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Opinión

Con voz propia

Significativo es el 20 de agosto para quienes ejercen “el oficio más bello del mundo”, tal definió Gabriel García Márquez al periodismo que ejerció aquí y dejó lecciones en libro Cuando era feliz e indocumentado. Ese día cumple 75 años la Asociación Venezolana (AVP), génesis del Colegio Nacional de Periodistas (CNP). Lideró su fundación Francisco Jesús Ávila (FJA) y libró batallas por la dignificación, reivindicaciones, formación profesional y colegiatura. Entre sus afiliados estuvo el después Premio Nobel de Literatura.

Recurrimos al hecho ante la crisis jamás vivida por comunicación social en la Venezuela desgobernada por narco régimen que causa la mayor tragedia sufrida. Lo hacemos ante pusilánime complicidad de quienes fueron figuras gremiales. Se suman concepciones que rechazan la política, en la cual ignoran función emblemática de la prensa en lucha por la Independencia y el emblemático Correo del Orinoco, así como acciones por la Democracia.

Nació AVP con 69 participantes en la Asociación de Escritores el 20 de Agosto 1941, por convocatoria de organizadores de la Asociación de Periodistas Venezolanos (AVP lo propuso FJA), que lideraron Manuel B. Pocaterra, presidente y P.A. Ruiz Paz-Castillo, secretario.

Primer punto: Congreso Panamericano de Periodistas, para el cual Arturo Uslar Pietri, Ministro de Educación, convocó el 11 de marzo. El presidió un Comité que integró con Monseñor Jesús María Pellín (La Religión), Pedro Sotillo (El Universal), Ángel Corao (El Heraldo), Ramón David León (La Esfera), Luis Barrios Cruz (Ahora) y Manuel Felipe Núñez (Crítica).

Directiva Provisional se nombró y la formaron Pascual Venegas Filardo, Pocaterra, Luis Esteban Rey, Pedro Chacín Chacín y Ángel C. Mejías, de la prensa mencionada y Miguel Otero Silva, El Morrocoy Azul y Julio Ramos, Fantoches.

En 1942 celebraron Día del Periodista el 24 de octubre. Entre los actos: misa oficiada por Monseñor Pellín; visita al Panteón Nacional y ofrenda floral ante el sarcófago del Libertador; conferencia de José Nucete Sardi: Bolívar, Maestro del Periodismo.

Inauguraron premios a mejores reportajes, crónica y fotografía; FJA y Valmore Rodríguez hablaron sobre faenas del diarismo. Luis Roche adjudicó terreno para el gremio. Concluyeron con cena de gala presidida por el Jefe de Estado Isaías Medina Angarita.

En diciembre de 1942 fue celebrado el Congreso Interamericano de Periodistas, en el centenario de traslado de restos de Bolívar a Caracas. A editores nacionales se unieron de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay.

El 24 de octubre de 1943 se celebró el Primer Congreso Venezolano de Periodistas liderado por Monseñor Pellín. Presidia el gremio Paz Castillo.

Antecedente de la AVP fue la Asociación de Escritores y Periodistas que el 14 de febrero 1936 realizó la primera huelga de prensa, contra la censura. La acción se repitió el 21 de enero de 1958, contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. El paro lo cumplieron El Universal, El Nacional, Ultimas Noticias, La Esfera y La Religión; en la provincia El Carabobeño y parcialmente Panorama, cuya edición de cuatro páginas fue traída a Caracas.

La Escuela de Periodismo que tiene sus precedentes en los cursos de El Universal y en la llamada “Universidad Libre Augusteo” de Monseñor Lovera, es igualmente otro logro relevante e histórico de la AVP, materializado en tiempos de Rómulo Betancourt, para entonces Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

Al MARGEN. Parodiando a quienes con seriedad defienden la Carta Magna, militarista régimen imponen de Constituyente al usurpador Elvis Amoroso. Él era Secretario de la Asamblea. jordanalberto18@yahoo.com

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El comentario de la semana

Terminaron los Juegos Olímpicos #Rio2016, para mi, unos de los más interesantes y emotivos de todos los que puedo recordar. Pero claro, puedo estar afectado por el presentismo y como cosa común, sentir que lo más inmediato en mi memoria es lo que, por tener más fresca la información, me genera más posibilidades para contrastar detalles y dictaminar que éstos han sido unos mejores Juegos que los anteriores.

No obstante, comparar estas cosas también tiene su dejo de absurdidad, todos los Juegos traen consigo sus claros y sus oscuros; los recientemente culminados no escapan a las contradicciones o a las polémicas. Tampoco les faltaron hazañas o proezas de tipos ya míticos como Phelps, Bolt. O las historias de atletas que pese a las condiciones adversas de sus países se sobreponen y triunfan o participan sin apoyo de sus gobiernos y sin las condiciones que la alta competencia precisa para hacer de un joven con talento un atleta competitivo y triunfador.

De esto último quiero hablar, de las etiquetas “Generación de Oro” y “País Potencia”, es decir, otra de las burlas y las vaciedades que nuestro gobierno intenta llenar con propaganda, una propaganda barata que nos sale muy cara a todos.

Desde 1998, año en que tomó el poder aquel cadáver que se las daba de jugador de béisbol hasta hoy, han transcurrido CINCO Juegos Olímpicos, en todos esos juegos nuestras delegaciones no han sumado ni DIEZ medallas aglutinando los tres metales. En la última cita olímpica, Venezuela quedó de número #65, por debajo de Colombia, Argentina, Puerto Rico, y obviamente a cientos kilómetros planos de las verdaderas POTENCIAS DEL DEPORTE.

¿No que éramos potencia? Antes de que el lector (sobretodo el lector chavista, si es que leen) me acuse nuevamente de alienado, apátrida y de que esto es una carga contra nuestros atletas, debo destacar que casi cada atleta venezolano que llega a Las Olimpiadas es en sí un heroe que se ha sobrepuesto a cientos de problemas, entre los que se cuenta el económico, la falta de implementos, de entrenadores adecuados, incluso de alimentación, pues si viven en el país, ya podemos imaginar a muchos jóvenes atletas teniendo que restar horas a su entrenamiento para hacer colas, para trabajar, para sobrevivir.

Si es que el atleta se ha ubicado en un nivel competitivo tan alto como para que el gobierno no pueda evitar financiarle su carrera deportiva en el exterior, entonces a éstos se les exige que declaren su agradecimiento prosternado al imbécil que es presidente o al ladrón vicepresidente, al muerto, en fin, a la revolución.

Pero ¿qué pasa con el deporte de base, las escuelas deportivas para los niños, la gratuidad del acceso a éste? No hay ni canchas, las que hay están malas, las piscinas no sirven, los gimnasios funcionan a medias, a veces ni eso. Lo digo por la ciudad en que vivo, Maracay. Pásese por el parque Santos Michelena, cerrado por remodelación por segunda vez en cuatro años, si lo habían arreglado hace tan poco por qué remodelarlo de nuevo ¿será porque todos los materiales que usaron eran de pésima calidad? ¿será que es otra lavadora de dólares? Visite el Polideportivo Las Delicias, qué tal si le digo que el Nado Sincronizado no tiene piscina donde entrenar, que los atletas de natación deben entrenar en clubes privados. ¿Y qué pasó con la remodelación del Estadio Hermanos Ghersi? ¿y la culminación del estadio cuyas ruinas previas se ven desde la avenida Los Aviadores?

