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Una sociedad sin valores

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Editorial

Estos 22 años de una pretendida revolución humanista han sido el periodo de nuestra historia en el que más se han vapuleado los valores que toda sociedad organizada requiere para subsistir, armónicamente hablando.

Desde sus inicios, tras el falso discurso de crear al «hombre nuevo», lo que en realidad se impuso fue la destrucción sistemática y continua del orden prevaleciente, para sustituirlo por el control absoluto de la sociedad a manos de una nomenclatura hegemónica que estableció las nuevas reglas que regirían a esta mal llamada revolución bonita, que resultó ser la más horripilante de nuestra historia republicana.

Estos nuevos valores, si así pueden denominarse los antivalores, tienen como base darle rienda libre a la viveza criolla, siempre que esto favorezca a los integrantes de la grey revolucionaria. A través de este modus operandi se desató el proceso de corrupción más amplio que ha podido existir.

El enriquecimiento de la clase dirigente a través de diversos mecanismos concebidos para infringir la ley y anular los controles administrativos fue total. Pero como se requería que otros sectores participaran en este festín de Baltazar, que no era otra cosa que apropiarse de la creciente renta petrolera y crear el soporte necesario para que se mantuviese el régimen, permitieron y promovieron que la cúpula de las fuerzas armadas se aprovechase de la falta de controles para enriquecerse y así armar el círculo perfecto de la sociedad de cómplices de las que nos habló un día Tomas Lander.

Y como eso no era suficiente para asegurar la permanencia del régimen, se dedicaron a regar con dádivas a elementos que se oponían al régimen para fracturar ética y moralmente la resistencia opositora y así surgieron los llamados ‘alacranes’, que le dieron piso a los diversos procesos de fraudes electorales y violaciones sistemáticas a la Constitución y las leyes.

Mientras, empobrecieron y domeñaron al pueblo, con las famosas cajas Clap, con las que les daban lo mínimo necesario para saciar el hambre creciente causada por una desatada e incontrolable hiperinflación, manteniendo a la población sometida a través del Carnet de la Patria.

Hoy la sociedad venezolana mal vive aplicando la viveza criolla para resolverse y ver de qué manera logra los dólares (nueva moneda oficial de un país supuestamente antiimperialista) con cualquier expediente, así sea ilegal, para subsistir en el caos que se ha convertido Venezuela.

Luchar por salir de este pernicioso régimen no es solo indispensable desde el punto de vista político, sino también ética y moralmente hablando, ya que ninguna sociedad puede mantenerse por mucho tiempo a punta de bodegones creados y controlados por los llamados ‘enchufados’, y a los que solo tiene acceso un exiguo porcentaje de la población.

Para reconstruirse económicamente, Venezuela tiene que acabar con la corrupción, con los antivalores, e iniciar una campaña masiva basada en educar y capacitar a todos, así como una vez lo proclamó Bolívar al sostener que la base indispensable de la República son la moral y las luces, para de esta manera tener una población responsable e ilustrada a la vez.

El mensaje

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Editorial

Entre el 7 y el 12 de diciembre tuvo lugar un fenómeno extraordinario en Venezuela. La Consulta Ciudadana. Más de 7 millones de ciudadanos participaron en ese evento. Se hace necesario por tanto analizar el mensaje detrás de esa acción.

Lo primero que hay que reconocer es que la consulta se desarrolló en un ambiente claramente adverso. Cerca de 6 millones de venezolanos han tenido que emigrar, casi todos -por definición- opuestos al régimen. Es evidente que los que desesperados han huído por trochas y deambulan a pie por Latinoaméricano no tenían los medios para participar.

De los que sí están en Venezuela, la feroz crisis que padece el país los mantiene sumidos en una paralizante situación de pobreza. Recordemos que la encuesta Encovi ha señalado que el 96% de las familias venezolanas viven en situación de pobreza de ingresos y casi el 80% por debajo de la línea de la pobreza extrema.

Sobre ese frágil sector de la población el régimen lanzó la más descabellada y cruel de las amenazas: “el que no vota no come”, refiriéndose a las Parlamentarias.

Y desde luego estaba la intimidante presencia de los colectivos amedrentando, sobre todo a los sectores más humildes, que conocen los riesgos que ello implica.

