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Opinión

I.

El Gobierno tiene una vieja pelea con la realidad. Se ha divorciado de ella y siempre se inventa un relato que la ignora, la corrige o la desmiente. Diríase que es fiel a los tiempos de la posverdad.

No es extraño, entonces, que ignoremos lo que sucedió el pasado 4 de agosto, el día de los drones golpistas, según lo recogerán, tal vez, algunos historiadores. Hay versiones para todos los gustos y conveniencias y hasta para todos los prejuicios. Se desdibujan los hechos y desconocemos, por tanto, si nos encontramos ante un acto inventado desde el gobierno, de un “atentado permitido y controlado” por éste o de una iniciativa terrorista de algunos opositores, con el agravante de que no se tienen instituciones fiables, capaces de aclararnos lo acontecido. Pero en cualquier caso habrá que señalar que fue un hecho peligroso, pues abona en la dirección de ubicarnos en terrenos de la anti política, dirección en la que el país lleva andando temerariamente varios años.

II.

Al rato, en cuanto se dejó de escuchar el ruido de las explosiones, el Gobierno determinó que se trataba de un “magnicidio en grado de frustración”, del que eran responsables la ultra derecha venezolana, el gobierno colombiano y el imperialismo norteamericano, molestos con nuestro país. ¿El motivo de esta molestia? Cito la opinión del Presidente Maduro, sin cambiarle siquiera una coma: “Yo estoy seguro que un elemento que los desespera mucho, mucho, mucho, estoy seguro es el programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica que he activado y que el 20 de agosto va a tener un momento especial con la reconversión monetaria y una reconversión económica, financiera y fiscal integral”. O sea, incomodados, entiende uno, ciudadano de a pie, por el cono monetario y la derogatoria de la Ley de Ilícitos Cambiarios

En pocas horas fueron identificadas varias personas y arrestadas de cualquier manera, al margen del debido proceso y del cuido de esos detallitos a los que obliga el respeto humano, corroborando, de paso, que el Estado de Derecho ya no es, entre nosotros, ni siquiera un disimulo. Imposible no mencionar, en este sentido, el indignante caso de la detención del Diputado Juan Requesens, humillado y maltratado por sus carceleros, según da cuenta un video que no ha sido desmentido.

El Gobierno se afanó, pues, en construir su posverdad. Elaboró un relato opaco a partir de verdades, medias verdades y mentiras, que le viene muy bien para justificar, vistas las agresiones a las que está supuestamente sometido, su talante autoritario, expresado en represión, miedo, control sobre la ciudadanía, que vacían cada vez más la democracia.

III.

A todas éstas, la crisis venezolana avanza y hace más dramática y compleja la existencia de la gente. La hiperinflación destruye todo lo que encuentra a su paso, pero es sólo una parte, la más aparatosa, sin duda, de la situación nacional. Esta se manifiesta igualmente en un rosario largo de otros aspectos muy relevantes: anomia, violencia, miedo, incertidumbre, impunidad, desesperanza, corrupción, desinstitucionalización … Un sociólogo diría, en resumen, que se ha fracturado el tejido social y la convivencia se ha vuelto muy cuesta arriba, se ha desvanecido el espacio común, se han debilitado los sistemas de arbitraje colectivo, no hay consensos sobre casi nada y el país pareciera circular por una calle ciega, todo en medio de un proceso que nos vuelve una sociedad cada vez menos civilizada.

Los problemas rebasan al Gobierno, no tiene ni siquiera como pensarlos en sus términos reales, los diagnostica capoteando su responsabilidad y, por supuesto, los encara mediante un guion desatinado. En suma, se encuentra atrapado en la Telaraña de las Grandes Palabras de la Revolución, fundamento de la narración de un país que es y discurre de otras maneras.

