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Griselda Reyes

Derechos políticos

Griselda Reyes

En Venezuela la Constitución y las leyes son muy claras. Consagran una República democrática en la que cabe desde la libre asociación hasta el derecho a la protesta pacífica. En este andamiaje llamado socialismo del siglo XXI con el paso de los años en el poder han logrado la fórmula de doblegar lo que los textos legales establecen y convertirlos en un traje a la medida, ya sea por estrategias para tales fines o por situaciones sobrevenidas. No somos irresponsables al decir que han deformado lo legal para usarlo a su conveniencia y lograr permanecer en el poder.
Quienes están en Miraflores se han valido de diversas artimañas legales que hoy ponen en tela de juicio la institucionalidad del país. Ejemplos sobran. La falta de independencia entre los poderes públicos del país, tras enlazarse en un solo Estado, Gobierno y partido es el más evidente de esto. En función de ello han ido socavando aceleradamente los derechos políticos de los ciudadanos.

Si entramos en los detalles minúsculos, voy con tres casos graves a propósito que está en boga en este momento el tema político-electoral: – *Inhabilitaciones políticas*: Si bien sabemos que los dirigentes que asumen cargos públicos deben cumplir con protocolos de contraloría para limitar los excesos en estos puestos, desde el poder han asumido las inhabilitaciones políticas, producto de presuntas fallas de corrupción, como un arma para sacar de juego a quienes aspiran sucederlos en el poder.

Lamentablemente no es algo nuevo, solo que hoy es noticia por afectar a dirigentes de la alternativa democrática que buscan asumir el control del Estado. Esto ha generado varias similitudes con el accionar de Daniel Ortega, quien arbitrariamente cercenó los derechos políticos de quienes pretendían sacarlo de la presidencia. La democracia se trata de votos, no de vetos ni exclusiones. Una tarea que parecen no tenerla todos claros después de tantos años. – *Operación morrocoy con la actualización del Registro Electoral* Por otro lado tenemos el arrebato de los derechos de los jóvenes que están próximos a cumplir 18 años de edad. Su deber ciudadano está siendo limitado por adelantado al cercar la posibilidad de inscribirse y/o actualizar datos ante el ente comicial.

Según estiman los entendidos en la materia, cerca de dos millones de jóvenes no tienen facilidades para entrar en el padrón electoral que escogerá al presidente de la República. ¿La razón?

Ineficiencia de este poder público que no permite municipalizar el proceso de inscripción. Desde esta tribuna saludamos a las comunidades universitarias que insisten al nuevo Poder Electoral, recién juramentado, para que lleve al CNE hasta las parroquias más alejadas del país, a universidades, estaciones de servicio públicos.

Es la forma de respetar la participación ciudadana. *Voto migrante* Por último, para no hacer demasiado extenso este tema, vemos con especial preocupación como el Estado venezolano, excusándose en el cerco internacional, no procura que los millones de ciudadanos que hoy están regados por el mundo puedan decidir sobre los destinos del país. Vale la pena mencionar que los temas consulares en el pasado fueron óptimos para salvaguardar este tema. Hoy, cuando hay restablecimiento tímido de relaciones con diversos Estados y Gobiernos, esto debe ser prioridad.

Venezuela no puede seguir avanzando a la consolidación de un Estado fallido que invisibiliza y viola los derechos fundamentales de sus ciudadanos. El voto es sagrado y debemos todos hacer respetar el derecho a elegir y ser elegido. Los corruptos que paguen lo que merecen, pero no podemos quedarnos callados frente a los excesos.

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

Twitter: @griseldareyesq

El CNE que merecemos

Griselda Reyes

El pasado lunes, sobre las 6:45 de la mañana, revisando lo que fue la red social Twitter, lo primero que veo es la lista definitiva de 153 aspirantes a rectores del Consejo Nacional Electoral. La difusión oficial fue hecha por el Comité de Postulaciones Electorales del Parlamento como paso previo a la designación del nuevo Poder Electoral.

Revisé minuciosamente nombre a nombre e inmediatamente reflexioné sobre lo que la Constitución dicta en materia del ente comicial.

_Artículo 296: «El Consejo Nacional Electoral estará integrado por cinco personas no vinculadas a organizaciones con fines políticos (…)»_

Si bien estas líneas no son para fustigar el rol del Parlamento en su tarea por ocupar el vacío que han dejado los cinco rectores principales y sus respectivos suplentes al renunciar al CNE; si vale la oportunidad para hacer algunas consideraciones sobre la independencia que el órgano rector merece.

