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Opinión

Benjamín Tripier

La importancia que tuvo la cumbre de Bogotá es haber puesto el tema de Venezuela nuevamente sobre la mesa. Que el mundo refresque información sobre lo que está pasando y pueda llegar a conclusiones sobre lo que el futuro nos depara si no se producen cambios importantes. Qué se puede esperar.

Hay toda una línea de pensamiento que dice que el gobierno nunca entregará el poder porque el costo de su salida es muy elevado hasta el punto de riesgo personal, patrimonial, de libertad, y hasta de vida. Según esa línea, todo lo que se haga de negociación y diálogo es como una actividad que no llegará a ningún lado. Es lo que defienden los duros del senado norteamericano, y principalmente los republicanos.

Hay otra línea de pensamiento que sí cree en la democracia, y que cree que, en una elección, se le pudiera ganar al gobierno. Es la línea que impulsa los diálogos de México y en la que se apoya el esfuerzo de Petro. Es también la línea en la que se apoya toda la oposición, desde la light afecta al gobierno, hasta la dura que verdaderamente se opone. Todo ese abanico que cree que armando unas primarias y luego yendo a unas elecciones, pudieran cambiar el gobierno.

Bueno… ya la cumbre de Bogotá terminó, y no se puede decir si dejó buen o mal sabor, porque pareciera que no dejó ningún sabor. Ninguno de los presentes dijo nada nuevo, ni Petro aportó algún argumento diferenciador. Cada uno fue a repetir lo que siempre dicen sin necesidad de asistir a una cumbre.

Pero hubo dos hechos concretos que, desde Venezuela, conspiraron para que la cumbre perdiera importancia:

  • Uno fue el gobierno de Venezuela exigiendo no solo levantamiento de todas las sanciones, la libertad de Saab, la liberación de todos los fondos y activos congelados, y adicionalmente, como novedoso, que se levanten las sanciones personales de la justicia de EE UU y de la CPI.
  • El otro fue la escapada de Juan Guaidó rumbo a EE UU, pasando por Colombia, que fue pésimamente manejada por el gobierno colombiano, diciendo por un lado que Guaidó entró sin permiso, y admitiendo por el otro que todo se hizo acompañado de funcionarios de EE UU; y estos, a su vez, diciendo que todo lo habían hecho acompañados por funcionarios colombianos.

Eso por no mencionar que la cumbre se lleva a cabo dentro del alcance de la onda expansiva de la confesión voluntaria de Maduro, de que en su gobierno se habían robado las cuentas por cobrar y la caja de PDVSA. Mal timing de Petro… pero lo importante es que se hizo.

Los dos eventos mencionados conspiraron por enviar mensajes a los delegados, el primero infiriendo que no están dispuestos a negociar, sino que es un proceso de “todo o nada” … y con los antecedentes que hay, prácticamente quiere decir nada. El segundo porque si Guaidó, el paradigma internacional de la resistencia opositora, tiene que escaparse por los caminos verdes por la detención inminente, le pone difícil a los gobiernos de la región, principalmente de izquierda, defender al gobierno venezolano.

Todo indica que hoy, después de la cumbre, estamos más lejos que antes de una solución negociada. Porque si Maduro regresa a México sin que se cumpla su lista de condiciones, pues su posición sería de mayor debilidad. Porque para los americanos (con o sin cumbre) siempre estuvo claro que Saab debería seguir su proceso, que Venezuela sigue siendo una “amenaza inusual y extraordinaria”, entre otras cosas, por las relaciones muy cercanas de Venezuela con los enemigos de EE UU, Irán y Siria; claro que no habría que dejar de lado el tema del apoyo a Rusia, y la permisividad con China. Y todo lo relacionado con la corrupción, el lavado de dinero, el narcotráfico y el financiamiento al terrorismo. En definitiva, tenemos el paquete completo de razones como para que no quieran levantar sanciones.

Porque hay que estar claros en que para EE UU su seguridad interior es lo más importante, y luego viene lo de la democracia y los DD HH. De hecho, las sanciones tienen más que ver con lo primero que con lo segundo.

Una semana antes de la cumbre, cuando aún no se sabía a ciencia cierta si iba y en qué fecha, ya en Washington, Juan González comentaba informalmente que no estaban contentos con el gobierno de Venezuela, porque no estaba respondiendo positivamente a las flexibilizaciones y que no estaba mostrando compromiso con la democracia. Que ahora estaban exportando petróleo a EE UU y que no estaban valorando eso en su justa medida.

La posición de los países que mandaron canciller, Argentina, Bolivia y Chile, fue la tradicional de que los venezolanos resuelvan entre ellos sus diferencias; mientras que los otros 15 enviaron representantes de diferente nivel, ninguno de los cuales era vinculante en sus declaraciones. En definitiva, no se dijo nada nuevo, y la sensación neta fue que Maduro endurecía su lista de peticiones, y que Guaidó había tenido que salir de urgencia por riesgo inminente.

La actitud de Petro y su canciller frente al caso Guaidó también influyó en dejar en evidencia el sesgo pro Maduro que tuvo todo el esfuerzo de convocatoria de la cumbre.

Les decía la semana pasada que, en definitiva, la cumbre podía resumirse en Petro llevándoles a los americanos un mensaje de Maduro, frente a testigos que ya no miran con la simpatía de antes al gobierno venezolano. Y el resultado fue una declaración que le dio un peso importante al proceso electoral, y dejó en forma subsidiaria el tema de las sanciones. Para la cumbre las elecciones son primero, y lo de las sanciones vendrá después… eso si lo de las elecciones va bien según las recomendaciones del informe de la UE.

Como les había anticipado el Departamento de Estado, no participó en la misión, sino que estuvo a cargo de la Casa Blanca. No obstante, el DoS sacó un comunicado donde “dejó claro que Estados Unidos sigue firmemente comprometido con el pueblo venezolano y continuará trabajando con la comunidad internacional en apoyo de la restauración de la democracia y del Estado de Derecho en el país”. Jon Finer, jefe de la misión, y viceasesor principal de Seguridad Nacional de Estados Unidos, estableció que es un tema frente al cual su país tiene “un enfoque paso a paso”. El mencionado Juan González fue uno de los integrantes de la misión.

Político

Si bien el tema de la corrupción y los trajes naranja ya bajó su presencia en los medios, sigue siendo el tema político más importante del país porque dejó en evidencia lo que ya les venía anticipando desde hace meses, que puertas adentro, había problemas graves dentro del gobierno.

Aún no está clara la razón por la cual el presidente Maduro lo sacó a la luz pública. Tal vez porque había que mandarle un mensaje público al resto de los jefes de la revolución, de que no es bueno sorprender al jefe, y que él tenga que enterarse por información externa que están armando unas fuerzas conspirativas contra su continuidad en el cargo. Como les había anticipado, lo de la corrupción y el petróleo, fue la máscara. Según ha trascendido, la realidad es mucho más compleja y comprometida y tiene más que ver con traicionar expectativas y armar un juego paralelo con extensiones externas.

En el proceso de hacer extensiva también fuera del chavismo lo de la corrupción, es que se avanzó sobre la alcaldía de Baruta por las torres de Las Mercedes, y se está armando algo similar sobre Monómeros que involucraba a Guaidó, lo cual dio pie a su salida intempestiva del país, apoyado por los norteamericanos, y vía Colombia. El hecho de que hubiera coincidido con la Cumbre es una casualidad… porque si no se iba en esa fecha, con o sin cumbre, ha trascendido que lo iban a detener.

