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Opinión

Rafael Osío Cabrices

Fotografía tomada por Suwon Lee en un punto soberano instalado en Ciudad de Panamá el 16 de julio

Quizá los extranjeros y los observadores recientes de nuestro espectacular berenjenal no están al tanto de que, aparte de sus horrendos indicadores —la dimensión cuantificable de nuestro desastre— Venezuela es además un caso grave de un país que se odia a sí mismo.

Puede que esto no les sea evidente a primera vista. Muchos venezolanos tienen siempre a punto el elemental reflejo patriótico: lo nuestro es lo mejor, con Venezuela no te metas, etc. Pero en la vida cotidiana —en los modos en que a muchos de nosotros se nos enseña desde pequeños a lidiar con los demás, en las palabras que escogemos para hablar de los otros, en las imágenes e ideas que invocamos cuando nos referimos a las masas— nos revelamos como una sociedad que se desprecia.

No confiamos en nadie, a menos que sea alguien a quien conocemos muy bien. De hecho, esa calidez y esa jovialidad nuestra suele ser una fachada que oculta un intenso estado de alerta, cuando no una clara disposición a hacer daño: rompe esa cáscara de sonrisas y hermanoqueridos con cualquier cosa que sea percibida como una agresión, y verás cómo aceleramos de cero a cien insultos por minuto más rápido que un Lamborghini.

Antes, nos encantaba contarnos chistes sobre el tropo del venezolano como pícaro o como idiota: un gringo, un alemán y un venezolano están juntos en un ascensor; los dos primeros se comportan de una manera cívica, racional, y el primero cierra la historia con un cómico despliegue de estupidez. Como pasa con muchas naciones postcoloniales, tenemos una larga, sólida historia de prejuicio que sobrevivió a los siglos XIX y XX tanto en una forma ilustrada —el amargo tema de civilización vs. barbarie, fuente de frustraciones para los intelectuales y de pretextos para los autócratas— como en una popular, para toda ocasión, que encuentras en la viejita que se queja de la mala educación dentro de una buseta, y en el guerrero del teclado que tuitea su repulsión porque Henrique Capriles está recorriendo un barrio.

Podemos rastrear ese desdén y esa desesperanza sobre las capacidades de los venezolanos comunes por muchas generaciones atrás; desde el bochinche, puro bochinche de Miranda, su maldición de despedida; a los diarios de viaje de europeos como Carl Appun, un naturalista escandalizado porque en las selvas de Guayana nadie usaba relojes; y a las tesis de Laureano Vallenilla Lanz y su hijo, quienes sostenían que solo un gendarme necesario podía gobernar sobre un pueblo tan reacio a la civilización, la coartada ideológica de la dictadura de 27 años del general Juan Vicente Gómez y de la de ocho años del general Marcos Pérez Jiménez.

Más recientemente, podemos leer los ensayos de historiadores como Elías Pino Iturrieta o Inés Quintero sobre el Apartheid que era la Venezuela colonial, cuando la multitud promiscual de los que no eran blancos era blanco de abuso permanente. Podemos mirar la obra de Germán Carrera Damas y aprender cómo el odio mutuo impulsaba las lanzas y los machetes de la limpieza étnica de 1814, o también asomarnos a los ensayos del sacerdote e investigador basado en Petare Alejandro Moreno Olmedo para entender cómo la familia popular venezolana funciona como una tribu que mira a los extraños como enemigos potenciales.

La polarización que se apoderó de la nación ha sido el perfecto círculo vicioso para estas antiguas fuerzas de la desconfianza: así como Chávez fue despreciado por muchos como líder, por sus orígenes o su aspecto físico, y sus seguidores etiquetados como una turba primitiva de ingenuos mendicantes, el chavismo aprendió rápido a alimentarse de todos esos prejuicios para avivar los fuegos del fanatismo, y para explotar el nihilismo de todos aquellos deseosos de saquear el tesoro público o tan solo de ejercer un poco de poder sobre sus conciudadanos, ya fuera como funcionarios de Cadivi, coordinadores del CLAP o guardias nacionales.

El motto tradicional del oportunismo criollo, a mí que no me den sino que me pongan donde haiga, mutó durante las décadas de Chávez y Maduro en una certeza bien extendida: somos gente corrupta por naturaleza, incapaz, y por completo desinteresada, en una vida regida por algún estándar moral. No un país, sino un campamento minero, como José Ignacio Cabrujas profetizó en los 80; una horda, no una sociedad, como el comportamiento de casi todos nos fuerza hoy, de nuevo, a pensar.

Las dificultades de estos últimos años confirman la idea de que los venezolanos no somos solo ladrones sino también salvajes: el discurso contra la multitud promiscual ha regresado con virulencia renovada. Esos miles que no tienen más opción que pasar días y noches en las filas por comida, en calles sin baños públicos, son catalogados de animales que defecan en las aceras como burros. Esos hombres, mujeres y niños que, ante la cámara de un celular, mataron un cargamento entero de reses vivas en torno a un camión accidentado en Carabobo, fueron instantáneamente clasificados por quienes miraron el video -gente de la ciudad que no conoce esa penuria permanente del campo- como homínidos prehistóricos, la prueba de que este país no tiene remedio.

