Pasar al contenido principal

Opinión

Pedro Vicente Castro Guillen

Hablar de capitalismo salvaje de Deng alude sin lugar a dudas al esfuerzo de China de superar las taras genocidas de Mao Tse Tung, que dejo decenas de millones muertos por hambrunas en su empeño de construcción del comunismo. Deng Xiaoping lideró el esfuerzo por construir el capitalismo bajo las reglas de la economía liberal pura y dura; ustedes podrían convenir conmigo; que, si bien el capitalismo salvaje de Deng no sirve para alcanzar la felicidad total a la que Marx, Lenin y Mao aspiraban, sirve para construir una sociedad desarrollada que saco ciento de millones de seres humanos de la pobreza. Es decir, por ironía de la historia sería el Partido Comunista Chino quien demostrara plenamente la vigencia histórica de la economía liberal, que por cierto es la única que existe, la que por lo demás, estudio Marx.

El salvaje capitalismo de Nicolás, es por supuesto, una frase sin sentido que denuncia precisamente la piratería de este socialismo en el siglo xxi. Que no es otra cosa que el intento inútil por permanecer eternamente en el poder. Y para ello recurren reiteradamente a salvajadas políticas que han venido devastando el país y generando una crisis masiva de orden económico, social, político y cultural.

Pero lo que acaban de hacer con las “medidas económicas” donde han llevado el salario mínimo a 1.800,00 bolívares soberanos -Bs.F180.000.000,00-, equivale a lo que hicieron en el 2013 con el Dakaso –para ganar las elecciones municipales-, que consistió en arrebatarle a tiendas emblemáticas –en muchos casos de forma negociada- de productos de línea blanca su inventario para repartirlo entre los partidarios del régimen, pero, que luego repitieron en el 2015 con lo que se llamó el Dakaso alimentario –para intentar revertir la derrota por sancionar en las elecciones a la AN, que no les sirvió de nada-, cuando confiscaron los productos a los abastos para repetir la acción buscando elevar los niveles de aprobación de un gobierno que se quedó sin bases sociales. En ambos casos se afectó a grandes comercios o cadenas de productos. El problema ahora es que cuando se hace esta acción confiscatoria del salario esto no afecta a unos pocos negociantes ricos de la cadena de línea blanca o de alimentos, sino que a quien afecta es a la mayoría de la población, ya no se trata de los agentes culpables de la “guerra económica” sino de todos los venezolanos.

Esta acción absolutamente irracional incluso para los cánones de la kakistocracia gobernante. Evapora no sólo el salario sino los ingresos de todos los venezolanos, no es sólo que empujará la hiperinflación al infinito y más allá, porque decidió fantasiosamente que podía asumir las nóminas de todos los trabajadores formales e informales por 90 días inyectando una enorme masa monetaria que será el combustible de los aumentos de precios desbordados. Sino, y esto es lo verdaderamente grave y ominoso, que destruyo todos los convenios colectivos que el propio Nicolás venía negociando. Dejo a la economía sin referencia para calcular los salarios y consecuencialmente los ingresos, dejando a los actores económicos ciegos a la hora de determinar los precios, porque no funciona el mercado y porque por vía administrativa acaba de destruir los mecanismos de negociación que podían servir de referencia a los acuerdos entre los patrones públicos y privados y la masa laboral.

Pretender que porque el Estado asuma el costo laboral –cosa por cierto muy relativa- no van a aumentar los precios es un ejercicio de supina ignorancia económica y política a la luz del comportamiento de la economía con un déficit público fuera de control y monetizado de la misma manera. El régimen por primera vez toma una medida que afecta a la población en general, antes con los llamados dakasos había afectado a unos pocos de los que ellos denunciaban como oligarcas, pero esta vez es a los venezolanos comunes y corrientes.

Pero esto no es una simple gaffe (metida de pata) del régimen; es que Nicolás como Mao quiere hacer la revolución express, pretendiendo meter todo a través del carnet de la patria, ahora quien no esté en este sistema será condenado al ostracismo dentro de su propio país y no podrá acceder a ningún beneficio para poder satisfacer sus necesidades en un país donde la economía tanto pública como privada ha sido liquidada en la locura del salvaje capitalismo tal como lo hizo Mao en su oportunidad. Lo que es estúpido y protervo simultáneamente es pretender que la población se va a calar semejante dildo sin reaccionar frente a una acción que llevara más hambre y miseria a la mayoría de la población. Ya lo dice el adagio popular: metete con el santo, pero no con la limosna. Pero Nicolás has rodado, te has metido con la limosna.

