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Arichuna Silva Romero

La Carta 77

Arichuna Silva Romero

«Un espectro atemoriza a la Europa oriental: en Occidente lo llaman «disidencia».

Václav Havel (1936-2011)

El poder de los sin poder (Cap. I)

I

Qué sabemos acerca de la Carta 77. Aquel documento, que en 1977 firmaran un grupo de personas de diversas convicciones, diversos credos y diversas profesiones; alrededor de unos líderes intelectuales, entre los que se encontraba: Václav Havel. Último presidente de la República Socialista Checoslovaca (CSSR) y primer presidente de la República Checa.

Una declaración dada al mundo, de forma abierta y democrática; que puede ser interpretada hoy, como una especie de recurso de amparo, que motivó a unos profesionales a diseñarla y suscribirla frente a los graves atropellos cometidos a las libertades y derechos de los ciudadanos de la nación de Checoslovaquia. Uno de los países que fuera del otrora mundo político e ideológico de la Cortina de Hierro.

II

Ahora bien, ante el episodio convulsionado que vive Venezuela, el cual ha alejado las garantías de tantas libertades y derechos –por cierto, suscrito y establecidos en los Tratados Internacionales, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en nuestra propia Constitución–: qué palabra, fragmento o párrafo completo, de esa carta publicada hace cuarenta y dos años, puede servir de interés común a la activa disidencia del país que se debate entre opiniones encontradas por tweeter; que ve perder su valioso tiempo productivo y de ocio; que sufre de desazón cuando lo invade la incertidumbre; que se encuentra organizada democráticamente –algunas de ellas–, pero actuando en sus propios frentes de luchas; muchas otras, movilizadas en marchas siguiendo las directrices de un líder emergente, que ha asumido la alta responsabilidad moral y ética, como Presidente encargado; y ahora para colmo, esa disidencia y el oficialismo, padeciendo de algo novedoso: de mucho calor y carencia de agua, por la falta de servicio eléctrico.

Pero dejemos que la protagonista que titula esta entrega, sea la que destaque aquí. Cualquier similitud con nuestra tribulación en el ámbito nacional, no es que sea mera coincidencia, sino que los regímenes totalitarios a través de la historia, siguen un protocolo común:

III

DECLARACION-CARTA 77

La denominada carta 77, firmada en Checoslovaquia el día 1 de enero de 1977 por más de doscientas personas de diversas profesiones, ha sido publicada por el Servicio de Documentación de la Agencia C.I.O. (boletín número 259 del 26 de febrero) en su texto original junto con la relación de sus firmantes y su traducción al castellano. A fin de ayudar a su difusión, escasa por falta de la suficiente resonancia en los grandes medios de comunicación, reproducimos aquí la referida traducción de dicho documento efectuada por la Agencia C.I.O.

E1 día 13-X-1976, en la Colección de Leyes CSSR (República Socialista Checoslovaca) (núm 120), se publicaron los «Tratados Internacionales sobre Derechos Cívicos y Políticos» y los «Tratados sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales», firmados en nombre de nuestra República en 1968, ratificados en Helsinki en 1975, que entraban en vigor el día 23-III-1976. Desde ese momento nuestros ciudadanos también tienen derechos, y nuestros Estados obligaciones que cumplir.

Las libertades y derechos del hombre, que estos tratados garantizan, son importantes valores de la civilización hacia las cuales han ido dirigidas —en la historia— las fuerzas progresivas, y su legalización puede ayudar mucho para una evolución humanitaria de nuestra sociedad.

Celebramos, por tanto, que la República Socialista Checoslovaca se haya adherido a esos tratados. La publicación de éstos contribuye a recordar cuantos derechos fundamentales del hombre están vigentes en nuestro país, aunque lamentamos que sea sólo sobre el papel.