La designación de un Poder Electoral equilibrado garantiza en buena medida la paz y la estabilidad del país en los años por venir, a la luz del proceso electoral presidencial 2024 y ejecutivo regional y municipal, junto a cuerpos legislativos en 2025.

Designar a cinco rectores principales y 3 suplentes incorporados con independencia real, permitirá que el ente rector fortalezca el voto como institución y no haya duda en la inmensa mayoría de los venezolanos que la participación política y el voto son la vía.

De acuerdo con el listado publicado, hemos visto que desde el poder dejaron atrás todos los amagues por poner a los funcionarios más «espanta-votos» de su staff, como había circulado anteriormente en redes sociales.

Pero si hay nombres que dejan en entredicho la independencia del organismo electoral, de lado y lado. Funcionarios de otros poderes, instituciones del Estado y militantes partidistas. Esto último también pasa con nombres de la oposición venezolana.

El Poder Electoral no puede ser reparto de cuotas partidistas. Necesitamos hombres y mujeres probas, expertos en la materia electoral para que garanticen la transparencia de los procesos por venir, todos definitorios del rumbo del país para los próximos años.

El ente comicial próximo a designarse debe además tener garantías de continuidad. Su permanencia no puede estar atada a ninguna negociación política, pues insisto, su rol garantiza la estabilidad del país.

Cuando hago mención específica a hombres y mujeres probos en la materia, me refiero específicamente al tema técnico que no deje lugar a dudas de transmisiones de datas irregulares. El nuevo CNE debe desmitificar, de una vez por todas, el tabú del fraude electoral, argumento del cual se afanan los más radicales para llamar a la abstención y canjear la ruta electoral por aventuras poco felices. Este es el tema medular que debe enfrentar la próxima junta directiva electoral.

Asimismo, en vista del reto electoral en el que el país se adentra, el ventajismo electoral debe conseguir en los nuevos rectores a sus principales enemigos. Una de las primeras tareas a atender es ese limbo jurídico en que han convertido por años la precampaña electoral.

Garantías, respeto, equilibrio… Eso es lo que los venezolanos aspiramos del venidero Poder Electoral. Ni más, ni menos.

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

https://talcualdigital.com/el-cne-que-merecemos-por-griselda-reyes/

Propiedad y garantías

Griselda Reyes

¿Privatizamos todo?, ¿Realmente para que el país funcione debe el Estado hacerse a un lado? Esta venezolana y empresaria se hace estas preguntas cómo miles de ciudadanos a diario. Lo pienso y repienso cuando pasamos horas sin luz en un centro médico que lidero, cuando veo los indicadores macroeconómicos que afectan a las principales empresas públicas en total ruindad; incluso lo pienso cuando veo a mis conciudadanos haciendo infinitas colas para surtir sus carros de gasolina en el interior del país.

Como consecuente defensora del sector privado, creo que la participación de capitales –nacionales y extranjeros– es hoy más que vital para reactivar el país que tenemos. Y voy más allá: No hace falta siquiera esperar a 2024 para abrir el país a la reactivación real que se requiere para recuperar el aparato económico.

Digo esto, que parece más que obvio, ante un país donde por años se ha satanizado a todo lo que huela a capital privado. Un grave error que aún saldamos todos.

Si bien hoy debemos dar gracias a Dios porque el fantasma de las expropiaciones pareciera estar casi en extinción, está política solo sirvió para marcar en rojo los indicadores de empresas sólidas que generaban fuentes de empleos de calidad en el país. Sería muy extenso relatar todos aquellos episodios que van incluso más allá de firmas privadas, y que se remonta a la botada con pitos de los más capacitados gerentes de Pdvsa por parte del fallecido presidente Hugo Chávez, hay empezó el derrumbe del castillo de naipes.

Sin ánimo de quedarme anclada en el retrovisor del pasado, se trataron de pasos erráticos que hoy hacen de nuestra economía de las más vapuleadas del continente.

El Estado haciendo de todo: Desde petróleo hasta pollos y neveras. Fue un intento fallido que costó millones de dólares perdidos a todos los venezolanos.

Para pasar esta página, hay que aliarse con quienes tienen los fondos requeridos para reactivar los diferentes sectores del país, y también –más importante aún– la capacidad técnica y gerencial para que estos esfuerzos no sean en vano.

En Venezuela tenemos un sector privado que ha resistido la peor de todas las carreras de obstáculos. ¿Por qué no se le puede dar la oportunidad de que sumen en esta tarea titánica que es volver a prender el país?