Todos los venezolanos tenemos que hacerle frente a este sistema para poder regresar a un sistema republicano y democrático.

@pedrovcastrog

 3 min


Bernard-Henri Lévy

¿Qué significa ser humano? La inmensidad de esta pregunta puede reducirse a un viejo principio propuesto por el filósofo alemán Hegel, que atribuyó a su colega filósofo Baruch Spinoza: “Toda determinación es negación”.

Pero ¿negación de qué?

Primero, de Dios. En el principio estaba Dios, la fuente de la acción infinita. En la tradición occidental, un hombre no tiene propósito sin Dios. Para los cristianos, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios; para los judíos, Dios es un buen trabajador que nos da una mano. Para los ateos (quienes, no lo olvidemos, son judeocristianos a su manera), el propósito del hombre es en parte destronar a Dios. Si esta no es una absoluta negación de Dios, entonces al menos limita su poder, ya que los humanos llegan a ocupar el espacio que antes estaba reservado únicamente para Dios.

La determinación también es una negación de la naturaleza. Nadie negará —en especial Spinoza— que un humano es natura naturata, una cosa entre las cosas, una naturaleza entre las naturalezas, una figura del mundo tejida de la misma fibra que todas las otras figuras ordinarias. Pero ser humano también es desear la trascendencia, aspirar a ser más que solo un pedacito de naturaleza.

En su época, el filósofo René Descartes reflexionó sobre la diferencia entre los humanos y las máquinas. Hoy, en la cúspide de la revolución de la inteligencia artificial, cavilamos sobre una pregunta similar: ¿cómo podremos diferenciar a un humano auténtico de uno sintético?

Un humano auténtico es res cogitans, una cosa pensante, como Descartes señaló. Una fuente de “intencionalidad”, como escribió el filósofo Edmund Husserl. Ser humano significa dar un salto fuera del orden natural. Para ser humano hay que escaparse, de una u otra forma, de esa masa de átomos, células y partículas de las que tú y yo y todo lo demás está compuesto. Es haber nacido con un alma, la cual —incluso si es inmaterial, si no tiene extensión ni densidad, incluso si es perfectamente invisible, intocable e impredecible— actúa como un pasaporte que nos saca de la naturaleza y nos adentra en nuestra esencia humana.

Esta desnaturalización sistemática, esta confianza en que cada pieza de uno puede escapar del orden natural del mundo, es como un segundo nacimiento. La naturaleza es la primera etapa de la humanidad, pero no puede, en ninguna circunstancia, ser su horizonte.

Sin embargo, también existe un tercer nacimiento. Ser humano, claro está, es ser parte de otra entidad a la que llamamos sociedad. Con todo el debido respeto para el “rousseaunismo” de aquellos que nunca han leído a cabalidad a Jean-Jacques Rousseau, el hombre nunca ha existido enteramente por sí mismo, sin ningún apego a una comunidad de otros.

Debemos ser muy cuidadosos en este respecto. Idolatrar la esfera social, aceptar pasivamente las limitaciones que resultan de la imposición de las leyes y las normas sociales, puede ser mortal para los empeños humanos. Ahí yace el reino inhóspito del “cabe nosotros” de Martin Heidegger. Ahí yacen las multitudes sin nombre ni rostro de Edgar Allan Poe y que ahora se han desatado en las redes sociales.

Ser humano es conservar, en el interior de uno mismo y contra todas las formas de presión social, un lugar de intimidad y secretismo en el que el gran todo no puede entrar. Cuando este santuario colapse, sin duda vendrán las máquinas, los zombis y los sonámbulos.

Tal vez en un principio no podamos acceder a este poder privado. No nacemos humanos; nos hacemos humanos. La humanidad no es una forma de ser: es un destino. No es un estado fijo, que se entrega de una vez y para siempre, sino un proceso.

Ser humano también significa saber que uno puede ganar batallas, pero nunca la guerra. La muerte tendrá la última palabra. Si todo esto parece demasiado trágico, si nos preocupa la sensación de que lo inhumano es la regla y lo humano la excepción, debemos llegar a entenderlo como una fuente de salvación.