Hago este inventario de “instalaciones chatarra” porque esa es una de las causas de que nuestros deportistas o fracasen en las citas de alta competencia o de que nuestros chamos no tengan donde descubrir y desarrollar sus habilidades, habilidades que a mediano y largo plazo redundarían en un éxito deportivo apreciable y medible en triunfos individuales y colectivos para el país.

Qué hablar de la esgrimista que se montó los ojos del difunto en su pecho, o del agrandado, ex gloria del mismo deporte que luego de perder las elecciones de la Asamblea Nacional fue a Río a “participar”. Los miro como veo a los enchufados, vividores de la renta de un gobierno ladrón que si bien lograron un sitial deportivo importante, ya no lo justifican pero siguen chupando de las prebendas de haberse arrodillado y hacerse "estrellas" de la propaganda oficial.

Cada vez que un muchacho venezolano se gana el puesto en una selección para viajar a algún lugar, lo primero que recibe la familia es una carta pidiéndole una “colaboración” para ayudar a costear el viaje, a pagar los gastos, si no la dan, el chamo se queda. Pero, cuando se acerca la competencia, con la delegación viajan de gratis el doble de las personas que suman atletas y entrenadores ¿y quiénes son éstos? Adivinen, enchufados de todo tipo, esposas, amantes, hijos, ahijados, hasta narc...sobrinos que aprovechan la cola para visitar de gratis otro país. ¡Nieguen eso!

Por estos motivos, y porque tenemos ya una generación de chamos malnutridos cosa que impacta directamente en el crecimiento, la talla, la fibra muscular, los reflejos y la cognición, porque un par de zapatos deportivos cuesta no menos de 100 mil BsF, porque la inseguridad hace de las canchas y parques lugares hostiles, porque los chamos que deberían estar entrenando cualquier deporte están limpiando parabrisas en los semáforos o tentados a ser malandros o buscando comida en la basura.

Por todo lo antes dicho y más, es que no hay ninguna maldita Generación de Oro, ningún País Potencia, se trata solo un muy pequeño número de privilegiados o de heroicos jóvenes que igual la pagan teniendo que aceptar los apapachos del insulso ese que ni sabe quién es quien. Que cree que el Lanzamiento de Jabalina trata de “agarrar una cochina hembra del sexo femenino y femenina, verdaaa, y tirarla bien lejos y lejas para allá, verdaaa”

Profesor UPEL- Maracay

Gente del Deporte Aragua

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Con ocasión de la decisión de la Asamblea Nacional de revocar el nombramiento de los 13 magistrados titulares y 21 suplentes realizado por la gestión anterior de ese organismo, Acceso a la Justicia comentó su respaldo a la medida pues 10 de los 13 no cumplían con los requisitos para serlo. Ahora nos preguntamos, ¿se repite esta situación con los 19 magistrados restantes?

La investigación arroja que siete de ellos cumplen a cabalidad (Marjorie Calderón, Mónica Misticchio, Francia Coello, Guillermo Blanco, Indira Alfonzo, Bárbara César, y Arcado Delgado); sobre seis hay dudas y los seis restantes no cumplen con uno o más de los requisitos requeridos para tener ese cargo.

De estos últimos, tres han sido condenados penalmente mediante sentencia definitivamente firme o han sido sancionados por responsabilidad administrativa mediante un acto administrativo definitivamente firme; lo que trasgrede la Constitución y la LOTSJ. Los otros no tienen alguna de las condiciones que exige la Constitución de manera alternativa: 15 años de ejercicio de la abogacía con un título de posgrado en derecho, 15 años siendo profesor universitario en derecho o 15 años como juez superior en el área de la Sala para la que se han postulado. Dos de ellos tienen el agravante de que no se sabe si renunciaron a la militancia partidista que profesaban anteriormente, lo que violaría además de la Constitución, la LOTSJ ylos Principios básicos relativos a la independencia de la judicatura.

Esto último sucede también con cuatro de los magistrados de los que existen dudas sobre su perfil. Dos de ellos suman a esta incertidumbre cuestionamientos sobre su honorabilidad (que es un requisito Constitucional), al existir denuncias en su contra por distintas razones. Es el caso también del quinto magistrado de este grupo, mientras que el sexto no tiene su currículo publicado por lo que no hay manera de saber si es venezolano y no tiene otra nacionalidad.

Al sumar estos resultados con los presentados anteriormente por Acceso a la Justicia encontramos que 16 de los magistrados actuales del TSJ (es decir, el 50%) no tienen el perfil requerido para ejercer ese cargo y 6 más (19%) generan dudas de importancia sobre su idoneidad.

Acceso a la Justicia no puede evitar insistir en el hecho de que por la importancia de su labor estos son cargos que deberían estar ocupados por los mejores juristas del país, y lo que evidencia esta situación es que se han privilegiado criterios de preferencia política en lugar de aquellos de idoneidad profesional.

¿Y a ti venezolano, cómo te afecta?

La imparcialidad y la independencia son sin duda las dos características más importantes que un juez debe tener para que pueda cumplir su rol. Si tenemos en el país como máximos jueces a personas que no tienen los requisitos para serlo sino que están allí por ser amigos o simpatizantes del gobierno de turno y nada más, ¿podremos esperar realmente que actúen de manera independiente y que sean imparciales? ¿Qué clase de Justicia puede impartir un juez que le debe su cargo no a sus méritos sino a sus conexiones políticas?​

​Responsable de Medios

Acceso a la Justicia

El Observatorio Venezolano de la Justicia

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Lester L. López O.

Apreciación de la situación # 75

De un régimen de malandros y delincuentes se puede esperar cualquier cosa menos que cumplan con las leyes, acuerdos y mucho menos con principios y valores, especialmente cuando los árbitros institucionales que deben intervenir para que esto no ocurra son parte del mismo régimen, por lo que para los opositores al mismo, solo le queda el recurso de la protesta pública y masiva que concluya, por la vía de la presión popular o de fuerza, con el fin de la tiranía reinante.

Pero esta solución de facto puede acarrear consecuencias posteriores adversas para las nuevas autoridades, especialmente en el ámbito internacional, si estas autoridades no están comprometidas con principios y valores reconocidos por esa comunidad y también porque los costos de la transición fueron mínimos en cuanto a pérdida de vidas humanas y materiales. De allí que la observación de organismos multilaterales internacionales en el periodo previo a las acciones que concluyeron con la caída del régimen, cobran vital importancia al momento en que el concierto de la naciones deban reconocer las nuevas autoridades que, por supuesto, deben tener carácter transitorio y una promesa de elecciones libres para elegir nuevas autoridades en el corto plazo o en el tiempo necesario para organizarlas. Eso dice el librito.

