición, agravó la escasez que los prolongados controles venían provocando. Pero es incuestionable que los anaqueles vacíos en los expendios de alimentos contribuyeron a caldear los ánimos y abonaron a desatar la ira popular.

La Policía Metropolitana, por su parte, vivía una aguda crisis ¿también espontánea y sólo espontánea? que no había trascendido y que la incapacitaba para cumplir su función de preservación del orden público. Así la actuación de sus efectivos tuvo más relación con el clima interno un tanto anárquico, que con sus funciones y responsabilidades. Uno de los botones menos trágicos de la muestra, lo tuvimos sólo el lunes 27 en las pantallas de televisión al transmitir en directo, cómo sus efectivos impusieron colas en la entrada de varios de los negocios que fueron saqueados, en espera de la salida de otras personas cargadas con cuanto podían.

Adicionalmente, el país venía de nueve o diez años sin necesidad de utilizar equipos antimotines y apenas se encontraron unas inservibles máscaras antigases.

Se omitió, al parecer, el escenario de eventuales reacciones de violencia o perturbación y la sorpresa fue total, con su consecuente desconcierto.

A falta de policía efectiva se improvisó en La Carlota, que no contaba con balizaje, la llegada nocturna de tropas desde el interior porque en Caracas el número de efectivos apenas rondaba los mil quinientos. Aún después, el Ministro de la Defensa al salir del Despacho presidencial y ser abordado por algunas personas en los corredores, comunicó que nada se podía hacer porque el Presidente no quería represión. Un día más tarde, se repitió la escena y el Ministro transmitió el siguiente diálogo con el Presidente. Ministro, esto no puede continuar ¿Qué hago Presidente? Haga lo que tiene que hacer para que esto no continúe.

Desde una de las oficinas más cercanas al Consejo de Ministros, identificada en la puerta como Oficina Privada del Ministro de la Secretaría, hacía yo aquellos días mi trabajo como una de sus asesores. El Ministro hizo instalar allí dos planos de la ciudad, uno de Seguridad y otro de Abastecimiento y vinieron 4 oficiales quienes, mediante tachuelas de colores mantenían actualizada la información que les llegaba, en particular desde el comando estratégico, a través de varios teléfonos punto a punto, instalados a tal efecto. Fueron, desde luego, días muy intensos y largos. Sin que estuviera previsto y tampoco pregunté por qué lo hacían, en las noches la central nos remitía llamadas de angustia pidiendo apoyo frente a supuestos grupos amenazantes. Con el personal de oficina que me acompañaba, las canalizábamos como podíamos. Salvo una que se identificó desde una urbanización del este de la ciudad, todas ellas se decían procedentes de zonas populares, las más frecuentes de Catia y del 23 de enero. Desde este último sector, no sabría precisar si a las 11 de la noche o las dos de la madrugada, una voz femenina clamaba por ayuda ¡Por favor, envíen a alguien que nos quieren quitar nuestras casas! ¿Quiénes? pregunté. ¡Ellos, ahí vienen! Aunque insistí no logré precisión y le pedí sus datos. En esa ocasión acudí a uno de los oficiales encargados de los planos de seguimiento quien luego de hacer gestiones, diligente y amable, me refirió que sólo podían enviar una tanqueta. Avisé a aquella persona, pidiéndole no asustarse cuando llegara una tanqueta. Para mi estupor, contestó, sin vacilar ¡Mejor, que vengan y los maten que nos quieren quitar nuestras casas!

Entre tantas incidencias impactantes que se me quedaron grabadas, recuerdo el asesinato de un soldado de la Guardia de Honor. El joven efectivo, confiado y desaprensivo, salió de Palacio Blanco no se a qué y en la esquina noreste fue derribado por un francotirador, desde un edificio vecino. El tema de los francotiradores fue recurrente y su sola presencia me pareció desbordar la explicación de la espontaneidad de aquellos hechos. Ello se me hizo más robusto porque uno de los oficiales encargados del seguimiento de la situación de Seguridad, me expresó su confusión. No entiendo, me dijo, pero los francotiradores están siendo coordinados por radioaficionados. Entendí que era su modo de expresar la sorpresa de constatar que estaban concertados mediante equipos de comunicación, no que lo fuesen mediante la red de radioaficionados

Tuve que ir en misión a Bogotá por dos días, después cuando vivíamos el sabor amargo de lo ocurrido, comenté el asunto de los francotiradores con una persona de seguridad, de mi confianza. No se inmutó y me ofreció un regalo. En efecto, tiempo más tarde me trajo casi una carretilla de papeles con copia de informes y fotos de inteligencia relativas a las actividades de exguerrilleros, entre otros activistas, durante décadas. Aquel material me resultó impresionante. Incluía testimonios gráficos y reportes de reuniones de aquellos con insospechadas personalidades. Hay fotos que no dicen nada y otras que revelan mucho. En una de éstas un reconocido y respetado personaje me transmitió que trataba con especial deferencia a un exguerrillero también muy conocido porque salió a despedirlo afuera, con la puerta de su casa a su espalda. Como juego del destino, aquel legajo se me extravió en una mudanza.

Testigo de excepción del 27F

eneltapete

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Edgar Benarroch

EL VOTO

En nuestra Constitución anterior a la que tenemos, se establecía el voto como un derecho ciudadano de todos los venezolanos mayores de 18 años para elegir sus representantes y gobernantes y también como un deber; ahora en la que tenemos se considera el voto solo como un derecho y el deber se lo quitaron. Creo que en una futura revisión constitucional será necesario restituir el deber de votar. El voto para elegir a quienes nos representan y gobiernan, es tal vez la única forma clara y concreta de como participa el ciudadano en democracia.

Pero hablemos de lo que establece nuestra Constitución vigente: El voto es un derecho. Siendo así, el ente público está en la obligación de facilitar ampliamente todas las vías para que el ciudadano pueda ejercer su derecho sin ningún tipo de tropiezo y más bien con mucha tranquilidad y de manera expedita. Todos los venezolanos mayores de 18 años tienen el derecho de votar, estén en el país o fuera de él.

A quienes están en el país se les debe ubicar, para votar, en el Centro de Votación más cerca de su residencia y garantizar que ese ejercicio se practique sin coerción ni coacción, sin amenazas y sometimientos, garantizando también su intimidad que incluye el secreto. A los venezolanos que residen en el exterior (8 millones y se estima aproximadamente que 5 millones son mayores de 18 años) se les debe garantizar ejercer su derecho a elegir, al menos al Presidente de la Republica, y para ello hay que crear todas las facilidades posibles. Se sabe que las sedes de embajadas y consulados son habilitados para votar, pero hay quienes residen en lugares muy distantes de esos organismos y se les dificulta en extremo su traslado, pues para ellos hay que buscar mecanismos para que desarrollen su derecho. Se pueden habilitar espacio públicos, con la representación de todos los interesados y si es posible con la presencia de un funcionario público de la localidad como testigo internacional, para que vote quien así lo desee.

En las elecciones que la oposición tiene pautada que se celebren el próximo 22 de octubre, con la finalidad de seleccionar a nuestro candidato presidencial, también hay que buscar vías para que los venezolanos habilitados en el exterior se puedan pronunciar.Si se le ponen obstáculos al ejercicio de este derecho, se estaría boicoteando y negando lo que le corresponde al ciudadano y que constituye un derecho sagrado.

Debemos dejarnos sentir ante el Consejo Nacional Electoral para que implemente cuanto antes todo lo que sea necesario para que los venezolanos de adentro y de afuera puedan ejercer su derecho sin ningún género de problema

9 de marzo 2023

JUAN BLANCO PEÑALVER

Nunca imaginé escribir estas líneas. Recibimos con alarma, sorpresa ingrata e inmenso pesar la infausta noticia del fallecimiento de nuestro siempre apreciado hermano en la fe y en la lucha Juan Blanco Peñalver. Fue un hombre ejemplar cargado de ciudadanía y solidaridad infinita, particularmente con los más vulnerables. Transmitió su academia, valores y principios en la Universidad donde obtuvo el reconocimiento de profesores, alumnos y demás personal que labora en esa casa superior de estudios.

Fue socialcristiano formado, convencido y comprometido como el que más, mantuvo una fidelidad a toda prueba y siempre dispuesto a llevar el mensaje donde fuera necesario. Fue apasionado de la formación a la que le dedicó buena parte de su vida adulta. Últimamente integraba la dirección del IFEDEC Capítulo Aragua, donde se desempeñaba en la coordinación general, siempre, en mi condición de presidente del referido instituto, tuve en él un excelente colaborador y asistente de lujo.