Es completamente ilusorio, por ejemplo, el derecho a la libertad de manifestación, garantizada por el artículo 19 del Tratado: para decenas de miles de ciudadanos es imposible trabajar en su propia profesión, sólo porque tienen diferentes opiniones a las oficiales. Muchas veces son objeto de múltiples discriminaciones y persecuciones por parte de la burocracia oficial y de otras organizaciones. Las posibilidades de defenderse son nulas, y, prácticamente, son víctimas de un «Apartheid».

A centenares de miles de hombres se les niega la libertad —son «obligados a vivir bajo terror» (preámbulo del Tratado) — ya que, son obligados a vivir bajo el miedo de perder su trabajo, y otros posibles, si manifiestan sus opiniones.

En contradicción con el artículo 13 del segundo Tratado —que garantiza los derechos a la educación— muchos jóvenes no pueden estudiar a causa de sus opiniones o de las de sus padres. Muchísimos ciudadanos son obligados a vivir bajo el miedo a perder sus derechos y los de sus hijos a la educación, por sólo alguna manifestación de opinión opuesta a la oficial.

IV

Las reclamaciones de derechos, investigar, recibir y distribuir informaciones e ideas de todas clases, verbalmente, por escrito, impresas o por medio de expresiones artísticas (punto 2, art. 13 del primer Tratado), todo esto es perseguido no sólo por los tribunales sino por otros medios, bajo la disculpa de acusación criminal, como sucede actualmente en los procesos contra músicos jóvenes.

La libertad de manifestación pública está reprimida por las instituciones centrales de información y cultura. Nadie tiene derecho de manifestar su opinión en materia política, filosófica o científica si no está de acuerdo con las normas sobre ideología o estética oficial, y, por tanto, no puede ser publicada; tampoco puede ser hecha pública cualquier crítica de fenómenos sociales importantes; no existen la posibilidad de protección contra calumnias o injurias de la propaganda oficial; la protección legal contra las «ofensas al honor y a la fama» —garantizada concretamente por el artículo 17 del Tratado primero— no existe prácticamente; las inculpaciones falsas no pueden ser impugnadas, y cualquier iniciativa para obtener reparación por vía judicial está excluida. En el terreno espiritual y cultural está prohibida la discusión pública. Muchos hombres de ciencia o pertenecientes a la vida cultural son discriminados sólo porque hace años —actuando dentro de la legalidad— habían manifestado públicamente opiniones oficialmente condenadas en la actualidad.

La libertad de las confesiones religiosas —garantizada por el artículo 18 del primer Tratado— está sistemática y arbitrariamente limitada por el poder. Está limitada la actividad de los sacerdotes; se amenaza a diario con la anulación de los permisos para sus actividades misionales, con repercusiones para su existencia; están limitadas las posibilidades para catequesis religiosas, etc. Instrumento para limitación o total supresión de derechos humanos, es el sistema de opresión mantenido por personas poderosas del Partido gobernante en todos los sectores de la vida, de las organizaciones y de las instituciones. La constitución de la CSSR y otras leyes y disposiciones no regulan ni las actuaciones, ni la preparación y aplicación de las decisiones; son prácticamente órdenes verbales, sin control, desconocidas para la población, y los autores de tales órdenes no son responsables ni ante la propia jerarquía. No obstante, estos «gobernantes» tienen influencias en todas las instancias legales, e instituciones gubernativas: «sus órdenes» son más importantes que las leyes. En caso de conflicto entre «gobernantes» y ciudadanos, éstos no tienen posibilidades de defenderse. Esto está en contra de los derechos reconocidos artículo 21 y 22 del primer Tratado (derecho de reunión y sus limitaciones), del artículo 25 (igualdad de derechos en los conflictos con la administración), y del artículo 26 (exclusión de discriminaciones ante las leyes). Esta situación de hecho impide también a los trabajadores constituir libremente sus organizaciones sindicales, con el fin de defender sus intereses económicos y sociales, haciendo uso libremente del derecho de huelga (punto 1 del artículo 8 del segundo Tratado).