Por eso me parece que, después de todo lo ocurrido el día que volaron los drones en la Avenida Bolívar, lo que ahora cuenta es el cuento oficial, escrito para que el episodio sirva a los fines de que el Gobierno gobierne con el propósito de mantenerse en el poder, su casi única preocupación. Lo demás es apenas adornito y maquillaje, necesarios para guardar ciertas apariencias ideológicas, a fin de que las inconsecuencias políticas no se pongan muy de bulto.

El Nacional, viernes 15 agosto 2108

 3 min


Max Fisher

The Interpreter

Las crisis inflacionarias, como la que se cierne sobre Turquía, son negativas para cualquier gobierno, pero son aún más peligrosas para un subconjunto específico de gobernantes autoritarios: los tiranos populistas y caudillos.

Este grupo se distingue por una particular tendencia a crear este tipo de crisis, por su resistencia inusual a corregirlas y porque el proceso para recuperarse de ellas es mucho más lento. En promedio, sus países registran tasas de inflación más altas y sus monedas experimentan una mayor infravaloración artificial. Sus bancos centrales son menos independientes, por lo que a quienes dirigirían la política monetaria les es menos posible intervenir.

Antes del caso de Turquía, observamos cómo Nicolás Maduro y su predecesor, Hugo Chávez, llevaron a Venezuela de la prosperidad a la ruina, en parte debido a una crisis inflacionaria.

Cuando este fenómeno se presenta en una democracia, por lo regular se remplaza a los dirigentes electos con otros nuevos que en algún momento logran controlar la inflación. En América Latina ha sucedido varias veces en Nicaragua, Chile, Perú y Argentina. Otros tipos de autoritarismo, ya sea que los encabece un partido, el ejército o la monarquía, pueden derrumbarse, como ocurrió en Brasil, aunque muchas veces tienen suficiente voluntad y flexibilidad para imponer alguna especie de reforma.

Debido a la relación que tienen con sus gobernados y sus aliados de las élites, así como su propio sistema de definición de políticas, los tiranos populistas difieren entre sí. Maduro imprimió más dinero, lo que agravó drásticamente la crisis. Una década antes, en Zimbabue, Robert Mugabe había hecho prácticamente lo mismo y los resultados fueron casi idénticos.

Aunque todavía no sabemos si el presidente turco Recep Tayyip Erdogan decidirá seguir el mismo rumbo, ya está repitiendo los patrones conocidos de un gobernante que, constreñido y guiado por su sistema, no siempre actúa de manera conveniente para el país en el largo plazo.

La crisis de Turquía, más que deberse solo a la concentración del poder en Erdogan, es un microcosmos de las patologías inherentes a su estilo de gobierno y al de otros tiranos populistas. Es un recordatorio de que, a pesar de que su sistema parezca ir ganando terreno en el mundo, conlleva riesgos particulares que, en general, hacen más probable que termine por derrumbarse el gobierno o el país.

Los peligros de la inflación

Todo dictador sabe que la inflación puede presentar riesgos a su permanencia debido a que disminuye su legitimidad a los ojos del público y hace enfadar a las élites del poder que esperan verse beneficiadas. Lo peor que puede pasarles a los dirigentes electos es perder el cargo (en la mayoría de los casos), pero cuando se trata de un Estado autoritario, lo más probable es que sencillamente se derrumbe.

En 1989, algunos trabajadores molestos por la inflación en China unieron fuerzas con estudiantes idealistas para organizar manifestaciones, a las que el gobierno respondió con una de las represiones más sangrientas de la era moderna.

La inflación puede ser tan peligrosa para los gobernantes autoritarios que es posible que también los obligue a aplicar reformas inimaginables en otras circunstancias.

Los dirigentes vietnamitas, ante el temor de que una ola de inflación durante la década de los ochenta pudiera acabar con el sistema comunista, adoptaron una economía basada en el mercado. El aumento repentino de la inflación en Irán, en 2013, agravó la inconformidad del pueblo a tal punto que el estricto líder supremo no pudo hacer nada para evitar que los electores llevaran a un candidato relativamente moderado a la presidencia.