Estaba por supuesto la alternativa de la participación digital. Eso implicaba disponer de una computadora o de un teléfono inteligente. Pero aún sobre aquellos que tuvieron la posibilidad de recurrir a esa tecnología, pesaba un obstáculo a ratos insuperable: la desesperante lentitud e inestabilidad del internet, que en esos días presentó condiciones particularmente adversas,

Quien esto escribe estuvo desde las 7 am hasta las 11:30 pm del día 7 de diciembre realizando innumerables intentos de votar vía VOATZ. Incluso después de lograr el registro, la plataforma no permitía avanzar con el proceso de votación por cuanto aún no se completaba la verificación de los datos. No sabemos si ello se debió al congestionamiento por exceso de participantes o a alguna acción intencional por parte de alguna autoridad.

En definitiva, sólo un gran esfuerzo de perseverancia permitió finalmente responder SÍ, SÍ, SÍ a las tres preguntas de la Consulta.

Recordemos que se trató de una consulta organizada por la sociedad civil, con muy escasos recursos, sin acceso a los medios de comunicación y enfrentada a un alud de intimidaciones.

En los comicios del 6D, todas las amenazas de averno recaían sobre los que no votaran, así como esas mismas amenazas se tornaron en la Consulta Ciudadana contra los que sí participaran.

Tomando en consideración todo lo anterior, el que más de 7 millones de venezolanos hayan participado es una proeza extraordinaria, que viene a demostrar que la oposición mantiene todo su vigor. Tal cifra más que duplica la votación de 3,5 millones de votos que, tomando por buenos los datos del CNE, dicho organismo le atribuye a la coalición oficialista en las Parlamentarias del 6D.

Además de un contundente mensaje dirigido por los venezolanos a los mismos venezolanos, se trató también de una misiva a una comunidad internacional que cada día ve con mayor preocupación lo que ocurre en Venezuela y una advertencia dirigida a quienes medran de las atrocidades que la barbarie le ha impuesto a una nación que antes creía tener un futuro para sus hijos.

Sin duda tales resultados deben llamar a la reflexión al otro bando, sobre todo a los militares que a través del Plan República conocieron la desolación en los centros de votación el día de las Parlamentarias.

Llegó la hora de que comprendan que la razón de la fuerza no es por definición fiable, porque la fuerza termina por volverse en contra de quienes la ejercen sin razón.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

Metástasis monetaria

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En esta ocasión nos vamos a referir al sistema circulatorio: la sangre, que es bombeada por el corazón, tiene distintos elementos, entre ellos oxígeno, nutrientes y fagocitos contenidos en los glóbulos rojos y blancos que circulan por todo el organismo a través de una vasta red de arterias, venas y vasos capilares.

En el organismo económico ocurre exactamente lo mismo. La sangre de un organismo económico es el dinero. Circula a través de una red de bancos y otras instituciones que conforman el sistema financiero y que permiten que el torrente monetario llegue a todas las células vivas del organismo económico. El corazón que bombea el dinero hasta hacerlo llegar a todo el organismo es el Banco Central de Venezuela.

En el caso de una leucemia, la médula ósea produce glóbulos blancos anómalos y el médico diagnostica que el paciente padece un cáncer. Se traduce en una proliferación anormal de leucocitos que impiden que la sangre cumpla con su función. Los glóbulos rojos dejan de transportar oxígeno y nutrientes. Las células cancerígenas se propagan por el torrente sanguíneo hasta invadir todos los órganos, produciendo la muerte.

El organismo económico de Venezuela padece de un cáncer monetario. Una leucemia que ha invadido su torrente monetario y está destruyendo todo el aparato productivo y el sistema financiero del país, impidiendo que el dinero transporte los elementos indispensables para alimentar el organismo. El corazón está bombeando un dinero enfermo que ya no es capaz de cumplir con sus funciones.

Esta leucemia monetaria que padecemos se llama inflación y, dada su avanzada fase, el diagnóstico es de extrema gravedad: hiperinflación.

Para mantener el organismo vivo, se le están aplicando transfusiones de dólares, pero la raíz misma del mal no está siendo atacada.

La causa de este cáncer devastador es que el corazón económico, el BCV, está emitiendo y bombeando por todo el torrente monetario cantidades extravagantes de un dinero anómalo. Se trata de un dinero que ha perdido su valor y que, en forma de metástasis, está difundiendo sus células cancerígenas por todo el organismo.