Se formó en la academia y obtuvo el título de economista y también en la acción política y alcanzó notoriedad en el país cuando integró la dirección nacional de la Juventud Revolucionaria Copeyana. Sin ninguna duda Juan fue un hombre de excepción y ciudadano ejemplar siempre comprometido con los valores más altos de la Patria y con los de su partido COPEI, al que le entregó más de la mitad de su vida siempre luchando por alcanzar el Bien Común y la Justicia Social.

Con su retirada, sin preaviso, se fue de una manera sorpresiva, hasta ayer estaba lleno de vida. Menos mal no estuvo postrado en una cama esperando la muerte, es una despedida deseada por todos, así Dios manifestó su benevolencia. Su ida material es la pérdida de un criterio excelente y de contenido sustantivo, es la pérdida de alguien ponderado y conciliador, solidario y amigo entrañable.

Enviamos a su esposa, hijos, familiares y amigos nuestros sentimientos de hondo pesar por la ausencia material que sufrimos con la ida de Juan De la Cruz.

Dios, Padre eterno, con seguridad lo recibirá en su reino y lo tendrá en el lugar donde están los hombres buenos, solidarios y auténticos. Paz a sus restos mortales y elevación de su alma hasta los designios de Dios Padre.

8 de marzo de 2023

TRANSFIGURACIÓN

La transfiguración se refiere al cambio de apariencia del Señor Padre Eterno de la forma mortal de la materia, por la que sufrió y murió, a la forma glorificada con la cual resucitó. La apariencia de su rostro se hizo otra y su vestido blanco resplandeció. Los católicos celebramos la transfiguración del Señor el 6 de agosto de cada año y es uno de los momentos más significativos en los que Jesús mostró su gloria como hijo de Dios.

Recuerdo haber leído, no sé si verdad o invención, que cuando Leonardo da Vinci pintaba “La Última Cena” (1494-1498), buscó rostros parecidos o que recordaran a quienes pintaba y de esa forma empezó por Jesús y se buscó a alguien cuyo rostro denotara solidaridad, amor, paz, perdón y felicidad, siguió con los apóstoles y cuando llegó a Judas buscó a alguien que reflejara indignidad, vendido, metalizado, insinceridad y maldad, y fue a la cárcel para ver si encontraba el rostro que buscaba.

Consiguió a alguien con esas características y le pidió al carcelero se lo prestara y así lo hizo, se lo llevó a su salón de pintura y cuando lo pintaba el preso le preguntó ¿Por qué yo? y el artista le respondió, es que estoy pintando a Judas y su rostro lo recuerda a él. El preso se puso a llorar y da Vinci le pidió excusas si lo había ofendido o maltratado, el preso le respondió, no lloro por eso, lo hago porque hace 30 años me llamaron para pintar el rostro de Jesús de Nazaret. Evidentemente que en el rostro de ese preso se produjo también una transfiguración, pero de lo bueno a lo malo, de lo digno a lo indigno.

Nacemos inocentes y angelicales y nos mantenemos en ese estado al menos hasta alcanzar los primeros siete años, luego empezamos a tener consciencia, a discernir, a diferenciar lo bueno de lo malo. En ese lapso la crianza familiar, lo que ocurre en la familia, tiene una influencia definitiva en el desarrollo del hombre. De una familia bien estructurada, con valores y principios que se concretan en la práctica, debemos sospechar que saldrán hijos buenos ciudadanos y de una familia descompuesta y sin valores, lo posible es que salgan hijos también descompuestos, aunque hay, gracias a Dios, mucha excepción.

Si nacimos angelicales y en el camino nos percatamos que estamos fallando y nos estamos descomponiendo, lo sensato es rectificar cuanto antes para regresar a ser bueno y con ello ser feliz. Por ello la reflexión, hablar con uno mismo es muy importante porque nos permite decirnos cuanto y en donde hemos actuado mal para corregirnos de inmediato y lo que hemos hecho bien para profundizarlo con la inquietud de alcanzar el Bien Común y la Justicia Social.

7 de marzo 2023

LO QUE VIENE

De acuerdo a lo dispuesto por nuestra Constitución, el próximo año debemos asistir a la campaña electoral y a las elecciones para elegir, entre otros, al próximo Presidente de la Republica. Entonces veremos y escucharemos a los candidatos sobre sus ofertas que deben ser un gran programa de gobierno. Cada uno tendrá una estrategia definida para alcanzar la Presidencia y por supuesto el régimen tendrá la suya. Desde la oposición imagino se presentará un denso, serio y sobre todo cumplible programa para solventar cuanto antes la crisis política, económica, social y moral que todos padecemos. Cada uno de estos aspectos debe ser tratado por separado y más adelante dedicaremos unas líneas en su consideración.

El régimen pretende seguir en el poder y sabe la dura e inclemente realidad que afrontamos. Después de destrozar el país y provocarnos tanto malestar agudo y dificultades para desenvolvernos, difícilmente el régimen puede presentar su gestión para reclamar la renovación de confianza del pueblo, esa gestión es de las peores que recordamos sino es la peor de todos los tiempos, incluyendo los más difíciles.

Necesariamente se dedicará a mentir, utilizar la falsedad, la mentira y presentarnos un país inexistente que se estrellará contra más del 90% de la población que está por debajo de la línea de pobreza, contra los padres que no encuentran cómo atender los gastos de educación y salud de la familia, de los trabajadores que no encuentran empleos adecuados y dignos.

El régimen endosará la culpa del horror que tenemos a terceros y dirá que la culpa de todo lo que ocurre y del país en profunda crisis es de los Estados Unidos y la derecha nacional, dirá que la inmensa inflación que nos martiriza es culpa de las acciones internacionales y que son agentes vendidos al imperialismo los responsables de la profunda crisis política, económica y descomposición social. Dirá la mentira mil veces con pretensiones de transformarla en verdad, pero la realidad es inconmovible y terca y no podrán ocultarla con frases vacías y edulcorar la tragedia. Prometerán lo que durante más de veinte años no han podido o no querido hacer. Ofrecerán villas y castillos y utilizarán la demagogia en pasta con la idea de confundirnos.

Estemos entonces preparados desde ya para presenciar el espectáculo mentiroso y falso que el régimen presentará y responderle con la realidad que es incuestionable y vivimos a diario. En las próximas elecciones se manifestarán el descontento, la inconformidad y las ganas de cambiar radicalmente lo que aún tenemos, se manifestará el 90% de pobreza nacional y las ganas de construir un país muy distinto y mucho mejor donde podamos vivir en paz, armonía y felicidad.

4 de marzo 2023

LAS PRIMARIAS

Un inmenso sector de la oposición convoca al país a unas elecciones para seleccionar el candidato presidencial de todos quienes deseamos y aspiramos cambio radical ya. Para este evento se abrirá un espacio prudente para la campaña electoral de los candidatos inscritos, esta jornada debemos llevarla de manera afirmativa, cada quien y todos resaltando los valores del de su preferencia y nunca descalificando a los otros.

Quien pretenda abrirse paso cayéndole a martillazos a los demás, se descalifica a sí mismo y no merece la confianza popular. El que así actúe sufre del llamado “Gigantismo del enano” que quiere ser alto empequeñeciendo a quienes les rodea y es una muestra de que carece de credenciales propias y pretende triunfar sobre los huesos de los demás. No es admisible y es profundamente nocivo la descalificación entre nosotros del mismo equipo, además que le hacemos un gran favor al régimen que queremos que salga ya.

En este extraordinario evento que nos convoca a todos soy absolutamente radical y afirmo con claridad que el menos equipado de nosotros es inmensamente superior al mejor de ellos.

El enemigo no está adentro, está afuera y es este régimen totalitario. Hago esta anotación porque he leído algunas opiniones de adentro absolutamente impropias, referidas a los participantes en las primarias o a quienes aspiran serlo.

Es necesario y diría vital, que el candidato seleccionado levante vuelo rápido hacia la hermosa victoria que obtendremos y si sale con plomo en las alas todo será muy difícil, porque nosotros lo provocamos y ello es contrario a lo que todos deseamos con ansiedad.

El candidato seleccionado encarnará las esperanzas de un pueblo que le cuesta mucho conseguir, cuando puede, los elementos fundamentales para vivir con felicidad, será nuestro candidato al que todos debemos ayudar a llegar y ayudar también en el cumplimiento de la inmensa tarea que significa la reconstrucción nacional.

El próximo e inmediato presidente de la República, nuestro elegido, debe llamar a las mejores voluntades y más altos talentos donde se encuentren para sacar el país del marasmo donde estamos y de la profunda crisis integral que a todo agobia y entristece. La labor será titánica y se requerirá del concurso de todos los venezolanos para colocar el país en el camino del desarrollo integral: económico, social, político, espiritual y moral.

