Werner Corrales
El populismo en los temores de la diáspora
La Unidad no siempre es posible y ni siquiera deseable
Los resultados de las elecciones españolas del 23J dan un ejemplo de la dificultad práctica de llegar a alianzas que unifiquen a grupos democráticos para construir un gobierno sin la participación de extremistas.
La voluntad de la sociedad española se expresa en una amplia mayoría alrededor del centro, pero una ligera mayoría de votos de la izquierda y la centro izquierda vistas en su conjunto, con una gran fragmentación.
A pesar de esa fragmentación, el PSOE pudiese estar en mejor posición que el PP para armar una coalición de gobierno, independientemente de que se la califique de homogénea o “Frankenstein”.
Todo dependerá de la avidez de Sánchez por mantener el poder, que en los extremos podría llevarlo a aliarse con independentistas cerriles o herederos de organizaciones terroristas.
Lamentablemente, ni el PP de Núñez Feijoo ni el PSOE de Sánchez son capaces de ejercer el desprendimiento necesario como para abstenerse en el congreso de manera de permitir al otro, si este tiene mayoría de votos, armar un gobierno sin coaligarse con los grupos extremistas.
Un gobierno de PSOE, Sumar, Bildu, ERC y otros pequeños grupos extremistas es muy malo pero, para mi, un gobierno del PP y VOX no es mucho mejor, porque la ultra derecha española llega a muy graves extremos xenófobos, anti-autonomistas, racistas y homófobos que pueden terminar generando mucha confrontación y pérdida de visiones compartidas en la sociedad española.
Tal vez lo mejor para España sea repetir la elección popular.
24 de julio 2023
¿Logrará dividirnos el régimen con la Primaria?
Hace varios días corre el rumor de que el TSJ tomará la decisión de prohibir la Primaria o de obligar a que ella se realice bajo la autoridad del CNE.
En cualquiera de las dos opciones el régimen esperaría provocar una división interna de la Oposición que la haga llegar al 2024 debilitada y con varios candidatos.
Si el TSJ prohíbe la Primaria, el régimen esperaría que la Plataforma Unitaria (es decir el G3) se decante por un “candidato de consenso” que no sería María Corina Machado, quien hoy tiene una mayoría abrumadora del electorado pero un rechazo cerril del G3.
Tal “consenso” probablemente sería rechazado por la mayoría de la población, pero lo apoyarían Rosales y su partido UNT, secundados tal vez por AD y alguna fracción de PJ. Pero estaríamos en una batalla interna que nos impediría tener una votación importante en el 2024.
Si el TSJ obliga a hacer la Primaria bajo el CNE, el régimen tendría una imagen de aparente legalidad que podría defender internacionalmente y seguramente habría candidatos opositores que lo aceptarían, conduciendo también a la división de las fuerzas democráticas.
Si el régimen tiene pensamiento estratégico, y sí que lo tiene, le conviene asumir la segunda opción.
Evidentemente, el enemigo es María Corina, y no sólo lo es del régimen, sino que tal vez ante la eventual decisión del TSJ. lo sería de varios candidatos y partidos del G3.
De producirse esa circunstancia, Venezuela tiene que exigirles a todos los partidos definirse por los del país, que quiere salir de la dictadura y de la crisis.
Discusiones alrededor de estos hechos tendrían que estarse produciendo ya en la Oposición, ante la inminente decisión del régimen a través de su TSJ.
14 de julio 2023
¿Cómo va la Primaria?
OBJETIVOS Y PROBABILIDAD DE ALCANZARLOS
La Primaria tiene dos finalidades principales con alta probabilidad de éxito, lo que justifica poner grandes esfuerzos en ellas: a) promover la movilización de la población y la recuperación de su confianza en el liderazgo opositor, que la gente ha perdido en la dirigencia actual, y b) provocar la sustitución del liderazgo de hoy, que significa crear razones fuertes para que los partidos renueven sus propios líderes y que consideren legítimo el liderazgo central de quien resulte ganador en ella.