Veamos lo que está ocurriendo: violando expresas disposiciones establecidas en el Art. 320 de la Constitución, el régimen está obligando al BCV a cubrir su creciente déficit fiscal mediante la emisión de un dinero anómalo que los economistas solíamos llamar inorgánico, un dinero que no tiene respaldo y que por tanto va perdiendo las funciones que son propias de una moneda. Es el equivalente a que la médula ósea estuviese produciendo leucocitos anormales.

En los últimos 30 días nuestro signo monetario, el bolívar, se ha depreciado en casi un 100%. A finales de octubre la cotización del dólar era del orden de los Bs 540.000 (hace un año era de unos Bs 25.900). Esta semana, en el llamado mercado paralelo, se rompió el techo del millón de bolívares por dólar.

La causa es clara. En los últimos 6 meses la liquidez monetaria aumentó 236% y sólo en las 2 primeras semanas de noviembre se incrementó en 21% para pagar aguinaldos y bonos. A la vez la base monetaria aumentó en una sola semana en casi un 30% debido fundamentalmente al financiamiento del BCV a PDVSA. Esos excedentes de “dinero anómalo” están alimentando la hiperinflación. Hay demasiados bolívares (digitales) tratando de comprar pocos bienes y el precio de esos bienes, incluyendo el dólar, se está disparando. Así, la devaluación también está retroalimentando la hiperinflación, la cual se agudizará cuando se trasladen a los precios los nuevos impuestos que el régimen quiere aplicar a las transacciones financieras en dólares.

En medio de una contracción económica sin precedentes (según el FMI Venezuela padece la mayor hiperinflación del planeta y la mayor caída del PIB en el mundo con la sola excepción de Libia) y sin ingresos petroleros “formales” el régimen ya no es capaz de generar los ingresos requeridos para cubrir el gasto público y por tanto le exige al BCV financiar su déficit fiscal mediante la emisión de un dinero enfermo.

El organismo económico se está muriendo, afectado por esta metástasis monetaria que se conoce como hiperinflación. Si quiere sobrevivir, Venezuela necesita cambiar de médico.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

Las Parlamentarias y la Consulta Popular

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Editorial

A los venezolanos se nos está pidiendo participar en dos eventos electorales que tendrán lugar en la primera quincena del mes de diciembre. La primera convocatoria, cargada de ventajismo, la hace el régimen para unas elecciones Parlamentarias el día 6 de diciembre. La segunda convocatoria la hace la Asamblea Nacional con el objeto de consultar al soberano sus verdaderos deseos ante la grave situación que confronta Venezuela. Esta Consulta Popular tendrá lugar entre el 6 y el 12 de diciembre.

La deslegitimación del régimen es hoy en día claramente percibida por la comunidad internacional. Por eso están desesperados por elegir una nueva Asamblea Nacional y a la vez terminar con la presidencia interina de Guaidó reconocida por unos 60 países. El problema es que, como se saben minoría, no quieren correr riesgos. Por ello en lugar de permitir que la Asamblea Nacional designe a los rectores del CNE, con el voto de las dos terceras partes de sus miembros como lo exige la Constitución en su Art. 296, optaron por poner en manos de un TSJ teñido de ilegitimidad, la elección de los rectores del CNE.

El CNE es el árbitro en los procesos electorales y, para garantizar su imparcialidad, la Constitución establece una serie de complejos mecanismos de selección que se saltaron a la torera. En el argot deportivo se diría que el “árbitro” está comprado.

Con ese as bajo la manga, el régimen pretendió lavarse la cara invitando a la Unión Europea a enviar observadores.

Como era de esperar, la Unión Europea rechazó la invitación al no estar dadas las condiciones para garantizar un proceso electoral limpio y transparente. No participa la Unión Europea, a menos que haya podido estar presente con 6 meses de anticipación para verificar la organización del proceso en todas sus etapas.

Al no haber un árbitro electoral independiente y no contar con una observación internacional imparcial, si de algo podemos estar seguros es de que en esas elecciones del 6 de diciembre el régimen decidirá por nosotros quienes serán los integrantes de esa Asamblea Nacional que nacerá de un fangal de ilegitimidades.

Ya 27 partidos venezolanos han manifestado su rechazo; y, a nivel internacional, la OEA, la Unión Europea, el Grupo de Lima, el Grupo Internacional de Contacto encabezado por Uruguay, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH a cargo de Michelle Bachelet, los EEUU, España y muchas otras naciones a título individual han expresado rechazo a la convocatoria de unas elecciones parlamentarias sin condiciones libres ni justas.