Otros derechos cívicos —incluso la prohibición expresa de intervenir arbitrariamente en los asuntos de la vida privada, de la familia, del domicilio, o de la correspondencia (artículo 17 del primer Tratado)—, son gravemente perturbados por el Ministerio del Interior, que con diferentes procedimientos controla la vida de los ciudadanos, por ejemplo, mediante intervención de teléfonos, escuchas en domicilios, censura de correspondencia, vigilancia a personas, registros domiciliarios, creación de redes de informadores, seleccionados bajo amenazas o promesas, etc. Muchas veces se trata de despidos laborales, en oficinas y otras organizaciones, inspirados por razones discriminatorias, y realizadas mediante presiones a la justicia, campañas de propaganda dirigida incluso en los medios de comunicación. Tales actividades no están reguladas por leyes, son secretas y el ciudadano no se puede defender.

En los casos de persecuciones por motivos políticos, los órganos de la justicia no respetan los derechos de los acusados, ni su defensa, garantizada por el artículo 14 del primer tratado y por leyes nacionales. En las cárceles las víctimas son brutalmente tratadas, sin respeto a su dignidad; su salud es puesta en peligro hasta la tortura moral.

En general, el punto 2 del artículo 12 del primer Tratado, es violado por las prohibiciones de abandonar el país; el punto 3, sobre el derecho a salir del país, está suprimido por varias condiciones inaceptables por motivos de seguridad. Igualmente se ponen obstáculos para, conceder visados para visitar CSSR a personas amigas de los discriminados.

Algunas personas que —por medios internacionales— han presentado reclamaciones sobre violaciones de los derechos humanos, son interrogadas, y su petición no obtiene resultado.

La responsabilidad en cuanto al cumplimiento de los derechos ciudadanos en el país recae ante todo en el poder político y estatal, eso es evidente. Pero no sólo en ese poder. Cada uno de nosotros, cada ciudadano, conlleva su parte de responsabilidad por la situación de la comunidad, y también por el cumplimiento de los tratados respaldados por la ley que, a fin y al cabo, son obligatorios no sólo para los gobiernos, sino también para todos los ciudadanos.

La conciencia de esa corresponsabilidad, la fe en el sentido del compromiso ciudadano y la voluntad de actuar consecuentemente, así como la necesidad común de buscar sus expresiones más nuevas y más eficaces, nos llevaron a la idea de redactar la CARTA 77 cuya aparición anunciamos públicamente en el día de hoy.

La CARTA 77 consiste en una agrupación libre, informal y abierta de personas de diversas convicciones, diversos credos y diversas profesiones, unidas por la voluntad de emplearse individualmente y en grupo, para que sean respetados los derechos ciudadanos y humanos en nuestro país y en el mundo entero, pues se trata de aquellos derechos, que le reconocen al hombre los dos tratados internacionales legalizados, el Acta final de la Conferencia de Helsinki, otros numerosos documentos internacionales contra las guerras, contra la violencia y opresión social y espiritual, y los expresados conjuntamente por la Declaración universal de los Derechos humanos de la ONU.

La CARTA 77 nace en el trasfondo de la solidaridad y amistad de las personas que comparten los desvelos por el destino de unos ideales a que unieron y unen sus vidas y trabajos.

La CARTA 77 no constituye una base para la actividad política de oposición. Quiere servir al interés común como muchas otras iniciativas ciudadanas similares en diversos países del Oeste y del Este. No quieren, pues, fijar sus propios programas de reformas o cambios políticos o sociales, sino establecer —dentro del ámbito de su actuación— un diálogo constructivo con el poder político y estatal, para señalar, sobre todo, diversos casos concretos de quebrantamiento de derechos humanos y ciudadanos, preparar la documentación correspondiente, presentar diversas propuestas de índole más general, para promover más a fondo esos derechos y garantías, y actuar como mediador en las situaciones conflictivas ocasionales a que puedan dar lugar las injusticias, etc. Con su denominación simbólica, la CARTA 77 pone de relieve que nace en el umbral del año que ha sido declarado Año de los derechos de los presos políticos, en que la Conferencia de Belgrado ha de examinar el cumplimiento de los compromisos contraídos en Helsinki.