En última instancia, no estoy seguro de nada. La filosofía se ocupa estrictamente del campo de lo posible, no de lo conocible, así que solo puedo apostar por lo que puede ser.

No obstante, hay una cosa que sí sé: la historia de este último siglo nos enseña que cuando apostamos por la nostalgia —cuando nos dedicamos a la búsqueda de una tierra natal perdida, de algo puro—, solo allanamos el camino para el totalitarismo. Activamos las máquinas para que nos limpien, depuren y arrasen con nosotros.

Cuando, en cambio, nos comprometemos con nosotros mismos a seguir adelante, a sumergirnos en lo desconocido y a aceptar nuestra humanidad con toda su incertidumbre, entonces nos embarcamos en una aventura realmente bella y noble: el camino mismo hacia la libertad.

Sábado, 25/Ago/2018

Bernard-Henri Lévy es un filósofo, cineasta y activista francés. Es autor de The Empire and the Five Kings, de la editorial Henry Holt & Co.

https://polisfmires.blogspot.com/2018/08/bernard-henri-levy-no-nacemos-c...(POLIS)

https://www.almendron.com/tribuna/no-somos-humanos-cuando-nacemos/

 3 min


La Parca acosa a Maduro y a sus esbirros. No será un dron el que los sacará del poder, sino el colapso del país por la caída estrepitosa de la economía, la corrupción generalizada y la ineptitud de muchos. No es exceso de optimismo, sino la realidad de un país que tenía todo para ser exitoso, que se hundió por el fanatismo y por la carencia de principios y valores de unos pocos, pero cuyos ciudadanos en su mayoría no se doblegan, aunque a veces parecen dormidos.

Antes de que se disolviera la Unión Soviética y que a Mao lo bajaran del pedestal se podía entender que hubiese fanáticos de cierto nivel intelectual que creyeran en la utopía del comunismo. Posterior a estos hechos, quien siga predicando las bondades de ese sistema no está en sus cabales o bien es un corrupto que se aprovecha de la ignorancia de algunos para lograr el poder político y económico. Maduro y sus esbirros no están locos, a menos que el resentimiento, como el de los hermanos Rodríguez, sea una enfermedad mental, por lo que cabe señalarlos de corruptos e intelectualmente deshonestos.

Quienes diseñan la política económica y represiva lo hacen exprofeso para hundir al sector privado, controlar a la población e inducir al exilio voluntario. Los controles de cambio y de precios, la emisión de dinero inorgánico, el endeudamiento externo, la apropiación de empresas privadas, el cambio de los pensa de estudios, la proliferación de universidades sin autonomía, la hegemonía comunicacional y el llamado carnet de la patria son ejemplos claros del intento de imponer un trasnochado Socialismo Siglo XXI, que no es más que un comunismo redivivo con ciertas tonalidades para intentar hacerlo potable.

Ninguno de quienes están en el poder son una lumbreras, pero tampoco son “justitos”. Muchos, como el general Motta y el general Quevedo no están capacitados para desempeñar el cargo que ocupan y, además, son embusteros. Otros son unos ladrones. Algunos sostienen que la oposición ha menospreciado a los rojos y por ello permanecen en el poder. Esta es una aseveración sin fundamento. Permanecen en el poder porque son corruptos y se apoyan en los corruptos de la Fuerza Armada, de los jueces y fiscales del Poder Judicial y de las rectoras del CNE.

En algunos casos importantes, como la caída de la producción y refinación de petróleo, de la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, el deficiente suministro de agua y la quiebra de las industrias del hierro, del aluminio y de las empresas estatizadas del sector agropecuario, los fracasos son atribuibles a la ineptitud y a la corrupción.

Maduro piensa que con el carnet obligatorio puede ganar adeptos. Leí de un señor Golcar Rojas algo que parece sensato: “Hemos llegado a un punto en que la dignidad está en resistir con el menor sufrimiento posible. Si no sacar el carnet nos va a hacer más miserable la vida que nos da el régimen, pues a sacarlo sin pena, ni remordimiento”. Además, ese dinero es de todos y con carnet o sin él, seguirá aumentando el rechazo a la narcodictadura.

El régimen de Maduro agoniza. Las células que lo integran se están destruyendo por autolisis. Los pesimistas de la oposición no lo creen y sus dirigentes, unos más, otros menos, no realizan el trabajo requerido para acelerar el proceso. Los fanáticos rojos no se percatan de que ya el régimen entró en fase de pudrición, pero no hay duda de que está llegando a su fin.