Siendo realista, el tercer propósito de la Primaria es: c) seleccionar un candidato único de la Oposición que derrote al régimen y que este lo reconozca en 2024, objetivo que tiene una probabilidad de éxito bastante más reducida, pero debe perseguirse igualmente.
LOS ENEMIGOS DE LA PRIMARIA
El régimen trata y seguirá tratando de impedir el éxito de la Primaria, pero también el G3 lo viene y lo seguirá haciendo.
Parte de la contra estrategia de esos dos adversarios es crear la división, el desánimo, la desesperanza y el pesimismo de los opositores buscando impedir la eficacia de lo planteado en los objetivos « a » y « b ». El régimen tiene además la inhabilitación, el encarcelamiento y los atentados contra candidatos incómodos.
Por su parte el G3 persigue impedir la Primaria haciéndola ver inviable, para que el Candidato Unitario tenga que ser elegido por consenso entre AD, PJ y UNT. Su principal mecanismo de actuación para lograr ese fin son sus representantes directos en la Comisión de Primarias, quienes retrasan las decisiones de la CNP y pueden bloquearlas, como hicieron por varios meses, hasta que el régimen disolvió al CNE.
COMO VA HASTA AHORA LA PRIMARIA
En pocas palabras la Primaria va bien hasta ahora debido al creciente ánimo popular y a pesar del retraso de la CNP, pero sus enemigos en el régimen y el G3 todavía tienen agentes y mucha fuerza que se debe derrotar estratégicamente.
El peor error que se puede cometer en el futuro inmediato es confiar en que esos dos enemigos ya no tienen poder para detener la Primaria. Es duro decirlo, pero puede ser ingenuo creer que los representantes del G3 en la CNP actuarán de aquí en adelante en favor de la eficacia de la Primaria sin CNE.
Rasgos de esa ingenuidad se están viendo en personas de buena fe que creen hoy que la CNP siempre estuvo trabajando en un programa para la implementación autónoma, lo que es contradictorio con la conducta pública de la Comisión ante el CNE, cuya disolución por el régimen la obligó a arrancar de cero la implementación de una idea que estuvo dormida desde hace meses.
30 de junio 2023
Derecho y Justicia o «Política Real»
Los objetivos de la política, tanto la nacional como la internacional, se plantean en la realidad en términos de maximizar los intereses de una coalición de actores (partidos y naciones) frente a los de otras. Las reglas previamente acordadas, que representan principios de Justicia convertidos en instituciones jurídicas, se aceptan en situaciones de normalidad y equilibrio de poderes, es decir dentro de una «época» , pero pueden ignorarse, ser denunciadas o simplemente «flexibilizadas» en procesos de acelerada transición entre «épocas» y especialmente en transiciones de alto conflicto, es decir en medio de los «cambios epocales».
Por eso los venezolanos no debemos sorprendernos de que en el corto plazo la práctica de los principales actores geopolíticos del mundo sea acomodaticia en términos de su apego a los principios que sustentan las convenciones, acuerdos y tratados internacionales, referidos por ejemplo a derechos humanos y a comercio internacional.
Debemos entender que Venezuela es un peón en el tablero mundial del «cambio epocal» de hoy y que es altamente probable que en ella se jueguen esas flexibilizaciones para reducir o desaparecer las sanciones al régimen chavista -madurista buscando que la oferta de petróleo se amplíe para debilitar a Rusia y de paso a China.
No, no hay que tener expectativas de que los EEUU y Europa sean muy exigentes y principistas respecto los derechos humanos violados en nuestro país y al castigo de los violadores.
Tenemos que ser realistas y pensar en conductas estratégicas para maximizar nuestro interés de poner fin a este régimen, considerando que el conflicto geopolítico que lleva al «cambio epocal» es una condición de borde real, realísima.