Como firmantes de esta declaración, encomendamos al Prof. Dr. Jan Potocak, DrSc Dr h. c., a Václav Havel, y al Prof. Dr. Jirí Hájek DrSc la tarea de ser portavoces de la CARTA 77. Estos portavoces la representan con plenos poderes —tanto ante las organizaciones estatales y otras, como ante el público nuestro y del resto del mundo—, garantizando con sus firmas la autenticidad de los documentos pertinentes. En nosotros y en los demás ciudadanos que nos secunden tendrán colaboradores que a su lado tomarán parte en las deliberaciones que hagan falta, se encargarán de las tareas parciales, y compartirán con ellos todas las responsabilidades.

Confiamos en que la CARTA 77 contribuya a que en Checo-Eslovaquia todos los ciudadanos trabajen y vivan como personas libres.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Tara legal

Arichuna Silva Romero

«Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes determinada, no tiene Constitución».

Asamblea Nacional Constituyente (Francia), 26 de agosto de 1789.

I

El tema de los deberes y derechos, el del principio de legalidad y de todo el conjunto de leyes y reglamentos que lo acompañan, debiera ser letra clara y llana a los ojos y mentes de los ciudadanos. Esto, por una simple razón: porque se trata del contrato social que nos ilustró Jean-Jacques Rousseau, en su visión por explicar el origen y el propósito del Estado y de los derechos humanos. Cuyo espíritu es, proporcionar a los seres humanos el poder de convivir en sociedad y, el de evitar hacerlo, cada quien en su libre estado natural. Obteniéndose de esa manera, unos beneficios mayores inmanentes al intercambio social.

Al respecto, cabe recordar aquí, el acto sucedido hace diecinueve años en el hemiciclo de una Asamblea Nacional Constituyente, cuando se elaboró un nuevo pacto social que firmaron sólo unos cuántos venezolanos con su voto. Pero que su marco legal, rige para todos sus conciudadanos indistintamente, a lo largo y ancho del país. Todo ello, dentro de aquel tránsito quimérico que se ofertó, después que se invocara su propósito: “fin supremo de refundar la República...

Revisando el entramado de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se observa en el Título V, Capítulo II: Del poder Ejecutivo Nacional, Sección Primera; todo lo relativo al Presidente o Presidenta de la República. Diez artículos que versan sobre quiénes lo ejercen; acerca de que el Presidente, es el jefe del Estado y del Ejecutivo Nacional; de los requisitos para llegar a ser Presidente; de su elección; de quién no puede serlo; de la duración del período presidencial y su reelección; de cuándo debe tomar posición; de su responsabilidad; de las faltas absoluta que puedan presentarse durante el ejercicio del mandato; sobre una nueva elección como consecuencia de haber habido una falta absoluta; de quiénes pueden estar encargado de la presidencia, al producirse la situación de falta absoluta o temporal y; finalmente, la autorización por parte de la Asamblea Nacional para que el Presidente pueda salir del país.

II

Allí se puede apreciar el orden sistemático que dieron los constituyentes a la norma que regiría la figura del Presidente. Ahora bien, dentro de ese conjunto de articulados, llama la atención el polémico, tergiversado e invocado artículo 233, luego que se diera el acto írrito y nulo del 10 de enero pasado. Pero, qué particularidad se halla en ese citado artículo, que llama a toda una sociedad a interpretar que el Presidente de la Asamblea Nacional deba tomar el cargo como Presidente de la República encargado; pues, veamos el segundo parágrafo, a saber:

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional.