A la vez, entre el 6 y el 12 de diciembre tendrá lugar la Consulta Popular organizada por la oposición. Tal Consulta es perfectamente Constitucional porque como lo establece el Art. 5 de nuestra Carta Magna: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley”.

Se trata pues de consultar al pueblo, ajustándose a los mecanismos previstos en el Art 70 de la misma Constitución que estipula que la Consulta Popular es un mecanismos de “participación y protagonismo del pueblo en el ejercicio de su soberanía”.

Existen sólidos argumentos, muchas veces expuestos, de por qué debemos participar en la Consulta. Queremos en esta oportunidad insistir en uno solo. Como todos sabemos, EEUU está saliendo de una disputada elección presidencial. Se han presentado objeciones a los resultados, pero pareciera mantenerse la diferencia de 306 votos contra 230 electorales. Por ahora los tribunales y el recuento favorecen a Biden.

En todo caso con respecto a Venezuela existe un sólida posición bipartidista en favor del restablecimiento de la democracia. Ahora bien, a no dudarlo puede haber una diferencia de tácticas y de acento con respecto a la forma de abordar el problema.

El apoyo de los EEUU, al igual que el del resto de la comunidad internacional es vital para el logro de una salida en Venezuela. Ese apoyo será entre otras cosas determinante para enviar una señal a los propios partidarios del régimen. Un apoyo decidido a una salida, sin duda creará fracturas internas que facilitarán el objetivo.

Nuevos elementos pueden contribuir a esa fractura. La declaración de la saliente fiscal de la Corte Penal Internacional de que las acusaciones presentadas contra las autoridades venezolanas por parte de seis presidentes latinoanericanos caen dentro de la jurisdicción de la Corte de la Haya, representa una espada de Damocles a la que muchos no querrán exponer su cuello.

En todo caso y, a no dudarlo, el régimen recurrirá a resultados abultados para construir una imagen ficticia de un supuesto apoyo popular. Eso es lo que Maduro quiere presentarle tanto a quien resulte ganador en los EEUU como a la Unión Europea. Con eso aspira lograr un segundo aire que le permita mantenerse.

La Consulta Popular es el antídoto contra ese veneno. Una consulta que será verificada por la OEA y por muchos otros países con representación diplomática en Venezuela, servirá no sólo para que el soberano manifieste su opinión con respecto a las preguntas, sino también para contraponer sus verdaderos resultados frente a las cifras trucadas que el régimen ofrecerá.

Se percibe en sectores de la población venezolana una suerte de desesperanza hábilmente alimentada por el régimen. Por el contrario, las circunstancias planteadas pudieran más bien constituir un punto de quiebre al régimen para que se produzca un cambio.

José Toro Hardy, director adjunto de Analítica

Las transiciones son complejas

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A lo largo de la historia del siglo XX se produjeron numerosas transiciones de regímenes dictatoriales a democráticos. No fueron procesos fáciles ya que había que superar las heridas causadas y mucha rabia acumulada. Sin embargo, prevaleció en la mayoría de los casos el interés de crear un futuro digno sobre la necesidad, por demás justificada, de cobrar lo vivido.

Analicemos algunos casos. Después de la derrota militar del nazismo, es verdad que un par de decenas pagaron con su vida las atrocidades cometidas por Hitler y su banda de delincuentes, pero muchos exmiembros del Partido Nacional Socialista encontraron trabajo tanto en la República Federal Alemana como en la República Democrática, y en el caso de los llamados juristas del horror, un 80% permaneció en el sistema judicial. No podemos olvidar a los científicos autores de los cohetes que destruyeron parte de Inglaterra, los cuales terminaron trabajando en la NASA. Y hoy en día Alemania es la principal potencia económica de Europa.

El caso de las dictaduras del cono sur es parecido. Fueron dictaduras que asesinaron a miles de opositores y para poder reconstruir las democracias y la convivencia social, solo una ínfima porción de los que apoyaron a esos regímenes militares tuvo castigo.