Junio 30 de 2023
Sesgo político contra la renovación del liderazgo
En la Venezuela de hoy está en juego si se renueva o no el liderazgo opositor, y si se promueve o no una movilización masiva de la ciudadanía antes del 2024, como parte de una estrategia de fortalecimiento de las capacidades de los demócratas para hacer que Venezuela desplace al régimen de Maduro y del Socialismo del Siglo XXI que la han sumido en la peor crisis de su historia.
Ningún actor con responsabilidad política en la Primaria ni con conductas proactivas ante esa disyuntiva es “políticamente neutro” o puede pretender ser visto como un “juez imparcial”.
Y es así como no son neutros los miembros de la CNP ni los son quienes opinan en favor o en contra de la participación del CNE con sus capta huellas en la Primaria.
Es un hecho que los dirigentes de partidos del G3, sus representantes en la CNP y sus voceros en los medios, son activamente contrarios a la idea de renovación del liderazgo opositor, y son partidarios de cualquier mecanismo que reduzca la posibilidad de una gran movilización en la Primaria, porque tal movilización actuaría en favor de aquella renovación para ellos indeseable.
En fin, no hay que presumir la deshonestidad de alguien que está parcializado por el protagonismo del CNE en la Primaria o que está contra la renovación del liderazgo opositor; después de todo, cada miembro de la CNP es un ciudadano con derecho a tener esas u otras posiciones.
Pero también quienes adversan esas posiciones tienen derecho a defender las suyas propias y a confrontar aquellas que les parecen sesgadas y negativas para los propósitos de la Primaria y del fortalecimiento de la Oposición.
En esos términos está planteada hoy la diferencia que existe entre quienes consideran necesario renovar el liderazgo opositor y provocar una movilización masiva con la Primaria, y quienes rechazan esas ideas.
6 de junio 2023
La Primaria Auténtica y la unidad opositora
La realización de la Primaria de la Oposición está hoy en serio riesgo, como resultado de las presiones que viene recibiendo la Comisión Nacional de Primarias.
Los resultados que sólo ofrece una Primaria Auténtica
Debemos recordar que si se realiza la Primaria Auténtica que nos ha esperanzado, los venezolanos podremos alcanzar dos logros muy importantes en el camino hacia la recuperación de la libertad, superando carencias muy graves de capacidad de lucha que ha acumulado la oposición democrática a lo largo de más de dos décadas. Se trata de la legitimación de un nuevo liderazgo opositor y de la cohesión de las bases democráticas alrededor de objetivos que trasciendan la euforia de una campaña electoral.
La legitimación de un nuevo liderazgo
Por una parte, solo con una Primaria Auténtica podremos legitimar un nuevo liderazgo que goce del reconocimiento y el apoyo de toda la sociedad democrática, lo que le dará fuerzas a esos líderes para que puedan asumir un compromiso activo y robusto con la recuperación de la libertad.
Cohesión profunda y Visión Compartida de País
En segundo lugar, sólo con una Primaria Auténtica que trascienda lo puramente electoral y que proponga una imagen futura de Nación, en la que participemos todos, podremos generar una nueva esperanza de cambio. Una esperanza que una a toda la gente en una visión compartida de país, cohesión que no es posible generar con los jingles y discursos de campañas electorales que ya no atraen a las mayorías.
La Primaria y la Unidad de la Oposición
Desarrollar la motivación masiva que es necesaria para una acción política que nos libre de este régimen, dependerá de que construyamos juntos lo que solo una Primaria auténtica nos puede dar. Para eso necesitamos la Unidad de la Oposición, que es mucho más que el acuerdo entre los dirigentes de algunos partidos.
Algunos opositores, entre ellos los dirigentes, voceros y candidatos del G3 rechazan una Primaria independiente del CNE, argumentando que ella no sirve para construir la Unidad de los partidos opositores en el 2024.