Una campanada, que pareciera más que evidente, para todo ello urgen las garantías necesarias que permitan a cualquiera que invierta un dólar la seguridad de recuperación de su dinero. La devolución del Sambil La Candelaria a sus legítimos dueños fue una excelente noticia y muestra de la confianza que el sector productivo nacional requiere, pues hay muchos Sambil por trabajar.

Por otro lado, ante el ahogo que suponen los servicios públicos y el alto costo de la vida; es importante tener presente que si queremos un país potencia, verdaderamente, hay que empezar por atender esta coyuntura. No hay empresa que resista apagada (literal y figurativamente).

Estás y otras garantías serán clave para el país que podemos ser. Quienes hoy son gobierno se ufanan en quedarse en Miraflores, permitan que el país se encamine mientras están allí y no solo abriendo las puertas para sus aliados globales. El ejemplo debe empezar por casa.

A los venezolanos cada vez le importa menos los dogmas o las alianzas que haya que hacer, solo les basta tener un país normal que les permita trabajar y crecer en paz.

Twitter: @griseldareyesq

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

Venezolanos huérfanos… De lado y lado,

Griselda Reyes

Venezuela sigue adelante gracias a su gente. La misma que, aunque cuestiona la mala praxis tanto de los gobernantes como los de la oposición, entiende que su presente imperfecto le permite ir formando y preparando fuerzas para su futuro, el cual pretende que sea perfecto, esto es, adecuado a las realidades diversas en las cuales se debe involucrar, para seguir en esta tierra de gracia.

Su agenda es, de acuerdo con el transcurrir del año, tan diversa como lo permitan las condiciones en las cuales se van alineando sus propios círculos, tejidos todos alrededor de la existencia de los recursos para hacer posible los momentos de felicidad o de «evasión de la diaria realidad»: los cumpleaños de la familia, los nacimientos y bautizos, quizá algún matrimonio, o divorcio, que algunos también celebran, o el triste recordatorio del que ya no está, por migración o por la fuerza de la vida.

A esta agenda personalísima se le unen la de las fiestas anuales, infaltables dentro del sentir venezolano: «celebrar el carnaval», «ir a la playa en semana santa», «sacar a los muchachos de vacaciones escolares», «los estrenos de navidad y año nuevo». Y toca la agenda agotadora, la infaltable, a la que hay que darle la cara día a día: la comida para el núcleo familiar y, en cada vez más creciente número de casos, los familiares y las amistades solidarias, los «que no tienen». La agenda de la falta de agua, la de los cortes diarios de la luz, la de la cola del gas, la de la cola de la gasolina en aquellos que aún tienen en funciones el vehículo, o la cola del transporte, sin olvidar la de la búsqueda y compra de la comida. La de las colas es la agenda de las «horas perdidas». Y en ellas el recurso más invertido en sentido es el tiempo, con modalidad de pérdida.

Y este manejo negativo del recurso tiempo tiene sus responsables. Y no es precisamente el ciudadano que lo malgasta, pues le mueve su deseo de seguir adelante en este país, su país. Entre los responsables se encuentra aquel que está constitucionalmente obligado a hacer realidad los valores superiores de Venezuela como Estado democrático y social de derecho y de justicia, tanto en su ordenamiento jurídico como en su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Es éste, a través del gobierno nacional y de las instituciones constitucionales, quien debe desarrollar los fines esenciales que le soportan: la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución. A través de la educación y el trabajo como los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines.

Y esta agenda, que debe ser diseñada, dirigida, ejecutada y evaluada en post de la satisfacción de la calidad de vida del ciudadano, se encuentra orientada única y exclusivamente a la supervivencia, no del venezolano, sino de la propia sobrevivencia gubernamental. En lo social, ya no hay como soportar la dotación de las bolsas de alimentos y, especialmente, su calidad – verbigracia el video altamente reproducido del atún de cartón–.

Y ni hablar del «fuera de» servicio público. Si por un día la protesta ciudadana se orientará hacia identificar las sedes de los servidores públicos que no prestan tal función, tendríamos a 335 municipios abarrotados de carteles con la inscripción «fuera de servicio”.

La delincuencia, que inexplicablemente en el lapso de 2017 a 2022 había bajado su incidencia, vuelve a aparecer. ¿Cuáles son los factores de ello? ¿El regreso al país de algunos conciudadanos? ¿El exceso de confianza por parte de las fuerzas de seguridad ciudadana y del Estado? ¿O la falta de recursos oficiales para atender también esta variable de la calidad de vida?