Posiblemente la huida no hubiera tenido tanto impacto, si no fuera por la infortunada participación de Petro y su canciller expulsándolo de Colombia y convirtiendo ese hecho en un acontecimiento internacional que logró las simpatías de todas las fuerzas políticas en EE UU, y logró, internamente, que gente como Capriles se solidarice con él… y que María Corina también lo haga. El peso de Guaidó, que ya era grande internacionalmente, aumentó con esto de la expulsión de Colombia. Y dejó mal parado a Petro que mostró el sesgo que siempre se supo que tenía a favor de Maduro y en contra de la oposición.

Lo cierto es que el tema Venezuela volvió al escenario internacional, pero no tuvo el impacto de “cumbre”; el concepto le quedó grande. No fue importante en las noticias internacionales, y al día siguiente ya había desaparecido.

En cuanto a la oposición, están ocupados con lo de las primarias, y están contando con que haya elecciones en 2024, o antes si Maduro y Cabello así lo deciden. La pieza clave es que los únicos votos que se pueden concretar sin presión, son los del exterior, por lo que se convierten en la pieza clave. Si la diáspora no vota, entonces no habrá cambios, porque como mínimo se trata de más de cuatro millones de votos.

Y siguiendo lo de la línea de pensamiento que dice que “el gobierno nunca entregará el poder porque el costo de su salida es muy elevado hasta el punto de riesgo personal, patrimonial, de libertad, y hasta de vida”, y considerando el poder casi absoluto que tiene el gobierno fronteras adentro, es muy difícil que “accedan” a perder las elecciones. Eso no pasará. Por ahí, no es…

Social

Sigue siendo visiblemente dramático ver familias completas recorriendo los depósitos de basura del este de Caracas para ver si encuentran elementos rescatables. Ya sea de alimentos, ya sea de cualquier otro uso que crean de utilidad.

Es gente que vive en el oeste y en los barrios de Caracas, que se trasladan a aquellos lugares donde los desechos pueden tener algún valor porque en sus zonas, todo se aprovecha y muy poco se desecha. Pero ese fenómeno ya está alcanzando zonas de clase media, que tampoco pueden darse el lujo de los desechos; allí también se aprovecha todo. En fin… entre la pirámide socioeconómica de nuestra sociedad y la de la jerarquía de las necesidades de Maslow, en ambas, las bases tienen un peso cada vez mayor.

En lo social tenemos un largo camino que recorrer.

En cuanto a los ajustes salariales, se viene encima el primero de mayo, y una vez más, no significará nada para los trabajadores. Ese día, o bien pasará desapercibido, o bien el gobierno presentará algún argumento; lo que sí parece difícil es que haya aumentos significativos, y que, si los hay, sean sostenibles en el tiempo.

Los últimos comentarios que se escuchan indican que se llegaría a 30 dólares mensuales, en bolívares, y que allí se llegaría en varias etapas. Si bien “algo es algo”, con una cesta alimentaria superior a 400 dólares, los trabajadores se quedarán cortos igual. Y, debido a ese aumento, la presión de la demanda impulsará la inflación, regresándonos a los 6 dólares por mes, que es el estándar referencial. Triste, pero cierto.Económico

El tema de la deuda externa soberana y de Pdvsa, por sus características, funciona como una referencia básica de los valores nominales de los bonos, pero, en general, para quien tiene bonos en cantidades menores, se ha perdido la pista de cupones e intereses, pues desde que se entró en default en 2017, no hay un informe de estatus. Cada quien, se está procurando una manera de obtener información y conocer a qué se estará enfrentando en el futuro.

Ese tema es diferente para los grandes tenedores que tienen una contabilidad muy clara y precisa. Por eso es que este emprendimiento que está realizando mi firma NTN Consultores de asociarse al Fondo Copérnico (Copérnico Recovery Fund) apunta a integrar al fondo, a los tenedores individuales y extenderles la capacidad de negociación y de prescripción, así como integrarse a los esfuerzos de cobranza y recuperación según sea el caso.

La deuda externa es un plomo en el ala que limitará o ralentizará cualquier esfuerzo de recuperación, porque, institucionalmente hablando, debemos dejar de ser malos pagadores a ser unos deudores responsables y creíbles, que hoy no lo somos. Por eso, el rol de los fondos tipo Copérnico, al organizar a los tenedores, facilitan los procesos de negociación en términos realistas; y lo más importante, en términos pragmáticos, para intervenir en procesos de privatización y de sustitución de deuda vieja vencida, por deuda nueva y fresca con posibilidades sustentables de cumplimiento.

El futuro económico de Venezuela pasa por solucionar el tema de la deuda externa.

Internacional

Mientras Petro era el anfitrión de la cumbre, en su flanco interno, rompió las alianzas de la coalición de gobierno, y les pidió la renuncia a todos sus ministros, con la idea de aceptárselas a los representantes de las fuerzas que lo ayudaron a ganar, pero que, según él, no lo están ayudando a gobernar, con un apoyo que le niegan desde el Congreso.

Petro ganó con el rechazo homogéneo de la mitad de los colombianos, que no están acostumbrados a gobiernos de izquierda. Y su discurso de cara al exterior no es para hacer amigos, ni en las petroleras, ni en los gobiernos vecinos. Cuando arrancó no tenía amigos, y ahora unos meses después, tampoco los tiene. Tal vez por eso es que está cultivando la relación con Maduro, porque tal vez sea el último de los amigos que le vayan quedando.

Es difícil que logre su objetivo declarado de ser el líder de la región, porque si la muestra es la organización de la cumbre, pues no parece que esté bien encaminado. Hay un abismo entre ser un gobernante y ser un estadista.

Siguen las voces agoreras aquí en Venezuela preconizando el fin del dólar y del liderazgo de EE UU, indicando que el sustituto será China. Claro… son voces desde adentro de un microcosmos que ha perdido de vista, por ejemplo, el rol de Australia, de la India y de Nueva Zelanda, por solo nombrar tres de los países cuyas monedas van ganando espacio como monedas de reserva en el comercio mundial; mientras el yuan no logra despegar y solo se usa para acuerdos bilaterales… porque teniendo yuanes, solo puedes comprar bienes chinos o pagar deuda con China.

Y el rol de las tesorerías y de las reservas de los países, tienen que tener la capacidad de operar en todos los mercados posibles, y que no haya necesidad de estar forzando el uso de la moneda. Porque hay que estar claros: el liderazgo mundial lo da el uso de la moneda. Y detrás de eso, es que se alinea la cultura, la moda, la educación y el desarrollo de patentes propias… ah… y también está la fuerza militar y su presencia global.

Cualquier visitante de Shanghái se dará cuenta de la influencia de EE UU en los patrones de diseño, vestimenta, música y cultura. En fin… parece un objetivo difícil, porque la cultura occidental –influida por EE UU- está penetrando China, mientras que la cultura China no logra traspasar sus propias fronteras.

China es un gran país con una presencia e influencia internacional importante… pero hasta ahí.