Para lo que no sirve una Primaria Auténtica, en la que puedan participar todos los opositores dentro y fuera del país, una Primaria independiente del CNE y autogestionada por la sociedad, es para apuntalar una unidad ficticia puramente electoral y manipulable por aquella dirigencia que debe ser sustituida por el nuevo liderazgo.
25 de mayo 2023
2024, otro hito de una democracia electoral, no una vía para superar la crisis
Que algunos lideres democráticos de Venezuela sigan actuando como si nuestra crisis hubiese nacido en 2015 o con la llegada de Chávez al poder en 1999, no sólo es erróneo y demuestra un déficit notable en su comprensión de la realidad, sino que puede arrastrarnos a cometer errores muy serios y a poner nuevamente en grave riesgo a la democracia, casi inmediatamente después de que se logre recuperarla al salir del presente régimen, cuando logremos desembarazarnos de él.
Estas reflexiones vienen al caso porque nuevamente la mayor parte de los líderes políticos están llamando a la sociedad venezolana a participar en un proceso eleccionario, alimentando en ella, una vez más, la expectativa de que la recuperación de las libertades y el progreso está a la vista, al alcance de nuestras manos. Al margen de que se logre antes de 2024 obtener las garantías necesarias para que esos comicios sean limpios y se respeten sus resultados, trámite nada fácil, no se observa en la mayoría de esos líderes que entiendan cómo salir de la crisis, para lo cual no basta con desplazar al chavismo del poder, sea por elecciones o por cualquier otra vía.
Las lecciones a aprender hoy, en octubre de 2022, para poder recuperar la libertad y el progreso y para lograr que ellos se mantengan irreversibles en el futuro, incluyen fundamentalmente tres cosas: la necesidad de acordarnos para que la nueva democracia que construyamos sea una democracia plena, que asegure para todos justicia, oportunidades para el progreso y el bienestar, y no se limite a asegurar elecciones limpias; en segundo lugar que los liderazgos se comprometan de verdad con objetivos y estrategias para el desarrollo del país y no sólo para administrar los fondos públicos; y por último que hoy, y no en 2024, se construya una unidad de los liderazgos en función de los principales objetivos de desarrollo, incluyendo los económicos, los de equidad social, los de protección del ambiente natural, y los de gobernanza democrática, trascendiendo la búsqueda de una “unidad táctica” para participar en los comicios.
El compromiso de los liderazgos en el auge y el desplome del Proyecto de País de la Democracia
El progreso continuo habido en todos los niveles sociales hasta 1978 había hecho realidad muchos de los objetivos del Proyecto de País de la Democracia con el que se habían comprometido sus líderes en 1958, cuyos resultados ya se expresaban para los primeros años 70, antes del boom de precios del petróleo, en una clase media en continuo progreso y expansión, educada y políticamente activa.
El retroceso que se inició en 1979 y se agravó hasta los años 90, resultó del funcionamiento de una democracia que se apartó progresivamente de los compromisos con el cambio social y el desarrollo con los que se había iniciado, y se redujo gradualmente a garantizar la alternabilidad en el poder; es decir una democracia solamente electoral y no una democracia plena.i
El intento fallido de revertir el deterioro del desarrollo en la última década del Siglo XX
En un intento de revertir el deterioro comentado, a partir de 1989 el segundo gobierno del presidente Pérez inició reformas y nuevas políticas dirigidas a corregir deformaciones del estilo de desarrollo ya caduco, entre ellas una reforma institucional orientada a desaparecer vicios de excesivo centralismo político y administrativo, y reformas económicas que incluían un programa de ajustes dirigido a detener el deterioro progresivo que se había iniciado diez años antes en el bienestar económico y social de las mayorías.
Pero, no habiéndose construido un nuevo compromiso político que diese sustento a las reformas, los liderazgos fundamentales del partido de gobierno se opusieron a partes importantes de ambas líneas de transformación, mientras muchos dirigentes empresariales y laborales adversaron las reformas económicas y muchas figuras de las élites intelectuales, económicas y políticas se abstuvieron de ofrecerles el apoyo que necesitaban.
