¡Aguanta Ucrania!
Sacaron sus intestinos sin amputarlos y los pusieron en un asador. Le rompieron piernas y brazos y moriría despresado por caballos. Ese fue el suplicio de Robert-Francois Damiens, quien atentó contra Luis XV. (La chusma gritaba enardecida “!Aguanta Robert¡”)
Washington Post deja colar la reunión de enero en Kiev entre William Burns, jefe de la CIA, y el presidente Zelensky. La información viene pasteurizada, homogeneizada, antiséptica y antibiótica para mantener a los lectores desprevenidos, pero es una provocación para curiosos. Según el Post, Burns habría dicho “que el apoyo norteamericano es fuerte, pero de pronta caducidad (¿?) …porque ·los legisladores republicanos rechazarán un nuevo paquete de ayudas”, lo que los criptógrafos de la CIA interpretar como: “Te amo con pasión, más que a nada en el mundo, pero la vida nos separa”. Movilizar tan lejos y a un área de peligro al vértice de la inteligencia, no puede ser para decir perogrulladas, sino para tratar sucesos dramáticos.
Después de muchas horas, cuando el Gulfstream IV de Burns ya estaba estacionado en Orly, digo yó, Kiev captó que no contaría con más recursos y que la cámara de representantes va a exigir una rigurosa contraloría, como declaran, sobre cada uno de los aportes. Zelensky luce ahogado por escándalos de corrupción, nada menos que en el receptor de las ayudas militares, el ministerio de defensa. Su gobierno también se descompone porque altos funcionarios desmienten sistemáticamente su incorregible mala costumbre de atribuir a Rusia hechos que podrían desencadenar la guerra mundial. Von der Leyen dio una cifra asombrosa de 100 mil bajas en el ejército, lo que se tomó como una gaffe más de las que acostumbra en amistosa competencia con Josep Borrell.
La posición del presidente Biden que trasmitió el jefe de la CIA, está relacionada con un nuevo y denso documento: Evitar una guerra larga. La política estadounidense y la trayectoria del conflicto Rusia-Ucrania: Corporación Rand (enero 2023) de primerísima importancia para comprender lo que pasa y lo que puede pasar. Deja claro el paper que su perspectiva corresponde a los intereses norteamericanos, que “suelen coincidir con los de Ucrania, pero no pueden confundirse, porque no son los mismos”. La Fundación Rand, es el think tank de mayor influencia en la inteligencia norteamericana, financiada por el Pentágono. Arquitecto de la guerra de Ucrania y de la estrategia para producirla, corrige ahora la marcha.
Afirma que EE. UU debe terminar el conflicto porque “…los costos y riesgos de una larga guerra en Ucrania…superan los beneficios…para EE.UU. Aunque Washington no determina por sí mismo la duración… puede tomar medidas que hagan más probable un final negociado del conflicto”. La guerra de Ucrania en varios aspectos reportó ganancias para los EE. UU: la asombrosa e inédita obediencia de Europa, cuando aún recordamos el cruce de mordiscos entre Trump y Merkel; la sustitución del baratísimo gas ruso por el licuado gringo, cuatro veces más caro. Inutilizar los gasoductos Nord Stream, lo que dificulta las fuerzas de crecimiento de Europa, mientras acelera su decadencia económica y geopolítica. Al mismo tiempo Biden ofrece subsidios en la ley contra la inflación a las empresas que se fuguen a EE. UU, como lamentó Macron.
El mundo presencia el fracaso del armamento europeo, que será sustituido en adelante por productos de Lockheed-Martin, Indra, Northrop, General Dynamics, para el nuevo ejército de OTAN. Es posible que sea el fin de la Ucrania que conocimos, porque la propuesta de la CIA sin anestesia es dejar en manos de Putin lo que obtuvo en combate, 20% del territorio, y además, conocida la sagacidad financiera de Zelensky, ya ofreció hace tiempo a las potencias que sean en la posguerra “patrocinadoras” de provincias o ciudades ucranianas, protectorados de status parecidos a Alemania después de la segunda guerra, pero sin armas y con dinero. El documento casi dice a Biden como a Robert de Niro en Casino de Scorsese “retírate que ya ganaste, tienes a la chica y el diablo puede cambiar tu suerte”, consejo nunca desdeñable.