Recomendación

  • Al gobierno: que cree un equipo mixto (público y privado) para integrar el listado de empresas en manos del Estado, cualquiera sea su estatus, con el mandato de, en un tiempo perentorio, identificar interesados potenciales en adquirirlas, y pasarlas por el mercado de valores para sacar sus acciones al mercado. Que un porcentaje lo compren los trabajadores, otro el público en general, y el porcentaje de control, algún grupo económico asociado con un operador tecnológico. O sea, encarar un proceso de desestatización, con la diferencia que todo se haría en forma transparente en el Mercado de valores.
  • A la dirigencia opositora: que aproveche la sensación de unidad que creó la expulsión de Guaidó de Colombia, para realizar un extramuro entre dirigentes con opción presidencial, los que están aquí y los que no, hacerlo por zoom. Deben buscar puntos de acuerdo, excluyendo a los que realmente no se oponen (así se llamen a sí mismos opositores), y que ya están plenamente identificados. Ninguna encuestadora le preguntó a la gente sobre la mesita, los alacranes y los escorpiones. La gente sabe quiénes son los verdaderos opositores. Y solo ellos deberían ir en la plancha opositora. Los demás deberían tener su propia plancha para no confundir a la gente… aunque eso sería lo que ellos quisieran.
  • A la dirigencia empresarial: que tienen que, desde el más alto nivel empresario, impulsar abierta y públicamente, planes concretos y masivos de Responsabilidad e Inclusión Social Empresarial (RISE), de forma tal que la base de la pirámide sienta el apoyo de los empresarios. Eso como un primer paso que desemboque en planes de crecimiento económico para absorber mano de obra. Hay que aclarar que ya hay muchas empresas con programas exitosos; ahora hay que masificarlo… tenemos 21 millones de pobres…

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Griselda Reyes

Hace días leí a un buen amigo narrar en Twitter una larga cola que hizo en un sector popular de Caracas. Palabras más, palabras menos, concluía que mientras el mundillo político estaba centrado en la conferencia internacional de Colombia y unos pocos menos en la salida de Juan Guaidó del país, los ciudadanos de a pie no tenían otra preocupación distinta al tema económico nacional.

Esta experiencia va un poco en consonancia con lo que por meses han señalado las principales encuestadoras del país. Sin hablar de antipolítica, las firmas consultoras venezolanas de más prestigio han señalado repetidamente que los ciudadanos han perdido el interés en esta materia, que no hay conexión real con la clase política actual. La razón parece ser más que evidente: estamos todos, sin importar el nivel socioeconómico, sobreviviendo.

Por ello hoy, en estas líneas, quiero reflexionar sobre la importancia de que lo político no trascienda, no arrope, a lo social y económico de ninguna manera. Es impostergable que quienes siguen ejerciendo el poder, sin más excusas, procuren soluciones que se traduzcan en mejor calidad de vida para los vulnerables.

Hoy una madre de familia de la sierra falconiana, una abuela de Socopó, un trabajador de Perijá; no ganan el ingreso suficiente para cubrir la canasta básica de su familia.

No es un secreto para nadie que nuestros pensionados se debaten si comprar las medicinas o la poca comida para la que alcanzan estas miserias en que convirtieron sus pagos.

Frente a esto, desde el Ejecutivo deben apretarse el cinturón y empezar a ponerle, de verdad-verdad, un parado a la corrupción. Los dineros públicos deben traducirse en mejoras para las mayorías, no en fortunas para unos pocos. Sabemos el efecto negativo de las sanciones, pero estamos claros que la corrupción ha hecho estragos mucho peores.

Desde el poder no pueden quedarse de brazos cruzados esperando que con los acuerdos de Bogotá o México se liberen las medidas internacionales y empiece a ingresar dinero a la arcas públicas. No, hay que empezar a invertir los ingresos petroleros en salud y educación. Hay que recuperar los fondos saqueados y darles la misma utilidad.

Tenemos encima el 1 de mayo. Urge darle respuesta a toda la clase trabajadora que lleva meses en la calle, reclamando lo que constitucionalmente les corresponde. Sueldos y salarios dignos que les permita alimentar y educar a sus hijos.

La política tiene sus tiempos, nosotros aspiramos a que esto se acelere luego de esa productiva conferencia internacional que acaba de desarrollarse en Bogotá. Pero los tiempos del hambre son mucho más duros. Este, definitivamente, es el reloj que debemos adelantar y no precisamente pensando en los dividendos político-electorales.

Todo esto no implica que estemos en contra de las negociaciones. Somos de los más entusiastas con que la comunidad internacional sea garante, como se acordó en Bogotá, de elecciones libres y levantamiento de sanciones. Aspiramos, como ha hecho incansables esfuerzos el presidente Gustavo Petro, en que se logre más democracia para nuestro país.

Este llamado de alerta es para dejar una exigencia pública que nuestra gente no puede seguir en ese letargo de hambre y miseria mientras los políticos se ponen de acuerdo.

Twitter: @griseldareyesq

www.griseldareyes.com

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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Ángel Lombardi

La primera tarea de un escritor es enfrentarse al lenguaje, no sólo el decir sino el saber decir, es su herencia cultural y va a ser su legado. En segundo lugar, la palabra, esa palabra justa, según decía Flaubert, precisa, necesaria, insustituible. Allí donde habita el SER, según Heidegger. El escritor la busca, el verdadero poeta la encuentra y la atesora, pero la comparte.

La poesía no está en el verso, dice Cadenas.

«No hago diferencia entre vida, realidad, misterio, religión, ser, alma, poesía. Son palabras para designar lo indesignable. Lo poético es la vivencia de todo eso, el sentir lo que esas palabras tratan de decir». Los lectores de poesía, en el fondo, buscan revelaciones… ¿Qué se espera de la poesía sino que haga más vivo el vivir?

El itinerario poético de Rafael Cadenas es una huída-búsqueda del yo narcisista al yo que se despersonaliza y diluye en el gran-ser de todas las cosas, del mundo y del cosmos.

Es como una comunión-transmutación panteista universal, a la manera de Spinoza, pero que el poeta realmente busca y encuentra en las filosofías y religiones orientales, el budismo del camino y el nirvana y el zen en donde no existe un sí y un no humano frente a lo amargo o dulce que esta pueda ser, sino «así que así es». La aceptación humilde de la realidad, sin juzgarla, esto no hay que confundirlo con resignación o indiferencia.

Rafael Cadenas se va despojando de su yo, sin aspavientos ni exhibicionismos y asume el silencio como su diálogo con el mundo. Sabe que tiene la «palabra» y la comparte.

Uno de los poemas más autobiográficos del poeta, muchos otros también lo son, es El monstruo en Cuadernos del destierro (1960).

«Este hombre inconcluso se desenvuelve con cierta soltura. Resulta difícil reconocerlo a simple vista. Es conmovedoramente común». El poeta se oculta en múltiples espejos y laberintos, en su propio rostro, a la vista, pocos lo ven, pero él lo ve todo y a todos.

Como su admirado Walt Withman, puede decir «contengo multitudes» pero no se celebra, prefiere la morada interior, su tímida sonrisa no exenta de cierta ironía y el silencio elocuente que su escritura nos da el privilegio de compartir.

He vivido

cediendo terreno

hasta quedarme con el necesario

– un área invicta,

de nadie,

que un desconocido reclama.

Rafael Cadenas. Las ínsulas extrañas, antología de poesías, 2002.

Twitter: @angellombardi

Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.

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Fernando Mires

En el presente texto se intentará pensar sobre dos presidentes del espacio político occidental, el francés Emmanuel Macron y el brasileño Luiz Inácio da Silva (Lula) quienes guiados por un espíritu tecnocrático y no político, más sus ansias de ejercer liderazgos regionales, viajaron a la China de Xi Jinping a contraer vínculos que van más allá de la pura conveniencia económica. Del rechazo que ambos sufrieron en los espacios que pretenden dirigir, y de la resistencia interoccidental a tales propósitos, ya hay muestras claras.

Para las dictaduras —sean personalistas como las de Putin, partidistas como la de Xi, teocráticas como las del mundo islámico— las posiciones de Macron y Putin muestran una debilidad de Occidente. Para los que piensan de modo occidental, muestran lo contrario: la fortaleza de un proyecto histórico que surge de la discrepancia y del debate, sea en la polis local o en la global. Esa razón de ser es la que hay que defender para seguir siendo lo que somos: seres que se equivocan y, por eso mismo, deben corregir.