Hemos dicho que debe ser un gobierno de excepción, que se aparte de la manera tradicional de gobernar y que dentro de la democracia actúe con mucho carácter y energía, y con prontitud empezar a solucionar la enorme problemática nacional que será un encargo muy difícil pero apasionante encomienda para resolver la crisis aguda y darle al pueblo bienestar, tranquilidad, seguridad y felicidad.

Participemos en estas elecciones primarias con alegría y entusiasmo solidario con la seguridad que estamos eligiendo al siguiente Presidente de la República.

28 de febrero 2023

 10 min


Eddie A. Ramírez S.

Perdemos la credibilidad cuando mentimos. Recuperarla requiere reconocer la falsedad y tiempo para convencer al entorno de nuestro propósito de enmienda. En política, a veces se miente sin el expreso propósito de engañar, sino para intentar una reacción que se espera sea positiva o para sembrar esperanza, aunque también para taparear errores. Para salir de los malandros que usurpan el poder es necesario ganar la confianza del votante y recuperar la credibilidad del voto. No es fácil. Se requiere ingerir algunas píldoras amargas, quizá estas puedan ser algunas:

1. Reconocer que, a pesar de los indudables avances logrados entre 1958 y 1998, parte de la población que los vivió siente que los mismos no fueron suficientes en relación a los ingresos petroleros. Al final de ese período, persistían los ranchos, la pobreza, corrupción y errores en la política económica, sobre todo a partir de 1974. No se sentaron las bases para lograr un desarrollo sustentable. La población rural se benefició muy poco en comparación con la citadina. Esos cuarenta años fueron infinitamente mejores que los siguientes, pero no se deben idealizar, hay que reconocer las fallas, caso contrario se pierde credibilidad.

2. Reconocer que el chavismo no llegó por generación espontánea, ni por las prédicas de los llamados Notables. Tampoco por el indulto a Chávez por parte de Caldera. Llegó porque había descontento en una población que se sentía frustrada y con pocas esperanzas. Pocos advirtieron que había llegado la época de las vacas flacas. El ingreso petrolero no era suficiente para una población cada día más numerosa; tampoco para soportar una burocracia excesiva, ni para alimentar empresas y bancos quebrados. En la siguiente elección del año 2000, la oposición estaba sin liderazgo, llegando al colmo de presentar como candidato presidencial a Arias Cárdenas, compañero de Chávez en la insurrección militar de 1992.

3. Reconocer que Chávez llegó con gran apoyo popular. Poco después, la ausencia de resultados esperados, la inconsulta Ley de Tierras, con algunos artículos inconstitucionales, el intento de injerencia en la educación de los niños, en el sector sindical, empresarial y en Petróleos de Venezuela, determinaron que su aceptación cayera a 30 por ciento en el 2002. Sin embargo, se recuperó gradualmente con las Misiones. El Consejo Nacional Electoral, con mayoría oficialista, demoró arbitrariamente la realización del referendo revocatorio presidencial hasta que Chávez comprobó que había mejorado en las encuestas. Una mayoría de la población con necesidades vitales prefirió mantener en el poder a un Chávez que le proporcionaba alimentos, atención con médicos cubanos en los barrios y sembraba esperanzas, en lugar de arriesgarse al no saber quién podría sucederlo.

Nuestra dirigencia nunca ha reconocido lo que sucedió y parte de la población opositora sigue encandilada con las marchas multitudinarias del pasado. Fue muy fácil culpar a las máquinas y al Consejo Nacional Electoral de alterar los resultados. Evidentemente, la mayoría oficialista del CNE alcahueteó irregularidades, el registro electoral no era, ni es confiable, y los paramilitares oficialistas amedrentaron a los votantes en muchas localidades, pero el factor determinante fue, y ha sido también en otros eventos, la ausencia de testigos de la oposición en muchas Mesas, lo que permitió al oficialismo operar las máquinas a sus anchas.

4. Reconocer que poco antes de las parlamentarias del 2005 la aceptación de Chávez era del 66 por ciento, según Alfredo Keller, un encuestador muy profesional. Muchos de nosotros alegamos que nos abstendríamos porque no confiábamos en el CNE, y exigíamos, con algunas razones válidas, la depuración del Registro Electoral, eliminación de las máquinas de votación y transparencia en el proceso. Sin embargo, no fue por esas razones que los partidos políticos decidieron no presentar candidatos, sino porque estaban conscientes de que no hubiesen obtenido más de una docena de diputados, lo cual no han reconocido. Posteriormente, no hay duda de que Chávez derrotó a Rosales.

5. Reconocer que, aunque probablemente, Henrique Capriles derrotó a Maduro en el 2013, no tuvo el valor de decir que no tenía las actas en la mano porque no tuvimos testigos en muchas Mesas.

6. Reconocer que, ante la enorme crisis económica actual, asesinatos políticos, ejecuciones extrajudiciales, torturas y más de siete millones que han tenido que buscar refugio en otros lares, lo lógico hubiese sido que la dirigencia se pusiese de acuerdo y presentara un candidato de consenso para el 2024. Desde luego, ese candidato tendría que haber sido alguien sin el rechazo que tienen los precandidatos de los principales partidos.

Ahora, es imprescindible apoyar las elecciones primarias. Contamos con una Comisión inobjetable y, además, no tenemos otra opción real. Abstenerse es favorecer al régimen. Lo ideal sería una elección con segunda vuelta y, en su defecto, con selección múltiple de candidatos, para que quien resulte electo tenga mayor respaldo. Debemos confiar en las decisiones de la Comisión. No puede haber excusas para impedir votar a quienes circunstancialmente estamos en el exterior.

Las presidenciales serán, aunque no nos guste, con este CNE. Será difícil que quienes estamos en el exterior podamos votar, pero hay que dar la pelea, porque es un derecho. No serán transparentes, pero con testigos entrenados se pueden neutralizar las tretas del régimen. Con una participación masiva, un candidato que no tenga rechazo y con buena organización derrotaríamos a un Maduro muy disminuido. Estas y otras píldoras, aunque amargas, podrían contribuir a salir de los usurpadores.

Como (había) en botica: Mañana, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer. Según el Foro Penal Venezolano, hay trece damas presas por motivos políticos. Algunas han sito torturadas. La oposición debería realizar una campaña para su libertad.

Lamentamos el fallecimiento de Oswaldo Romero, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Benjamín Tripier

Vista de la escultura del Monumento a la Paz frente a la sede de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en Caracas, el 2 de diciembre de 2022. Foto: Miguel ZAMBRANO / AFP

Cómo puede ser que las expectativas de una sociedad cambien tanto, como para moverse desde el “Venezuela ya se arregló” de mediados del 2022, hacia una sensación de que este año 2023 no será nada bueno.

En una economía pequeña como la nuestra todo influye, y una dimensión, fácilmente, arrastra a las otras. Si la sensación es de desmejora, pues toda la sociedad se moverá en esa dirección, y todo lo que se vea y se sienta, tenderá a ser no positivo.

Y debe quedar claro que no se trata de un tema comunicacional, que se arregle con una declaración aquí y otra allá, sino que tiene que ver con un cambio en la secuencia de toma de decisiones de la sociedad, la cual, actuando con el efecto cardumen, comienza moverse en otra dirección… tal vez la dirección opuesta.

Porque si a la gente no le alcanza el dinero, pues tiende a priorizar y rejerarquizar sus patrones de consumo; de la cesta de compras usual, mantendrá algunos bienes, y disminuirá otros, pero ninguno crecerá. Se da un estancamiento que lleva a que se corte el circuito, aumenten los inventarios, y las empresas comiencen a ver afectado su flujo de caja. Y si hubo algo de crédito, pues ya no estará más, por el temor de los impagos, no necesariamente por especulación, sino simplemente porque no pueden pagarlo.

Porque si bien el crédito pudiera convertirse en un impulso para el crecimiento y expansión de la economía, eso solo se da si las condiciones están dadas para que la empresa, finalmente pague al vencimiento. Pero si las lecturas indican que el crédito, en estas circunstancias, solo se convertiría en un mecanismo de posponer el impago, pues la tendencia será a cerrar filas, y sostener el valor de los activos, en este caso, los inventarios, y evitar facturarlos y venderlos.