En este orden de ideas, nótese que el párrafo dice: “Presidente electo o Presidenta electa”. Y aquí se tiene entendido, o mejor dicho, se parte del hecho que no se tiene ningún Presidente legalmente elegido y reconocido, por cuanto no tuvo un origen legal. Por otro lado, si se hace un ejercicio de sustraer ese parágrafo del artículo 233, queda definido perfectamente en su estructura, todo lo relativo a lo que son las faltas absolutas del Presidente (en ejercicio); de aquellos órganos como el Tribunal Supremo de Justicia y la Asamblea Nacional que, jurídicamente pueden decretar, evaluar y aprobar la existencia de dichas faltas y; por último, el deber que tiene el Vicepresidente de asumir el cargo mientras se llevan a cabo nuevas elecciones, dentro de los lapsos correspondientes.

En concordancia, qué llevó a los constituyentes a insertar ese texto y no colocarlo en otro aparte, a los efectos fuera el Presidente de la Asamblea Nacional el que respondiera ante un específico caso. Cuál es esa falta absoluta (en singular) que alude el párrafo. No sería que ellos, percibieron igualmente, el fallecimiento intempestivo del candidato recién electo; su renuncia hipotética al cargo y; el que se haya determinado de pronto, una incapacidad física o mental. Todo ello, cumplido el lapso breve, entre la elección presidencial y el día de la toma de posesión (Art. 231). No aplicándose, obviamente, lo que concierne a la destitución, abandono o revocación, por tratarse de un candidato electo Presidente.

III

Lo anterior, hace inferir que, presentadas esas faltas específicas, se procedería a que el Presidente saliente entregara el mandato al Presidente de la Asamblea Nacional para que éste convoque a una nueva elección. Pero ese no es el caso que nos ocupa aquí, puesto que eso no fue lo que los venezolanos y la comunidad internacional presenciaron, luego que la Constitución fuera nuevamente transgredida. Además, que de presentarse esos hipotéticos escenarios, éstos se darían en unas condiciones de normalidad constitucional.

Finalmente, mientras se despeja la bruma que está haciendo ver e interpretar posibles imperfecciones dentro de la norma, se debe buscar la ayuda de expertos juristas que aclaren las dudas. A la vez, de tomar una senda distinta (Art. 333 Y 350) que lleve a la solución de este momento coyuntural; la cual pasa como lo afirmó el abogado José Ignacio Hernández: “por diseñar una estrategia que, basada en el citado artículo 333, permita restaurar el orden constitucional, incluyendo la interpretación del artículo 233 para aplicarlo a la actual crisis, con los necesarios ajustes del caso, los cuales deben ser implementado por la Asamblea Nacional como representante del pueblo, en quien reside la soberanía, según señala el artículo 5”.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Aquellos 27 de noviembre en la historia de la Aviación Militar Venezolana

Arichuna Silva Romero

«…Sepamos nuevas páginas

espléndidas de gloria

trazar para la historia

del arma de Aviación…»

Fragmento de la tercera estrofa del Himno de la Fuerza Aérea Venezolana

I

El propósito de la ciencia histórica es indagar los hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado. Como toda ciencia, posee una metodología para su registro e interpretación, a saber: que el investigador esté permanentemente observando el objeto que ha acontecido, para luego realizar la anotación cronológicamente. Así que la historia, es una narración que ha sido razonada y estructurada científicamente sobre las acciones que ha hecho la humanidad.

En este orden de ideas, dentro del tiempo histórico contemporáneo, la historia de la aviación militar venezolana, es un registro que tiene noventa y ocho años de acciones humanas alrededor de un gran invento: el avión. Su génesis, que despegó un día por allá en el año veinte del siglo XX, tuvo como protagonistas a un puñado de «hombres idealistas y soñadores, que con frágiles cascos protectores, treparon desafiantes las primeras destartaladas aeronaves para conquistar el espacio aéreo». Así fue referido por el coronel Luis Hernán Paredes en su obra Historia de la Aviación Militar Venezolana (1997).