Todas las formas de autoritarismo son susceptibles a este fenómeno: las naciones con un partido único (como China o Cuba), las monarquías (Arabia Saudita) o las dictaduras militares (Tailandia hoy; otros países en el pasado reciente).

Sin embargo, el problema de un tirano, un líder carismático que busca consolidar su poder y acabar con las instituciones que podrían oponerse a su control, es que puede desencadenar con más facilidad esas crisis y hacer más difícil controlarlas.

Cuando el crecimiento se vuelve peligroso

Lo anterior se debe en gran parte a las circunstancias que por lo regular permiten el ascenso de los tiranos al poder: una democracia plagada de fallas o, en algunos casos, un régimen militar o de partido único. Como consideran al viejo sistema como una amenaza, deciden desmantelarlo. En muchos casos, justo ahí comienzan los problemas.

“La incertidumbre acerca de lo que les depara el futuro puede incentivarlos a tomar decisiones negativas en el largo plazo”, aseveró Erica Frantz, experta en autoritarismo y catedrática de la Universidad Estatal de Michigan.

Conforme van deshaciéndose de instituciones y rivales, en detrimento de su propia legitimidad, aumentan su desesperación por lograr un mayor crecimiento y su ansiedad ante la posibilidad de no conseguirlo.

Muchas veces, esto los motiva a tomar la peligrosa decisión de gastar de más o, en el caso de Erdogan, obtener demasiados préstamos. Su gobierno alentó a las empresas a invertir de forma desmedida en préstamos denominados en divisas, que fomentaron un crecimiento económico tremendo, lo cual protegió la popularidad de Erdogan a pesar de las restricciones impuestas a los derechos políticos. Por desgracia, esa situación también preparó el terreno para la crisis monetaria que acaba de estallar.

Si se tiene la percepción de que el banco central de una dictadura es creíble e independiente, es más fácil contener la inflación.

China tampoco ha sido ajena al derroche en proyectos de infraestructura y a la sobreinversión. No obstante, las dictaduras a cargo de un miembro de la realeza afianzado en el poder, el ejército o una burocracia partidista cuentan con un elemento que los caudillos muchas veces ansían destruir: las instituciones.

Aunque las instituciones autoritarias no sean nada justas, por lo menos son predecibles y, hasta cierto punto, pueden ser independientes. Por lo tanto, tienen más posibilidades de manejar o prevenir problemas, en especial, el banco central.

De acuerdo con investigaciones, si se tiene la percepción de que el banco central de una dictadura es creíble e independiente, es más fácil contener la inflación. Por el contrario, si se cree que el banco central es susceptible a intervenciones políticas arbitrarias o erráticas, como muchas veces es el caso de las instituciones de los sistemas dominados por caudillos y tiranos, entonces la inflación puede dispararse sin control.

Líderes como Chávez o Erdogan, quien designó ministro de Finanzas a su yerno, tienden a inmiscuirse en los asuntos de sus bancos centrales, no solo para promover el crecimiento a corto plazo, sino por su tendencia a percibir a las instituciones independientes como una amenaza y no como colaboradores. En cuanto aumenta la inflación, tenemos una señal de que algo peor se avecina.

Cómo crean crisis los caudillos

Este tipo de dirigentes también socavan sus economías de otras formas. Según un estudio realizado en 2008, la inflación tiende a subir cuando se erosiona el sistema legal de un país.

Incluso si el Estado de derecho se debilita solo en unos cuantos sectores, sus efectos alcanzan al banco central, cuyos encargados comienzan a comportarse como secuaces leales o temerosos más que como custodios independientes.

Las dictaduras burocráticas, como la de China, por lo regular intentan reforzar su sistema legal para cimentar su autoridad, incluso si esos sistemas legales exhiben profundas fallas. Sin embargo, los dirigentes como Erdogan, quien se deshizo de muchos jueces en su país, tienden a ver al poder judicial como una amenaza.

En cuanto aumenta la inflación, tenemos una señal de que algo peor se avecina.