El caso de Sudáfrica es tal vez el más emblemático porque la lucha por acabar con el Apartheid fue muy cruenta y hubo muertes de ambos lados. Incluso Mándela estuvo preso 27 años y cuando finalmente logró alcanzar la presidencia de su país, nombró como vicepresidente a su “carcelero”, De Clerck

Lo mismo sucedió en las transiciones en los países de la excortina de hierro, donde se produjeron acomodos entre los antiguos dueños del poder, es decir, los comunistas, y los dirigentes demócratas.

En nuestro caso es evidente que los que han cometido delitos de lesa humanidad tendrán que enfrentar la justicia, pero sin una derrota absoluta del régimen de carácter militar, la transición va a tener que lograr una base amplia de soporte político, que permita ir a un gobierno de transición para convocar a elecciones libres.

Por eso, cuando se escuchan voces aisladas que rechazan todo tipo de entendimiento con el chavismo, uno se pregunta cómo y con qué fuerzas podrán imponer una solución que los excluya de manera total y definitiva de la vida política en Venezuela.

Ese planteamiento es irreal y fantasioso y no sólo contribuye muy poco al logro de una transición, sino también los cohesiona, los fortalece y les da argumentos para decir que esta oposición no es democrática.

Nos guste o no, ese sector político representa un porcentaje quizás ya no tan grande como en otra época, pero que supera el 15% de la población, y eso no puede ser borrado en una verdadera democracia.

La lucha no puede ser odio contra odio, tiene que ser justicia contra retaliación y, en definitiva, civilización contra barbarie.

11 de noviembre 2020

Analítica

https://www.analitica.com/el-editorial/las-transiciones-son-complejas/

La debacle petrolera

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Como si de la Caja de Pandora de la mitología griega se tratase, en Venezuela se liberaron todos los males del mundo, por la acción demoledora de una revolución que superó los presagios más pesimistas.

The New York Times publicó recientemente un artículo demoledor con respecto a la destrucción que se ha producido de la industria petrolera venezolana. “Por primera vez en un siglo, no hay plataformas en busca de yacimientos petrolíferos en Venezuela”.

En efecto, las plataformas petroleras de Venezuela se paralizaron por completo en junio. Ningún taladro estaba operativo, según informó la empresa de servicios petroleros Baker Hughes, especializada en el tema.

Y según informa S&P Global Platts, otra de las más prestigiosas consultoras en materia energética , la producción petrolera del país se hundió hasta unos 280.000 barriles por día. Habría remontarse hasta la década de los 30 del siglo pasado para encontrar cifras similares.

No obstante, si bien la producción cayó, las exportaciones de crudo almacenado aumentaron ligeramente según Refinitiv Eikon, por envíos a Cuba y también por embarques destinados a pagar deudas a la española Repsol y a la italiana Eni. Este tipo de exportaciones dados sus objetivos, no se traducen en ingresos petroleros adicionales. De hecho, Diosdado Cabello recientemente informó que desde octubre del año pasado Venezuela no cuenta con ingresos petroleros formales.

“Los días de Venezuela como un petroestado se acabaron”, sostiene Risa Grais-Targow, analista de Eurasia Group, una consultora de riesgo político, a lo que agrega The New York Times: “Se espera que el país que hace una década era el mayor productor de América Latina, que ganaba alrededor de 90.000 millones de dólares al año por las exportaciones de petróleo, obtenga alrededor de 2.300 millones para fines de este 2020, menos que la cantidad total de remesas que los migrantes venezolanos que huyeron de la devastación económica del país enviarán a casa para mantener a sus familias”.

Las informaciones antes citadas superan la capacidad de comprensión de quienes conocimos el inmenso potencial petrolero de Venezuela. De no ser por la acción destructiva de un régimen que a lo largo de dos décadas ha venido desmontando nuestra industria petrolera, hoy deberíamos estar produciendo al menos 5,5 millones de barriles por día.

Sin embargo, no importa cuan demoledora haya sido la acción combinada de la ignorancia, la corrupción y la demagogia, en nuestro subsuelo siguen existiendo inmensas reservas de petróleo. Seguimos teniendo una impresionante infraestructura petrolera, hoy severamente dañada por la falta de mantenimiento y el saqueo a que ha sido sometida, pero aún recuperable. Todavía tenemos 6 refinerías en el país que, siempre y cuando se realicen las inversiones requeridas, podrán ser reactivadas.