En este tribunal de la Inquisición que las redes sociales tienden a ser en el presente, no muchos se toman la molestia de esperar unos segundos antes de postear, para preguntarse si los daneses, los singapurenses o los estadounidenses se hubieran comportado de manera muy distinta si estuvieran enfrentando las dificultades que a diario tienen que vivir la mayoría de los venezolanos en 2017. No, es más fácil dejar que tres siglos de odio por nosotros mismos tomen el control.

Y entonces pasó esto, el 16 de julio de 2017.

La consulta popular es, para mí, una grieta en el hielo no menos asombrosa que la que acaba de abrirse en la Antártida. Una nota distinta en el coro agotado de la repugnancia. Un hilo de luz extendiéndose sobre la negra superficie de la concepción que tenemos los venezolanos de nosotros mismos.

Lo que miles de personas hicieron ese domingo reveló, a una escala sin precedentes, la existencia de un conjunto de habilidades colectivas que han sido desarrolladas o redescubiertas a lo largo de tantos años de normalidad asfixiante y de activismo opositor. Redes que se tejieron en Whatsapp para encontrar y mandar medicinas o insumos escasos, se convirtieron en canales para organizar voluntarios o compartir los procedimientos del plebiscito. La experiencia como miembros de mesas electorales que muchos de nosotros acumulamos desde 1999 (gracias por eso, CNE) distribuyó el know-how para manejar los puntos soberanos en todo el mundo. Las herramientas de diseño y de comunicación en redes sociales que hemos tenido que incorporar para sortear la censura y compensar la aniquilación del paisaje mediático ayudaron a regar la voz en menos de dos semanas… por todo el planeta. Incluso creo que el contacto constante con la violencia letal que sufren los ciudadanos comunes de Venezuela les dieron la fuerza y el valor para esperar por horas en las calles para llenar esos tres círculos del Sí, muy conscientes de que, como quedó demostrado en Catia, corrían grave peligro al hacerlo

Ahora sabemos cosas que no sabíamos antes del chavismo, y echamos mano de ellas para este logro tan extraordinario. Somos más fuertes, más resilientes. Pero eso no es todo.

Sin el Estado central, sin el dinero del petróleo y sin los militares, personas e instituciones acostumbrados a esperar conducción y soporte desde el gobierno tuvieron que emprender algo gigantesco por ellos mismos, porque el Estado no solo no estaba interesado o fuera de alcance, sino que era hostil. Así que el resultado de este desafío es una especie de milagro: gobiernos regionales y municipales de oposición, ONG, iglesias, partidos y universidades trabajaron juntos.

Tomemos un momento para contemplar esto en toda su magnitud: los políticos venezolanos, que han sido siempre tan desdeñosos con los intelectuales, concedieron la autoridad de supervisar y anunciar los resultados de la consulta a los rectores de las principales universidades. Dieron un paso al costado ante la experticia y la gravitas que solo la academia podía traer al proceso. Creo que debemos reconocer el valiente gesto de los estrategas y los partidos de la MUD que fue dar luz verde a la idea de esta consulta popular, construir un consenso en torno a ella, forjar las alianzas multidisciplinarias que la hicieron posible, y permanecer detrás de cámara mientras los cinco rectores dieron los números del 95% de escrutinio.

Ese domingo demostramos que podemos colaborar entre nosotros. Políticos y profesores, antiguos marxistas y aspirantes a libertarios, los que están allá y los que emigramos. Encontramos que podemos trabajar mucho, pero mucho mejor que Papá Estado. Supimos que el trabajo en equipo que permitió una votación global es el mismo que necesitaríamos para formar un gobierno y asumir la colosal tarea de la reconstrucción.

Así que el plebiscito fue más que una bofetada en el rostro gritón del malandrato. El plebiscito anuncia la insurgencia de una Venezuela más resiliente, más dada al consenso, más efectiva, más disciplinada alrededor de una meta común que tiene que ver con las vidas de todos nosotros, los de adentro y los de afuera.

Por supuesto que hay mucha gente a la que nada le importa. La leyenda negra tiene, sin duda, su buena parte de realidad.

Pero no somos solo eso. Somos algo más. Mucho más.

Millones de nosotros están preparados para asumir la responsabilidad de nuestro futuro.

No somos solo bochinche. Podemos sentir auténtico orgullo de lo que hemos aprendido a ser.

Y eso es maravilloso, porque vamos a necesitar mucho de ese orgullo para la tarea que nos espera a la vuelta de la esquina, al segundo siguiente de que el malandrato dé con sus colmillos por tierra.