Como (había) en botica:

La semana pasada se cumplieron seis años de la explosión en la refinería de Amuay con saldo de 42 fallecidos, cinco desaparecidos, 150 heridos y pérdidas de más de 1.800 millones de dólares. Un año después de la tragedia, el prófugo Rafael Ramírez presentó un informe pirata que afirmaba sin base que hubo sabotaje. Hace cinco años el embustero Maduro afirmó que “una investigación internacional demostró que fue sabotaje”. Todavía no ha identificado autores del informe, ni del supuesto sabotaje. Recientemente, el irresponsable expresidente de Pdvsa Eulogio Del Pino, hoy encarcelado por supuesta corrupción, declaró impúdicamente que “se dejó de invertir en mantenimiento para no afectar los programas sociales”. El Informe elaborado por el Centro de Orientación en Energía (Coener) pocos días después de la explosión, avalado posteriormente por la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo, Grupo Orinoco de Energía y Ambiente, Asociación Civil Gente del Petróleo y Sindicato Unapetrol, concluyó que hubo falta de mantenimiento y deficiencias operacionales. La fuga de gas se detectó a las 12 de la noche y la explosión ocurrió a la 1:10 am y sin embargo no desalojaron. Tanto en Amuay, como en el resto de las refinerías han ocurrido numerosos accidentes y operan con baja capacidad de procesamiento, y la producción de crudo es de 1.584.000 barriles por día inferior a la del 2001, como consecuencia del despido de más de 20.000 trabajadores de Pdvsa y filiales.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Esta es la hora de la gente; es el momento de cada uno de nosotros, de las grandes preguntas y de las grandes decisiones.

El tiempo de los partidos y de las organizaciones políticas, tal como los conocemos hasta la fecha, parece haber llegado a su fin, con una estadística poco alentadora y mil preguntas sin responder, resumibles en una sola: ¿Por qué no somos un País del «primer mundo»?

El caso venezolano es atípico. A partir del momento en que estalló el Zumaque I hace más de cien años (1914), una continua lluvia de riquezas nos convirtió en uno de los países con mayor ingreso per cápita del globo, con lo que se nos abrió la posibilidad de industrializarnos y convertirnos en un emporio agrícola y pecuario, en una potencia económica para el disfrute de sus ciudadanos y beneficio mundial.

A todos nos consta que en la actualidad competimos con el Haití de los Duvalier y el Zimbabue de Robert Mugabe, por el poco honroso lugar del país con la población más miserable del mundo; que en nuestros hospitales niños y adultos mueren de mengua, que enfermedades desaparecidas hace décadas como el paludismo, la tuberculosis y el sarampión se enseñorean entre los más pobres y que la leche de vaca, indispensable para el buen desarrollo físico y mental de los niños, batió la barrera de los dos millones de bolívares el litro, en su versión líquida.

El caso venezolano es patético y también es de vieja data. No se inició con Chávez, como han tratado de hacer creer los partidos, tanto originarios como derivados y los personeros que usufructuaron los cuarenta años de la mal llamada era democrática. Ese inicio prefiero ubicarlo el 18 de octubre de 1945, cuando una muchachada cívico militar irrumpió en la escena política, sin presentir que tres años después vendría la asonada que metería a la cárcel y aventaría al destierro a sus antiguos socios en el antimedinismo.

Los adecos que llegaron al poder en 1959, no fueron los mismos que lo dejaron el 24 de noviembre de 1948, con la defenestración de Rómulo Gallegos; curtidos por los sinsabores del destierro y las amarguras de las cárceles, se dispusieron a preservar el poder a cualquier precio, incluyendo la corrupción de militares y civiles y la suscripción del llamado Pacto de Punto Fijo, con la cual se priorizó preservación del poder antes que la construcción de un régimen verdaderamente democrático, que tuviera entre sus prioridades la conversión de habitantes en ciudadanos, de votantes en electores.

Quienes ejercieron el poder durante cuarenta años a partir de 1959, parece que no se percataron de que el ciudadano debidamente formado en lo político es el verdadero sustento de la democracia; que a nadie se le ocurre imaginar un golpe de Estado en Suiza o Suecia, pues para los naturales de esos países es inconcebible que una persona o grupo de personas acceda al poder por medios distintos a los señalado en sus leyes y costumbres.