Sin errores no hay corrección. Corregir es pensar. Solo las dictaduras y autocracias no corrigen. Por eso, tarde o temprano, fracasan.La razón política occidental no necesita líderes mesiánicos. Ni Macron ni Lula lo son. Si nos dejáramos guiar solo por ellos, Ucrania podría desaparecer del mapa. Pero sus grandes errores también tienen una virtud: la de hacernos deliberar y ordenar posiciones frente a enemigos comunes. A ese ordenamiento articulado en palabras los grecolatinos lo llamaban sintaxis.

Dos Europas

Viajó a China (5 y 7 de abril) pensando seguramente en que iba a crear mediante un golpe de efecto una nueva constelación que lo elevaría a un lugar estelar de la política mundial. Su séquito era imponente, nada menos que 60 personas, la mayoría hombres de negocios, representantes de gigantescas empresas, magnates virtuales de la globalización. Atrás quedaban los miniproblemas de las pensiones, las quemazones de autos y toda esa política local sin perspectivas ni futuros. Regresaría, no como un presidente cuestionado por izquierdas y derechas, sino como un líder europeo, el segundo de Gaulle: Emmanuel Macron.

En un continente donde izquierdas y derechas han buscado cada cierto tiempo distanciarse de los EE.UU., él, Macron, iba a decir las palabras justas en el momento justo. No imaginaba que Xi lo estaba esperando para hacerlo caer en la trampa que, hasta los menos entendidos en estrategia internacional, sabíamos que le tenía preparada.

Ignoramos si Macron llevaba en el bagaje las frases emitidas después de las conversaciones con Xi o simplemente estas fueron un intento para lograr a última hora lo que creía iba a lograr a primera: un distanciamiento de Xi con la Rusia de Putin y un acercamiento económico representado, no por la burocracia de la UE por medio de la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen —quien coincidió con Macron en su viaje a Beijing— sino por Francia, uno de los países motores de Europa Occidental. Debe haber palidecido Macron el día en que regresaba a Francia. Los comentarios de la prensa europea no pudieron ser más fulminantes.

El encargado de asuntos internacionales del Bundestag, Norbert Röttgen, resumió el resultado de la gira en una sola frase: «Macron ha convertido su viaje a China en un desastre para la política exterior de Europa». Y en una entrevista, agregó sin ambages: «Macrón debe haber perdido la cabeza». No era para menos.

Precisamente en medio de una guerra que compromete política, militar y emocionalmente a Europa, Macron fue a mostrar al presidente Xi, el aliado más estrecho de Putin, y sin que nadie lo pidiera, que Europa estaba dividida en dos bloques. Por supuesto, eso lo sabía Xi. La verdad, lo sabíamos todos. Pero una cosa es saberlo y otra consagrarlo con palabras imposibles de borrar. Tuvo que aparecer ante las cámaras norteamericanas el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki para decir que Macron no representaba la posición de Europa. O por lo menos no a la parte europea más cercana a la guerra que está llevando a cabo Rusia en la nación ucraniana. Al eufemismo de «autonomía estratégica» de Macron, opuso el concepto de «asociación estratégica» con los EE.UU.

En fin, quedó claro ante Xi que China tiene frente a sí a dos Europas: una que busca dirigir la Francia de Macron con una parte de la Alemania de Scholz (digamos más claro: con la fracción putinista de la socialdemocracia), tendiendo un distanciamiento con respecto a la hegemonía norteamericana, y otra no dispuesta a ceder en ningún punto que pueda lesionar la alianza atlántica. Pues —eso fue lo que no sensibilizó Macron— para los países que lindan con Rusia, la alianza extracontinental tiene una importancia existencial, o sea, de vida o muerte.

Macron apenas nombró a Ucrania. Más que nada, habló sobre Taiwán. Sin embargo, es obvio que cuando en estos momentos se habla con Xi, sobre Taiwan, se habla, se quiera o no, de Ucrania. De tal manera, cuando Macron dijo, «No hay que dejarse arrastrar por los Estados Unidos», estaba abogando no solo por una distancia de Europa frente al tema Taiwan, sino sobre una distancia con los EE.UU. en general. ¡Precisamente con el país que contribuye a la defensa de Ucrania más que todos los países de Europa juntos!

En corta frase, lo que comunicó Macron a Xi fue lo siguiente: si EE.UU. se deja arrastrar en un conflicto de Europa con Ucrania, nosotros no nos dejaremos arrastrar en un conflicto de EE.UU. con China. O más simple aún: nosotros damos a usted, señor Xi, luz verde para que anexe a Taiwan cuando estime conveniente. Nuestra política no es la de EE.UU. ni la de EE.UU. es la nuestra.

Si Macron hubiese agregado alguna condición, por ejemplo: siempre y cuando usted no lleve a cabo una política en alianza con la Rusia de Putin, nosotros podríamos distanciarnos algo más de los EE.UU. Ahí por lo menos habríamos entendido algo. Pero sucedió todo lo contrario: en nombre de un acercamiento a China, Macron al distanciarse de los EE.UU., y nada menos que en la casa del potencial enemigo norteamericano, terminó trizando el eje Alemania-Francia y distanciando a Francia de una gran parte de Europa. De esa Europa que entiende que, sin una alianza con los Estados Unidos —la que como toda alianza implica reciprocidad— estaría en condiciones de ser sometida militarmente por Rusia y económicamente por China. ¿Qué nos puede extrañar que las ultraderechas europeas hayan apoyado de inmediato a Macron?

Tuvo que viajar Annalena Baerbock a Beijing a realizar una tarea de minimización de daños. Allí dejó en claro que la de Macron, en torno al tema EE.UU. y Taiwan, no es la posición de Alemania ni mucho menos la de Europa, sino solo la opinión particular de un presidente francés. Al borde de la no-diplomacia se vio obligada a decir que «la fata de voluntad de Beijing por atenerse a las reglas internacionales, hace peligrar nuestra común vida pacífica».

Naturalmente, Baerbock nombró a Taiwan y a Ucrania, dejando muy claro que la unidad estratégica con todos los miembros de la unidad atlántica continúa en vigor. Puso, en breve, las cosas en su lugar: «China es para nosotros, un competidor económico y un rival sistémico». Dichas declaraciones deben haber irritado al gobierno chino al máximo. «Lo que menos necesita China es a un maestro de Occidente», respondió de modo rudo, el ministro del exterior chino, Quin Gang. Y cuando despidió a Baerbock, soltó una boutade: «Nosotros apoyamos la reunificación de las dos Alemanias, esperamos que Alemania apoye la reunidad entre China y Taiwan». Baerbock, sorprendida, no encontró la respuesta. O si la encontró, no la dijo. La respuesta adecuada habría sido obvia: mientras en Alemania comunista hubo una revolución nacional exigiendo la unidad con la Alemania Occidental, en Taiwán no ha habido nunca un movimiento ni social ni político ni nacional que exija la unidad con China.

Pocos días después, Qin Gang viajó a Rusia donde mantuvo una reunión de ¡cuatro días¡ con Putin. Acerca de lo que hablaron no lo sabrá nunca Macron. Pero con toda seguridad, hablaron mucho sobre Macron.

Entendámonos: Nadie está pidiendo que Macron hubiera viajado a China a hacer una declaración de enemistad. No es un misterio para nadie que Francia, junto con Alemania, son los mejores socios europeos de China. Pero hubiera bastado, para seguir estrechando las relaciones que unen a Francia con China, una visita protocolar y en ningún caso una declaración de independencia de Francia de los EE.UU., hecha en territorio chino. Nunca de Gaulle, la figura edípica de todos los presidentes de Francia, habría actuado así.