Entonces, la pregunta que se haga cada empresario, se relacionará con la viabilidad de su negocio. Una pregunta que ya se hizo hace un par de años, y llegó a la conclusión de que, si cambiaba la escala de operación, entonces sí podría sostenerse. Ha llegado el momento de volver a hacerse la pregunta, y ponderar si sus activos son capaces de generar el flujo de caja como para sostenerlos, porque hay gastos de operación que deben ser cubiertos con ese mismo flujo de caja que, si no es suficiente, entonces tendrá que generar la caja, rematando inventarios.

Hasta aquí una especie de lectura realista de la situación. Pero si se da un paso atrás y se trata de analizar cómo es que las expectativas cambiaron en unos pocos meses, nos encontramos con que tuvo el mismo origen del deslizamiento desenfrenado del tipo de cambio, por la baja de ingresos petroleros por parte del Estado que estaba interviniendo en el mercado inyectando dólares, y eso comenzó a disminuir, licuando los ingresos en bolívares de una gran masa de la población que solo percibe bolívares, e impactando negativamente a aquellos que también reciben dólares. Porque lo que recibían comenzó a retrasarse, y los precios, en bolívares y en dólares, comenzaron a subir.

O sea que el consumidor se encontró sin capacidad para demandar lo usual, y el empresario comenzó a no vender y a acumular inventarios. Tal vez estos últimos tres meses hayan sido los más difíciles en cuanto a la sustentabilidad de los negocios.

Y cuando en estos días el tipo de cambio comenzó a estabilizarse, y la brecha entre el dólar oficial y el paralelo comenzó a cerrarse, pues ya fue tarde para frenar el humor social que se había ido agriando y generando la sensación de que las cosas no mejorarán. Porque los salarios no mejoraron y la inflación siguió aumentando. El lunes de esta semana, en los supermercados que uso como referencia consistente, los precios habían aumentado en dólares. Mientras que los consumidores, seguían ganado lo mismo… tanto en bolívares, como en dólares.

Porque si bien en los próximos días puede presentarse una meseta en tipo de cambio y en precios, el retraso en el ingreso de la gente es grande y no se ven opciones en el gobierno para solucionarlo. Es posible que haya un aumento, pero este no será indexado, por lo que todo indica que se repetirá el ciclo anterior cuando a la vuelta de unas pocas semanas, ya se volvía a licuar.

Cuando les decía que una dimensión arrastra a la otra, me refería a que lo social está complicándose, sin que haya a la vista opciones de solución pacífica por parte del gobierno. Porque podría solucionarse con dinero, pero no hay… entonces quedaría solo la represión, la cual, en las condiciones actuales, no resultaría muy eficaz.

Hay quienes mencionan una nicaragüización de la situación con una represión muy fuerte, pero eso no parece posible en la Venezuela de hoy, donde el gobierno (el chavismo) no cuenta con el apoyo de la calle para llevarlo a cabo, y los entes de represión no parece que estuvieran muy dispuestos a hacerlo en forma masiva. Es posible un evento aquí y otro allá, como para que sirva de ejemplo… pero por la carga social que se está gestando, no parece que los ejemplos funcionen. Pareciera que la situación se le puede escapar de las manos al gobierno.

Político

La renovación, por otro año más, de la orden ejecutiva de Obama, declarándonos una amenaza inusual y extraordinaria, es un mensaje directo de que las sanciones continuarán y que hasta podrían ampliarse. Pareciera que aquí, internamente, no le dan a este instrumento el peso que realmente tiene, porque todo lo que pase o no pase con la relación bilateral está relacionado y referenciado con él.

Porque a cada rato se hacen declaraciones públicas de “levanten las sanciones”, como si estas fueran un evento aislado que dependiera del humor diario de Biden. No están al cabo de reconocer que antes, durante y después de la OE, cuentan con un consenso bicameral y bipartidista, sobre cuál es la mejor manera de relacionarse con la Venezuela chavista. Y eso no parece que vaya a cambiar.

Si bien los elementos de falta de democracia y de respeto a los DDHH son relevantes en las motivaciones, tiene tal vez más peso el hecho de que tengamos lazos estrechos con los enemigos de EE UU. Los vínculos renovados en el último mes con Rusia, y haberle dado a Irán el manejo de la refinería que está en el territorio continental de Venezuela, que está más cerca del territorio continental de EE UU, constituyen, para ellos, una provocación permanente que no pasa desapercibida.

Lo mismo que atribuirle las visitas de personeros de la Casa Blanca a la necesidad que tienen de petróleo venezolano, lo cual no es así; ellos (y el mundo en general, con o sin guerra) pueden vivir perfectamente sin el aporte del petróleo venezolano, el cual ya hace tiempo salió del mercado global.

Las visitas de los americanos se enmarcan en la OE desde el punto de vista del rescate de rehenes, que fue la razón principal de esas visitas; las cuales, con diferentes niveles de costo, siempre lograron que se libere algún prisionero norteamericano. Y está trascendiendo como rumores fuertes, una última negociación para liberar al resto de los prisioneros, esta vez a cambio de Alex Saab.

En realidad, la dificultad para que esto funcione como en el caso de los sobrinos, es que como aún se está sustanciando la acusación, no hay capacidad para el indulto presidencial que se utilizó en ese caso. Es de imaginar, que para rescatar a los ciudadanos de EEUU que aún permanecen en cárceles venezolanas podrán hacer algunas excepciones… pero claro… eso es lo que haríamos nosotros… habrá que ver qué flexibilidad tendrían ellos para que funcione también en este caso.

El tema de las primarias de la oposición en realidad no despierta ningún interés en la gente. Solo comentaristas y encuestadores se ocupan del caso, y alguno que otro hilo, sin trascendencia, que acepta o rechaza las variopintas encuestas que, descaradamente, impulsan a unos y a otros precandidatos.

En realidad, el panorama político venezolano está totalmente en manos del chavismo, quienes le darán más o menos trascendencia a la oposición, solo si sirve para que EE UU (el verdadero contendor del chavismo) libere o flexibilice algún tema coyuntural. Pero ni aun así. Hoy hay una medición de fuerzas entre los dos bloques –chavismo y EE UU- que no se sabe adónde irá a terminar. Porque la agresividad del gobierno no parece que vaya a conducirlo a ningún lado.

Social

Los dos temas fuertes son el hambre de una gran masa de pobres, y las protestas de trabajadores y pensionados, quienes, sin dejar de ser pobres, al menos tienen una fuente de ingresos que pretenden actualizar.

El tema es si estos dos fenómenos pueden juntarse y hacer causa común. No parece, pues los del hambre no tienen ni organización ni conducción, y los manifestantes, si bien están organizados, lo hacen en forma independiente, y cada uno pidiendo lo suyo, lo cual, si bien en esencia es el mismo petitorio, al estar atomizados, no consiguen la masa crítica.

O sea que, si se sumaran todos, sí podrían causar un caos generalizado… pero no parece que eso vaya a ocurrir así. Aunque los niveles de hambre y pobreza que tenemos en la actualidad no tienen precedentes, por lo que, ante una situación nueva, pues podría haber reacciones nuevas. Poco probable, pero posible.

Como les decía más arriba, la dimensión económica está arrastrando a la social, y solo la política podría ponerle un freno. Pero no con represión, sino con negociación y aceptación… de la misma forma como se tuvo que aceptar al dólar porque era la única vía para evitar el caos generalizado.

Económico

Estamos navegando en el borde de una hiperinflación que tendrá características diferentes a la última que tuvimos, porque esa se gestó impulsada por un ambiente de restricciones y controles, y salimos de ella, cuando se levantaron los controles y se dejó al mercado actuar libremente.

Mientras que la que amenaza con atacarnos ahora, lo está haciendo desde un mercado dolarizado, liberal y de mercado. Y si esto es así, cuál sería la estrategia a aplicar… porque pareciera que ya pusimos todas las herramientas a la vista. Bueno… sí y no…

Porque lo que ocurrió fue más de hecho que de derecho… aunque hay que reconocer que la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios fue el pivote sobre el cual se articuló una nueva línea acción. La cual es evidente que se quedó a mitad de camino, porque no logró formalizar la estrategia, y lo que se formalizó, lo hizo con bases endebles.

Estamos en una encrucijada de la cual solo saldremos con la unificación cambiaria, con permitir que el dólar sea una moneda de curso legal, y sacando, vía el mercado de valores, la mayor cantidad de empresas del estado hacia el sector privado. Hace falta una decisión política que permita que el propio mercado restablezca el equilibrio de las variables que se descontrolaron.

El otro aprendizaje es que el sector privado aun no es suficientemente fuerte como para soportar el peso de la economía. El ingreso petrolero sigue siendo un factor de apoyo, el cual aunque distorsionante, en este momento sigue siendo la base del equilibrio precario e inestable al que podríamos aspirar.