La administración económica de los caudillos tiende a ser menos competente, por lo que es más probable que cree una burbuja o genere deuda en vez de crecimiento. Los funcionarios de menor rango saben que su principal obligación es complacer y glorificar al líder, así que son más propensos a prometer más de lo que pueden hacer o a disfrazar errores. La lealtad está por encima de la competencia.

En consecuencia, muchas veces los tiranos no solo gastan de más o piden demasiados préstamos, sino que lo hacen de manera errática e imprudente, casi sin intervención de los bancos centrales ni de otras instituciones. Pueden sumirse en crisis que otros países por lo menos tratarían de evadir.

Un sistema político de gran riesgo

La relación del caudillo con las élites de poder puede agravar la situación. Maduro, por ejemplo, comenzó a temer más un golpe de Estado cuando la economía empezó a debilitarse, así que canalizó muchísimos recursos a los dirigentes militares y a unos cuantos miembros de los grupos de poder con los que podía contar.

Debido a que los caudillos y líderes autoritarios se dedican a acabar con sus rivales, por lo regular solo cuentan con el apoyo de algunos miembros de la élite de su país, así que necesitan mantenerlos contentos. Esta situación puede distorsionar la economía, ya que esas personas por lo regular pertenecen a sectores que eran lucrativos, pero quizá se han vuelto obsoletos. La afición de Erdogan por la construcción, el sector que recibió gran parte de los préstamos, podría ilustrar este punto.

Durante años, varios analistas pensaron que este patrón podría ser la perdición de China. Sus figuras más poderosas controlaban enormes imperios del acero y la construcción, que se vieron beneficiados gracias a políticas nada coherentes con las industrias de consumo necesarias para que el país lograra la transición de su economía. Muchos dieron por hecho que los viejos industrialistas impedirían los cambios.

Por el contrario, las autoridades metieron en cintura a los barones del acero, una medida que puede tomar con más facilidad una amplia burocracia autoritaria que un tirano solitario preocupado por su círculo cercano. Incluso Arabia Saudita, una monarquía con sus propios grupos e instituciones que tiene varios problemas, ha aplicado reformas que son desfavorables para una determinada vieja élite.

New York Times

16 de agosto de 2018

https://www.nytimes.com/es/2018/08/16/inflacion-turquia-liderazgo/?actio...

 7 min


Daniel Gascón

El concepto de apropiación cultural no es el más peligroso de los que surgen de las políticas de la identidad, pero quizá sea el más empobrecedor. Los editores de la revista The Nation pidieron disculpas por publicar un poema que utiliza rasgos dialectales asociados a los negros. Scarlett Johansson recibió críticas porque iba a interpretar a una transexual. La actriz Ruby Rose sufrió un escrache en Twitter porque pretendía encarnar al personaje de Batwoman, pero al parecer no era lo bastante judía ni lesbiana para hacerlo. Otros protestaban porque Disney ha escogido a un heterosexual para interpretar a un personaje gay. En España, la cantante Rosalía ha sido acusada de apropiarse de la cultura gitana.

Aunque los casos son diferentes, el procedimiento es el mismo: un grupo se arroga en exclusiva un estilo o un tema. Como es un grupo que ha sufrido o sufre opresión e injusticias, somos indulgentes con su intento de limitar la libertad de expresión. A veces, la condición de víctima se ve como una línea de crédito inagotable.

La idea de apropiación cultural muestra una incomprensión del funcionamiento de la cultura, que vive de préstamos, mezclas, parodias y reinterpretaciones: la cultura siempre es apropiación cultural; las formas puras no existen.

Propone un mundo literal: es un movimiento contra la imaginación. Postula que no podemos imaginar la experiencia de los demás: debes callar y escuchar, sin que importe que lo entiendas o no, como en una ceremonia para una deidad ajena. Esa imaginación —que es estética pero, como han explicado Richard Rorty o Lynn Hunt, también moral— nos permite comprender a los demás y conocernos a nosotros mismos: es una forma de exploración y una manera de escapar de un destino preasignado.