Es evidente que para Europa no es lo mismo Ucrania que Taiwan. Ucrania es parte de Europa y no de Rusia, eso lo ha dicho el mismo Macron. Al apoyar a Ucrania, Europa está defendiendo territorio europeo frente a un invasor antioccidental. Por eso mismo Macron debe saber que para EE.UU. —para Japón y para Corea del Sur— el tema Taiwan es tanto o más importante que Ucrania para Europa. En otras palabras, a Macron se le olvidó que el occidente político no termina en Europa y que la defensa de los intereses europeos pasa por la defensa del occidente político no europeo, aunque ese occidente esté situado en el oriente o en el sur.

Así como existe una unidad antioccidental de la que forman parte Rusia y China, ha de existir necesariamente una unidad interoccidental. Eso no quiere decir que Europa debe sumarse militarmente a los EE.UU. en caso de estallar un conflicto militar con China. Pero la solidaridad con un país aliado no pasa solo por la vía militar. Eso lo han comprendido la mayoría de los gobiernos europeos que ahora planifican una relación económica con China que no implique caer en una dependencia estratégica, como estuvo a punto de ocurrir con Rusia.

Por lo demás, han sido los propios presidentes de los EE.UU., desde Kennedy hasta Biden, pasando por Trump, los que han insistido en que Europa debe asumir un mayor compromiso con su propia defensa sin tener que depender siempre de los EE.UU. Si Macron quiso reforzar esa tesis, debió haber agregado que Francia está dispuesta a, por lo menos, duplicar su presupuesto militar, pero no lo dijo. A estas alturas no sabemos si Macron es peor cuando calla o cuando habla. Lo que sí sabemos es que cuando habla debería callar y cuando calla debería hablar. Con razón, la influyente comentarista Michaela Wiegel lo bautizó con el nombre de «el presidente inoportuno».

¿Líder o loro?

Para su consuelo, a Macron le ha aparecido un serio competidor en materia de inoportunidad. El presidente de Brasil, alias Lula, en su reciente viaje a China pronunció justamente la frase que se deducía del discurso de Macron: la de culpar a Europa, Estados Unidos y Ucrania, de la invasión cometida por Putin. Algo que ni siquiera había sido dicho por Xi Jinping. Con razón los medios occidentales señalaron que Lula habló de acuerdo al guion de China. El portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, declaró: «Brasil esta repitiendo como un loro la propaganda rusa y china, sin prestar atención en absoluto a los hechos».

El viaje de Lula a China parecía haber sido concebido con propósitos esencialmente comerciales, lo que se justifica plenamente. Brasil es el principal socio de Lula en América Latina y, por cierto, una puerta de entrada para la creciente «chinización» económica del continente. Ningún país de América Latina ha llegado a ser tan dependiente en su economía exterior como lo es Brasil de China. Brasil es una de las piezas claves en la estrategia china relativa a un nuevo orden mundial de características multipolares. Con el yuan como moneda internacional, paralela al dólar, objetivo tácito señalado al banco del BRICS cuya presidenta es nada menos que la exmandataria de Brasil Dilma Rousseff, el papel de Brasil ya está trazado.

Estamos, se quiera o no, ante una nueva hegemonía económica mundial conducida desde Beijing. En ese contexto, Brasil —y sus inmensos recursos energéticos— es y será una de las más importantes fichas en el proyecto global de Xi Jinping. Las relaciones económicas entre Brasil y China continuarán intensificándose y Brasil será —en cierto modo ya lo es— la representación de la economía china en Latinoamérica.

El nuevo orden mundial proclamado por Xi es multipolar y continuará siéndolo. Pero una cosa es la multipolaridad económica y otra el orden geográfico mundial. Pues bien, contra ese orden geográfico fue a atentar Lula a China al declarar que la guerra de invasión a Ucrania es producto de la política occidental, e incluso, de la propia Ucrania, aceptando de paso que la paz solo puede ser lograda si Ucrania cede a Rusia un fragmento de su geografía nacional.

Después de Putin nadie ha ofendido tanto la soberanía de la nación ucraniana como Lula en China. Al menos Macron en su viaje a China tuvo el recato de no mencionar a Ucrania. Ni siquiera Fidel Castro mostró tanta condescendencia frente a la URSS como Lula frente al imperio chino. Algo complemente innecesario. El mundo multipolar de Xi es económico, no político.

Desde su visión empresarial, tan parecida a la de Donald Trump, Xi imagina al mundo poblado por una gran cantidad de supermercados dentro de los cuales China, al ser el más poderoso, intenta formar un trust global con supermercados satélites como India, Sudáfrica, Irán, Arabia Saudita y, por supuesto, Brasil.

Para continuar con la analogía, imaginemos dos supermercados en una misma calle donde cada vecino decide en cuál de los dos hacer sus compras. También en mi barrio yo, como tantos, hago mis compras en el supermercado que vende productos de igual o mejor calidad a menor precio. Pero nadie me obliga a asumir la ideología política de los gerentes de ese supermercado. Pues bien, eso fue lo que hizo Lula en Beijing: una declaración ideológica en contra de los intereses históricos, geográficos y políticos de Ucrania y por ende de la UE y de la comunidad democrática mundial, de acuerdo a la política (repito política, no economía) de la dictadura china. .

El orden económico mundial no es un orden político mundial

Vamos a suponer, en contra de lo que piensa el parlamentario alemán Norbert Röttgen, que ni Macron ni Lula han perdido la cabeza. De modo que si nos atenemos a tres puntos comunes que unen a los dignatarios francés y brasileño, podríamos tal vez entender (no justificar) el comportamiento desleal de ambos. Esos tres puntos comunes son: el carácter tecnocrático de los dos presidentes, sus respectivas ambiciones de liderazgo y la creencia de que ha nacido un nuevo orden mundial dentro del cual deben ser reordenadas las naciones de este mundo.

Por «carácter tecnocrático» entendemos el manejo de una racionalidad de tipo instrumental (así diría Max Weber) según la cual las naciones más que naciones-Estados son naciones-empresas. A partir de esta concepción, las naciones solo son guiadas por intereses económicos. Es por eso que la mayoría de los políticos tecnócratas no han logrado descifrar por qué Putin moviliza a sus ejércitos en contra de Ucrania si eso a la postre traerá consigo enormes pérdidas económicas para Rusia. Esa es también la razón por la que historiadores de mentalidad tecnocrática no logran entender a Hitler y al nazismo ni los crímenes tan monstruosos al pueblo judío, pues estos no eran rentables ni tampoco conducían a objetivos prácticos.

En la mentalidad tecnócrata no cabe la idea de que no solo hay una racionalidad, sino diversas racionalidades y no todas ellas son razonables.

Existe, por cierto, la racionalidad de los intereses; pero, además, existe la de los ideales, la de las ideologías, la de la religión, la de las culturas y no por último , en el caso de gobernantes como Hitler, Stalin y Putin, la de las paranoias. En otros palabras, para una mentalidad tecnocrática, el antioccidentalismo del que hacen gala Putin o Xi es solo una cobertura ideológica de estrategias racionalmente calculadas. No se les pasa por la cabeza que el odio a Occidente, que ambos y otros gobernantes cultivan (pienso en los ayatolas), hunde raíces en tradiciones, en culturas, en cosmovisiones primitivas, y no por último, en patologías colectivas, imposibles de ser reducidas a cálculos racionalistas como los que manejan Macron y Lula.