Escudriñando el legado del coronel Paredes, específicamente el período de 1920 a 1992, uno halla entre las 946 páginas que destacan el conjunto de hechos, tres particulares sucesos acaecidos un 27 de noviembre. El primero de ello, fue el nombramiento en 1920 del médico Octaviano Urdaneta Maya y del practicante Subteniente Rafael Ballera Arocha, como parte del personal pionero que daba inicio a las actividades de la recién creada Escuela de Aviación Militar. Dignos venezolanos, que amalgamados con los oficiales directivos y de plana mayor; pilotos instructores y mecánicos, empezaron a estructurar las bases de lo que sería en el futuro la moderna Fuerza Aérea Venezolana.

II

Trece años después, el segundo acontecimiento ocurrido un 27 de noviembre, daba cuenta de una tragedia aérea. Pues, ese día lunes, «el viento de la mañana –como lo relata el biólogo Clemente Balladares Castillo, en su libro editado por la Fundación Polar: El Teniente Carlos Meyer Baldó–, soplaba sobre los escasos arbustos que dejó la estación seca de 1933, la brisa por igual refrescaba los rostros del mecánico de 21 años, Héctor Arias y el del veterano piloto de 38, Carlos Meyer. El personal de tierra ya había llenado el tanque para un vuelo rutinario…».

La tripulación a bordo del biplano Stearman C3B ya encendidoy luego de esperar por más de una hora a unas personalidades que llegarían temprano de Caracas, para verlos volar–, iniciaron carrera de despegue pasada las 07:00 horas; elevándose sobre la calurosa explanada de Las Delicias de la ciudad de Maracay. Minutos después, el vuelo en las alturas describía los ascensos y descensos, los toneles y la acrobacia Immelman, que hacía el as Carlos Meyer. Piloto, que había pertenecido a la Escuadrilla de Combate Nº 11, comandada por el Barón Manfred Von Richthofen, durante la Primera Guerra Mundial.

El vuelo no duró mucho. Al salir de una de sus tantas maniobras, escucharon un crujido en el interior de sus cabinas. Fue el instante que le daba el aviso de lo que sería su último vuelo. Carlos y Héctor, vieron como una de las alas del Stearman había sufrido un colapso, haciendo que diera giros muy cerrados en espiral hacia un potrero ubicado en La Soledad.

Los tripulantes no pudieron salir de la barrena, y murieron con el impacto. Un trágico suceso que alguien desde tierra, observó y describió para la historia; aquel infortunio momento donde perdieron la vida con gloria, un heroico paladín de la Gran Guerra y oficial relevante de la aviación militar venezolana, junto a su joven tripulante que había ingresado a la Escuela de Aviación Militar un 15 de junio de 1932.

III

Finalmente, el tercer suceso que hace referencia la fecha del 27 de noviembre, cayó un viernes del año 1992. Su reseña ocupa sólo cuatro líneas en la obra del coronel Paredes. No se le dedicó mucho centimetrajes, quizás, por lo grave y vergonzoso que había sido para la historia de la aviación militar y la institución Fuerza Aérea Venezolana (FAV): paladín del espacio aéreo soberano; aquellas acciones funestas ejecutadas por un grupo de hombres y mujeres, que se apartaron de las convicciones republicanas y democráticas.

Ese día, la obra que fuera emprendida en otrora por los pioneros pilotos y mecánicos; las páginas escritas por superiores y subalternos a costa de inquietudes y desvelos; la rutina dentro de las unidades; las buenas costumbres; los pilares fundamentales: disciplina, obediencia y subordinación; el código de ética que dicta la Fuerza Armada Nacional; la profesión militar del aviador; la camaradería del hombre azul pizarra; los juegos de dominó, el truco, el softball y el tradicional sancocho los días viernes…; en otras palabras, la cotidianidad e institucionalidad de la FAV, se vio seriamente quebrantada.