A todos los efectos aún no somos post petroleros, pues toda la estructura económica, y la laboral, sigue apoyada en los ingresos petroleros.

Internacional

El tema del sistema de seguridad implantado por Bukele en El salvador transita entre lo razonable y lo humanitariamente aceptable. Porque no se trata solo de El Salvador. Nuestros casos en Maracaibo de las últimas semanas, y lo que ocurre en la ciudad de Rosario en Argentina, más lo que pasa con la guerrilla delincuente en Colombia, nos pone entre el garantismo que le da más valor y peso al perpetrador que a la víctima, y que funciona como una puerta giratoria” donde las policías los captura y la justicia garantista los libera.

Lo razonable, el sentido común nos viene mostrando desde hace muchos años que el sistema carcelario latinoamericano, tiene pocas posibilidades de rehabilitación y muchas de servir como una especialización para volver a delinquir, pero esta vez con mayor fiereza y precisión.

Los videos de los presos y la amenaza de dejarlos sin comer si hubiera represalias, son respuestas de una sociedad saturada hasta el hartazgo y del espacio que van ganando en la sociedad los criminales de toda índole.

Por otra parte, lo dictatorial de la medida de Bukele, lo está llevando al 94% de popularidad; lo cual, posiblemente lo incline a la tentación de gobernar en forma absoluta, en otras áreas de la vida del país, sin pasar por las instancias democráticas de control que caracterizan los contrapesos de los países libres. El riesgo que se corre aplaudiendo este presente, es que se caiga en un futuro donde una sola persona considere qué es lo que está bien y que está mal… y que termine en una dictadura de la que le costará salir a ese país.

Lo que Bukele está haciendo puede parecer positivo, pero se está abriendo la puerta para una nueva dictadura en la región Latinoamericana.

Recomendación

  • Al gobierno: que revise el esquema de impuestos, tasas y tarifas hacia las empresas privadas, y trate de facilitar/ agilizar los trámites que funcionan como externalidades negativas para el reacomodo de las piezas de nuestra economía. No se entiende que registrar una asamblea pueda costar 1.800 dólares… así no se puede.
  • A la dirigencia opositora: que organice una sesión de trabajo extramuros con todos los candidatos y pre candidatos, para hacer una revisión general de la situación, y lograr, al menos, un análisis de riesgo, y algunos puntos en común. Porque una primaria es entre pares; entre gente que se mueve alrededor de un concepto común. Y esto no es lo que está pasando con nuestros opositores, quienes están más divididos entre ellos, que todos ellos con el chavismo. Hay que evitar perder el esfuerzo de las primarias. Y me ofrezco para facilitar la sesión extramuros.
  • A la dirigencia empresarial: que reconozca la gran oportunidad de la economía de la base de la pirámide y comience a incorporar e impulsar nuevos modelos de negocio. Hoy todo gira alrededor de los 5 millones de arriba, y estamos perdiendo la oportunidad con los 21 millones de abajo. Se trata de cambiar los pesos en la ecuación de precio por cantidad. Para los de arriba, precio alto para solo 5 millones; para los otros, precio muy bajo multiplicado por una cantidad 4 veces más alta. Y el resultado seguramente será mejor en el segundo caso; y lo más importante, será sostenible en el tiempo.

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Fernando Mires

Cada vez que Jürgen Habermas se pronuncia sobre un tema, sus palabras tienen para gran parte de la intelectualidad alemana un efecto parecido a una encíclica vaticana. Para muchos, no exagero, Habermas ejerce un carisma papal. Su Teoría de la Acción Comunicativa es obligatoria lectura en todos los institutos de sociología e incluso, aunque un poco menos, de filosofía. Pero además, para muchos sus palabras poseen una autoridad moral. Para otros, los menos, es el filósofo de la socialdemocracia bien pensante alemana. Y, por cierto, en estos momentos marcados por una guerra cuyo final no se divisa, sus palabras son esperadas con devoción

Nacional-pacifismo y filosofía social

Las palabras del filósofo social sobre la guerra en Ucrania coinciden en el tiempo con un muy divulgado Manifiesto por la Paz, escrito por la díscola izquierdista Sahra Wagenknecht y la veterana feminista, Alice Schwarz. Un texto redactado en estilo populista, dirigido a tres sectores del mundo político alemán: los pro-Putin (sobre todo los dos partidos extremos (la Linke por la izquierda y AfD por la derecha), el pacifismo fundamentalista (aún muy fuerte entre los Verdes y sus electores) y un conglomerado amplio de la sociedad alemana que siente un natural, lógico y comprensible miedo a la guerra.

El de ambas publicistas es una exigencia dirigida a no enviar más armas a Ucrania. El llamado Manifiesto condena de modo formal a Putin, pero es evidente que el mensaje es, «esta no es nuestra guerra». Demasiado basal para ser aplaudido por los partidos de centro. No extraña así que la extrema derecha (AfD) se haya sumado gustosa al manifiesto de Wagenknecht y Schwarz.

Habermas, no cabe la menor duda, es de otro calibre, y en ningún caso puede ser señalado como miembro activo del nacional-pacifismo alemán. Pero tampoco cabe duda que, de acuerdo al tenor de sus teorías y pese a su lenguaje cuidadosamente sociologista, termina coincidiendo, en estilo académico, con la vulgaridad de Wagenknecht y Schwarz. Su intención es repensar el hasta dónde y el hasta cuándo se puede «ayudar a Ucrania» , llamando a promover negociaciones (incluso sin los ucranianos) con la dictadura rusa. Ahí, en ese punto, quiera uno o no, hay una zona de contacto entre la prudencia culta y el pacifismo plebeyo. ¿Una objetiva «alianza entre la chusma y las élites» como observó Hannah Arendt en el origen de los movimientos totalitarios? No está descartado.

Miedo como factor político

Habermas continúa la línea iniciada en un artículo anterior en contra del belicismo, según él, dominante en la nación. Citemos: «Desde la perspectiva de la victoria a toda costa, la mejora de la calidad de las armas que entregamos ha adquirido un impulso propio que podría rempujarnos de manera más o menos inadvertida a traspasar el umbral de una tercera guerra mundial».

La verdad, no hay ningún partido político alemán que utilice consignas belicistas ni en el gobierno ni en la oposición. El canciller Scholz, siempre receptivo a la voz de la opinión pública, es quizás el gobernante de Europa que más cuida sus palabras, hasta el punto de que muchas veces no habla. La ciudadanía, por su parte, se encuentra, según periódicas encuestas, dividida entre una mitad que está por abstenerse de toda ayuda en la guerra y otra que está por apoyar la causa ucraniana aunque cuidando no escalar.

En ningún lugar del país domina un espíritu beligerante, como aduce Habermas. Todo lo contrario. El espíritu que predomina –en Habermas también– es miedo, un miedo legítimo y natural, pero miedo.

Es breve, no hay entusiasmo militarista. Pero, como si lo hubiera, Habermas nos habla del peligro del «rearme» frente a la Rusia de Putin. Cabría entonces preguntar: ¿Cuál es la alternativa frente al supuesto rearme? No lo dice Habermas, pero no hay otra respuesta: el desarme. Aquí no podemos sino advertir un signo de oportunismo.

La palabra «rearme», como es sabido, proviene del léxico de la guerra fría, cuando sectores predominantemente de izquierda se pronunciaban en contra del rearme europeo y alemán. Pero sacada de ese contexto, la palabra rearme adquiere otra connotación. Pues si hay algo que puede aumentar la ya de por sí alta cuota de miedo colectivo, sería una Europa desarmada. No deja de llamar la atención en ese punto que sean los sectores más antinorteamericanos los que condenen el supuesto «rearme» sin darse cuenta (o dándose malignamente cuenta) de que un desarme aumentaría la dependencia política de Europa con respecto a los EE UU.

Peor aún: un desarme, o un «abajo las armas», en las condiciones actuales, inhabilitaría radicalmente el propósito de Habermas destinado a encaminar negociaciones con la Rusia de Putin. ¿O creerá Habermas que es posible conversar con Putin –si es que se dignara a conversar– asumiendo una actitud pacifista? Putin, lo sabemos, piensa como Stalin cuando se refería al Papa. ¿Cuántas divisiones tiene Scholz, o Macron o Biden? Más no le interesa.

Las armas en una guerra no son argumentos, pero argumentos sin armas no sirven para nada en una guerra. Eso lo sabe muy bien Putin.