Ambos presidentes, por el lugar histórico y geográfico que ocupan sus naciones, creen sentirse llamados a asumir liderazgos regionales. Dada la renuencia de Alemania a asumir un liderazgo que vaya más allá de la economía, y dada la salida de Inglaterra de la comunidad europea, Francia debería asumir parte del liderazgo de Europa. Pero Francia posee además de su historial patriótico, unas derechas e izquierdas que no aceptan la supremacía norteamericana en la región. Por eso Francia nunca ha sido demasiado fiel a los EE.UU. Y por eso también ha querido buscar, sin encontrarlo nunca, un «camino francés». Quién estuvo más cerca de lograrlo fue el general de Gaulle (de ahí el culto a su persona), pero, en las decisiones geopolíticas más importantes, siempre se mantuvo al lado de los EE.UU. (crisis de los mísiles, por ejemplo).

Lo que no tomó en cuenta Macron en su ímpetu gaullista es que las posiciones distantes respecto a los EE.UU. las decidió de Gaulle después de la guerra mundial y no durante una guerra de connotaciones mundiales, como la que ha desatado Putin con su invasión a Ucrania. De Gaulle era un político nacionalista, pero nunca fue un tecnócrata. Macron sí lo es.

Lula, a su modo populista, también es un tecnócrata. Para él rige la norma: «en política no hay amigos, solo intereses». Es por eso que, de acuerdo a los intereses económicos de Brasil, piensa que la guerra es posible terminarla mediante la formación de una comunidad de naciones por la paz (con la excepción de Brasil, solo gobiernos autocráticos) que no contradiga los intereses ni las ambiciones de China, el mejor aliado de Putin.

Elevado a líder de la paz por el propio Xi, Lula creyó llegado el momento de erigirse como líder en Latinoamérica. Sabedor de que en Brasil y en la mayoría de la región prima una ideología predominantemente antinorteamericana, otorgó a su pacifismo un carácter antinorteamericano. Seguramente, Lula esperaba ser felicitado por la mayoría de sus colegas del continente. Pero al igual que Macron, fue confrontado con la dura realidad. Al día siguiente de su regreso a China, Lavrov, el siniestro ministro del exterior de Putin, viajó a Latinoamérica a entrevistarse con el trío antidemocrático formado por Díaz-Canel, Maduro, Ortega y, además, ¡con Lula.! (Boric, Fernández y Petro guardaron dicreto silencio)

Quien había querido convertirse en líder continental, quien llegó al poder en contra del peligro de una autocracia (Bolsonaro), quien fue apoyado por todos los sectores democráticos de su país, aparecía de pronto figurando en la agenda de viaje del representante de una dictadura asesina, junto a los gobiernos más sórdidos del continente. Sin que nadie lo solicitara, solo para complacer a su socio mayor, China, Lula estaba barriendo con su propio prestigio internacional. No le quedaba, al fin, más que rectificar. Apenas despegó el vuelo de Lavrov, declaró que «condenaba la violación territorial de Ucrania«. Si lo hubiera dicho en China habría sido un gran suceso.

Evidentemente, Lula no tiene pasta de líder continental. Le falta todo.

Ojalá que Macron y Lula hayan aprendido la lección. Puede que exista un nuevo orden económico mundial y que allí China alcance primacía. Pero ese nuevo orden no es ni será por automatismo un nuevo orden político mundial. El que primaba, el que hoy prima, y el que seguirá primando, es muy antiguo: a un lado las dictaduras y autocracias, al otro lado las democracias. Ahí no hay cómo equivocarse.

Los presidentes son al fin políticos y no gerentes de empresas. Por lo tanto sus decisiones deben ser, en primera línea, políticas. Y la razón de la política es, en última instancia, la libertad. Sobre ese tema he escrito un par de artículos. Creo que próximamente deberé escribir otro.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Alejandro J. Sucre

La Conferencia Internacional sobre Venezuela ha sido un gran paso del Presidente Petro para elevar del debate estéril entre la oposición y el oficialismo y enunciar los pasos para llegar a un acuerdo nacional. Los 20 países asistentes, a quienes como venezolano les agradezco con el corazón que hayan tomado tiempo para reunirse y tratar el tema Venezuela en tan alto nivel, hicieron luego de debatir unos enunciados con los puntos clave para superar las diferencias entre oposición y oficialismo. En esa conferencia no permitieron estar presente ni a la oposición ni al oficialismo para evitar un enfrentamiento estéril que lleva 20 años sin llegar a ninguna parte. 20 años de cacofonía donde cada parte expone caprichosamente sus exigencias a la otra y donde ambas saben de antemano que no van a ceder a ninguna petición de la contraparte y donde ambas se benefician de no llegar a acuerdos y donde no hay ánimos de arreglo aunque la población sufra lo indecible.

En caso que la Conferencia Internacional tenga resultados, hay dos cuellos de botella que subsisten para recuperar la economía.
No hacer licitaciones del gasto fiscal de acuerdo con la Ley es el primer cuello de botella por resolver por parte del gobierno de Maduro. Ha sido impresionantemente descuidado con el manejo de los fondos de pdvsa y demás entes del estado. Un gasto fiscal sin rendición de cuenta y sin licitaciones es clientelar y siempre asegura devaluación e inflación y división social. El presidente Maduro se entero que los $25.000 millones en PDVSA en meses pasados desaparecieron en bitcoins y clientes maulas. Eso paso también en el 2015 y 2016.. Y paso con CADIVI que entre todos han desaparecido mas de $300.000 millones y todavía el gobierno no organiza profesionalmente la tesorería nacional. El gobierno debe enfocarse en desarrollar un plan de licitaciones y debe rescatar la Ley de Licitaciones Públicas del año 2001 para ser aplicada inmediatamente. Las cifras estadísticas quedarán a través de la historia para que se pueda evaluar el aporte o los daños que los gobiernos han causado a la nación.

El segundo cuello de botella es que la economía venezolana está enfrascada en sanciones económicas de los EE.UU. y el gobierno, aunque reconoce que se han dejado de percibir $630.000 millones por las sanciones, se ha distraído infructuosamente buscando apoyarse en China, Rusia, Turquía, Vietnam y algunos países árabes para traer inversiones que no vienen. Medio picó el ojo a EE.UU. y Chevron vino.

Todos los venezolanos estamos sufriendo en esta disyuntiva pérdidas que el presidente de AN calcula en $630.000 millones y que seguirán mientras no se reduzca la batalla entre EEUU y el gobierno venezolano. EEUU no tiene por qué sancionar a la economía, debiera concentrase en sancionar individuos. Pero el gobierno nacional no debe dejar pasar más tiempo ni disimular que Irán, China o Rusia invertirán esas cantidades perdidas.

El gobierno debe enfocarse en aliviar las sanciones a la economía venezolana de EE.UU..

El gobierno del presidente Maduro debe tomar pasos contundentes para cambiar la situación actual de la economía.

En la Conferencia de Colombia esta semana pasada se plantean dos hechos claves que despejan toda la hojarasca de peticiones no importantes para el país y se centra el debate en lo fundamental. Que Maduro no puede ir a elecciones bajo sanciones y que la oposición necesita fecha electoral.