23 de julio, 2017

http://prodavinci.com/blogs/la-erupcion-de-una-nueva-sociedad-por-rafael-osio-cabrices/

 7 min


Carlos Raúl Hernández

Hay infinitas posibilidades de clasificar los fenómenos y las cosas, en este caso los países, pero una que viene a cuento es entre los que triunfan y los que se hunden. Dicen que los países no se acaban, pero no hay duda que se descomponen como Líbano, Siria, Libia, Irak, Yugoslavia, Checoslovaquia, Haití, Somalia, Sudán y tantos otros (hay que estudiar lo ocurrido con Ucrania). Hasta hace poco la idea de que Venezuela podía colapsar como nación, sonaba sencillamente absurda, demencial. Durante los años cincuenta el país se había poblado de sicilianos, madeirenses, lisboetas, calabreses, gallegos, asturianos, isleños que trajeron sus conocimientos para el trabajo diario. Brotaron panaderías, abastos, talleres, bares, ferreterías, restaurantes, y en los sesenta florecieron la democracia y el progreso, un modelo para el mundo. Mientras Latinoamérica penaba cariada por dictaduras siniestras y masas de ciudadanos miserables.

En cambio en las esplendorosas Caracas, Valencia, Maracaibo, barrios enteros de colombianos, ecuatorianos y peruanos, construían con su trabajo una mejor vida, mientras argentinos, mexicanos y chilenos se ocupaban como profesores y gerentes, y vivían en libertad (recomiendo a los jóvenes leer El fusilamiento de la decencia de Manuel Carrillo). Muchos de nuestros intelectuales se asqueaban del consumismo, principalmente el de los tabarato de Miami y no tanto el de los sofisticados amantes de París, que salían de Fauchon con bolsas repletas de exquisiteces y se pasaban cualquier tarde de verano en una terraza de Saint-Michel dedicados a devorar mariscos con Chablis. Gracias a los gobiernos y partidos democráticos, los centros de educación superior venezolanos, de alto nivel académico, estaban llenos de muchachos del interior que se convirtieron en clase media emergente moderna.

Comando conjunto
Así ocuparon espacios en las instituciones representativas, la administración pública y las empresas. Llegamos a tener más de 3.000 jóvenes de posgrado en las mejores universidades del mundo. Un buen día el país decidió acabar con eso y se montó en una utopía agusanada con un insufrible olor a rancio, detrás de un perturbado, un flautista de Hamelín –en el cuento de los Grimm, se llevó a los roedores, pero se recuerda menos que también a los niños del pueblo y los ahogó en el río. Lo más triste es que las monumentales y asombrosas boberías de sus adversarios, fueron las que permitieron al flautista revolcar al país y la historia podría ser implacable cuando se analice lo ocurrido. De no ser por el paro petrolero, el abstencionismo y otras efervescencias, la revolución sería hoy un recuerdo lejano. El país se polarizó en dos extremos irreconciliables que hasta el sol de hoy demuestran a diario que no pueden convivir.

El desvarío revolucionario destruyó las extraordinarias conquistas civilizacionales de 40 años –ya sucumbieron hasta las carreteras relativamente intransitables de día, absolutamente de noche– y en cualquier momento puede producirse un desgarramiento militar que según la tradición histórica tendría altas posibilidades de derrota. No es que esta sea “una ley”, ni que deba repetirse, pero es un dato importante. Durante el siglo XX y lo que va del XXI los golpes que astillan el aparato militar fracasaron y condujeron al aplastamiento de la insurgencia, como ocurrió en Puerto Cabello, Carúpano, Barcelona, el 4F y el 27N. Solo tuvieron éxito los pronunciamientos sin disidencia de las Fuerzas Armadas contra Medina, Gallegos y Pérez Jiménez. A Colombia la partió en dos una gran insurrección civil en 1948 a consecuencia del asesinato del caudillo populista Jorge Eliécer Gaitán.

Por amor o interés
La guerrilla llegó a controlar más de la mitad del territorio y estuvo muy cerca de asaltar Bogotá, hasta que el gobierno de Álvaro Uribe neutralizó la amenaza. Hoy se incorpora a un pacto de gobernabilidad auspiciado por Santos. México también estuvo a punto de sucumbir, esta vez porque el narcotráfico controlaba gran parte de la administración pública y de las gobernaciones regionales y municipios, al extremo de que en la literatura especializada internacional se le daba ya como un Estado fallido, hasta que el presidente Calderón declaró la guerra contra los carteles con más de cien mil muertes. Los conflictos inmanejables en el bloque de poder, generalmente por obra de gobiernos tarados, trajo dictaduras en muchos países, que solo terminaron gracias a pactos de gobernabilidad, no entre los que estaban de acuerdo, sino entre enemigos.

La guerrilla salvadoreña, Arena y la democracia cristiana hicieron gobernable El Salvador, así como el exdictador militar brasilero Figueiredo que el día de su derrota electoral dijo a los líderes de la oposición triunfante “espero que me olviden” (así una exjefa terrorista, Dilma Rousseff, pudo gobernar). El Partido Socialista chileno cuyo desastroso gobierno propició el golpe de Pinochet, se alió con la Democracia Cristiana, impulsora del golpe, y con el propio pinochetismo, para reconstituir al país. La guerrilla guatemalteca aceptó convivir con los partidos democráticos tradicionales, igual que los Tupamaros en Uruguay, y triunfaron democráticamente. También el fujimorismo. Para que funcionen, los pactos de gobernabilidad deben ser entre opuestos.