Afortunadamente en nuestro país, el constituyente en 1999, previó el mecanismo del referendo revocatorio para evitar esas salidas de fuerza, de tal manera que se pudiera salir de un mal gobierno por la vía pacífica, democrática y electoral si el pueblo o el soberano así lo solicitaran. Pero el actual régimen de malandros y delincuentes, de cuyas raíces salió la idea del referendo revocatorio, ahora dice que eso es una forma de derrocarlos-descubriendo el agua tibia- y alegan que tienen derecho a ejercer su derecho de cumplir su periodo constitucional hasta el año 2019. Nada mencionan, esta vez, de los derechos del soberano a quien se ufanan de representar y han llevado a condiciones de miserias inaceptables.

La MUD nacional, con el apoyo de la sociedad civil organizada, ha programado un evento de protesta masiva, pacífica, el primero de septiembre, con el nombre de “la toma de Caracas” para exigir al ente rector tres cosas: a) que fije la fecha para la recolección del

20% de las firmas exigidas para el RR; b) que fije la fecha para la realización del RR y c) que fije la fecha para las elecciones regionales de gobernadores y diputados a los conejos legislativos de los estados; todo para este año 2016 como lo establece la Constitución Nacional.

Pero las amenazas de los voceros del régimen no se han hecho esperar, ya convocaron una contra marcha en Caracas para el mismo día y acciones con los cuerpos de seguridad del estado para que los manifestantes que vienen de las distintas regiones del país no puedan llegar a tiempo a la manifestación. No prever un enfrentamiento, por parte de los organizadores de la MUD nacional, entre ambos grupos de manifestantes sería una demostración de candidez por parte de los mismos.

En previsión a eso, la MUD debe insistir en la presencia de representantes u observadores internacionales de todos los organismos multilaterales con los que se han tenido conversaciones hasta ahora aunque no se hayan tenido resultados prácticos para la fecha, son los que pueden certificar que nos hemos conducidos de la manera más democrática y pacífica posible en caso de que las acciones se salgan del cauce debido, especialmente porque el gobierno va a buscar provocar las acciones violentas. No se debe olvidar que la rectora autonombrada como la única persona que decidirá el futuro del país, porque no acepta presiones de nada ni de nadie, ha amenazado, en diferentes oportunidades, con suspender el proceso revocatorio si las condiciones de estabilidad política y social del país no eran las adecuadas.

Por estas razones, y otras que expondremos más adelante, es necesario que la MUD insista en la presencia internacional en nuestro país y especialmente en la aplicación de los principios de la Carta Democrática de la OEA, no pueden dejar al señor Almagro por fuera.

22 de agosto de 2016

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A Barack Obama, el presidente número 44 de Estados Unidos, le quedan solo 5 meses en el puesto. Por eso parece necesario hacer un balance de sus casi 8 años en esa posición, tan prestigiosa y a la vez tan llena de pesadísimas responsabilidades. Es una tarea cuesta arriba, casi diría que un atrevimiento, pretender hacer un juicio acertado sobre un período que solo será visto con imparcialidad y lucidez con el paso de los años, pero creo que merece la pena hacer el intento.

Fue sorprendente, y todavía hoy lo es, que un negro llegara a la Casa Blanca. Ese fue su gran logro producto de un empeño tenaz en alcanzarlo. Hoy se puede decir que esa condición racial no ha empañado su desempeño, porque nunca la usó para justificar sus fallos o para defender injustamente a los de su misma raza. En cambio, lo que es sostenido por muchos opinadores y personas del común en Estados Unidos es que en muchos casos, más de los que podríamos suponer, la oposición republicana, conservadora, blanca, a lo largo de su presidencia tiene en el fondo una base racista.

Su presidencia arrancó con una condición que a muchos nos preocupó de inmediato: la enorme esperanza, más allá de lo racional, que suscitó en mucha gente dentro y fuera de Estados Unidos. Como si por arte de magia, el hecho de su ascenso al poder fuera a resolver muchos de los grandes problemas del mundo. Como era de esperar, esa ilusión desmedida pronto se vio atenuada en el ejercicio diario y frustrante del poder.

Obama recibió la presidencia en enero de 2009 en medio de una recesión causada principalmente por el manejo irresponsable de instituciones financieras, lo que llevó a la crisis llamada la burbuja inmobiliaria. Fue una recesión tan seria que ha sido considerada la más fuerte y peligrosa desde la que se dio a finales de los 1920s en Estados Unidos. En febrero de 2009, al mes de jurar el cargo, firmó un paquete fiscal de $787.000 millones para estimular la economía, lo que fue una de sus acciones principales con el fin de dar un empuje fundamental para sacar al país de la recesión. Con ese paquete fiscal y con el apoyo a los constructores de vehículos de Detroit fue logrando su objetivo: hoy en día podemos decir que Estados Unidos salió de esa recesión, tiene una economía que crece aunque a una tasa no muy elevada, tiene un desempleo de 4,9 % cuando era de 10% o más cuando recibió la presidencia, cuenta con una industria automovilística boyante y con unos indicadores financieros que han roto records. De manera sorpresiva, estas decisiones fiscales de Obama fueron adversadas por muchos de los componentes del partido republicano, sobre todo por aquellos cercanos al Tea Party.

A pesar de los logros económicos de Obama , todavía hoy en día un 60% de la población americana dice que el país va por un camino equivocado. Al parecer este descontento generalizado, sobre todo entre la población blanca, trabajadores manuales, de las pequeñas ciudades de Estados Unidos, no se atribuye solo al período de Obama sino que se ha ido concretando a lo largo de decenas de años y de varios presidentes.

Una vez que lanzó su paquete de rescate financiero, y teniendo la mayoría del congreso entre 2009 y 2010, se dedicó a la aprobación del Affordable Care Act, conocido como ObamaCare, con el cual logró que, de los 50 millones personas que no tenían ningún seguro de salud, 20 millones pasaran a tenerlo lo que se considera un buen logro. Sin embargo, ese programa de salud, que pretende darle un seguro de calidad y asequible a más norteamericanos, ha tenido muchos contratiempos y enemigos porque parece haber afectado negativamente a la clase media al aumentar los costos anuales de sus cuidados de salud. Se ha convertido en el centro de los ataques de los republicanos contra Obama.

Mucha gente critica que se dedicara tanto tiempo y esfuerzo político al ObamaCare, descuidando otras metas prioritarias como una reforma financiera que regulara las instituciones de esa área con el fin de evitar en el futuro otro desastre como el de la burbuja inmobiliaria. Algo se logró en este aspecto, al aprobar el congreso el llamado Dodd-Franck Act en 2010, que, entre otras medidas, estableció mayores requerimientos de capital para los bancos, fortaleció los procedimientos para resolver las fallas de los bancos y otras instituciones financieras y limitó las capacidades de los bancos de invertir en papeles financieros riesgosos.