La “antipolítica”: último eslabón y no el primero de una cadena, ni la causa principal de la debacle
El Caracazo de Febrero de 1989 y su represión por las Fuerzas Armadas, el primer golpe militar de 1992 y el debate habido sobre el mismo en el Congreso Nacional, así como las disidencias existentes en el seno de los liderazgos de AD y Copei, fueron empleadas por importantes medios de comunicación para lanzar campañas muy negativas para la imagen del sistema democrático, como fueron algunas novelas de gran audiencia en TV y coberturas tendenciosas en diarios de gran circulación. También fueron amplificados los efectos de esos eventos por iniciativas de personalidades prestigiosas como fue la de “Los Notables”, quienes criticaron de manera abierta deterioros que eran reales en la democracia, en medio de una gran debilidad de las instituciones.
Pero no perdimos la democracia por la “antipolítica” practicada por esos medios y personalidades, esos hechos eran el último eslabón de una cadena que comenzó con el deterioro en el desarrollo del país evidenciado desde finales de la década de los años 70.
La degradación de la democracia de Venezuela y el debilitamiento de sus partidos que ya observábamos en la última década del Siglo XX eran dos expresiones de ese deterioro, que se fue haciendo importante en lo social en los años 80, hasta expresarse fuertemente en la esfera política con el Caracazo, los golpes militares de 1992, la interrupción del mandato del Presidente Pérez en 1993 y las campañas mediáticas que terminaron de minar la credibilidad del sistema democrático.
Toda esta secuencia erosionó el apoyo popular del que habían disfrutado los dos partidos mayoritariosii y deslegitimó a sus liderazgos en las bases de la sociedad, lo cual abrió las puertas por las que entró el chavismo para instalar y consolidar el actual Régimen Populista Autoritario, cuyas ejecutorias llevaron al clímax actual de la crisis.
Una nueva visión compartida de país, una estrategia de desarrollo y una democracia plena
En resumidas cuentas, la crisis no se resolverá si la comunidad política sigue jugando solamente a la democracia electoral. El estilo rentista de desarrollo de Venezuela se agotó hace más de 40 años, no solamente por seguir viviendo casi exclusivamente de unos ingresos que dependen de eventos internacionales que no controlamos, sino porque los partidos democráticos hicieron que el Estado siguiera manteniendo funciones que deberían haber asumido los ciudadanos, ya preparados para ello, y porque los lideres no renovaros su compromiso con el cambio social y el desarrollo, haciendo de nuestra república una democracia puramente electoral.
Otro compromiso, basado en una nueva visión compartida de país, tiene que surgir entre los liderazgos de partidos y sociedad civil, para cambiar de estilo de desarrollo y construir una democracia plena. Eso nos hace falta como pactos de hoy, y no los compromisos tácticos que se ven en preparación para participar nuevamente en comicios.
NOTAS
i Una selección de ocho indicadores relevantes de desarrollo muestra la variación de la calidad de vida de la sociedad venezolana entre los años 1958-1978 y los que van de 1978 a 1998 en términos económicos, sociales e institucionales: i) el salario real del trabajador se multiplicó por más de 2 entre 1958 y 1978 (año más alto) para llegar en 1998 a ser 25% más bajo que el inicial de 1958; ii) el índice de precariedad laboral (suma del desempleo abierto y el empleo informal como % de la Población Económicamente Activa PEA) era de 59% en 1958, cayó a 43,6% en 1978 y llegó a ser 60,1% en 1998; iii) los homicidios al año por cada 100.000 habitantes pasaron de 13 en 1963 a 11 en 1978 a 17 en 1993 y a 20 en 1998; iv) la población en situación de pobreza de ingresos pasó de representar el 27% de la población total en 1971 a 35,2 % en 1989, 38,6% en 1993 y 64.3% en 1998. En términos absolutos, se pasó de 4.7 millones de pobres en 1978 a 10.9 millones en 1989 y a 14.9 millones en 1998, se triplicó el número de pobres en los últimos 20 años de la democracia; v) El índice de calidad del régimen de gobierno (Polity IV, de -10 para la autocracia absoluta a +10 para la mejor democracia) pasa de -3 en 1957 a +9 en 1975 para caer a +8 a partir de 1992; vi) el índice mundial de libertad (Freedom House, de 0 a 10) pasa de mantenerse en 9.2 entre 1976 y 1987 a mantenerse en 6,7 después de 1993; vii) en libertad económica (Fraser Institute) Venezuela es percibida en 1980 por encima del percentil 90 de todos los países del mundo, para caer al percentil 67 en 1990 y por debajo del percentil 25 en 1995; y viii) el número de protestas ciudadanas (Base de Datos El Bravo Pueblo, López Maya), crece desde 1980 y las protestas violentas pasan de ser el 40% del total en 1984 a representar el 80% del total a fines del siglo.