@CarlosRaulHer

 3 min


La impaciencia, en política, suele conducir al fracaso. Pero después de 18 años lidiando con un gobierno cuyo principal proyecto es eternizarse en el poder, es casi imposible no desesperarse. La oposición venezolana lleva años en una lucha desequilibrada. Ha sido descalificada y deslegitimada, acosada, perseguida, invisibilizada, prohibida, encarcelada… por el Estado. Ahora, a pesar de todo esto, la oposición se ha convertido en una alternativa de poder y logró capitalizar el ansia de cambio que vive la mayoría del país.

Lo ocurrido el domingo 16 de julio es un hecho inédito: la oposición organizó al margen, incluso en contra, del Estado y de las instituciones, un espacio para que el pueblo pudiera expresar su voluntad rechazando la propuesta de Nicolás Maduro de elegir una Asamblea Nacional Constituyente para acabar con el actual parlamento y gobernar con amplios poderes. La respuesta popular fue abrumadora. ¿Qué sigue? A veces, en la política y en la vida, lo más difícil es saber administrar la victoria.

En las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, el oficialismo recibió una derrota contundente. Por primera vez, la oposición alcanzaba la mayoría en la Asamblea Nacional. Pero su dirigencia no supo leer bien ese éxito: pensó que se había cerrado un ciclo, subestimó el cinismo de su adversario y sobredimensionó su propio poder. El gobierno sí hizo una lectura correcta de su derrota. Es evidente que, a partir de ese momento, el oficialismo decidió suspender o postergar cualquier tipo de elecciones democráticas en Venezuela. Y de manera inmediata, además, consolidó ilegalmente un Tribunal Supremo de Justicia que les garantizara su lealtad absoluta. Se prepararon para gobernar sin pueblo y sin democracia. Y así lo han hecho.

Hoy Venezuela vive una crisis terminal. Maduro invoca la defensa de la patria y promete endurecer su gobierno, mientras la oposición decreta la hora cero. Ni siquiera las amenazas del presidente Donald Trump son útiles internamente. Pareciera que de aquí al 30 de julio sucederá el apocalipsis. Es un nuevo espejismo. Ninguna magia podrá sacar a Venezuela de su propia complejidad.

“Cuando digo Estado digo pueblo”, afirmó Nicolás Maduro, en una alocución televisada el pasado 18 de julio. Probablemente fue una confesión involuntaria pero delata perfectamente el pensamiento oficial. El pueblo real no existe. El gobierno no ve ni quiere ver a la gente que está en las calles, protestando, sufriendo una inflación del 700 por ciento, padeciendo la falta de servicios, la escasez de productos y de medicinas, tratando de sobrevivir a la inseguridad. La población no es pueblo. El pueblo es el Estado. El pueblo somos nosotros: eso cree el oficialismo.

Mientras hay personas buscando comida en la basura, en Suiza congelan las cuentas bancarias de la suegra de un “dirigente revolucionario”, el exministro Haiman El Troudi. En ellas hay 42 millones de dólares. Esto tampoco lo ve el gobierno de Maduro. No le interesa. No le importa. Parte de su enfrentamiento con la fiscala Luisa Ortega Díaz también tiene que ver con esta situación. Con la posibilidad de que se hagan públicos los turbios negocios de la empresa Odebrecht en Venezuela. El socialismo del siglo XXI es, sobre todo, una gran historia de corrupción.

No se trata de un debate ideológico. La izquierda en Venezuela solo es una ficción discursiva que le ha permitido a un pequeño grupo enriquecerse velozmente y convertirse en la nueva élite que controla el país. La revolución es un pretexto retórico que cada vez tiene menos eficacia. Hablar de los pobres, citar al Che Guevara y denunciar a los gringos, no puede darles permiso para reprimir salvajemente, disparar en contra de manifestantes, detener, torturar y encarcelar sin garantías y sin debido proceso a cualquier ciudadano.

No hay manera de justificar todo esto a cuenta de una supuesta guerra contra el imperio yanqui. Maduro ha gobernado como un neoliberal y como un dictador militar.

La asamblea constituyente ya es un fracaso político. El propio Maduro ha propuesto la extorsión y el chantaje a los empleados públicos como método de participación electoral. No hay manera de que este proceso sea vivido por el pueblo como algo propio. Si aspiraba a alcanzar alguna legitimidad perdió completamente la apuesta el domingo 16 de julio. Aunque la realicen, y obviamente la ganen, no le dará al gobierno un piso político. El único camino que tiene el oficialismo para permanecer en el poder es el crimen.