Desde los intereses norteamericanos, Biden “tiene amplias razones para establecer como prioridad prevenir el uso de armas nucleares”. Le preocupa a Rand que se pase por alto la exigencia del general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, que “la confrontación se mantenga dentro de los límites de Ucrania” (hemos visto que Zelensky y sus amigos de la región hacen todo tipo de tejemanejes para extender la guerra a territorio OTAN). Saltemos a 2019, a otro documento igualmente decisivo en la historia actual: Sobreextensión y desequilibrio de Rusia. Evaluación del impacto y de los costes de las posibles opciones: Corporación Rand (2019) Con la autoridad que le confieren a la corporación más de setenta años asesorando la política norteamericana, no hay duda ni interpretación en lo siguiente: propone hostilizar a Rusia y sacrificar a Europa.
Tenían claro que EE. UU no podía “irse a las manos con Rusia” por su poder nuclear, pero si hostilizarla valiéndose como chivos expiatorios de sus aliados, porque los problemas que esto les ocasionaría serían en beneficio de EE. UU. Las sanciones no fueron un castigo por la intervención a Ucrania, sino meticulosamente preparadas y previstas sus implicaciones: “las sanciones podían producir grandes costes y, dependiendo de su severidad, grandes riesgos (para Europa)”. Salieron conforme lo previsto, incluso su severidad para Europa, pero falló un presupuesto esencial “…estresaría la economía rusa y podría limitar el presupuesto del Estado y, por extensión, el gasto en defensa. Al adoptar políticas que expandan la oferta a nivel mundial y depriman los precios globales (de la energía), EE. UU puede limitar los ingresos rusos. Hacerlo implica poco costo riesgo y producirá beneficios de segundo orden para la economía estadounidense”.
Esta premisa estaba formalmente bien concebida, pero Putin aherrojaba su relación con la OPEP, que le permitió sortear el propósito, que se suponía de “bajo costo”. Biden quiso superarlo, ya tarde, con un viaje a Arabia Saudita. Es escandalosamente evidente que ningún líder europeo leyó el documente, pero Putin sí. Según lo previsto propone claramente fomentar la fuga de talentos a EE.UU. El plan contiene también los elementos de la “guerra asimétrica”, campañas intensas para “crear la percepción de que el régimen ruso no está interesado en el interés público. Podría enfocarse sobre la corrupción generalizada y a gran escala para cuestionar la legitimidad del Estado…Alentar las protestas internas y otras de resistencia no violenta se concentrarían en distraer o desestabilizar el régimen ruso…pero el riesgo es alto y sería difícil para los gobiernos occidentales aumentar directamente la incidencia o intensidad de actividades anti-régimen en Rusia”.
Boicotear eventos deportivos y culturales: “es cierto que ninguno de estos elementos tiene alta probabilidad de éxito, pero funcionan para generar todavía más ansiedad en los ciudadanos y el gobierno…”. Considera necesario desconocer el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio INF, para desplegar misiles en Europa que apunten a Rusia. Desde que surgió esta guerra, que hace un año llamé “la más estúpida del mundo” lo hice porque conocía el plan y tenía claro que los perdedores serían Europa y Ucrania, ya desde antes evaluada por los organismos internacionales como la de peor desempeño económico, desarrollo político y con mayor grado de corrupción y atraso institucional. Como de costumbre los teofrastos, teobaldos y teodomires se pusieron sus guayucos intelectuales de inquisidores intrigantes para manifestar su horror ante el putinismo de quienes hablaba del triste destino de Ucrania. Ahora gritan ¡aguanta Robert! Con sus rupestres cabelleras, o calvas, tomo la libertad de limpiarme los zapatos, as per usual.
@CarlosRaulHer