En mayor o menor grado, quienes nos mal gobernaron durante los últimos sesenta años, han considerado que un pueblo ignorante y sumiso era más fácil de manipular electoralmente y de gobernar entre excusas y mentiras, sin caer en cuenta que otros, allende los mares, también podrían aprovecharse de esas circunstancias para expropiarnos el futuro.

Lo vuelvo a decir: esta es la hora de la gente. A pesar de las manipulaciones de la MUD para adueñarse de las previsibles acciones de un pueblo desesperado y de las amenazas del régimen, el momento de la gran decisión se acerca: o admitimos morir de rodillas pensando que nada podemos hacer para salir de esta tragedia, o recordamos que una vez fuimos hasta Ayacucho para sellar la libertad de América y que Bolívar nos dijo, con sobrada razón: «Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos».

turmero_2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://www.dulcemariatosta.com

 3 min


Lester L. López O.

El nivel de desasosiego, incertidumbre, de desesperanza y desinformación al que el régimen ha sometido a la población venezolana es de tal magnitud que buena parte de la misma comienza a creer que el problema de lo que sucede en nuestro país es, al final, culpa de la oposición democrática que no ha logrado unirse para salir del gobierno. Esto último no deja de ser cierto, pero culpar a la oposición de los males del país viene a ser un argumento superficial y posiblemente producto de la hegemonía propagandista del régimen.

En ese sentido los factores de la oposición deben redoblar esfuerzos para que el 80% de la población que rechaza la gestión del gobierno y que aspira a un cambio del mismo se convenza e interiorice que la culpa de todos los males que nos afectan es responsabilidad exclusiva de quienes nos gobiernan y erradicar las descalificaciones mutuas que se hacen públicamente por las redes sociales. Es difícil de entender que los dirigente de la oposición a estas alturas insistan en descalificarse entre ellos en vez de coordinar un plan de información para descalificar al régimen y a su dirigentes, verdaderos culpables de la situación calamitosa que sufrimos la gran mayoría de la población.

Otra realidad en la que se debe hacer esfuerzos en convencer a la ciudadanía que el gobierno todo lo que hace es para mantenerse en el poder el mayor tiempo posible porque para ellos los costos de salida son sumamente altos. Las actuales medidas económicas que, en términos de ingresos monetarios, benefician a la población en un aparente aumento de su capacidad adquisitiva orquestada con un excelente plan propagandista, no es más que un intento de bajar el nivel de las protestas de los trabajadores cuyos ingresos reales son insuficientes para hacerle frente al proceso hiperinflacionario que el mismo gobierno ha generado. Comprometerse a pagar el nuevo salario mínimo incrementado, según los expertos en tres mil por ciento, sin tener la capacidad real de cumplirlo no puede interpretarse de otra manera que no sea, además de irresponsable, otro intento, ojala fallido, de que muchos comercios y pequeñas empresas tengan que cerrar sus puertas ante la imposibilidad de poder honrar estos compromisos en el futuro cercano, así que, lo único que asegura este nuevo plan económico es que la hiperinflación continuará.

Muchos analistas internacionales y locales que estudian objetivamente las fortalezas y debilidades del régimen, concluyen que cuando la oposición democrática, o buena parte de ella, finalmente consiga ponerse de acuerdo en una ruta para lograr el cambio de gobierno el mismo caerá irremediablemente. Las presiones económicas, el cerco internacional al que la diáspora venezolana comienza a afectar y el rechazo de los venezolanos a la ideología comunistoide (así lo percibe la población) que el régimen se empeña en tratar de imponer, son suficientes para lograr que caiga.

Recientemente la Asamblea Nacional ratifico la decisión del TSJ en el exilio de condenar al jefe del régimen por corrupción vinculado a la empresa Odebretch, decisión que amerita su salida del cargo que hoy usurpa. Esta decisión, unida a la anterior por abandono del cargo, obliga a la AN a declarar el vacío de poder y en consecuencia nombrar un gobierno de transición ya sea por la vía de la consulta electoral (artículos 71, 333 y 350 constitucionales) o por la convocatoria a una nueva asamblea nacional constituyente (art. 348 constitucional) que nombre un gobierno o junta de gobierno provisional mientras se redacta la nueva constitución. Pero lo más importante de esto, es que la AN se puede convertir en el gran factor unitario de la oposición democrática para lograr el cambio anhelado por los venezolanos.