La oposición, por su parte, no tiene la posibilidad real de convertirse en un gobierno paralelo y funcional. Tampoco de sostener el conflicto en el terreno de la violencia. Ambos bandos están condenados a dialogar. No hay más remedio. La hora cero es la hora de la negociación.

¿Es posible? A veces pareciera que no. Pero a menos que los militares venezolanos estén dispuestos a perpetrar el asesinato de manera sistemática, como lo hicieron las dictaduras militares en América del Sur durante los años setenta y ochenta del siglo pasado, resulta inevitable. Las fuerzas armadas tienen, en este contexto, un protagonismo y una responsabilidad directas ¿Hasta dónde están dispuestos a acompañar un proyecto que ya no tiene nada de izquierda, ni de revolución, ni de democracia?

El pasado 20 de julio, el general Vladimir Padrino, ministro de Defensa, colgó un video en su cuenta de Twitter. Allí intentó mostrar su pericia en el manejo de armas de fuego y dijo que todo estaba listo para la “fiesta electoral” de la constituyente: “El próximo 30 de junio te esperamos, venezolano, la seguridad está garantizada. ¡Venceremos!”. Mientras esa sea su respuesta a las demandas de la población, no habrá futuro para el país.

En el fondo, Maduro y su gobierno son cada vez más una pantalla para velar al poder militar. Tanto a lo interno como a nivel internacional, tiene que haber una mayor presión sobre los militares. De ellos depende que haya una negociación. Que la hora cero no siga siendo la hora de la violencia y la muerte en Venezuela.

New York Times

Ciudad de México, 21 de julio de 2017

https://www.nytimes.com/es/2017/07/21/la-hora-cero-de-venezuela/?action=click&clickSource=inicio&contentPlacement=4&module=toppers&region=rank&pgtype=Homepage

 4 min


¿Sabía usted?

Cuando un agricultor recolecta su cosecha de granos, éstos deben tener un contenido de humedad que facilite la recolección, la trilla y el manejo poscosecha de su producto. Cuando entrega sus granos en las plantas receptoras, la empresa encargada toma muestras para determinar una serie de características del producto tales como presencia de semillas extrañas, porcentaje de granos partidos, impurezas de cualquier tipo, presencia de insectos, y una muy importante que es el contenido de humedad del grano. Esta última se utiliza para ajustar el peso de la cosecha corregido al 12% de humedad, y este peso es el que sirve para el cálculo de la liquidación al agricultor. Si usted sabe cómo realizar este ajuste, tome una muestra de sus granos, determine la humedad y calcule el peso de su cosecha corregida al 12% de humedad. Esto le puede permitir tener una referencia para evitar malos entendidos con su liquidación.

En las plantas receptoras de granos tienen una tabla para corregir la humedad, pero si no tiene acceso a ella, usted puede construir su propia tabla de ajuste. Me he decidido a escribir estas líneas, porque en varias oportunidades he preguntado a personas relacionadas con el agro si saben calcular el peso de la cosecha corregida por humedad y su respuesta es muchas veces la siguiente: si mi grano tiene 20% de humedad, le resto 8% y lo llevo a 12%. Por ejemplo: coseché 200 ha de maíz con un rendimiento de campo de 5 toneladas/ha para un total de 1.000 toneladas entregadas. A esas 1.000 toneladas le resto 8% (20-12=8) de agua que son 80 toneladas y me deben liquidar 920 toneladas de maíz al 12% de humedad.

Ese cálculo es incorrecto porque se basa en conceptos errados. Por ejemplo, si ahora le pregunto a esa misma persona anterior cómo llevaría esas 920 toneladas que él cree contienen 12% de humedad, a granos con 20% de humedad; su respuesta sería: le sumo 8% porque 12 + 8 = 20. Veamos: el 8% de 920 (920 x 0,08=73,6) es 73,6, que sumados a las 920 toneladas resulta en 993,6 toneladas en lugar de las 1.000 toneladas originales, lo cual confirma que el cálculo, por esta vía, es incorrecto.

Se debe hacer lo siguiente:

a.-Granos de maíz con 20% de humedad contienen 80% de materia seca (m.s.), es decir, 100 ton de ese maíz contienen 80 ton de materia seca y 20 ton de agua.

De esta manera, sus 1.000 toneladas de granos contienen 800 toneladas de materia seca, porque:

100 ton de granos con 20% de humedad contienen 80 ton de m.s.

1.000 ton de granos con 20% de humedad contienen X ton de m.s., de donde:

X= (1.000 x 80)/100=800 ton de m.s.

b.-De la misma manera, granos con 12% de humedad contienen 88% (100-12=88) de m.s., es decir, 100 ton de ese maíz contienen 88 ton de m.s. y 12 ton de agua.

c.-Llevemos sus 800 toneladas de materia seca a granos con 12% de humedad:

100 ton de granos con 12% de humedad contienen 88 ton de m.s.