Pero puede haber otra manera de mirarlo: quizá los que rechazan la ficción y la representación tengan parte de razón desde su punto de vista. Quienes han convertido su identidad en una representación absolutamente seria no pueden aceptar la representación lúdica: muestra que esa identidad unidimensional tiene algo de impostura y de kitsch, y que hay un elemento de falsedad en ese mundo que ha convertido lo auténtico en un fetiche.

@gascondaniel

El País

17 de agosto 2018

https://elpais.com/elpais/2018/08/16/opinion/1534421433_487492.html

 1 min


Alberto Hernández

nicas del Olvido

-a mi hija Tatiana, periodista-

I

Por ahí va, sí, por ahí va la cosa. Se trata de gases del oficio en medio de un torbellino del que emergen todos los presentimientos. Sí, eso de ser periodista en estos tiempos que trotan sin parar por el asfalto de esta realidad tan incómoda, en la que hay que entender que el lead debe reponernos del empellón del cuerpo que finaliza en cola. Pero nada del otro mundo con aquello de las pirámides invertidas, que los faraones nada supieron de estos asuntos tan vanidosos.

Y si de gases se trata, morigerar la dieta de informaciones que nos arrancan tantos imperativos, frases casi elocuentes y una que otra palabrota para aliviar el desgano de una pauta en pleno desarrollo de los eventos.

Ser joven o adolescente en estos momentos podría parecer trágico, pero es todo lo contrario. Vivimos tiempos buenos para aprender y aprehender de lo que sucede. Mirarnos en los ojos de quien quiere titularnos la vida con su mediocridad y hasta hacer de nuestro corazón un intertítulo desagradable. Trabajar con tesón, pero sobre todo con pasión y dejar atrás las malas noticias. Es decir, tratar de que en el momento del oficio no ser más importante que la información, pero sí destacarse para ser parte del desempeño de nuestras pequeñas historias. El oficio exige trasnochos, sobresaltos y mucho cariño por la lengua que escribimos y besamos. Saborearnos con las palabras, hacernos parte del texto que forjamos, sin miedo alguno.

II

Hay otros gases que no tienen oficio, pero podrían hacerse parte de lo que confundimos con la verdad. Esta es tan noble que se multiplica. Ver una fotografía es intervenirla. Con sólo leer el reportaje, ya éste es otro en nuestro imago. Elan vital, no somos una verdad sino muchas, aunque debemos acogernos a la que nos ponen frente los ojos y decirla, sin trucarla. Sin soplarle cosas al oído. La verdad es tan delicada que no le gusta verse al espejo. Pero cuando el del oficio hace opinión o ensayo, vaya la verdad de quien la inventa, la re-crea, la hiperboliza, la acaricia o la borra.

Gases del oficio, un trauma estomacal, por aquello del friíto que entra cuando nos toca por vez primera entrevistar, o iniciar la pauta, redactar la noticia, porque buscarla es la aventura, la verdadera, la que incita a moverse con todas la teclas por el lomo de la realidad, tan perversa ella, tan estúpida. Pero ese es el oficio, tratar de dignificar la realidad sin atender al público de galería que aúpa sin saber por qué.

Multípara, la verdad gana terreno en boca del periodista, del que sabe que tiene en sus manos un diamante en bruto. Darle forma, con la elegancia que pueda imprimirle el estilo, o la coloquialidad de nuestro humor.

En estos días de Internet y digitalización, algunos “bajan” la información y ni la tocan. Ni siquiera la leen. La pasan, la distribuyen en su sección, y sale, como sale en el resto de los medios de la competencia. Se trata de darle la forma del intelecto, pero también la del espíritu. En eso se nos va la pasión, porque ella y sólo ella es la protagonista de estos gases del oficio periodístico, sin miedo alguno.

III

La sonoridad de las palabras, la hondura de sus pasos, la riqueza de sus significados, el don de saborearlas y hacerlas parte permanente de los sueños, la duermevela y la realidad. Allí está el más importante rasgo de este oficio, en el que muchos van y vienen, otros se desperezan y algunos verifican la inutilidad de saberse lejanos.