En forma creativa el gobierno del presidente Maduro tiene una gran oportunidad de fijar fecha electoral, que EE.UU levante sanciones y que el presidente Maduro se concentre en rescatar a las empresas del estado con inclusión social en los mercados de valores si se activan, rescatar el aparato productivo privado y negociar levantar las sanciones para crecer sin inflación. La historia premia a los que aman a su pueblo con hechos. La industria de vehículos es una muestra de lo que pudo ser Venezuela y no fue por malas políticas económicas. Venezuela pudo haber sido una de las principales en el ramo automotor en Latinoamérica. Fue centro de desarrollo de Toyota, GM, Ford, Chrysler y muchas otras con plantas manufactureras produciendo cientos de miles de vehículos y un sector de autopartes que generaban 40 % de los insumos y de calidad mundial, empleando cientos de miles de venezolanos. Venezuela se proyectaba como el país desde donde exportar vehículos a Latinoamérica. Hoy la industria automotriz esta desmantelada, las fábricas se mudaron a Brasil y Argentina y solo se importan unos miles de vehículos al año y todo eso por las pérdidas que ocasionaron el no reconocer las cartas de crédito en 1990 y CADIVI 2013. Nunca es tarde para corregir errores. El caso Chevron lo demuestra. Falta el regreso de las grandes petroleras nacionales y mundiales y muchos otras inversiones que regresen. Venezuela lo merece.

Twitter @alejandrojsucre

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Carlos Raúl Hernández

Grandes estrategas permitieron a EE. UU y la URSS superar un pulso en el que mundo podía desaparecer. Hoy de nuevo yacemos sobre 20.000 cabezas nucleares entrambos contendores, las más pequeñas con una potencialidad de diez veces Hiroshima. Por eso asombra la frivolidad de medios de comunicación internacionales otrora respetables, que mantienen la gente en un engaño. Terminada la Guerra Fría, EE. UU con prudencia y habilidad mantuvo bajo control a sus adversarios y potencialmente enemigos, y evitó un bloque eurásico hostil, pesadilla de Kissinger que hoy se materializó. La dramática tarea de los Estados Unidos es superar las guerras fría y caliente y enfrentar el deterioro económico social interno. Robert Kennedy Jr. viene de una familia de mártires democráticos. Tiene un distinguido curriculum académico-profesional, es un escritor exitoso, pero su lanzamiento en las primarias demócratas proyecta sombras como potencial estadista y hace temer que continúe el deterioro de los dos últimos gobiernos. “Habla claro”, demasiado, cosa más propia de los respetables gremios de taxistas y barberos que de líderes, y ronda el fundamentalismo ecológico.

Ha denunciado en falso, varios artículos suyos tuvieron que retirarlos de circulación, declara guerra contra las vacunas, el acetaminofén, fluorar las aguas. El mundo requiere que el presidente de EE. UU, más que cualquier otro, mantenga sus neuronas estables, esté abierto a cambios necesarios y recuerde siempre a Reinhold Niebuhr, politólogo inspirador del llamado “realismo político” norteamericano, y autor de la conocida Plegaria de la serenidad (“Dame Señor, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que deben cambiarse y sabiduría para distinguir unas de otras”) Regresar a la normalidad desde la atmósfera de esoterismos y extravagancias alienígenas, entre ellas la Agenda 2030. En valetudinaria teoría del siglo XX, la “ideología verde” aspira desindustrializar al mundo y que todos seamos Salicio y Nemoroso. El filósofo antinatalista y posmoderno surafricano David Benatar, en Mejor nunca haber existido (2006) escribió que “traer nuevos seres al mundo es un error” y Joel Schumacher en Batman y Robin (1997) crea a la doctora Pamela Isley (Uma Thurman), dispuesta a exterminar los humanos para que crecieran plantas y animales.

En los setenta, la ultraizquierda quería destruir la médula de la sociedad: los beatniks, importantes intelectuales norteamericanos y europeos, Jack Keruac, Allen Ginsberg, William Borroughs, Timothy Leary, líderes de las sectas contraculturales universitarias, underground, el movimiento hippie, el mayo francés, entonces burla de las grandes fuerzas políticas de izquierda y derecha. Cuestionaban la perfidia de la “sociedad industrial”, la religión, la cultura, la familia, la sexualidad “de la burguesía”, y los ecologistas (el Club de Roma) pronosticaba que para 1990 la contaminación extinguiría la vida del planeta. Era la primera negación integral, holística, a fondo, de la civilización y la despreciada democracia, un proyecto psicopático y lo sigue siendo. Vivirían fuera de la sociedad, sin obligaciones ni ataduras, en los paraísos artificiales de Baudelaire. Esa ideología llega a la cúspide cuando Herbert Marcuse niega diametralmente el marxismo clásico: la clase obrera es enemiga de la revolución, que ahora la encabezarán marginados, delincuentes, drogadictos, presidiarios, a los que Foucault añadiría también locos y rechazados.

Una profesora icónica de entonces, Ángela Davis, militante comunista, tomó fielmente la tesis, se vinculó a con crímenes y delincuentes y participó en un asesinato para liberar de la cárcel a George Jackson, terrorista de los Panteras Negras, con quien tenía vínculos particulares. Se liberó de cargos de asesinato por la campaña mundial que Marcuse desato en su defensa. Hoy las elucubraciones de entonces cuajaron un proyecto con piel de oveja para revolucionar pacíficamente (y este es su rasgo más destacado) desde la relación hombre-naturaleza hasta el comportamiento en la cama. El choque trasuda desprecio y violencia verbal contra los valores mayoritarios, lo que afortunadamente les asesta derrota tras derrota (Chile, Italia, Finlandia, Suecia, seguramente España) Promueven desde la pederastia, hasta el bestialismo (Peter Singer) corrompen a los niños, quieren librar el mundo del kapitalismo, de los hidrocarburos, objetivo hasta el momento bastante inviable, salvo por la energía atómica. Los “verdes” en Alemania, desde los setenta y luego a partir de su unificación en 1993 y fundarse en sentido estricto, han sido modelo de la moda posmarxista, antipolítica, ecológica, pansexualista, antikapitalista.

Mucho más prácticos que Podemos, su sobrino tonto, gobiernan en algunos estados con la democracia cristiana y en otros con los socialdemócratas y debatían entre pragmáticos (belicistas) que se impusieron y fundamentalistas (pacifistas) A comienzos de siglo crearon una alianza parlamentaria para eliminar las plantas nucleares, porque recibían energía barata rusa por el gasoducto Yamal, iniciado por el canciller Konrad Adenauer a comienzos de los 60 y proseguido por Willy Brand, para impulsar el “milagro alemán”. Empresas tedescas suministraron los insumos para construir el tubo desde los grandes yacimientos en Siberia. Luego los Nordstream I y II, hicieron posible la sobrevivencia de la economía europea. La decisión de cerrar las plantas nucleares se junta con eliminar centrales de ciclo combinado a gas, Alemania se queda sin energía y empuja que las empresas se fuguen a China, lo que allá celebran a mandíbula fracturada. Los “verdes”, con cara de póker, se pasan de pacifistas a ultrabelicistas y de ambientalistas en defensores del carbón en un santiamén. Aun así, las “energías renovables”, podrían ser, usadas con sentido común, auxiliares de las tradicionales.

La crisis en Texas 2021 dejó 5 millones de familias sin electricidad, por un efecto simple, que a posteriori quieren traspapelar: 30% de la energía era eólica y como el fuerte invierno congeló los molinos, las plantas clásicas debieron compensar el déficit y colapsaron. Hasta que inventen como acumularlas, las renovables no garantizan flujo constante, porque no hay luz solar de noche, y la eólica necesita vientos permanentes. Para disminuir y a largo plazo llevar a cero las emisiones de CO2, la estrategia es sustituir el parque automotor actual por eléctrico para 2035. Los expertos informan que producirlos y producir sus componentes, metales, plásticos, baterías, vidrios, contamina el doble que las automotrices tradicionales. La reconversión presenta grandes problemas, como la depredación ambiental de extraer litio para las baterías, pues se necesitan dos millones de litros de agua por cada mil kilos de litio. También será enormemente costosa la creación de decenas de millones “estaciones de servicio” para la recarga y cada recarga requiere cuatro horas.