Obama ha sido criticado porque en su primer período, sobre todo cuando tenía mayoría en ambas cámaras del congreso, no le haya dado prioridad a las leyes de inmigración para tratar de resolver el problema de los 12 millones de inmigrantes ilegales que hay en Estados Unidos. Luego, cuando ya perdió esa mayoría, nunca más pudo avanzar en esas leyes por la oposición de los republicanos. Ante esa situación, Obama se ha valido de decisiones ejecutivas para tratar de alcanzar logros parciales en el área migratoria, especialmente las conocidas como DACA(Deferred Actions for Chilhood Arrivals) y DAPA (Deferred Action for Parents of Americans and lawful permanent residents), pero esas decisiones de gran significación para los latinos ilegales, se han visto detenidas por la decisión de un juez de Texas, la cual sigue vigente luego de que la Corte Suprema no tomara posición gracias a una votación de cuatro magistrados a favor y cuatro en contra de cambiar la decisión del juez tejano.

Los demócratas solo tuvieron mayoría en ambas cámaras del congreso entre 2009 y 2010. Luego perdieron esa mayoría, especialmente en la cámara de representantes, y nunca más la pudieron recuperar. Ese hecho ha sido un enorme lastre para la presidencia de Obama porque los republicanos han mantenido una oposición obcecada ante casi todas sus iniciativas. Pocas veces, quizás nunca, se había visto una división tan abismal entre los dos partidos esenciales, casi únicos, de la política norteamericana.

En el segundo período, 2012-2016, después de haber superado la dura campaña electoral en la que se enfrentó a Mitt Romney, Obama pudo dedicar mayores esfuerzos a aspectos no muy trabajados en su primer período, como la cuestión ambiental. En este aspecto, él ha sido un convencido de la importancia capital de tomar medidas para frenar el progresivo calentamiento global producido por las emisiones de CO2 e incidir sobre otros aspectos del deterioro ambiental. A través de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) se ha logrado disminuir las emisiones de carbono y otros elementos contaminantes. Antes de Obama, el 50% de la electricidad provenía de la quema del carbón, hoy en cambio es el 33%. Las fuentes alternativas de energía, como el uso de la energía solar y del viento, han visto un repunte. Hoy en día un millón de hogares norteamericanos tiene instalaciones para el uso de la energía solar. Otra acción aplaudida por los ambientalistas fue el rechazo de Obama a la aprobación del oleoducto que iba a ir desde Canadá hasta el sur del país, conocido como Keystone XL Pipeline. Aprovechando el apoyo dado a la industria automovilística se aprobaron también regulaciones para limitar la producción de dióxido de carbono, y otros contaminantes ambientales por carros y camiones ligeros.

Lamentablemente, los últimos 10 años están entre los más calientes en los registros meteorológicos, han aumentado los incendios forestales, la concentración atmosférica de dióxido de carbono sigue aumentando lo mismo que los niveles de los océanos. Es evidente que solo una acción concertada y constante por parte de todos los países, en especial los industriales, puede permitir la disminución de esos alarmantes índices ambientales en los próximos 20 años.

Una de las preocupaciones más profundas de Obama, pero en la que no ha logrado casi ningún avance apreciable, ha sido el control de la venta indiscriminada y el uso cada vez más frecuente de armas en Estados Unidos. Este país es el que posee un mayor número de armas en manos privadas y en el que ocurre el mayor número de homicidios en todo el mundo. Basados en la segunda enmienda de la constitución, los republicanos defienden agresivamente el derecho de la gente común de poseer armas de todo tipo. La Asociación Nacional del Rifle es una organización poderosa que apoya esa política y que ha manifestado su apoyo irrestricto a Trump en su campaña electoral.

En política internacional, Obama ha sido considerado por muchos como un presidente débil que no ha sabido enfrentar diversas situaciones peligrosas como las del Oriente Medio. Resulta contradictorio, por decir lo menos, oír el lamento de los americanos cuando sus hijos mueren en guerras en el extranjero, pero ver cómo en estos años, cuando no ha habido acciones bélicas de consideración, critican al presidente por no ser más agresivo en su política internacional.

Una de las situaciones más difíciles de manejar fue la prometida salida de Iraq. Obama, a diferencia de Hillary Clinton, nunca aprobó la invasión de Iraq pero recibió el encargo de tratar de terminarla. En el año 2011 salieron casi todas las tropas de Iraq, pero pronto se vio que iba a ser difícil salir definitivamente de allí. El gobierno de Nouri-Al-Maliki no ayudó en nada al empezar una persecución de los sunitas. Luego vino el surgimiento de ISIS que ocupó gran parte del Iraq sunita, limitante con Siria, donde también tiene territorio. Aquí todo el mundo está de acuerdo en que la invasión de Iraq por el gobierno de Bush fue la raíz del surgimiento de ISIS, pero también hay muchos republicanos que culpan a Obama por haber salido de Iraq demasiado pronto. Es muy difícil saber dónde está la verdad, porque el manejo político y mediático de todo lo relativo al Oriente Medio está lleno de confusión y de posiciones interesadas. Hoy en día ha ido aumentando poco a poco la presencia americana en Iraq, hay alrededor de 4500 comandos especiales allí, y se hacen bombardeos de la zona donde está ISIS usando cada vez más los drones para ese fin.

Siria ha sido el más molesto y permanente de los dolores de cabeza de Obama y de los países de Europa. Estos últimos han recibido una oleada de refugiados que huyen del hambre y de una muerte segura. Llama la atención que muchos líderes europeos y americanos critiquen tan acerbamente la política de Merkel o de Hollande de recibir a los refugiados, tan solo porque es factible que entre esos refugiados se cuelen algunos radicales islamitas. No son capaces de ponerse en los zapatos de los refugiados.

Hay un capítulo de la guerra en Siria relacionado con Obama que merece ser destacado. En el año 2012, Obama señaló que había una línea roja que Bashar Al Assad no debía pasar, so pena de que Estados Unidos lo atacara militarmente y terminara su gobierno. Esa línea roja era un ataque con armas químicas a los rebeldes anti Assad. En agosto de 2013 se produjo, en los suburbios de Damasco, un ataque con gas Sarin contra los rebeldes en el que murieron 1.500 personas, 400 niños entre ellas. Sus muertes fueron horribles entre espasmos y espumarajos. A los pocos días parecía que el ataque de Estados Unidos era inminente, pero de repente Obama lo detuvo para consultar al congreso y al pueblo si estaban de acuerdo con la guerra en Siria. Ambos contestaron que no. En ese momento surgió inesperadamente una salida gracias a un comentario de Kerry, Secretario de Estado, que llevó a Rusia a intervenir, con el resultado final de que Siria reconoció que tenía armas químicas y que estaba dispuesta a entregar 1.300 toneladas de esas armas a una coalición internacional, lo que finalmente hizo. De esa manera, sin disparar un tiro, se alcanzó un gran logro. Sin embargo, Obama fue acusado, y todavía lo es, de cobarde y débil al no lanzar la guerra contra Assad y sacarlo del poder.