X ton de granos con 12% de humedad contienen 800 ton de m.s., de donde:

X= (100 x 800)/88=909 toneladas

d.-Conclusión: sus 1.000 toneladas de maíz con 20% de humedad se convierten en 909 toneladas de maíz con 12% de humedad en lugar de 920 toneladas.

e.-Una vez comprendida la transformación, lo cual es muy importante, usted puede elaborar su tabla para corregir humedad del grano a 12%, simplemente calculando los factores de corrección al dividir el porcentaje de materia seca para granos con cualquier porcentaje de humedad, entre 88 que es el porcentaje de materia seca de los granos con 12% de humedad. Por ejemplo, para el maíz con 20% de humedad del caso desarrollado anteriormente, el factor de corrección sería 80 (que es el porcentaje de materia seca del grano con 20% de humedad) dividido entre 88, es decir: 80/88=0,909. Si usted entrega a la planta receptora 1.000 toneladas de grano, le van a liquidar 1.000 x 0,909=909 toneladas de granos. Si su grano contiene 21% de humedad el factor de corrección sería 79/88=0,898 (100-21=79), y al entregar 1.000 toneladas, le liquidarán 898 toneladas de granos (1.000 x 0,898).

De esta manera, usted puede calcular su factor de corrección de humedad al 12% para cualquier porcentaje de humedad que contenga su grano cosechado, y construir su propia tabla. Por supuesto, cuando usted entrega granos con menos de 12% de humedad, también le deberían hacer la corrección correspondiente, pero en este caso, la cantidad final para liquidación sería superior a la cantidad de granos entregada con menos de 12% de humedad porque el factor de corrección es >1. Veamos algunos factores de corrección en la siguiente tabla:

Humedad grano entregado Factor de corrección al 12% humedad

21 79/88=0,898

20 80/88=0,909

19 81/88=0,920

19,5 80,5/88=0,915

18 82/88=0,932

15 85/88=0,966

14 86/88=0,977

13 87/88=0,9886

12 88/88=1

11 89/88=1,011

10 90/88=1,023

Por ejemplo, si usted entrega a la planta receptora un camión con 23.795 kg de granos con 14,5% de humedad, su factor de corrección para 12% de humedad es 85,5/88=0,9716 (100-14,5=85,5), y le liquidarán 23.795 x 0,9716=23.119 kg de granos.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

Julio de 2017

pedroraulsolorzano@yahoo.com

www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com

 3 min


​José E. Rodríguez Rojas

El chavismo oficialista cometió un error al convocar a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y lo está pagando, pues producto de esta convocatoria le han surgido, en su propio frente político, dos problemas con los cuales ha debido lidiar. El primero de ellos es que la convocatoria a la ANC forzó el pronunciamiento en contra de la Fiscal General de la República y una ruptura en el chavismo cuyas implicaciones todavía se discuten. El segundo problema es que entre los candidatos a la constituyente se está conformando un discurso estatizador que implica la eliminación de las empresas mixtas petroleras (EMP), las cuales tienen en sus manos la mitad de la producción de petróleo de Venezuela. Ello ha encendido las alarmas en las empresas internacionales que son socias de PDVSA y en los aliados del gobierno venezolano como Rusia y China que también están involucrados en estas asociaciones. Esto ocurre mientras PDVSA está acercándose a los mercados financieros internacionales para refinanciar la deuda que se vence en el segundo semestre de este año. La incertidumbre generada por el discurso estatizador, arroja sombras sobre PDVSA y su plan de negocios, y es probable que contribuya a impedir el refinanciamiento.

El propósito principal de estas líneas es analizar el segundo de los problemas que enfrenta el chavismo oficialista, con el proceso de conformación de un discurso estatizador de la industria petrolera entre los candidatos a la ANC y sus implicaciones. Este tema ha sido analizado por el experto petrolero Francisco Monaldi, profesor del Centro de Estudios Energéticos de la Rice University, en dos entrevistas; una realizada por un reportero del diario El Nacional y otra por el periodista Xavier Serbiá en el programa CNN Dinero.

En el programa mencionado Serbiá señaló, antes de la entrevista, que el abogado Hermánn Escarrá (candidato a la ANC) se mostró favorable a la eliminación de las empresas mixtas petroleras en un foro con trabajadores de PDVSA, lo cual generó alarma a nivel de los inversores, académicos y analistas; sin embargo Escarrá negó haber afirmado tal cosa. Serbiá presentó un video donde se hace evidente que Escarrá plantea la modificación del artículo 303 de la constitución del año 1999, a fin de sentar las bases legales para la eliminación de las empresas mixtas. Interrogado al respecto, Monaldi señaló que la posición de Escarrá a favor de la modificación del artículo 303 ha sido muy clara y no hay lugar a dudas en relación a ello. En la entrevista de El Nacional, menciona que existen otros dos constituyentistas que comparten la posición de Escarrá, señalando a continuación que se está conformando entre los candidatos a la ANC un discurso que favorece la estatización total de la industria petrolera.