A Putin no lo podemos convencer haciendo uso de la lógica de la razón comunicativa habermasiana, concebida para ciudadanos políticos, pero no para dictadores sedientos de sangre. Para decirlo con Hannah Arendt -cuyo modo de pensar no pudo ser más lejano al de Habermas– el filósofo social confunde sus verdades de opinión con verdades de hecho. Putin –así han mostrado los hechos- no conoce más razones que las que provienen de la fuerza militar. En eso coincide la mayoría de los políticos que han tenido oportunidad de compartir con el dictador ruso.

De la fuerza, repetimos. De la fuerza que proviene de una nación invasora. Por eso, para ayudar a Ucrania hay que obligar a Putin a negociar. Y Putin solo podrá negociar cuando no pueda ganar (como han remarcado repetidamente politólogos como Herbert Münker y Carlo Masala) o cuando ganar tenga para él un precio impagable. Y bien, precisamente en ese punto es cuando Habermas nos habla con la voz de Wagenknecht y Schwarz, a quienes definitivamente no interesa que Ucrania pierda la guerra.

De acuerdo a las tímidas palabras de Scholz, Ucrania no debe perder. Dichas palabras son apoyadas por Habermas pero, al igual que Scholz, sin explicar que significa «no debe perder», aparte de un llamado a privilegiar negociaciones que nunca ha pedido Putin. Desde las humillantes mesas largas en las que recibió a Macron y a Scholz cuando ambos buscaban –todavía buscan– salidas diplomáticas, Putin ha renunciado explícitamente a todo tipo de negociación. El problema entonces no es convencer a Occidente de la necesidad de negociar, sino intentar convencer a Putin acerca de la necesidad de una negociación. Ciertamente, sobre eso Habermas no dice una palabra.

Por el contrario, Habermas culpa a las democracias europeas de la no existencia de una negociación. Que esa negociación será necesaria, estamos de acuerdo todos los que no queremos más guerra. Pero para que Putin llegue a negociar, es lo que no dice Habermas, hay que someterlo a presión, no a argumentos lúcidos. La entrega de armas en ese sentido, no son solo un medio para que Ucrania no pierda la guerra sino, sobre todo, para obligar a Putin a una negociación. Carlo Masala, que de lógica política-militar entiende algo más que Habermas, ha sido muy explícito: «Las condiciones para las negociaciones se crean en el campo de batalla. Ese es el punto»

La moral y la historia

De acuerdo a su interpretación deducida de la ética política predominante, las guerras, al cobrar millares de vidas de gente inocente son, para Habermas, altamente inmorales. Lo que no dice Habermas es que esta inmoralidad de la guerra no la están cometiendo ambos contrincantes, sino uno solo: el invasor. Ucrania no ha invadido a ningún país. Los muertos en la población civil no han sido rusos. La guerra es radicalmente asimétrica. Luego, los responsables no pueden ser, bajo ningún caso ambos contrincantes, sino quien ha provocado la guerra y, por la misma razón, el único que podría poner fin a esa guerra: Vladimir Putin.

El gobernante ruso, si quisiera, podría terminar la guerra en un minuto. Eso justamente es lo que no puede hacer el gobernante ucraniano. Si Putin detiene la guerra, nace la paz. Si Zelenski detiene la guerra, muere Ucrania. Los ucranianos están obligados a luchar a menos de negarse a sí mismos como ucranianos. En ese sentido debe ser entendida la frase de Scholz. «Ucrania no debe perder». Significa lisa y llanamente: Ucrania no debe perder porque no puede perder.

Ucrania no debe perder no es una consigna complicada. Significa que Ucrania no puede desaparecer como nación independiente y soberana.

Para los soldados rusos hacer la guerra es una obligación profesional, pero para los soldados ucranianos es una obligación existencial. Por eso, medir con la misma vara a agresores y a agredidos, o a invasores e invadidos, en nombre de una alta moralidad, puede convertirse en una alta inmoralidad. O en una moral de moralistas, para decirlo con Kant.

En ese marco debe ser entendida entonces la consigna de Biden (para Habermas belicista): “apoyaremos a Ucrania hasta que sea necesario”. Esa frase significa, apoyaremos a Ucrania hasta que Ucrania no necesite ser apoyada. Y esa necesidad de no ser apoyada comenzará, obviamente, el día en que la independencia geográfica, histórica y política de Ucrania, quede definitivamente asegurada.

Lo dicho no significa que la conducción de la guerra la deban asumir solo los EE UU. Tampoco significa que la debe asumir solo Ucrania. La conducción hasta ahora ha sido asumida de un modo colectivo, y probablemente así seguirá ocurriendo. No obstante, hay que tener en cuenta que EE UU. y Ucrania son los actores decisivos dentro de la alianza democrática. El primero, porque invierte más capacidad militar que Europa en su conjunto. El segundo, porque invierte su propio cuerpo nacional, incluyendo sus ciudadanos, expuestos cada día a la muerte.

Sin embargo, Habermas alerta sobre la posibilidad, hasta ahora nunca dada, de que sea Ucrania la nación que conduzca a todo el Occidente al abismo. Cito: “Caminar sonámbulo al borde del abismo se convierte en un peligro real sobre todo porque la alianza occidental no solo respalda a Ucrania, sino que no se cansa de asegurarle que apoyará a su Gobierno durante “el tiempo que sea necesario”, y que el Gobierno ucranio es el único que puede decidir el calendario y el objetivo de las posibles negociaciones“

Una salida negociada hecha a espaldas de los EE UU. no puede ser ni militar ni políticamente posible. Pero una salida negociada hecha a espaldas de Ucrania, atentaría contra la moral pura y contra la moral práctica. Mejor aconsejado por sí mismo estaría Habermas, si en vez de defender la posibilidad de una paz negociada al precio de la división de las fuerzas aliadas, hubiera puesto el acento en la unidad de los diversos intereses nacionales, como ha venido ocurriendo hasta ahora. Solo el hecho de descartar a Ucrania en una eventual negociación, debe ser rechazado de inmediato, no solo como un agravio a toda ética, sino además como una aventura divisionista. Habermas, si escribe sobre la guerra, no puede ignorar que Inglaterra, Polonia, Finlandia y los países bálticos, están dispuestas a apoyar a Ucrania hasta el final. Una negociación sin participación activa de Ucrania, dejaría afuera a un conjunto de países democráticos.

Astucias de la razón histórica

El argumento histórico de Habermas nos dice que la guerra, si es prolongada, no solo puede escalar, sino, lo que sería peor, podría escapar al control de sus participantes hasta el punto de alcanzar una situación similar a la guerra de 1914, cuando perdidos de vista los objetivos originarios, los países europeos se trenzaron en un aniquilamiento colectivo al que nadie podía poner coto. Habermas: “Porque a partir de la moderación interpreto la advertencia de que tampoco Occidente, que permite que Ucrania siga la lucha contra un agresor criminal, debe olvidar ni el número de víctimas, ni el peligro al que se exponen las víctimas eventuales, ni la magnitud de la destrucción real y posible que se acepta con el corazón encogido en nombre del objetivo legítimo”.

Sin embargo, al retroceder al año 1914, Habermas olvidó un «pequeño detalle»: En el espacio histórico en el que tuvo lugar la primera guerra mundial no existían legislaciones internacionales que reglaran la guerra, ni instituciones supranacionales que avalaran un foro público mundial (razón comunicativa a escala mundial, para parafrasear al mismo Habermas), ni acuerdos internacionales de carácter global (solo había relaciones bilaterales). Es decir, todo lo que ha desconocido Putin, antes y durante la guerra a Ucrania.

Si seguimos el hilo de la argumentación de Habermas, no podemos sino convenir en que ha sido Putin quien ha actuado de acuerdo a la lógica que prevalecía en 1914. A la inversa, el compromiso establecido por los actores europeos y norteamericanos ha estado desde un principio orientado a restablecer la legislación y el peso de las instituciones internacionales, que son a la vez, fundamentos de la política internacional europea y mundial.

De este modo, una derrota de Ucrania no solo significaría una derrota de Ucrania, sino un regreso a aquella Europa prepolítica y predemocrática de 1914. Significaría, además, echar por la borda todos los tratados y acuerdos firmados desde 1945, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas, vale decir, todo eso que el propio Habermas llama «revolución del derecho internacional».

No hay comunicación ni diálogo, o sea, no hay discurso político sin instituciones políticas, aprendimos de los escritos de Habermas. Eso es justamente lo que no había en 1914, y esa fue la razón por la que los partidos de la guerra caminaban como “sonámbulos al borde del abismo”. Bien, a ese mismo abismo nos ha acercado Putin con su declaración de odio a Occidente: una declaración de guerra en contra de las instituciones que en su espíritu y materia nacieron desde Occidente después de dos guerras mundiales.