La guerra en Siria es un rompecabezas que heredará el próximo presidente de Estados Unidos. En ese país destrozado concurren, como actores, el gobierno de Bashar Al Assad, los rebeldes que pretenden su caída, Rusia que apoya a Assad, ISIS que es combatido por Rusia y Estados Unidos y por el mismo Assad, y los kurdos. Además, de manera menos evidente pero cierta, intervienen Arabia Saudita e Irán.

Una de las cosas que suceden con la política internacional de Estados Unidos es que los países europeos y los pa]ises árabes, que serían los primeros llamados a resolver sus problemas cercanos, esperan que Estados Unidos intervenga; cuando no lo hacen los critican y cuando lo hacen también. Unas veces quieren que Estados Unidos se quede quieto en su mundo americano y en otros que haga el papel de policía del mundo.

Una de las últimas acciones de Obama es el tratado de comercio con países del Pacífico, conocido como TPP (Trans Pacific Partnership), que incluye a 11 países, entre los cuales están Canadá, Mexico, Perú, Chile, Australia, Malasia, Singapur y Japón. Todavía no ha sido concluido y firmado, pero gracias al apoyo republicano y con la oposición de los demócratas, Obama podría negociarlo y luego tratar de que el congreso lo apruebe. Sin embargo, parece que eso no va a ser posible porque le queda muy poco tiempo a Obama y porque tanto Trump como Hillary se oponen a él.

Queda, entonces, para la posteridad hacer un juicio definitivo sobre el gobierno de Obama, pero se puede decir que ha hecho un gobierno aceptable, por no decir que bueno, dentro de las posibilidades y limitaciones enormes que el congreso y los grandes intereses financieros e industriales le colocan a todos los presidentes, sean demócratas o republicanos. Para los latinos que venimos de países con grandes fallas, especialmente si se trata de Venezuela, esta enorme nación es un polo de atracción por su seguridad y sus posibilidades de crecimiento económico pero para muchos norteamericanos está en el camino equivocado, lo que para nosotros es incomprensible.

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¿Cuándo un pueblo se hace pueblo?

Una de las dificultades para entender a un pueblo como algo “no hecho” sino como algo que “se hace” reside en la identificación, las más de las veces retórica, entre pueblo y nación. Más grande es la dificultad si se toma en cuenta que desde el punto de vista de la nación el pueblo está formado por todos los con-nacionales y en su expresión jurídica estatal, por todos los con-ciudadanos. Luego, si la nación es indivisible, el pueblo también lo sería.

Ese criterio de pueblo-nación no puede, sin embargo, ser asumido por ninguna teoría política moderna. La razón es que la política actúa siempre sobre un campo divisible poblado de conflictos y antagonismos. Sin divisibilidad no hay política. Por lo mismo, el pueblo en política es, y debe ser –a diferencia del pueblo-nación- un pueblo dividido. Usando un ejemplo extremo se puede decir que el pueblo de los fascistas no puede ser el mismo que el pueblo de los demócratas, ni al revés tampoco.

En términos no políticos, el pueblo político al ser confundido con los conceptos de nacionalidad, ciudadanía, etnia e incluso raza, opera en el imaginario colectivo como un pueblo fundador, es decir, como un pueblo histórico. En cambio, desde la perspectiva del pensamiento político, el pueblo histórico no existe como tal y en su lugar aparece un pueblo en su historia, historia que al ser historia va mutando de modo incesante. Podríamos decir, por lo tanto, que el pueblo no-político es un pueblo estático y el pueblo político es un pueblo activo, en constante transformación. En breve: “un pueblo que se hace pueblo”.

La noción de un pueblo que se hace puede ser ejemplificada a partir de un estudio realizado por Sigmund Freud relativo al momento de fundación del pueblo judío durante el largo periodo del Éxodo. En los tres ensayos contenidos en su última obra “Moisés y la religión monoteísta” (1934-1938), dejando de lado especulaciones relativas a la nacionalidad de Moisés, según Freud un noble egipcio perteneciente a la corte del faraón monoteísta Akenaton, derrocado por el “partido politeísta”– la idea freudiana es que no fue el pueblo judío el que realizó el “éxodo” sino el “éxodo” hizo posible al pueblo judío. Tesis que encuentra ciertos fundamentos en la propia narración bíblica. Pues a través del largo viaje, los emigrantes pre-judíos fueron creando reglamentos (mandamientos), estructuras, jerarquías e instituciones que le permitieron constituirse como pueblo antes de ser nación.

En cierto sentido –eso no lo dice Freud pero es deducible de sus sugestivos ensayos- antes de que el pueblo judío fuera un pueblo religioso fue un pueblo político y como tal fue constituido a partir de múltiples y violentas luchas de poder las que adquirían –no podía ser de otro modo- un formato religioso (idolatría vs. monoteísmo, por ejemplo). El concepto de pueblo religioso es, por lo tanto, una variante del concepto de pueblo histórico (o pueblo fundacional).

Benedicto XVl, como es sabido, propuso, en analogía al pueblo judío hablar del “pueblo cristiano”. Pero en cualquiera de los dos casos el pueblo religioso no puede ser un pueblo político. La razón es obvia: en un pueblo político caben los miembros de todas las religiones y confesiones habidas y por haber.

Un pueblo histórico y/o religioso pudo haber sido en sus orígenes un pueblo político. Pero desde el momento en que “pasa a la historia”, deja de ser político. El pueblo político es, en cambio, un pueblo “haciendo su historia”. Eso no quiere decir que en política no exista cierta recurrencia a la noción de pueblo histórico (fundacional), pero solo con el objetivo de reafirmar la existencia de un pueblo político.

Ahora, en la teoría política moderna –esencialmente contractual- el concepto de pueblo opera como una premisa ficticia o principio regulativo cuya función es dar sentido al acto constituyente originario (Hans Kelsen, Teoría general del Derecho y el Estado) Un ejemplo: la Constitución de los EE UU en su preámbulo 1787 dice: Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos.

El pueblo constituye y destituye

Evidentemente, la Constitución norteamericana no fue dictada por el pueblo pero se sustenta sobre el principio que da sentido al acto constituyente en donde el pueblo actúa (de modo ficticio) como agente fundador. Siguiendo a Kelsen y en cierto modo a la idea del velo de la ignorancia de John Rawls (Teoría de la Justicia), las premisas constitucionales, si bien siendo ficticias o imaginarias, cumplen el papel de regular el sentido mismo de la Constitución. Así puede ser posible que el pueblo “de carne y hueso” no actúe como agencia fundadora de un pueblo, pero sí es introducido en una Constitución como agente fundacional, el pueblo “de carne y hueso” puede ser activado en cualquier momento.

Para seguir con el ejemplo norteamericano, sabemos que en la Declaración de Independencia de 1776 fue establecido que “todos los hombres han sido creados iguales” pese a que no todos los hombres –sobre todo los esclavos negros- eran iguales en la recién fundada nación. Pero dicha frase confirió posteriormente al partido anti-esclavista del norte una vía constitucional sobre la cual hizo transitar sus demandas. Por esa misma razón, cuando Obama fue elegido presidente, el principio de la igualdad ante la ley, plenamente activado, dejó de ser una ficción y se convirtió en realidad. Así sucede con el principio del pueblo como agente constitucional. Dicho principio regulativo aplicado sin el pueblo puede ser usado a posteriori por el pueblo el que a la vez se convierte en pueblo en defensa de ese mismo principio.