@lesterllopezo 27/08/18

 2 min


Carlos Raúl Hernández

En los ochenta después de un par de décadas de fiascos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y de gobiernos populistoides, la región entra en un espantoso remolino, la Crisis de la Deuda Externa, por haber derrochado los recursos y no poder pagar las importaciones. Sus monedas desaparecieron por la inflación y la devaluación, y la gente se depaupera. Allí nacen los Programas de Estabilización Macroeconómica apoyados por el FMI y el duro aprendizaje sobre las reglas para que una economía funcione sana: que el flujo de los precios los mantiene equilibrados y la libre convertibilidad evita la fuga de divisas.
Que el Estado debe estimular y no hostilizar la inversión privada nacional y extranjera, tener gastos fiscales bajo control y moderar las ganas de “hacer el bien” a costa de castigar a los productores. Invertir los recursos públicos con transparencia en puertos, aeropuertos, hospitales, electricidad, escuelas y demás servicios, pero no administrarlos porque fracasan. Los dirigentes se vieron obligados a aprender a nadar mientras se hundía la canoa y costó ahogos. Muchos lo lograron y hoy, naturalmente con problemas, sobre todo a partir del Socialismo de Siglo XXI, viven prosperidad suficiente para recibir oleadas de migrantes venezolanos desesperados.

Durante el aprendizaje fracasaron con programas híbridos de estabilización, merengadas de apertura con ojeriza por la libertad económica. Raúl Alfonsín asume la Presidencia de Argentina en 1983 para enfrentar la crisis que dejó la dictadura militar fracasada. Presenta el llamado Plan Austral de 1985, cuyos autores creían como Hans que el problema era el sofá y quitar ceros a la moneda detenía la inflación. Hubo forcejeos con el “neoliberalismo” y la “inhumanidad tecnocrática” que cuestionaban tales espejismos.

Hans, el sofá y la economía

Al final doblaron el brazo del FMI y crearon un plan híbrido, pirata, de los que llamaban heterodoxos, que no erradican la enfermedad porque el tratamiento duele. Conservaba control de precios de servicios públicos que quebraron y de alimentos que desaparecieron. El patriotismo no aceptó privatizaciones y a cambio hubo recesión, devaluación, hiperinflación, desempleo y miseria. El austral se hunde y se editaron a la carrera billetes de 10.000, 50.000, 500.000 y 1.000.000. Como no pueden pagar la deuda externa, emprenden una nueva acción inútil, el Plan Primavera, que trajo saqueos, incendios, fuga de divisas, devaluación.

Récord histórico de pobreza y renuncia del presidente. Asume Carlos Menem y con un plan serio, el de Convertibilidad, bajó la inflación a un dígito para que su sucesor, De la Rúa, en lucha antineoliberal, descarrilara a los pobres de nuevo al abismo con el fin de ayudarlos (como Caldera aquí y otro plan pirata, la Agenda Venezuela). Luego la peste Kirchner crea el caos. En 1986 Brasil durante la presidencia de Sarney, con problemas parecidos, ejecuta su plan salvador, otra piratería parecidísima a la anterior, lo que ahorra repetir muchas cosas.

Al cruceiro le quitan tres ceros y se convierte en el cruzado, nombre del plan. Y la eterna historia: control de precios y de cambio, con el iluso fin de parar inflación y devaluación. Editan una tabla con los precios controlados en las dos monedas (¿algún parecido?) y una manada de lobos de la superintendencia con credencial aterrorizaba comerciantes. Resultado, el mismo: hiperinflación, hiperdevaluación, hambre, marginalidad, delincuencia, las favelas obtuvieron fama mundial de criminalidad y muchedumbres de niños bajaban de Pan de Azúcar a Copacabana para asaltar a los bañistas.

Cardiocirugía del FMI

La heterodoxia produjo catástrofes. Para bien de Brasil llegó al poder en los 90 Fernando H. Cardoso, que aunque confesó no saber nada de economía, tenía cultura e inteligencia para saber qué hacer y rodearse de técnicos de primera. Y produjo tal milagro que tres períodos de corrupción del PT solo lo hirieron. Los camaradas ecuatorianos que prueban fortuna en Venezuela de asesores, han oído campanas. El plan de Cardoso creó una moneda ficticia llamada URV (unidad real de valor) que coexistió unos meses con el cruzado. Los artículos tenían un precio invariable en URV, aunque la inflación inercial en cruzados seguía.