Putin, con su promesa de derrotar a Occidente, ha emprendido una guerra a favor del caos. Al revés de lo que dice Habermas, Ucrania y Occidente intentan restablecer el orden mundial alterado por Putin. Un orden que parecía haber emergido después de la debacle del comunismo mundial, cuando viejas-antiguas naciones reclamaron el derecho a vivir su propia historia. Contra ese orden ha iniciado Putin una revuelta que, si es apoyada por China, podría convertirse en una contrarrevolución antipolítica de carácter mundial.

Ese derecho a vivir en su propia historia es el que reclama Ucrania para sí, no desde ahora, sino desde 1991, cuando fue proclamada por decisión ciudadana y con una aplastante votación, la independencia de la nación. Independencia que está dispuesto Habermas a reconocer, pero no a defender. Por lo menos no hasta las últimas consecuencias. Hacerlo, opina el filósofo, significaría entrar a una guerra que solo puede llevar a la muerte colectiva. Para reforzar su posición, Habermas recurre a un argumento geopolítico. Afirma algo obvio: que no todas las naciones tienen los mismos intereses que Ucrania. En palabras no dichas por Habermas, pero así entendidas, los países europeos deben acompañar a los ucranianos un largo trecho, pero solo hasta la puerta del cementerio. Es evidente entonces que Habermas entiende el apoyo de Europa a Ucrania como un gesto de solidaridad a otro país, pero no como una actitud de defensa frente a un dictador que no ha vacilado en declarar que su guerra es contra Occidente, contra sus valores, contra sus instituciones y no por último, contra sus ciudadanos.

Fue la ministra del exterior alemana, Annalena Baerbock quien, llevada por la emoción, habló de una guerra en contra de Putin, precisamente la frase que Scholz y Macron querían evitar a todo precio. Evidentemente, ni Occidente, ni siquiera los EE UU han declarado la guerra a Putin, pero Putin sí ha declarado la guerra a Occidente. Eso fue lo que quiso decir Baerbock. Y es cierto. Ucrania es para Putin un momento de la guerra entre Rusia y Occidente y si así lo vemos, ayudar a Ucrania es ayudar a un bastión europeo, no a un “país lejano”, al margen de la civilización occidental, como parece pensar Habermas.

En el artículo de Habermas permanece como fondo oculto la intención de demostrar que, bajo determinadas condiciones, antes de caer en el abismo de una guerra mundial, sería necesario sacrificar a Ucrania. No de otra manera se entiende cuando afirma que Ucrania es (solo) una nación en ciernes (es decir, no una nación en forma). Cito el párrafo: “Esa toma de partido tiene que ver con la simpatía por la dolorosa suerte de una población que, tras muchos siglos de dominación extranjera polaca, rusa y austriaca, no obtuvo su independencia como Estado hasta la caída de la Unión Soviética. Entre las naciones europeas “tardías”, Ucrania es la más reciente. Podría decirse que es todavía una nación en ciernes”.

Tuve que leer de nuevo, no lo podía creer. ¿No nos encontramos aquí con una reformulación de la infeliz tesis de Hegel, hecha después suya por Friedrich Engels, de que hay naciones sin historia y naciones con historia? ¿No es claudicar frente a la premisa de Putin relativa a que Ucrania es un territorio ruso, convertido en nación como consecuencia de una catástrofe geo-política (el fin del comunismo)?

Lo peor es que Habermas, al dejarse llevar por su espíritu pacificador, no parece darse cuenta del anacronismo por él formulado. Eso fue también lo que no lo dejó ver que Ucrania no solo es una antigua nación (con un Estado más antiguo que el de Alemania) como han demostrado historiadores de la talla de Andreas Kappeler, quien al referirse a una posición similar a la de Habermas («dudo de que exista una nación ucraniana») emitida en el 2014 por el ex canciller Helmuth Schmidt, dijo: «Helmuth Schmidt estaba profundamente equivocado. Pero esta declaración ilustra cuán omnipresente ha sido la visión de Ucrania en Occidente. Desde nuestro punto de vista, Ucrania era un espacio en blanco, supuestamente un país sin su propia cultura, lengua e historia. Ese punto de vista, que se alinea perfectamente con el de Vladimir Putin, estuvo muy extendido hasta hace poco y, lamentablemente, a menudo no fue cuestionado» (Entrevista en t-online, 16.02.2023 )

Ucrania es una nación acreditada en las Naciones Unidas, vale decir, una nación con todos los derechos y deberes que corresponden a todas las naciones del mundo. Una nación que no es menos nación que Alemania. ¿No se da cuenta Habermas de que la misma Alemania, de acuerdo a su criterio sería una nación «en ciernes», una que posee incluso la misma edad cronológica que Ucrania?

Tanto Ucrania como Alemania son naciones que debieron hacerse de nuevo después de la debacle del comunismo. Ucrania no era una nación independiente, pero la parte del este alemán tampoco lo era. La reunificación, después de la caída del muro, llevaría a la formación de una nueva nación. Alemania occidental ya no sería más la RFA, como Alemania del este ya no sería más la RDA. Alemania es definitivamente, después de 1991, solo Alemania. Como la República Popular Ucraniana es, después de 1991, solo Ucrania.

Hay entre Alemania y Ucrania una comunidad de destino (para usar un concepto de Otto Bauer). Romper esa comunidad de destino dejaría librada a Ucrania a su suerte (no a otra cosa podría llevar una negociación en medio de una confrontación militar que no ha perdido Rusia). Eso llevaría a su vez, a negar el sentido histórico de las revoluciones democráticas que impulsaron a muchas naciones a liberarse del yugo soviético entre 1989-1990.

Putin, sin duda, ha entendido el dilema mejor que Habermas. Para Putin la guerra en Ucrania es contra Europa y Occidente a la vez. Habermas piensa que esa guerra es solo contra Ucrania. De ahí viene su mal oculta predisposición a negociar sobre Ucrania, partiendo de la falsa premisa de que los intereses de Ucrania y Alemania no son los mismos.

Habermas ha sido fiel consigo

Puedo imaginar que hay más de algún seguidor de Habermas que comparte las diferentes tesis formuladas por el autor en sus muchos libros, pero no está de acuerdo con sus opiniones con respecto a la guerra en Ucrania. Defendiendo en cierto modo a Habermas, creo estar en condiciones de afirmar que no hay en su artículo ninguna ruptura con su pensamiento socio-filosófico y sus actuales posiciones frente a la guerra. Habermas ha sido fiel consigo.

El pensamiento de Habermas nació en una sociedad democrática. Por eso, el suyo, es parte de un discurso democrático no hecho para entender los antagonismos que se dan a escala mundial entre democracias y antidemocracias.

La lógica discursiva que lleva a la configuración y a la vez surge de una sociedad moderna, hecha a partir del debate público a través de sus más diferentes canales, precisa de seres racionales, con conciencia ciudadana, en condiciones de argumentar y discutir de acuerdo a sus intereses, ideas e ideales. Sin embargo ese discurso no es aplicable, o por lo menos no lo es en su totalidad, a naciones no democráticas, más aún, antidemocráticas y antipolíticas como es la Rusia de Putin.

O dicho en breve: la filosofía social de Habermas no fue concebida para entender la barbarie, sino la civilización. Por eso, durante el periodo de dominación comunista, Habermas no se interesó por lo que sucedía al interior de los países europeos del este. No manifestó solidaridad con el Solidarnosc de Walesa y mostró escasa preocupación por las luchas disidentes que tuvieron lugar en la Alemania del este y en otras regiones dominadas por el imperio comunista, ni tampoco por los acontecimientos que llevaron al colapso de la Rusia comunista. Como consecuencia de sus propias teorías tampoco ha logrado Habermas entender las intenciones de Putin y, por lo mismo, a los putinistas que habitan en su propio país, Alemania. Su pensamiento es cosmopolita, sin dudas. Pero no es universal. No está hecho para esa multitud de naciones representadas en las Naciones Unidas en muchas de las cuales la lógica de la guerra predomina por sobre la lógica de la paz.

El pensamiento habermasiano para desarrollarse en plenitud, requiere de la paz, no de la guerra. Esa es la razón por la que afirmo que en tiempos como los que ahora estamos viviendo, situados frente a una barbarie organizada por autocracias -de las que Putin solo es la más agresiva- podemos prescindir del pensamiento de Habermas.

Solo queda entonces rescatar un solo acuerdo con Habermas: Hay que negociar. Pero cuándo y dónde, y sobre todo quienes, lo decidirán los acontecimientos de la guerra. Y sobre eso nadie, ni siquiera Habermas, puede adelantarnos nada. La política y la guerra son realidades contingentes.