El pueblo es quien constituye. Esa fue la definición del jurista Carl Schmitt en su libro Teoría de la Constitución (1928) En palabras breves, el pueblo es político, según Schmitt, cuando asume su plena soberanía.

La noción del pueblo soberano –básicamente contractual- asumida por Schmitt en 1928 contrasta, sin embargo, con la expresada de modo radicalmente taxativo en su libro Teología Política publicado en 1922. La premisa de Schmitt en ese texto era: Soberano es quien decide sobre el estado de excepción.

Según esa primera acepción, el muy hobbesiano Schmitt entiende a la soberanía como una atribución derivada del uso de la fuerza. Schmitt, efectivamente, no confería en 1922 importancia a la diferencia entre dominación militar y hegemonía política. Tampoco al concepto de mayoría, tan decisivo para Hannah Arendt en la génesis del poder político (Violencia y Poder). Para el Schmitt de 1922 la soberanía se deduce simplemente del poder y el poder de la violencia. Esa fue la razón por la cual los teóricos políticos dedicados a dar fundamento ideológico a regímenes dictatoriales han abrazado con entusiasmo la tesis schmittiana de 1922 desconociendo la de 1928. No podemos olvidar por ejemplo que Jaime Guzmán. el filósofo político de la dictadura de Pinochet, seguía a pies juntillas las tesis formuladas por Schmitt en sus libros Teología Política y La Dictadura desconociendo por completo la tesis del pueblo como soberano expuestas por el mismo Schmitt en 1928.

Por cierto, Schmitt, a diferencia de Arendt, nunca fue un demócrata. Cuando en 1928 acepta la tesis de que el pueblo es quien constituye reconoce simplemente que el pueblo puede ser poder constituyente pero a la vez no niega la posibilidad de que ese poder también pueda derivar del principio monárquico el que bajo la categoría Führerprinzip (principio del líder) puso Schmitt al servicio de la Constitución nacional-socialista de 1933. No obstante, como el principio monárquico no puede ser traspasable a ningún principio civil pues el poder del monarca proviene teóricamente de Dios, la vinculación establecida por Schmitt fue la de líder y pueblo entendiendo al pueblo como una proyección “hacia abajo” del soberano constituyente representado en el Führer (Hitler).

Yo soy el pueblo

El dictador, de acuerdo al Führerprinzip se arroga no un poder divino pero sí el poder del pueblo. Él es el pueblo. Nos explicamos entonces por qué Napoleón declaró en un discurso Yo soy el poder constituyente. Frase dicha en contraposición a la de El Estado soy yo formulada por Luis XlV. En otras palabras lo que Napoleón dijo fue: Yo soy el pueblo. De más está decir que ese principio, el napoleónico, ha hecho escuela entre los filósofos de las dictaduras desde el español Donoso Cortés, el alemán Carl Schmitt, hasta llegar en América Latina a ser representado en personas como el dominicano Joaquín Balaguer, el chileno Jaime Guzmán y el argentino Norberto Ceresole.

El pueblo, para los filósofos de las dictaduras es una prolongación de la persona del dictador. El dictador en lugar de ser representante del pueblo convierte al pueblo en representación de la voluntad general (Rousseau) encarnada en el Partido, en el Máximo Líder, en el Caudillo. Ahí reside la índole populista de la mayoría de las modernas dictaduras. Sean los comunistas, sean los actuales autócratas eurasiáticos (Putin y Erdogan), sean los neo-dictadorzuelos latinoamericanos (Ortega, Maduro), todos reclaman para sí la representación absoluta y total del pueblo.

No obstante, si aceptamos la premisa del Schmitt de 1928 –no hay razones para no hacerlo– el pueblo, en tanto poder constituyente, puede ser, por lo mismo, poder destituyente. Más todavía si consideramos que todo acto constituyente supone un previo acto destituyente. Así, el pueblo, al ser el agente que convoca, es también el que revoca.

Llevemos ahora la tesis del Schmitt de 1928 hasta sus últimas consecuencias. Si el pueblo constituyente es destituyente, el pueblo cuando destituye no puede ser un principio regulador ni ficticio ni imaginario como en muchos casos es el pueblo constituyente. Para destituir debe ser en primera línea un pueblo “de carne y hueso” pues un pueblo como principio regulador no puede destituir a nadie. En otras palabras, nunca un pueblo es más pueblo que durante el acto de la destitución. A través de ese acto, la letra se hace cuerpo, el espíritu se hace realidad y el pueblo se hace pueblo. La soberanía tácita del pueblo se convierte en soberanía manifiesta durante el acto de destitución o revocación. Más todavía: un pueblo que no puede destituir tampoco puede -en términos reales y no ficticios- constituir.

No en el poder constituyente sino en el destituyente se expresa -repetimos- la noción de la soberanía popular. El acto destituyente puede ser llevado a cabo mediante el simple proceso electoral o de acuerdo a normas constitucionales. Pero si ese acto es negado serán abiertas las compuertas para activar el derecho natural a la desobediencia y a la rebelión.

No antes del acto destituyente sino durante, el pueblo actúa como instancia política plenamente soberana. Por lo mismo, si deja de actuar como soberano activo (constituyendo, destituyendo, eligiendo) el pueblo vuelve a su condición pasiva y se convierte en pueblo histórico o simbólico, en pueblo demográfico o población, en pueblo jurídico (ciudadanía) e incluso en “masa” cuando el lugar del soberano es usurpado por otro agente político (monarquía, dictadura, líder máximo).

El principio Fuenteovejuna

Tal vez una de las mejores documentaciones que muestran como la soberanía destituyente se hace presente en un pueblo lo encontramos en la era pre-política de España documentado en la legendaria obra de teatro escrita por Lope de Vega: Fuenteovejuna (1612).

El tiranicidio cometido en la persona del Comendador de Calatrava fue asumido por el pueblo de Fuenteovejuna en su conjunto. Nadie delató, aún bajo tortura, al ejecutor. El pueblo se hizo pueblo a través de la solidaridad colectiva, esto es, a partir de la formación de un “nosotros constitutivo” aparecido como consecuencia de la negación física a la tiranía.

- ¿Quién mató al Comendador?

- Fuenteovejuna, Señor

- ¿Quién es Fuenteovejuna?

- Todo el pueblo a una.

La negación a la tiranía aparece en Fuenteovejuna a través de un tiranicidio así como después en Francia apareció a través de un regicidio. En ambos casos la soberanía del pueblo se expresa en el acto pre-político de la negación física del representante del poder. No obstante, en la era política –se supone, es la que vivimos- la negación de la tiranía no pasa necesariamente por la eliminación física del tirano sino por su simple destitución.