En ambas entrevistas, Monaldi plantea que la eliminación de las EMP sería un suicidio para PDVSA, pues en sus manos está la mitad de la producción de petróleo de Venezuela y la misma se está expandiendo, mientras que la que hace PDVSA con sus recursos ha colapsado. Mientras PDVSA está prácticamente quebrada, las empresas extranjeras que participan en las EMP aportan el financiamiento necesario para la expansión de la producción. En consecuencia, si no fuera por las EMP la situación de la industria petrolera sería catastrófica.

El experto petrolero señaló que mientras los candidatos a la ANC sostienen una posición abiertamente favorable a la eliminación de las EMP, PDVSA continúa firmando asociaciones con empresas extranjeras, de hecho, recientemente lo hizo con una de capital español. La empresa estatal emitió un comunicado en el cual mantiene su compromiso con las EMP. En esta misma línea, el Tribunal Supremo de Justicia emitió una sentencia favorable a la firma de este tipo de asociaciones.

En consecuencia, el chavismo oficialista mantiene una agenda contradictoria que contempla dos discursos: uno radical que favorece la estatización y el cual utiliza para movilizar a sus bases, y otro favorable a las EMP que se utiliza para tranquilizar al sector privado. Detrás de esta agenda contradictoria pueden estar conflictos entre diversos grupos que anidan en el chavismo oficialista, algunos de los cuales se han planteado como objetivo deshacerse del presidente de PDVSA quien ha mantenido la política de impulsar las EMP. Sin embargo, al final no queda claro cuál es la verdadera agenda del chavismo oficialista. Si la que prospera y se impone es la radical ello sería una catástrofe para la industria y el país.

Finalmente Monaldi señaló, en el programa CNN Dinero, que el discurso estatizador que se está conformando entre los candidatos a la ANC ha encendido las alarmas y ha incrementado la incertidumbre entre las empresas internacionales, incluidos los aliados de Venezuela como Rusia y China que participan en las asociaciones estratégicas con PDVSA.

Profesor UCV

Josenri2@gmail.com

 3 min


Dos poderosas razones me obligan moralmente a repudiar e interpretar la imagen fotográfica que ilustra este artículo:

-Haber sido Soldado.

-Haber sido Profesor de Biología.

En cuanto al hecho de haber sido soldado, se trata de lo siguiente: siendo apenas un adolescente comenzó mi entrenamiento militar como soldado en la Escuela de Tropas Técnicas de Maracay. Allí me incrementaron el respeto por los símbolos patrios y me enseñaron el estudio sistemático de la especialidad seleccionada, el ejercicio físico, el orden cerrado, la marcha forzada, el manejo de las armas, el polígono de tiro, el deporte, el castigo colectivo o individual para modificar conductas y socializarnos militarmente, el combate simulado cuerpo a cuerpo con bayoneta calada. Así como también experimenté las siguientes vivencias: el apoteósico desfile en la avenida de los Próceres durante la Semana de la Patria, la proyección cinematográfica de los miércoles, la visita familiar del sábado, la carta de la amiguita que dejamos en el pueblo, el amigo que nos pide le hagamos una carta a su novia en su nombre porque él no sabe cómo hacerla, la torta de cumpleaños compartida con los compañeros más allegados, el piloto que te salva la vida cuando los motores del avión sufrieron una pérdida de potencia y con valentía supo sacarnos del problema, el consumir todo la comida servida porque los alimentos son sagrados, la salida del domingo impecablemente uniformado y con la orden de ser todo un caballero, especialmente con las damas.

Y como eje central de la formación militar: entrenarnos y aprestarnos para defender a todo riesgo la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Venezuela.
Finalmente, el impacto pedagógico de un aviso colocado a la entrada del Cuartel: “Quien abandona todo por ser útil a su patria, no pierde nada y gana todo cuanto le consagra”....Simón Bolívar.
En este orden de ideas, me es obligante comentar que jamás los Oficiales, Suboficiales y Personal de Tropa Profesional, encargados de formarme militarmente, me enseñaron estrategias y tácticas militares para someter, atropellar y humillar a ningún civil. Todo lo contrario, teníamos que hacerles sentir a los civiles que en nosotros existía la mejor disposición y la sólida base moral para protegerlos y garantizarles su independencia.

La segunda razón, es decir, como Profesor de Biología que ejerció la docencia en la educación media, me consta que lo único que mueve a los jóvenes estudiantes a abandonar sus aulas de estudio para luego irse a las calles a protestar, es su profundo amor por el Pueblo Venezolano, para quien solo desean y aspiran la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de estabilidad política deseable y la mayor suma de seguridad social esperable. No existen otras razones.
En este sentido, es pertinente preguntar:

¿Quién en sus años juveniles no quiso al pueblo con pasión de carbonario, y por él, hasta dispuesto estaba a inmolarse?
Ahora bien, si la imagen fotográfica que incluimos es un montaje, entonces las autoridades competentes deberían pronunciarse contundentemente en aras del honor militar, pero si dicha imagen refleja un instante de la realidad existencial que agobia a Venezuela, entonces no existen palabras para explicarla y menos aún, justificarla.