Aunque la vida útil del petróleo se acorta cada vez más en un mundo dispuesto a remplazar el uso de los combustibles fósiles por otros agentes menos contaminantes, aún estamos a tiempo de aprovechar esa inmensa riqueza de nuestro subsuelo en aras de lograr una recuperación de la economía venezolana por el Apocalipsis revolucionario de las últimas dos décadas.

Eso sí, tendremos que entender que será un sector cualitativamente diferente, en el cual un Estado quebrado no está en condiciones de realizar las inversiones requeridas y, en consecuencia, le corresponderá un rol mucho mayor a la iniciativa privada.

Entiéndase, cuando hablamos de iniciativa privada no nos referimos a aquella que un Estado corrupto asigne a dedo a socios tras los cuales se escondan intereses inconfesables. Ese escenario es el que se plantea en el proyecto de Ley Antibloqueo que se está considerando en la Asamblea Constituyente.

Nos referimos a inversiones que sean el resultado de un amplio y transparente proceso de licitaciones, bajo las condiciones establecidas por un Estado serio que respete la propiedad privada y los contratos suscritos y que garantice los mayores beneficios a la sociedad.

De la Caja de Pandora ya se liberaron todos los males. Le toca ahora el turno a Elpis, el espíritu de la esperanza, que los dioses habían colocado
en el fondo de la misma.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

¿Acaso merecen oxígeno?

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Editorial

Que Borrell, que los miembros de la mesita, que los alacranes, que los confiscadores de los partidos estén dispuestos a oxigenar al régimen por diferentes razones y que, por ahora, Capriles y Stalin aparentemente hagan mutis por el foro, no podrá borrar todo el daño que le ha hecho el régimen a Venezuela y que seguirá haciéndole mientras puedan, si hay gente dispuesta a darle oxígeno para que permanezca un poquito más en el poder.

Solo basta recordar cómo han destruído todo lo que funcionaba hace 20 años. Enumérenos caso por caso, cuánto petróleo, gas, productos petroquímicos, electricidad, hierro, bauxita, cemento producíamos en 1998, y cuánto hoy. La comparación es espeluznante, porque la producción en todos estos rubros ha disminuido en mucho más de 50% y en el caso del aluminio en un 100%.

¿Qué han hecho con los servicios? ¿cuántos embalses de agua han construido? la respuesta es fácil: cero, se distribuye la misma cantidad de agua al pueblo venezolana o esta se ha mermado en casi 50%. ¿Qué ha sucedido con la CANTV y MOVILNET? ¿acaso el buen servicio telefónico que prestaban es igual al desastroso de hoy? Y qué decir de las avenidas y autopistas, de la producción agrícola y pecuaria, y de los hospitales ¿han mejorado después de haber recibido los ingresos petroleros más elevados de toda nuestra historia? La respuesta es claro que no.

Podríamos ponernos a contar cualquier actividad económica, social, humana, cultural y, sin necesidad de ser acerbos críticos, no hay una sola que supere lo que teníamos en la mal denominada cuarta República, que en realidad fue la era democrática más importante de nuestra historia republicana, en la que Venezuela progresó como nunca antes.

Lo único en que si la superó ampliamente fue en la corrupción, en la violación de los DDHH, en la delincuencia, en la fragmentación del país, en la siembra de odios y de antivalores.

Los que prosiguen buscando fórmulas que permitan que este estado de cosas prosiga, o son ciegos o quieren serlo, porque pareciera que les importa poco el padecimiento del pueblo y lo único que vale es proteger sus intereses y seguir medrando a la sombra, no de un buen árbol sino de un cactus venenoso.

Los dos discursos en la ONU

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Editorial

El miércoles 23 de septiembre ocurrió un hecho insólito en la historia de las Naciones Unidas. El mismo día, en la sede de la ONU hubo dos discursos por parte de dos Presidentes de un mismo país. Uno, ante la Asamblea General pronunciado por Nicolas Maduro, a quien más de 60 países no reconocen como el legítimo Presidente de Venezuela, pero que debido a las circunstancias aún conserva el sitial en la organización; y luego, en una sala virtual, las palabras de Juan Guaidó, Presidente encargado, con base en lo dispuesto en la Constitución venezolana.

El discurso de Maduro fue extenso y farragoso, superando por mucho el lapso de 15 minutos asignado a cada Jefe de Estado de los 193 que participan en esta Septuagésima Quinta Asamblea General de Naciones Unidas. No faltó la retórica antiimperialista de hechura cubana, el supuesto excepcional manejo de la pandemia, calificado por el cómo el mejor de América Latina, y su decisión de llevar adelante, el 6 de diciembre, su peculiar e ilegal elección parlamentaria.