Y sin miedo alguno, decir. Escribir, como decía un viejo camarada del oficio, Kotepa Delgado, “escribe que algo queda”, y mientras el aliento nos alargue la vida, seguir haciéndolo, con los libros de cabecera y hasta en los pies, que no estorban.

Otros, fantasmas de la academia, estrujo vocinglero de quienes tienen en la universidad un preescolar, aguzan sólo oído para placerse en el cuerpo. Espíritu convertido en carnet de afiliado que perdió el nombre de tanto manosearlo en grupos de fervor efímero.

Y si de culminar este asunto se trata, no hay último párrafo en este trabajo, tan afanoso que el viejo Aristóteles concibió casi eterno en el esquema de su flujo y reflujo de imágenes verbales. Nada termina, como la materia. La verdad se transforma, se hace otra verdad, o termina siendo una mentira desastrosa. Sin miedo alguno, derrotarla.

 3 min


Luis R Mendoza

Es bien conocido, público y notorio, que producto de las dos guerras mundiales que padeció la Humanidad en el siglo XX (1914-1918 y 1939-1945 respectivamente), surgieron en época post-conflicto bélico, acuerdos o tratados de convivencia en paz entre las naciones que emergieron victoriosas de las conflagraciones y de terceras no involucradas directamente en ellas, pero que se interesaron en participar en las organizaciones acordadas.

Uno de dichos instrumentos fue el Pacto de la Sociedad de Naciones, que dio origen en 1919 a la fallida organización multilateral mundial del mismo nombre, de la cual fue fundadora Venezuela como país signatario del Pacto, a diferencia de los Estados Unidos de América, que no lo suscribió.

Entre las disposiciones del citado pacto tenemos uno de interés particular para quienes profesamos el Bolivarianismo como una fuente para la liberación nacional y la preservación de la independencia y la paz para las naciones y pueblos. Me refiero al artículo 10 que reza:

Artículo 10. Los miembros de la Liga se comprometen a respetar y a preservar contra toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política existente de to­dos los miembros de la Liga. En caso de alguna agresión, o de una amenaza o de un peligro de agresión, el Consejo aconsejará los medios por los cuales se dará cumpli­miento a esta obligación.

Es importante tener en cuenta este artículo por las consideraciones ajenas y especializadas que más adelante expondré.

La Sociedad de Naciones es señalada como la precursora de la actual Organización de las Naciones Unidas (ONU), fundada el 24 de octubre de 1945, cuando se reunieron en la ciudad estadounidense de San Francisco, representantes de 51 países para crear dicha organización internacional y redactar la Carta de las Naciones Unidas y de la cual es también fundadora Venezuela; cuyos cuatro propósitos expusieron como: “Mantener la paz y la seguridad internacionales; fomentar relaciones de amistad entre las naciones; realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales y el estímulo del respeto a los derechos humanos”.

Este breve preámbulo viene al caso para reconocer, valorar y presentar en esta nota, el aporte que hizo nuestro Libertador Simón Bolívar en materia de Derecho Internacional. En este sentido, resulta de interés agregar ciertos datos con los que me he topado en mis indagaciones documentales a través del tiempo, como la excelente valoración que concibió el ciudadano José G Antuña, especialista en Derecho Internacional, quién a través de un artículo publicado por El Nuevo Diario en agosto de 1933, ayuda a fortalecer la temática en cuestión.