En otro orden de ideas, la desproporcionada fuerza desplegada por el pelotón militar para someter a la joven estudiante, es un poderío bélico que debería ser utilizado para reconquistar el Esequibo, al igual como nosotros reconquistamos el Islote de los Monjes por expresas instrucciones del Presidente de la República de aquel entonces: General Marcos Pérez Jiménez, aplicando la vieja enseñanza del “Arte de la Guerra” del General Sun Tzu: “La mejor victoria es vencer al enemigo, sin combatir”; pues, en aquella operación militar no fue necesario disparar un solo proyectil, y en mi caso particular, ni bombardear el objetivo.

Para concluir, ojala que lo reflejado por la imagen fotográfica anexa, no se repita jamás; pues, los soldados que reprimen a los jóvenes estudiantes, paradójicamente, provienen de las raíces más profundas del mismo pueblo por el que estos muchachos, abandonan sus aulas de estudio y se van a las calles a luchar por su bienestar.

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Jesús Elorza G.

Muy sonriente y rigurosamente maquillado llego el Defensor del Pueblo a la sede del CICPC para someterse a la prueba del polígrafo, como parte del antejuicio de mérito ordenado por el Tribunal Supremo de Justicia contra la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz.

El comisario de guardia, procedió de inmediato a explicarle que el polígrafo es un detector empleado en la investigación policial de los delitos para registrar las respuestas corporales de una persona cuando se la interroga y detectar si miente; consiste en varios instrumentos combinados de forma que registren simultáneamente las fluctuaciones en la presión sanguínea, el pulso y la respiración ante las preguntas que se le formulan.

En este caso, dada la importancia política del caso, vamos a emplear un Polígrafo Computarizado integrado por un Neumógrafo encargado de medir la frecuencia respiratoria, un Cardiógrafo para medir la presión arterial y la frecuencia cardiaca y un galvanómetro para medir la llamada resistencia electro dérmica que señala si la persona está sudando en sus dedos como consecuencia de la necesidad de mentir.

-Que bien, dijo el defensor. No creo que el resultado sea otro que el comprobar mi inocencia. Quien no la debe no la teme. Sin embargo, quiero hacer dos preguntas. Espero que ese aparato no sea de procedencia gringa, el imperio puede sembrar o hackearlo y dar respuestas distintas a las mías. Segundo, quien o quienes elaboraron las preguntas que me van a hacer.

Tranquilo, dijo el funcionario. Este aparato es donado por los camaradas rusos que tienen una amplia experiencia en proteger a los miembros del politburó o el cogollo. Y las preguntas fueron hechas por los camaradas psicólogos egresados de los cursos de 3 meses de nuestra prestigiosa Universidad Bolivariana. Este polígrafo revolucionario, es exclusivo para detectar oligarcas, imperialistas, escuálidos o terroristas de derecha.

-Ah, ahora me siento más aliviado, expreso Tarek. Entonces, no perdamos tiempo y comencemos.

Después de arreglar el cableado y las pruebas del sistema, comenzaron las preguntas.

(P) ¿Es usted el defensor del puesto?

(R) No, soy el defensor del pueblo revolucionario

(P) Complete la frase ¨Curruta-curruta…¨

(R) ….y bueno que ta.

(P) Entre Luisa Ortega Díaz y Katherine Harringthon a quien prefiere como Fiscal General.

(R) A la segunda; la otra es una bicha traidora.

Limite su respuesta. No haga juicios de valor, señalo el funcionario.

(P) ¿Luisa Ortega Díaz firmo el acta de la reunión del Poder Moral para la escogencia de los magistrados del TSJ.?

(R) SSSIIIIIII, estoy tan seguro, porque yo le preste mi Mont Blanc de oro para que lo hiciera. Ahora esa ingrata dice que no….traidora es lo que.

Limite su respuesta.

Disculpe comisario, es que esa traidora me saca de quicio.

(P) ¿Tiene usted especial afecto por los afro descendientes?

(R) Espere un momento, dijo algo nervioso en defensor. Es que se me chorrea el maquillaje cuando alguien me pregunta por los negritos. Luego, de retocarse, respondió claro y fuerte Si, ellos me vuelven loco.

(P) ¿Quién defiende al pueblo?

(R) Le repito mi respuesta a la primera pregunta Yo defiendo al pueblo revolucionario. A los otros que los defienda el Foro Penal o cualquier otra organización Defensora de los Derechos Humanos…..Yo no.

(P) Una última pregunta, quizás la más compleja de todas según los psicólogos revolucionarios de la Universidad Bolivariana ¿Ama usted a Chávez y a Maduro?

(R) Te voy a responder cantando como si hubiese reencarnado en mi cuerpo Rocío Durcal…Amor Eterno es mi sentimiento por Huguito (así lo llamaba en vida) y en menor grado, quizás por obligación, porque no me queda otra, a Nicolás.

Camarada Tarek, déjeme decirle que paso con menciones honorificas la prueba del polígrafo. La revolución se siente segura con su desempeño en la defensoría del puesto, perdón, del pueblo revolucionario.

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