Pero la gente se acostumbró al URV. Lo que parecen no saber los amigos correístas, es que mientras creaba así confianza en el Real, Cardoso realizaba cirugía de corazón abierto a la economía con la cardióloga jefe del FMI (tal como hicieron Menem y Carlos Andrés Pérez) con una montaña de dólares a cambio de racionalizar los gastos del Estado y privatizar despojos. Libera las importaciones y estimula las exportaciones para traer divisas. Emprende la reconversión industrial y la inversión masiva en formar mano de obra técnica. Sube las tasas de interés por sobre la inflación para recuperar la moneda como depósito de valor.

Y sobre todas las cosas con el apoyo internacional creó confianza a los trabajadores, comerciantes, empresarios, campesinos, profesionales, que ningún bandido con carnet del gobierno podía arrebatarle a alguien sus propiedades o los productos de su trabajo a nombre de ninguna patria. Que quienes invertían su dinero para generar empleo, tenían la protección de las instituciones. Que quienes querían vivir mejor debían trabajar y estudiar más. Esos pequeñísimos detalles le faltan al Plan Maduro I. Pero veremos el Plan Maduro II.

@CarlosRaulHer

 4 min


La prehistoria se está convirtiendo en un lugar cada vez más complicado. Cuando comenzaron los estudios sobre la evolución humana se pensaba que a lo largo de millones de años se había producido una transformación lineal desde los primeros homínidos hasta nosotros. Luego, las cosas empezaron a hacerse más complejas cuando los científicos descubrieron que hasta cinco especies humanas habían convivido a la vez en la Tierra, pero que todas se extinguieron menos una: el Homo sapiens, nosotros. Y ahora ha empezado el verdadero lío porque la posibilidad de secuenciar material genético fósil ha demostrado que los cruces fueron tan frecuentes que algunos investigadores empiezan a creer que, en el caso de tres representantes del género Homo —sapiens, neandertales y denisovanos— empieza a ser difícil hablar de diferentes especies. Una de las formas de distinguir a una especie de otra es que pueden cruzarse, aunque no tener descendientes fértiles. Pero no es el caso: esos descendientes somos nosotros y seguimos aquí (por lo menos por ahora).

La semana pasada, investigadores del instituto Max Planck de Leipzig anunciaron que habían descubierto un híbrido humano de primera generación, es decir, una joven de 13 años de madre neandertal y padre denisovano. Hasta ahora sabíamos que se habían producido cruces porque tenemos material genético de otras especies, pero no se había identificado a ningún humano híbrido de primera generación. De todas las especies humanas desaparecidas, los denisovanos son de los que tenemos menos datos: solo se han descubierto fragmentos muy pequeños de cinco individuos, todos en la misma cueva de Siberia. No tenemos la más leve idea de su aspecto.

El científico Svante Pääbo, del Max Planck, recibió este año el Premio Princesa de Asturias precisamente por haber sido el responsable del primer equipo que pudo extraer ADN de una especie humana extinta. En su libro El hombre de Neandertal. En busca de genomas perdidos (Alianza) cuenta que el descubrimiento era tan extraordinario que al principio pensó que podía haber un error en los resultados. Sabía que las posibilidades que este avance abría acabarían necesariamente planteando una pregunta: ¿Qué nos convierte en humanos? Pääbo escribe en su muy entretenido ensayo: “De una u otra manera, casi todos los investigadores del Max Planck estudian qué significa ser humano, pero todos ellos se acercan a esta pregunta difusa desde una perspectiva basada en los hechos, experimental”.

Las derivaciones filosóficas son enormes. Una forma de leer la historia de la humanidad es como una lección de humildad, porque la ciencia ha ido descubriendo a lo largo de los siglos que el presunto papel central en el universo de nuestro planeta y de nuestra especie en la Tierra eran solo reconfortantes ficciones. Vivimos en un planeta más y, lo que es más importante, somos una especie humana más entre muchas otras. La diferencia es que hemos logrado sobrevivir por motivos sobre los que no tenemos mucha idea. Pero la lección más importante que nos proporciona la genética prehistórica es que nosotros somos los otros humanos. Nosotros somos el otro, mucho más de lo que nunca llegamos a imaginar.

El País

https://elpais.com/elpais/2018/08/25/opinion/1535215066_575377.html

 2 min