En el citado artículo, Antuña expone:

“Orgulloso, cuando me fuera dado escuchar de labios de mi profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales de París, Alberto de Lapardalle, maestro de maestros de Derecho Internacional, la aseveración de que ‘el artículo 10 del Pacto de la Sociedad de las Naciones, no es sino la extensión, al mundo entero, de las doctrinas de Bolívar´ (Negritas nuestras)

Bastarían semejantes constataciones, para evocar las proyecciones morales que abarcará el suceso. En 1826 formuló Bolívar un evangelio de los pueblos y por su visión, su acento y aún mismo sus métodos, se trató de un acontecimiento mundial”

Más adelante señala Antuña que “era Bolívar un ‘creador de Humanidad’, más que un creador de patrias lo que equivale a decir un ´sembrador de Paz´

Para el jurista citado, era aquella una:

…Novísima conquista de la Doctrina Internacional, llamaron en todas partes a la iniciativa quienes sorprendían en ella al germen de una nueva era para el derecho público, el orden social y el equilibrio de las naciones”

(Ver: José G Antuña “El Congreso Bolivariano de Panamá”, El Nuevo Diario, Caracas, 21 de agosto de 1933, pp. 1y 8 En: Hemeroteca de la Academia Nacional de la Historia).

El mencionado es un interesante artículo cuya lectura en extenso recomendamos.

En 1826, el Padre de la Patria, afirmó: “El Nuevo Mundo debe estar constituido por naciones libres o independientes, unidas entre sí por un cuerpo de leyes comunes que regulen sus relaciones exteriores”.

Este legado bolivariano e histórico lo han recogido nuestras cartas magnas en distintas épocas de su creación; especialmente, en las dos últimas, la de 1961 y 1999.

La primera señala en el “Capítulo I. Disposiciones fundamentales Artículo 1.- La República de Venezuela es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de toda dominación o protección de potencia extranjera”.

La Constitución de 1999, es más bolivariana por su desarrollo y explicita al señalar:

“Título I. Principios fundamentales. Artículo I. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador…”.

Al concluir, quiero expresar cuánta razón tiene lo dicho por el recordado prócer independentista e intelectual cubano José Martí, cuando dijo: “Bolívar tiene que hacer en América todavía”.

Caracas, 14 de agosto de 2018.

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​José E. Rodríguez Rojas

Los gobiernos del chavismo no solo han complicado el presente provocando una aguda contracción económica y una inflación fuera de control, sino que también han ensombrecido el futuro del país complicando cualquier plan de reestructuración de la deuda externa que se plantee en los años venideros, debido a los reclamos que plantean las empresas expropiadas ante los tribunales de los Estados Unidos.

Crystallex, una empresa minera canadiense, obtuvo en el año 2002 permiso para explotación de las minas “Las Cristinas”, pero en el año 2008 dichas minas fueron estatizadas por el gobierno de Hugo Chávez. Desde ese momento la citada empresa planteó un reclamo por los bienes expropiados y el perjuicio sufrido que se estima en 1.200 millones de dólares. Primero recurrió a una corte internacional, que para tales efectos existe en el Banco Mundial, el cual falló a favor de la empresa canadiense. Posteriormente, en Canadá, el gobierno venezolano y la empresa citada llegaron a un acuerdo según el cual el gobierno acordaba indemnizar a la empresa minera, pero la parte venezolana no cumplió con el acuerdo. Debido a ello Crystallex acudió a una corte distrital en el estado de Delaware, donde está registrada la empresa venezolana CItgo (filial de PDVSA), y solicitó confiscar las acciones de Citgo como compensación a la deuda que el gobierno venezolano mantenía con ella. El juez de la corte de Delaware falló a favor de Crystallex y autorizó a la empresa a incautar las acciones de Citgo en compensación. La decisión del juez es apelable, por lo que los abogados de Pdvsa recurrieron a una corte superior en contra del fallo; debido a ello el proceso de embargo de las acciones de Citgo puede llevar tiempo.

Lo significativo de la decisión del juez de Delaware es que echó por tierra el argumento de Pdvsa según el cual la petrolera venezolana y el Estado venezolano son entes jurídicos diferentes. El juez concluyó en su decisión que Pdvsa y el Estado venezolano son una sola cosa y los que mantienen reclamos contra el Estado venezolano por deudas impagadas o indemnizaciones, como las de Crystallex, pueden tomar las acciones y bienes de Citgo en Estados Unidos como compensación. Ello provocará que a la demanda de Crystallex se sumen otras empresas como Conoco Philips que tienen reclamos similares. También un grupo de tenedores de bonos de Venezuela que mantienen un pleito judicial exigiendo al gobierno de Venezuela 8000 millones de dólares. Toda empresa que se sienta perjudicada por las locuras de los dirigentes chavistas correrán en tropel a Delaware a hacer valer sus derechos.