ii Los votos recibidos por AD y Copei en las elecciones generales, en porcentaje del total de inscritos, habían pasado de ser un 50% en 1963 a superar el 80% a partir de 1973, coincidiendo con la rama ascendente del progreso y cayeron a 32% en 1993 y a 6,6% en 1998, siguiendo la tendencia del retroceso social de la década de 1980 y el descrédito de los partidos y liderazgos de los años finales de la democracia.
OEA: último detalle de la inviabilidad internacional del “gobierno interino”
Desde hace dos años hemos comentado que el apoyo que inicialmente brindó la Comunidad Internacional al “Gobierno Interino” (GI) daba muestras de agotamiento por la ineficacia que estaba mostrando esa plataforma para aprovechar la coyuntura que había creado el zarpazo electoral del chavismo ocurrido en 2018.
Países europeos importantes ya abandonaron la carroza del desfile eufórico de 2019, entre ellos España, Holanda, Italia y en alguna medida Francia, a la vez que muchos países latinoamericanos tienen hoy gobiernos legítimos presumiblemente cercanos al régimen chavista venezolano. Más aún, el propio gobierno de los EEUU negocia a espaldas del GI -aunque con conocimiento del G4- la reducción de sanciones e incluso la liberación de individuos condenados como narcotraficantes por la justicia americana, a cambio de un eventual suministro confiable de combustible venezolano, como parte de la nueva estrategia de seguridad energética de los EEUU frente a Rusia, puesta en vigor a raíz de la invasión a Ucrania.
El último síntoma de este proceso de agotamiento se produjo el pasado jueves 6 de octubre, cuando la 52a Asamblea General de la OEA sometió a votación si se incluía en la Agenda la eventual revocatoria de la representación diplomática del GI.
Quienes votaron por incluirla no alcanzaron el mínimo reglamentario de 24 votos, por lo que se pospuso la consideración del tema, pero la lista de países que rechazaron la inclusión -es decir quienes apoyaron abiertamente al GI dice mucho sobre la pérdida del apoyo hemisférico a esa plataforma política.
Solo cuatro países apoyaron claramente al GI: Canadá, EEUU, Guatemala y Paraguay, mientras se abstenían diez, incluyendo cuatro países de quienes el GI debía esperar un claro soporte: nada menos que Brasil, el gigante suramericano, Costa Rica, adalid de las democracias civiles y los derechos humanos, Ecuador, democracia liberal que tiene varios años luchando claramente contra el Socialismo del Siglo XXI, y El Salvador.
En fin, este comentario de las alineaciones internacionales dice que ya “el apoyo al GI se acabó” y que más le vale al G4 terminar de retirar su soporte formal a una plataforma que sirvió muy poco al retorno de la democracia y más bien contribuyó de manera importante al descrédito de la Oposición Democrática, al propiciar casos muy sonados de corrupción y de oportunismo político.
Mientras más se retrase el reconocimiento de esta realidad, más se desprestigia ante el mundo la oposición venezolana.
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