En las repúblicas parlamentarias basta la simple mayoría en el parlamento para que un mandatario legal y legítimo cese en sus funciones. En algunos regímenes presidencialistas los mandatarios pueden cesar cuando dos poderes del Estado, el judicial y el parlamentario, se unen en contra del ejecutivo o simplemente cuando son puestos en práctica los dispositivos revocatorios inscritos en la misma Constitución.

Cuando no existe separación de poderes y a la vez son cerradas las posibilidades revocatorias inscritas en la constitución, solo quedaría el camino de la destitución mediante la recurrencia al derecho natural a la rebelión. Así ocurrió en 1989-1990 en las llamadas “democracias populares” dependientes de la URSS. En la mayoría de ellas la Nomenclatura fue destituida mediante la acción de masivas rebeliones populares. Pero solo en Rumania el dictador fue ejecutado. El espíritu de la soberanía popular políticamente organizada mediante el acto de la destitución –es decir, el principio Fuenteovejuna- prevaleció en todos esos países.

Quizás no hay mejor ejemplo para ilustrar como el principio Fuenteovejuna continúa vigente en la modernidad que ese grito colectivo surgido en las manifestaciones de los días lunes en la RDA de 1989/1990: Nosotros somos el pueblo.

En esa simple frase está condensada toda la teoría del pueblo político aparecida de modo embrionario en la magistral obra de Lope de Vega. Nosotros significa, nosotros somos la mayoría y no ustedes (la Nomenclatura, la minoría)

La “nosotridad” opera entonces como agente divisorio entre el pueblo y los que ejercen soberanía en nombre del pueblo. A través de la negación del poder de los otros, el nosotros alemán se hizo pueblo soberano reclamando para sí la soberanía ejercida en nombre del pueblo por una minoría dictatorial Y asumiendo su soberanía, el pueblo se convirtió en destituyente y por lo mismo en constituyente.

Por cierto, no en todas las destituciones presidenciales, por muy constitucionales que sean, el pueblo actúa como poder destituyente. En América Latina tenemos algunos ejemplos en las destituciones de Alberto Fujimori en Perú (2000), de Manuel Zelaya en Honduras (2009), de Fernando Lugo en Paraguay (2012) y en menor medida en la de Dilma Rouseff en Brasil (2015). En todas ellas, el pueblo si es que actuó, lo hizo recurriendo al principio de delegación.

Distinto fue el caso de la destitución de Pinochet. En Chile, durante el legendario plebiscitito de 1988 se dio una combinación entre pueblo destituyente y una vía inscrita en la propia Constitución.

En el curso del plebiscito chileno se enfrentaron dos poderes, el constituyente basado en el Führerprinzip de acuerdo al cual el pueblo actúa como prolongación del poder del Estado representado en un caudillo y el destituyente, convertido en pueblo mediante el voto del NO. El triunfo del pueblo destituyente pasó a ser constituyente solo después del retiro del dictador. En cierto sentido el NO a la prolongación del mandato presidencial de Pinochet fue la representación gramatical de una rebelión constitucional.

El pueblo, en suma, es pueblo político cuando revoca (destituye) y convoca (constituye). En ese mismo orden.

Post-scriptum para (e)lectores venezolanos

De la misma manera que en el Chile de 1988, en la Venezuela de 2016 tiene lugar un enfrentamiento de poderes entre el Führerprinzip (principio del caudillo) y el principio del pueblo destituyente (principio Fuenteovejuna).

El principio caudillesco ya no puede ser poder constituyente entre otras cosas porque en Venezuela ya no hay caudillo (Führer). Chávez es un cadáver biológico y Maduro un cadáver político. Ya no hay fuerza, razón ni lógica que constituya al “pueblo chavista”. Solo resta la razón de la fuerza representada en el ejército. En la Venezuela de hoy solo rige el poder de las armas. De ahí que el revocatorio es la única alternativa para restaurar la democracia. Así lo han entendido incluso sectores ayer afines al chavismo quienes, con toda la razón del mundo, no quieren pasar a la historia como subordinados de una dictadura militar; con o sin Maduro.

El RR16 adoptado por el conjunto de la oposición para hacer válida la destitución del gobierno y del régimen que representa, está inscrito en la propia Constitución. Todo intento por invalidar, desconocer o retrasar el RR16 es, por lo tanto, anti-constitucional.

El pueblo del Revocatorio actúa en primera línea en defensa de la Constitución. En segunda, de las instituciones que la representan (Asamblea Nacional entre otras) y en tercera, de la vía electoral como medio y forma para acceder al gobierno. Al lado del RR16 se encuentra la legalidad institucional, la legitimidad popular y la mayoría nacional. Esas son razones por las cuales el llamado al RR 16 no puede ser comparado con otras alternativas de protesta popular como las que tuvieron lugar en Venezuela en Febrero del 2014.

El llamado del 2016 no solo es constitucional. Además, es constitucionalista. No solo es legítimo. Además, es legal. No surge después de ninguna derrota electoral (como fueron las elecciones municipales de 2013) sino después de la aplastante victoria del 6-D del 2015. No emerge desde una oposición dividida sino de una que ha alcanzado el máximo punto de unidad. En otras palabras, el RR16 no solo es fuerza mayoritaria. Es también la principal fuerza hegemónica del país. Este último punto hay que subrayarlo pues si bien no toda mayoría es hegemónica, toda hegemonía debe ser mayoritaria.

El RR16 obedece a la lógica de una última ratio. Luego, su legitimidad no proviene solo del hecho de que la gran mayoría del país lo aprueba. Si así fuera, sentaría un peligroso precedente para el futuro pues cada gobernante podría ser destituido cada vez que pierda la mayoría electoral.

El RR16 debe ser puesto en práctica no porque proviene de la mayoría, sino por una razón de extrema urgencia, a saber: que todas las alternativas para que el gobierno hubiera enmendado su rumbo anti-constitucional ya han sido agotadas. La necesidad del RR16 surgió recién con fuerza cuando estuvo claro que el gobierno Maduro intenta clausurar a la AN mediante usos ilícitos, confiriendo poder legislativo al oficialista TSJ.

El Parlamento, con todos sus defectos, es la voz del pueblo. No solamente es el órgano destinado a promulgar leyes. Es antes que nada el centro del debate y por lo mismo del diálogo entre las diversas fuerzas que constituyen a la política de una nación. Es por eso que la democracia de nuestro tiempo es y debe ser parlamentaria. Sin parlamento no hay democracia. El parlamento es –dicho de modo taxativo- la democracia. Luchar por la vigencia del Parlamento no significa solo defender las voces de las mayorías sino también la de las minorías, incluyendo también a las del chavismo.

El régimen que representa Maduro ha provocado el más grande desastre económico que conoce la historia de su país, ha anulado la independencia de los poderes públicos, ha militarizado el poder político y hoy pretende desconocer al propio sistema electoral que lo llevó al poder, es decir, al pueblo como poder constituyente.