A las siete de la noche habló Guaidó, ante una significativa presencia de delegaciones de 35 países, que representaban una muestra importante de países con regímenes políticos democráticos.

El discurso del joven Presidente encargado fue conciso y breve, dentro de los lapsos previstos en esta excepcional ocasión, y denunció las perennes violaciones a los DDHH que sigue cometiendo Maduro en contra de cualquiera que lo adverse políticamente, haciendo hincapié en el reciente informe del grupo de expertos independientes designados por la comisión de derechos humanos de la ONU. Reiteró la comisión de delitos de lesa humanidad cometidos por la cúpula del régimen que estaría usurpando el poder en Venezuela y se dirigió a los países presentes pidiéndoles que apoyaran a nuestro país exigiendo la aplicación de un R2P, para salvar a Venezuela de la catástrofe humanitaria en ciernes.

¿Qué va a ocurrir? nadie lo sabe. Para que se lleve a cabo una acción humanitaria de responsabilidad para proteger se requiere la aprobación del Consejo de Seguridad y allí eso es sólo posible si no ejercen el veto China y Rusia. Pero Guaidó hizo la solicitud reseñando de manera clara y diáfana las circunstancias que la hacen necesaria para paliar la gravísima situación que sufre actualmente la inmensa mayoría de la población venezolana.

¿Qué prevalecerá? ¿El juego geopolítico mundial o la responsabilidad de las naciones de socorrer a una población que vive en una situación desesperada controlada por una represion cada día más aguda por parte de los cuerpos policiales?

Mientras eso se resuelve, la única respuesta viable está dentro de Venezuela y que no es otra que la unidad de esfuerzo de todos los venezolanos que desean vivir en libertad y democracia y luchar juntos para derribar el muro de la dictadura que nos aísla del progreso y de la vida civilizada.

https://www.analitica.com/el-editorial/los-dos-discursos-en-la-onu/

¿De nuevo otra rebelión de náufragos?

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«La rebelión de los náufragos» es el extraordinario libro de Martha Rivera en el que desmenuzó los diversos factores de la sociedad venezolana que se conjuraron en contra del presidente Carlos Andrés Pérez y que lograron sacarlo del poder mediante un golpe de estado judicial. Tal vez los llamados «notables» de aquel nefasto periodo de nuestra historia pensaban que sacando a CAP del poder iban a poder gobernar y reconstruir al país con base en un pasado que fue frustrado el 18 de octubre de 1945.

No vamos a entrar en determinar quiénes fueron los responsables del «caracazo», lo único que puede decirse es que convergieron intereses muy disímiles, que provenían tanto de sectores de la izquierda radical, como de la derecha.

Lo cierto es que no fueron los naúfragos los beneficiarios del derrocamiento de CAP, y a fin de cuentas de la democracia, sino un carismático Teniente Coronel, cuya labor principal fue derribar las columnas que habían -mal que bien- sostenido una democracia representativa, un estado de derecho y la alternancia en el poder.

Ahora resurgen nuevos náufragos que pretenden, bajo diversas excusas y argumentos, defenestrar a Guaidó, como si fuese él y no Maduro el obstáculo para recuperar la democracia en nuestro país. Tal vez algunos de ellos se creen que son los auténticos y necesarios salvadores de la patria, sólo que no toman en cuenta que Guaidó no está ahí por ser Juan Guaidó, sino por ser la única representación legítima de la constitucionalidad mancillada por el régimen y, en tal sentido, la reconocida por 60 naciones.

Al igual que con CAP, algunos logreros o ingenuos creen que sacando a Guaidó del poder la crisis va resolverse, y que la comunidad internacional va mansamente a plegarse y aceptar a quien este grupito decida poner en su lugar.

Pero la realidad es otra y sería bueno que los que así piensan se bajen de esa nube, ya que ni los EEUU, ni Europa, ni América Latina, van a aceptar algo producto de maniobras en las redes sociales, en algunos medios de comunicación fuera de Venezuela y de ciertos analistas políticos, y hasta empresarios, que quieren una salida rápida a su situación sin importarles con quien.