Después de todo, los seres humanos estamos condenados a caminar siempre como sonámbulos al borde del abismo (o entre el ser y la nada). Es nuestra condición.

El artículo de Habermas puede ser leído en español en

Jürgen Habermas – NEGOCIAR LA PAZ (polisfmires.blogspot.com)

y en inglés en

https://www.sueddeutsche.de/projekte/artikel/kultur/juergen-habermas-ukraine-sz-negotiations-e480179/

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Carlos Raúl Hernández

Periódicamente reaparece la bestia negra “neoliberal”, igual que el Yeti, la Sayona y el Fin-fin, estos dos muy perjudicados porque la electrificación de los campos ya no deja tantos caminos oscuros y Florentino y el diablo se quedaron sin seis por derecho para batirse. El término tiene un origen interesante. Las hecatombes de los 80: soviética, crisis de la deuda latinoamericana, del modelo rooseveltiano en EE. UU y de la moderación socialista europea, parecían el final del izquierdismo ideológico, causante de aquellos naufragios, cuya razón quedaba clara: producir los bienes necesarios en cantidad y calidad suficientes, requiere un esfuerzo de la sociedad en conjunto, en el que cada uno aporta para intercambiar, ganarse la vida y mejorar la de todos. La represión, violenta o moderada a los productores multiplica la pobreza. El Estado tiene discapacidades como factor productivo, no busca la rentabilidad sino el bien público, y propende a quebrar las empresas, convertirlas en beneficencia o agencias de empleo. El terremoto de los 80 devela de nuevo esta polvorienta y firme verdad

Las funciones del Estado son estratégicas: asegurar el equilibrio institucional y la cohesión social, mantener la seguridad nacional, los incentivos al bienestar. Un ensayo de Jean-Francois Revel sobre los estertores del período soviético, analiza que 95% de los trabajadores se ocupaban en el gobierno a cambio de una miseria. Mucho antes del colapso, el diablito que recorre las oficinas rusas de El maestro y Margarita, la genial novela póstuma de Mijaíl Bulgácov, comprobó que pocos iban al trabajo y los que lo hacían, pasaban el día jugando ajedrez o parloteando. Inquirido por él, un funcionario le respondió “y qué quieres. Nosotros fingimos que trabajamos y el gobierno finge que nos paga”. Vino el huracán global y la recuperación comienza con los programas anti inflacionarios de ajuste y reforma estructural que salvaron a occidente del desastre (ya la China de Deng lo había prevenido). La izquierda anacrónica respondió “hábilmente” con grandes movilizaciones.

Sacudieron Roma, Washington, París, Seattle, Madrid, Londres, México, Brasil, contra “el neoliberalismo”, “el neoconservatismo”, “el dogma del mercado” y otras astucias, para disimular su propio fracaso y culpar a las reformas del desastre. En Latinoamérica aparece el simpático Sub-comandante Marcos, Fidel Castro convoca el Foro de Sao Paulo para discutir la debacle ideológica y de allí sale la nueva política de ofensiva contra FMI y el estamento dirigente que aplicó las reformas estructurales. Mientras se superaba el vendaval hiperinflacionario, los causantes denunciaron en movilizaciones callejeras las privatizaciones y la ordenación del gasto público. Alguna vez comenté que es como si después de un incendio, la gente atribuyera los destrozos a los bomberos. La magia revolucionaria hizo que los graves desarreglos pasaran a ser producto de las políticas correctoras y no de la hiperinflación, las megadevaluaciones, el desempleo y la pobreza, engendrados la ideología benefactora.

Por desgracia todavía sobreviven políticas e ideologías vacuas que le impiden a la gente trabajar, a las que llaman socialistas, contra políticas normales que estimulan la gente a trabajar y producir. El pensamiento anacrónico llama neoliberal cualquier espacio del globo terrestre donde el Estado genere prosperidad para su gente al no ejercer hegemonía económica. Compare la estabilidad de precios, la abundancia, la distribución y el acceso a bienes necesarios en países donde no hay coacción a la actividad productiva, con las ruinas de aquellos que expropian empresas y redes de distribución; Uruguay y Cuba, por ejemplo. “La fatal arrogancia” de la que hablaba Hayek, podría permitir que reaparezca la hiperinflación, que asoma de nuevo su hocico y ni el Estado, ni la sociedad civil, ni los partidos políticos, parecen calibrar este peligro y afortunadamente circula que despidieron a unos asesores de la región que divide los hemisferios sur y norte, inductores de disparates como el IGTF. Ojalá sea cierto.

El gobierno debería contar con asesores chinos, uruguayos, vietnamitas, dominicanos o mexicanos, whatever, probados en el éxito y no buscar a Dios por los rincones, porque las pocas respuestas endógenas que aparecen son de polvorosa, imposibles fácticos, como la dolarización formal de la economía, que requiere un acuerdo con la Reserva Federal norteamericana y cuya conveniencia es muy dudosa. Hemos sufrido uno de los ajustes más implacables conocidos desde Rómulo y Remo, que destruyó el ingreso de los destinatarios del socialismo, los trabajadores. Un profesor universitario titular, máximo escalafón, Ph. D, con 30 años de faena, gana 40 dólares y perdió 99.7% de su fondo de retiro. Ni Satanás al frente del FMI ajustaría tan duro y es necesario que no lo siga pagando la gente y le toque ahora al gobierno ajustarse a sí mismo. La inflación, además, es un ajuste perpetuo. “Dolarizar” (no sé si el verbo existe) impediría desarrollar una economía exportadora con costos competitivos en el mercado internacional y lo pertinente sería el crowling peck.

Italia con la lira flotante, era la segunda economía de Europa, crecía 18% anual y cuando adoptó el euro, esa ventaja se desplomó y hoy es una nación casi damnificada, con 40% de desempleo juvenil, la mayor deuda externa del mundo y tres millones de empleados públicos ociosos. Pero recuperar el bolívar no se logra por una gestión de mi bisabuelo José Gregorio Hernández, sino con medidas monetarias específicas. El bolívar es una moneda al rojo vivo que todos arrojamos de inmediato antes que la incinere la inflación y la gente corre al dólar, que sube por eso cada hora. Fijar tasas de interés positivas evitaría varios de esos males: protege la capacidad adquisitiva, frena la devaluación, fortalece la banca y reinventa el crédito, como ha ocurrido siempre en condiciones parecidas. Al tiempo, quien quiera seriamente recuperar el país está obligado a racionalizar el Estado. Cifras realengas indican que 13 millones de personas devengan erogaciones del Estado y de ellas, al parecer, 3.5 millones son empleados públicos.

Al salario destruido junto a las prestaciones, hay que añadir qué 80% de los funcionarios públicos no viven de sus falsos empleos y los pocos dólares de su sueldo. Son cuentapropistas o emprendedores, y la administración pública es una gigantesca nómina de ausentes que se ganan la vida en la calle y por eso nunca será más barato y menos doloroso racionalizar el Estado. Devolver las propiedades confiscadas daría darle un impulso a la actividad económica y a la confianza, como se comprobó con el caso Sambil, igual que licitar empresas públicas que dan perdidas, que pervierten el gasto público, e impiden que los recursos vayan a los hospitales y las escuelas. Son medidas posibles en medio del bloqueo internacional, las “sanciones”, la confiscación del oro, las reservas internacionales y la parasitosis de los recursos nacionales en manos de los despojos de la “presidencia provisional”.

En la crisis mundial del 29, Argentina sufrió una escasez de capitales extranjeros que creó circunstancias difíciles, aunque no comparables con las nuestras. Lo llamaron insuficiencia dinámica, porque los obligó a desarrollar iniciativas no convencionales para cubrir el déficit de capital (hoy las llamarían “neoliberales”) Si abandonan fobias ideológicas y reemprenden la relación con los productores, que tuvo buenos momentos recientes, podrían elaborar con ellos un plan contra las barreras a la inversión privada interna que culmine en derogar el batiburrillo colectivista de medidas, normas, reglamentos que asfixian la inversión y la producción, en un entendimiento entre el Estado, la sociedad civil, los partidos, la Iglesia. Deben aprovecharse las perspectivas comerciales con Brasil, Colombia, Curazao, la región andina. En vez de tirarle piedras a la luna, los venezolanos deberíamos ponernos en emergencia contra la hiperinflación, el peor enemigo de los pobres (y de los menos pobres) que ahora también viene en dólares, otro fenómeno que los economistas debían explicar

@CarlosRaulHer

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