Por esas razones, y no solo por haber perdido la mayoría, Maduro y su régimen deben ser revocados. En nombre del pueblo, de la Constitución y de las Leyes.

http://polisfmires.blogspot.com/2016/08/fernando-mires-destituir-y-constituir.html

21 Agosto 2016

 15 min


Cuando sabemos que a algún amigo le ha sucedido una catástrofe, sentimos empatía y un poco de vértigo al mismo tiempo. Nos preguntamos si nos podría pasar lo mismo: ¿Es la catástrofe producto de alguna característica peculiar del amigo que por fortuna no compartimos? O ¿somos igualmente vulnerables? De serlo, ¿podemos evitar una suerte similar?

La misma lógica se aplica a los países. El fin de semana del 16 y 17 de julio, a los venezolanos se les brindó la oportunidad de cruzar la frontera con Colombia por hasta 12 horas. Fue un evento que hizo recordar la caída del Muro de Berlín. Más de 135.000 personas aprovecharon ese respiro para ir a Colombia a comprar productos de primera necesidad. Viajaron cientos de kilómetros y convirtieron su dinero por apenas el 1% de las divisas que habrían recibido si se les hubiera permitido cambiar a la tasa oficial que se aplica a los alimentos y medicinas. Pero de todos modos encontraron que valía la pena, en vista del hambre, la escasez y la desesperación que reinan en su nación.

La prensa internacional ha informado sobre el colapso de la economía, como también del sistema de salud, la seguridad personal, el orden constitucional y los derechos humanos en Venezuela. Todo esto está pasando en el país que tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo, apenas dos años después de que terminara el auge del precio del crudo más prolongado de la historia. ¿Por qué? ¿Podría suceder en otro lugar?

Los detalles particulares de cada situación siempre son, precisamente, particulares y por eso no viajan bien. Pero ello nos puede proporcionar un falso sentido de seguridad; si se la examina de manera adecuada, la experiencia venezolana proporciona lecciones importantes para otros países.

La crisis de Venezuela no es resultado de la mala suerte. Por el contrario, la buena suerte proveyó la cuerda con la que el país terminó ahorcándose. La crisis es la consecuencia inevitable de las políticas gubernamentales.

En el caso venezolano, estas políticas han incluido expropiaciones, controles de precios y de cambio, exceso de endeudamiento en épocas de vacas gordas, reglamentación anti empresarial, cierres de fronteras, y más. Consideremos, por ejemplo, este pequeño absurdo: en varias ocasiones, el presidente Nicolás Maduro ha negado la autorización para que se impriman billetes de denominación más alta. En la actualidad, el valor del billete más alto es menos de US$ 0,10. Esto causa estragos en el sistema de pagos y, además, en el funcionamiento de los bancos y de los cajeros automáticos, lo que es una fuente de constantes molestias para la ciudadanía.

Por lo tanto, la pregunta relevante es: ¿por qué un gobierno habría de adoptar políticas perjudiciales y por qué una sociedad habría de aceptarlas? El caos en el que ha caído Venezuela puede parecer imposible de creer. Pero, de hecho, es producto de creencias.

El que una política parezca disparatada o sensata depende del paradigma conceptual, o sistema de creencias, que usamos para interpretar la naturaleza del mundo que habitamos. Algo que puede considerarse disparatado bajo un paradigma, puede ser del más puro sentido común en otro.

Por ejemplo, entre febrero de 1692 y mayo de 1693, el normalmente sensato pueblo de Massachusetts acusó a mujeres de practicar brujería y las condenó a la horca. Si uno no cree en la brujería, esta conducta parece incomprensible. Pero si uno cree que el demonio existe y que se posesiona de almas de mujeres, entonces ahorcarlas, quemarlas o lapidarlas, parece ser una política pública razonable.

El paradigma del chavismo venezolano achacó la inflación y la recesión a una conducta empresarial traidora, que debía ser controlada mediante una mayor reglamentación, más expropiaciones y el encarcelamiento de un mayor número de gerentes. La destrucción de personas y organizaciones se percibía como un paso en la dirección correcta. El país iba a sanar deshaciéndose de esas brujas.

Los paradigmas conceptuales que tienen las sociedades para comprender la naturaleza del mundo que habitan no pueden estar anclados solamente en hechos científicos, ya que, a lo más, la ciencia puede establecer la verdad de creencias individuales; no puede diseñar un sistema de creencias que lo incluya todo, ni tampoco asignar un valor moral a las consecuencias.

La política se trata de la representación y evolución de sistemas alternativos de creencias. Rafael Di Tella, de la Universidad de Harvard, ha demostrado que las creencias de los ciudadanos constituyen un determinante fundamental de las políticas públicas que se adoptan. En los países donde se considera que los pobres tienen mala suerte, se desea la redistribución de la riqueza, pero no es así donde se piensa que son flojos. Cuando la ciudadanía cree que las empresas son corruptas, quiere una mayor reglamentación; y, con suficiente reglamentación, las únicas empresas que tienen éxito son las corruptas. De modo que quizás sea posible que las creencias se auto perpetúen.

Consideremos a Donald Trump, quien ha sido nominado candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano. Según él y sus numerosos partidarios, los líderes de su país son unos alfeñiques explotados por astutos poderes extranjeros que se hacen pasar por aliados. El libre comercio es un invento de los mexicanos para arrebatar puestos de trabajo a Estados Unidos. El calentamiento global es un embuste de los chinos para destruir la industria estadounidense.

De esto se desprende que Estados Unidos debería dejar de desempeñar un papel de liderazgo en la creación de un orden global funcional basado en reglas y valores universales, y en su lugar debería emplear su poder para obligar a otros a someterse. Bajo el paradigma actual, como lo sostiene Joseph Nye de la Universidad de Harvard, esto implicaría la destrucción unilateral de la fuente más importante del poder "inteligente" de Estados Unidos. Sin embargo, de acuerdo a la visión del mundo que posee Donald Trump, ello significaría un paso adelante.

Gran parte de esto puede que se aplique al voto del Reino Unido a favor de abandonar la Unión Europea. ¿Estaban realmente las reglas de la UE y los inmigrantes frenando el progreso de la nación, lo que implica que el Brexit abrirá el paso a una mayor prosperidad? O ¿es la desaceleración económica que se ha producido desde el referendo un indicio del gran valor de la integración y del libre movimiento de los europeos para la vitalidad del propio Reino Unido?

El peligro que Venezuela pone de manifiesto –y que posiblemente también lo haga Gran Bretaña dentro de poco– es el daño que un sistema disfuncional de creencias puede ocasionar al bienestar de una nación. Si bien lo más probable es que el credo chavista que destruyó a Venezuela termine por colapsar bajo el peso de su propio catastrófico fracaso, la lección que deja es que adoptar un sistema de creencias potencialmente disfuncional acarrea un costo extremadamente alto. En lo que se refiere a cambios a gran escala en los paradigmas de creencias, Venezuela muestra lo prohibitivo que pueden llegar a ser esos experimentos.

Cambridge

https://www.project-syndicate.org

Traducción del inglés de Ana María Velasco

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