Cada cierto tiempo aparece en la página del Plan de la Patria una encuesta en la cual se identifican diversas situaciones susceptibles de solución por parte del Ejecutivo Nacional. Y le dicen al ciudadano que sólo debe seleccionar tres. En abril de 2020, expuso Maduro en televisión, sin mostrar las gráficas que poseía Jorge Rodríguez, que 88% de los encuestados indicó que, para esa fecha, el problema que requería mayor atención era el suministro de alimentos, 61% en agua potable, 46% en gas doméstico, 27% en gasolina, 13% en electricidad, 6% en servicio de Internet y 6% en transporte público.

Tres años y un trimestre después, la capacidad de respuesta del Ejecutivo Nacional está muy mermada, por lo cual estos porcentajes al día de hoy deben estar superando ya 100%. Es decir, ineficiencia total para solucionar los servicios públicos. Ello quizá sea la razón del embellecimiento de los espacios públicos, una vez estallada la burbuja económica del lapso 2021-2022.

En lo político, el oficialismo vive en un constante ejercicio de adecuación y mantenimiento de su maquinaria electoral, a través de la renovación de las directivas de los consejos comunales, las consultas públicas desde algunas gobernaciones para atender proyectos comunitarios – atención que la Ley Orgánica del Poder Municipal otorga a los municipios –, a lo que se unen las declaraciones sobre misiones internacionales de observación electoral, las incesantes inhabilitaciones administrativas con efectos suspensivos del derecho al sufragio, emanadas por cierto de una rama pública nacional que no es el Ejecutivo; el dejar que ocurra el amedrentamiento a encuentros y personas ligadas a la oposición en medio de la celebración del proceso opositor de la Primaria con miras a la selección de un candidato por parte de un sector de la oposición.

En ninguna de estas agendas está el ciudadano como causa o efecto. Las referencias que aparecen sobre él se pueden enmarcar en «justificar» o «motivar» la paz social o la estabilidad del país.

Y esta orfandad aumenta al procurar ubicar en las organizaciones y liderazgos políticos de los denominados opositores atisbos de acciones, declaraciones y hechos ciertos en defensa de la ciudadanía. Ausencia total. El ciudadano es a los partidos políticos lo que es el elector a ciertas organizaciones civiles: una herramienta a ser usada en un momento indicado y un instrumento de justificación de programas por los cuales pueden percibirse ciertos recursos. No es el protagonista. Es el sospechoso habitual: «la participación no aumenta porque la gente no salió a votar», es la conclusión fácil. La que no se hace debería ir por la vía del diagnóstico y de la reflexión: ¿En qué he fallado como organización política para que el ciudadano no acompañe mi proyecto?

Y este mal trato a la ciudadanía se está permeando a las organizaciones civiles, quienes se encuentran enfrentadas entre sí, bajo la confrontación que llevará a la disgregación y atomización que ya tenemos en los partidos políticos.

No se vislumbra al gran ganador de todo este escenario de derrota en medio de una guerra asimétrica donde el gran perdedor no es el gobierno ni la oposición y mucho menos la ONG o la organización civil. El otro es el ciudadano, es decir, el individuo, la persona, el elector. Para resumirlo en una sola palabra: el venezolano.

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¿Hasta dónde aguantamos?

Griselda Reyes

En los últimos 15 años, los venezolanos hemos aguantado de todo. En estos años de crisis humanitaria, hemos soportado escasez de alimentos y medicinas, apagones, hiperinflación y -aunque sea imposible de creer- colas por racionamiento de alimentos y colas por gasolina, a pesar de tener la reserva probada petrolera más importante del planeta tierra y en un tiempo no lejano las mejores estructuras de refinación y transformación petrolera.

Las últimas generaciones de venezolanos no han visto otra cosa más que la pobreza y la desolación como política de Estado, donde las excusas oficiales para sacar al país adelante se han vuelto un lugar común. A Dios gracias, como sostenía la profesora Mercedes Pulido de Briceño –primera mujer ministra de este país–, «a diferencia de Cuba, aquí llegó la tragedia 50 años más tarde y con la tecnología en contra».

Frente a tanta desolación, parece inaudito que hoy la oposición venezolana esté separada por abismos entre sí, y mantenga más relación con interlocutores del chavismo que con sus pares opositores. Y ustedes dirán, ¿Pero qué tiene que ver la crisis país con las diferencias entre la oposición?

Pues, la respuesta es más que lógica: Si nosotros como sociedad, como país, no actuamos en función de reclamar dos cosas claves, no sacaremos a este país adelante más nunca.

La primera, a la clase política le urge presentar un plan de país concretable en el cortísimo plazo, en caso de ganar en 2024.