Un proyecto ecológico, paradójicamente produce daños ambientales e inflacionarios. A muchos les parecía odiosamente capitalista que durante la pandemia los gobiernos se preocuparan por las empresas, es decir, por el empleo y la manutención de la gente. Pero la agenda revolucionaria guarda silencio sobre el litio y otros “detalles”. La automotriz es una pilastra de la economía mundial y en varios países es número uno y en su reconversión no puede quedar nada al azar, porque debilitarla cuesta puestos de trabajo. Desde que en 1885 el ingeniero Karl Benz inventó el motor de autocombustión y lo dedicó a Mercedes, la humanidad tiene hoy 8 mil millones de hab. y 1 mil quinientos millones de automóviles. Parte del siglo XX EE. UU dominó la industria, hasta que con la globalización entraron Japón, Surcorea y por último China. La agenda se va a complicar porque de 85 millones de autos que se produjeron el año pasado (2022), 27 millones (32%) se fabricaron en China, 10 millones (12%) en EE. UU, 8 millones (9.6%) en Japón, 3 millones y medio (4.2%) en México. El automóvil y sus coadyuvantes crean 12.6 millones de empleos (12%) del total en Europa.

Para los que odian el kapitalismo, lo que llaman “vehículos de alta gama”, es decir, de lujo, se producen en China: el sueco S-90 Volvo, el DS Automovile francés, el M8 BMW de Alemania, el Dacia Spring de Renault con el dato de que apenas 3% de las baterías para carros eléctricos se producen en Europa. Además, el año pasado en el mercado interno chino, se vendieron 7 millones y medio de autos eléctricos, mientras en EE. UU 1 millón 726 mil y en Europa 1 millón 560 mil. La industria automovilística está liderada por Pekín y las empresas se refugian allá porque el precio de la energía europea les quita toda competitividad. Si la humanidad sobrevive a su estupidez el próximo presidente norteamericano no la tendrá fácil. Deberá ser tan racional como Descartes.

@CarlosRaulHer

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Ignacio Avalos Gutiérrez

Hace poco, y como se viene haciendo desde el año 2009, se celebró el Día de La Madre Tierra, conforme a ese ya viejo hábito en el que los terrícolas nos damos a la tarea de recordar algún aspecto importante de la vida. Nos refrescamos la memoria, así pues, y en este caso pareciera que por un momento tomamos conciencia del planeta y de los ecosistemas que nos dan la vida, así como de la necesidad de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, las sociales y las ambientales, de las generaciones presentes y futuras.

Un mundo “desnorteado”

Nos ponemos a leer algunos informes y caemos en la cuenta, así pues, de que nuestro planeta es casi una metáfora del caos, que la Madre Tierra es un desorden, casi por donde quiera que se le mire. En efecto, se nos ha ido volviendo en un lugar cada vez más violento, más pobre y sobre todo más desigual e injusto. Y desde el racismo, la xenofobia, el fanatismo religioso, el extremismo político, además de otros ingredientes, se arman ciertos códigos de los que no hemos logrado zafarnos, para entender y llevar a cabo nuestra vida. La guerra en Ucrania ha puesto las claves sobre el tablero, exhibiendo la fragilidad institucional, económica, política, social, cultural y medioambiental que dibuja al planeta de arriba a abajo

En otro plano, diversos estudios realizados en muchos países dan cuenta, con sus particularidades, del predominio de emociones como la tristeza, el miedo, la irritabilidad, la ansiedad, la depresión y el estrés, parte de una larga cabuya de malestares y desacomodos personales que permean la condición mental de unos cuantos, no pocos, millones de terrícolas

Cabe sumar a lo anterior, las profundas y aceleradas transformaciones tecnológicas que se han venido generando, sin terminar de asomar ese mundo mejor que algunos ¿predicadores? anuncian con sus parlantes a todo volumen. Los nuevos descubrimientos se conciben, desarrollan y utilizan sin que medien semáforos ni brújulas, que establezcan sus fundamentos éticos. Hay una suerte de “anomia tecnológica”, por decirlo de alguna manera. En este sentido, la economista Sussana Suhoff ha escrito que “ …vivimos en una distopía accidental, pues hemos llegado a un punto al que nadie nunca hubiese escogido llegar y al que nadie quería llegar. Y aún así, aquí estamos.”

Son los actuales tiempos líquidos, sin certezas, como escribió Baumann, el filósofo polaco. Hasta la realidad se ha vuelto poco fiable, como dijo alguien. Menuda tarea, pues, la que tenemos por delante. Se trata, nada menos, que de crear un nuevo tejido social.

¿La Poesía Cuántica?

Hace nada, Rafael Cadenas recibió el Premio Cervantes de Literatura, el más importante de Hispanoamérica. “Cuando recibí la noticia pensé que podía ser un invento de don Quijote”, declaró. En el acto de entrega pronunció un breve discurso que sería bueno que nos lo aprendiéramos de memoria, guardando hasta lo que insinúa entre líneas, pues también en ellas el lector se topa con su talento y sensibilidad. Aprovechando que sus textos pueden leerse desde varias ópticas, me limito a entresacar algunas cuestiones que ha abordado en distintas oportunidades, recordados de alguna forma en sus palabras ante los Reyes de España.

En primer lugar me remito a su a su alerta sobre el totalitarismo, a su preocupación por el avance en todas partes, “a veces con disfraz democrático, a veces de manera franca”. En este sentido, en medio de una reflexión que viene muy a propósito de la sociedad venezolana, sostiene que “el lenguaje no es solo un medio de comunicación sino un instrumento poderoso que influye decisivamente en la sociedad, así como ésta en él. Puede favorecer su avance o atrasarla, impulsarla hacia la democracia o hacia un totalitarismo. De ahí que sea tan principal en el ámbito político”. En una onda claramente orweliana añade que ”… el actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje; podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal.”

Hago referencia, en segundo lugar, a la idea de que “… nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos. Sobre todo divide el nacionalismo que, como dijo Einstein es el “sarampión de la humanidad”. Cada país se aferra a su historia, hay una especie de narcisismo que tiene que ver con cada país”. En suma, hemos construido sociedades muy individualistas, muy atomizadas.

Añade que en este tiempo “el mundo debería ser cosmopolita”. El de hoy es un planeta atravesado por crisis globales, en el que se diluyen las diferencias entre dentro y fuera, lo nacional e internacional, el nosotros y los otros. Se precisa una «mirada cosmopolita» de acuerdo a una expresión que permea la literatura que viene analizando la que se ha calificado como una “crisis civilizatoria”, Todo nos pasa a todos. Ya nada ocurre “afuera”.

Y, por último, me llamó mucho la atención, que haya comentado, casi en tono de confesión, su descuido por “… las materias científicas, lo cual lamento, pues la física cuántica, por ejemplo, ha restaurado el insondable misterio del cosmos; es una revolución.”. Asombra esa frase, dado que diversos autores han puesto su atención en el surgimiento de nuevas formas de pensar y modelar el conocimiento y, dentro de ese contexto, las ciencias sociales y humanas están sufriendo una transformación radical, por efecto de una reciente interacción con la teoría cuántica. Están surgiendo las ciencias sociales cuánticas. Quien sabe, piensa uno, si hasta la Poesía Cuántica

En síntesis, vaya personaje el tal Rafael Cadenas.

A manera de posdata

Guardando silencio el gobierno de Nicolás Maduro hablo más alto y claro que nunca, mostrando que su épica discursiva no le alcanza para esconder su talante autoritario. Sin embargo, su mutismo con relación al Premio Cervantes de Literatura no desaparece a Rafael Cadenas como referencia para todos nosotros. Al contrario.

El Nacional, viernes, 28 abril 23

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