La fila de empresas ante los tribunales de Delaware, perjudicadas por las acciones de los gobiernos chavistas, complicará el futuro económico de Venezuela. En el momento en que en el país se plantee un plan de recuperación económica, será necesario dinero fresco para lograr incrementar las importaciones y la recuperación del aparato productivo, para lo cual será indispensable un plan de reestructuración de la deuda externa. Los reclamos de las empresas afectadas por las alocadas decisiones del chavismo harán más complicado cualquier plan de reestructuración de la deuda externa de Venezuela.

Nota: para la elaboración de este articulo se ha utilizado información disponible en varios reportajes sobre el tema en la prensa nacional, pero sobre todo una síntesis que hicimos de una entrevista a Luis Pacheco, quien se desempeña como profesor del Centro de Estudios de Energía de la Rice University, en el programa CNN Dinero el pasado 10 de agosto.

Profesor UCV

josenri@gmail.com

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Jesús Elorza G.

Al terminar la reunión, del camarada Nicolás con el Alto Mando Militar, los efectivos allí presentes entraron en un laberinto de confusión, incertidumbre o temor por la aplicación de la directriz presidencial que implicaba de manera obligatoria “Alejarse de familiares opositores al régimen o perder la carrera”.

Con el paso de los días, las conversaciones entre los generales giraban solo alrededor de ese tema:

-Hola, como andan las cosas, le preguntaba uno otro.

-Del carajo, fue la respuesta. Aproveché la orden presidencial y mandé pal carajo a mi mujer.

¿Y eso por qué?

-Bueno, ella es enfermera y se la pasa manifestando en las calles. No iba a pelar ese boche y me divorcié inmediatamente.

-Otro, manifestó que estaba preocupado porque su segundo frente está inscrita en Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado.

-A mí me pasó lo siguiente, dijo un almirante, me fui para Colombia, con un culo que me levanté y los organismos de seguridad me ubicaron a través de mi teléfono, Ahora me acusan de estar conspirando con Uribe, Santos y Duque….creo que me jodí.

-A mí me van a joder por culpa de mi suegra y mi mama, que se niega a sacar el carnet de la patria, dijo un comandante de la Guardia Nacional.

-Yo creo, que no tengo escapatoria.

¿Por qué?

-El padrino de la promoción de bachiller de mi hijo, es nada más y nada menos que Julio Borges.

-Dígame yo, que paso mis vacaciones en Orlando, señaló un oficial del ejército. Cuando le diga a mi mujer y a mis hijos que ahora solo podemos ir a Cuba, seguro se van a arrechar.

-A mí no me salva nadie, salí de pendejo a comprarle un Dron a mi hijo para su cumpleaños y vino lo del atentado, dijo un comandante de la aviación.

-Yo no tengo problemas, pero me pregunto ¿Si el Fiscal Tareck William Saab va a imputar a su hijo como terrorista y dictarle auto de detención? para salvarse de la aplicación de la directriz de Nicolás, expresó un funcionario de los Tribunales Militares.

-¿Por qué andas vestido de civil? Le pregunto un general a otro.

-Bueno, lo que pasó fue que estaba en un programa radial y se me ocurrió decir que el atentado no fue un magnicidio sino un Tiranicidio en grado de frustración…y no había salido de la emisora cuando ya estaba botado de la fuerza sin derecho a pago de prestaciones y sin pensión.

En este laberinto revolucionario de agresiones y atropellos no queda otra alternativa que la del cambio de gobierno, señaló uno de los generales, que pidió la reserva de su nombre, para evitar ser detenido por el G-2 cubano.

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