Para lograr esto último, es trascendental reunificar a las fuerzas vivas democráticas. Incluso esto es algo que va más allá de los partidos políticos tradicionales, es que las bases asumamos la necesidad de entendernos, de ponernos serios para responder la necesidad que hoy tiene el país para así poder recuperar la confianza de la ciudadanía.

Por ello la pregunta inicial: ¿Cuánto más nos falta por aguantar? En este momento, seis años más del actual modelo de Gobierno en Miraflores, será una tragedia… Los únicos responsables serán los opositores que sigan tendiendo puentes hacía la otra orilla y no entre sí.

Yo no hablo de enemigos, pero si hay que asumirlos como adversarios para poder cambiarlos… Por la vía democrática del voto. No hay balas ni batallones a la orden para hacer ni una intentona, urge articularnos en función de la única ruta: El voto.

En estos tiempos que tanto se habla de inteligencia artificial, nosotros debemos reclamar a los actores de todos los grupos políticos de oposición, inteligencia racional, inteligencia emocional. Hay que actuar con madurez política antes que se nos pase el tren, Venezuela no puede seguir esperando.

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Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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¿Qué aspiramos los venezolanos?

Griselda Reyes

Los venezolanos ¡hemos cambiado! Es mentira que estamos resignados, aunque lo parezca. Es falso que estamos atados a un modelo político, a pesar de los bonos. El venezolano es un trabajador incansable. Somos hombres y mujeres que a diario nos reinventamos para sobrevivir a la crisis. Sabemos que nuestra cotidianidad depende de nosotros mismos.

En estos días escuché a una amiga muy querida decir que los ciudadanos «parece que no sabemos lo que queremos, pero sí sabemos lo que no queremos». No deja de tener razón en su reflexión, y a eso dedico estas líneas.

No hablo por mí, aunque quizás pareciera pecar de ello. Hablo por el grueso que escucho a diario, por la realidad que palpo en la calle. Es un hecho cierto que no queremos este modelo que nos ha traído tanta ruina y desolación.

En mis conversaciones diarias con trabajadores, vecinos, gente del interior del país; puedo recoger que estamos cansados, hastiados, de tanta polarización y confrontación. A ellos debo la frase que he enarbolado en los últimos días: La violencia no es la vía para solucionar los problemas políticos que nos agobian, aunque cada sistema político tiene su sino de violencia.

Debo reconocer que, aunque a ratos pareciera, no queremos retroceder al país que fuimos, clientelar, de compadrazgos. Sabemos que esta tierra maravillosa puede prosperar, con la política como aliado, y brindar oportunidades para todos. El tema está en como trabajar y abordar ambas cosas, relacionándoles con el beneficio común.

Ante todo esto, insisto una y otra vez, que la persona o las personas (porque son muchísimas para una coyuntura tan compleja, como la que se avecina de cara al 2024) deben presentar planes claros, propuestas de país donde se nos explique cómo salir de la tragedia, como dejar atrás la crisis humanitaria atroz que hoy padecemos.

De norte a sur, y de este a oeste, el problema principal de nuestra gente es el económico, pues este debería ser el punto de partida para las ofertas electorales que nos hagan. En lugar de estar haciendo politiquería con p minúscula, los abanderados deberían estar hoy rodeándose de los mejores a pensar en serio este país.

Soy madre, antes que cualquier cosa madre, y quiero saber que tendré un país para mis generaciones futuras y sus generaciones futuras, y esto pasa por seriedad en temas cruciales como el rescate de nuestra industria petrolera. ¿Es acaso privatizar a Pdvsa, la vía?, ¿Hasta cuándo seguimos derrochando nuestro petróleo en el Caribe?

Otras preguntas trascendentales son el tema minero. El sur del país es profundamente rico, pero lamentablemente controlado por mafias. Esto debe ser otro punto de honor para quienes quieren reconstruir al país.

Temas menos cruciales, pero igual de importante: Turismo, seguridad ciudadana, planes de rescate para la seguridad social. Todo, absolutamente todo debe pasar por una propuesta concretable en el tiempo.

Digo todo esto, porque mientras los venezolanos sigan viendo en titulares que se caen a piña unos con otros, o que se sacan –como he dicho esta semana en declaraciones a la prensa nacional– hasta la partida de nacimiento; no habrá forma alguna de recobrar la confianza de los nuestros.

¿Podemos hacerlo? Depende de la clase política, pero también de cada uno de nosotros de activarnos en función del país que podemos llegar a ser.

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Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.