Dicen que la historia no se repite pero en la nuestra ya son demasiados los casos en el que la conspiración de algunos integrantes de las élites económicas, políticas e intelectuales han querido derribar al que estaba en la cima, para que alguno de ellos ocupase el sitial de honor.

Esperamos que por el bien de Venezuela no vuelva a prosperar otra Cosiata, u otra Rebelión de los náufragos, que impida el retorno a la democracia y con ella la recuperación y reconstrucción de nuestra nación.

https://www.analitica.com/el-editorial/estamos-en-un-nuevo-episodio-de-l...

La Luna: roca madre en la Cuenca del Lago

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A medida que su demanda petrolera crecía y su producción doméstica caía, los EEUU enfrentaron cada vez más una mayor dependencia con respecto al petróleo importado y una creciente impotencia frente a las condiciones que imponía la OPEP y las recurrentes crisis del Medio Oriente que interrumpían el suministro. Para colmo Venezuela, que llegó a ser su más importante y seguro abastecedor, cayó en manos de un líder autocrático que proclamaba: “¡Ni un barril más de petróleo para los EEUU!”.

La tecnología vino al rescate de la nación norteña. El renacer energético de Estados Unidos le debe mucho al texano George Mitchell. Se le considera el pionero en el desarrollo del fracking. Consiste en inyectar agua, reactivos químicos y arena, logrando vía presión hidráulica fracturar la roca madre (shale oil), que así libera el gas y el petróleo atrapados en sus poros, que con otros métodos no pueden ser extraídos.

Gracias a ello EEUU ha pasado a ser el mayor productor mundial de petróleo, superando a Arabia Saudita y Rusia, y logrando incrementos de producción de más de un millón de barriles diarios cada año. El impacto en los mercados ha sido enorme y la teoría del “peak oil” que planteaba el agotamiento de las reservas de petróleo ha caído en desuso.

Las mayores limitaciones que presentaba el “fracking” eran su alto costo y su impacto ambiental pero, a medida que se ha venido desarrollando esta tecnología, ambos problemas se han reducido sensiblemente.

Pero hablemos de Venezuela. Estamos sumidos en una crisis multidimensional, inducida por la acción humana de unos dirigentes corruptos e ineptos que se decían socialistas pero que en la práctica destruyeron y saquearon al país. Hoy en día la economía venezolana colapsó.

Siendo un país altamente dependiente del petróleo, la industria petrolera también ha sido devastada. Más grave aún, no tenemos ningún otro sector de nuestra economía que pueda por ahora reemplazarlo y aportar los recursos que se requerirán para salvar a Venezuela de esta inmensa tragedia.

Por eso, la recuperación del país pasa por la reactivación de su industria petrolera, en el entendido de que esta será cualitativamente diferente. Son tan altas las inversiones que se necesitarán que es evidente que el Estado, que está quebrado, ya no está en condiciones de aportarlas. Por ello, necesariamente tendremos que recurrir a la inversión privada. Será precisamente el efecto multiplicador de esas inversiones -y las que vengan a todos los demás sectores de la economía- el verdadero motor capaz de desatar el potencial de crecimiento del país.

En un esfuerzo por devolverle la vitalidad a nuestra industria petrolera, llegó la hora de pensar en una reserva no convencional de hidrocarburos que yace bajo la Cuenca Hidrográfica del Lago de Maracaibo. La mayoría del petróleo presente en esa rica cuenca fue originalmente generado en una formación del cretáceo tardío que se extiende por casi todo el occidente de Venezuela conocida como La Luna, roca madre por excelencia donde abunda el petróleo de lutitas (shale oil).

Los hidrocarburos se forman por la transformación térmica de la materia orgánica en la roca madre donde, por la acción de altas temperaturas y presiones, se generan el petróleo y el gas. Pero en la roca misma, esos hidrocarburos son difíciles de extraer porque no fluyen por estar atrapados entre sus poros.

Tal como ocurrió con los EEUU, el renacer energético de Venezuela podría verse estimulado por el petróleo y el gas de lutitas (shale oil) que pueda existir en esa roca madre, reservas a las cuales por primera vez podríamos tener acceso gracias al fracking desarrollado por George Mitchell. Mediante esa tecnología se podrían fracturar las lutitas petrolíferas presentes en La Luna y así liberar el petróleo y el gas atrapado en los poros de esa formación.

José Toro Hardy. Editor adjunto de Analitica

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