Aquella temprana mañana, la diana despertó a los cadetes de la Escuela de Aviación Militar (EAM), rodeados por una incertidumbre. Dejaron de alistarse para la práctica de parada militar que tenían programada con motivo del 72 Aniversario de la FAV, a celebrarse el 10 de diciembre como todos los años. En cambio, se uniformaron de campaña y tomaron el armamento de reglamento –y a las órdenes de sus superiores–, salieron en estampida a ocupar la posición de defensa asignada. Pues, en su alma mater, se había activado el Plan de Defensa en medio del caos y la confusión. Que los hizo dudar, hacerse preguntas, estar expectantes y prestos a la acción de combate; ante una situación difusa que sucedía al frente de sus instalaciones: la Base Aérea Escuela “Mariscal Sucre” (BASUCRE).

Por su parte, en la Base Aérea “El Libertador” (BAEL) y en la referida BASUCRE, un número considerado de oficiales, suboficiales, aerotécnicos y tropa alistada, que tenían responsabilidades en las tareas operacionales, logísticas y administrativas, con miras al desfile aéreo, habían decidido más temprano –influenciados por un oficial general y varios oficiales en el grado de coronel–, no obedecer las órdenes del Comando Superior, cuya consecuencia se tradujo, en el incumplimiento de la Orden de Operación…, programada para el acto aniversario.

No obstante, dieron sus propias órdenes. Ordenándose, por ejemplo, el despegue de algunas aeronaves ese mismo amanecer para que orbitaran sobre BAEL y BASUCRE; también mandaron a movilizar nobles y humiles soldados hacia puntos estratégicos y tácticos de las instalaciones de las Bases y orientaron al resto del personal profesional que no estaba comprometido con su particular actividad, a permanecer tranquilos dentro de las áreas. Minutos después, los “líderes y seguidores” de aquella inusual maniobra militar, aguardaron muy tensos, a ver que sucedía –incluso–, llegaron a decir que: «todo está controlado».

IV

Así que, entre las 08.00 horas y las 09:30 horas de ese día, no llegaron a BAEL el personal militar que estaría involucrado en los asuntos logísticos, protocolares y de seguridad, tampoco los gallardos cadetes de la EAM y alumnos de la Escuela Técnica de la Aviación (ESCUTEFAV), y menos, la tropa alistada FAV. El respectivo briefing para el desfile aéreo, había quedado suspendido y los accesos y salidas de las Bases estaban completamente cerrados, a las órdenes de la nueva superioridad.

A eso de las 10:15 horas, se dio comienzo a otra práctica. Muy distinta, a las realizadas en los setenta y un años de historia institucional FAV. La cual, se prolongó hasta pasada las 17.00 horas. En el cielo patrio, se vio a los aviones y helicópteros que estaban disponibles para la práctica del desfile aéreo, empleándose en tareas contra objetivos en tierra de las ciudades de Caracas, en los alrededores de BAEL y BASUCRE y en la Base Aérea “Teniente Vicente Landaeta Gil” (BALANDA) ubicada en Barquisimeto. También, hubo tareas de apoyo inmediato, patrullaje aéreo y, escasos combates aire-aire, escenificados en Aragua. El objetivo ulterior de todo ese absurdo: deponer un gobierno democrático.

Caída la tarde, las operaciones aéreas cesaron por múltiples factores: por cansancio de sus pocos tripulantes, por desperfecto en algunas aeronaves empleadas, porque las condiciones climáticas cambiaron: trajeron tiempo de lluvia y se aproximaba la puesta del sol. Y por último, porque las unidades de infantería, que más temprano tendrían tareas dentro de la maniobra, nunca se presentaron para sitiar las ciudades.

El balance final de aquel aventurado episodio, dejó un parte de tres aviones OV-10 Bronco destruidos luego que dos de sus pilotos se eyectaran y salvaran sus vidas milagrosamente. Dos pilotos fallecidos en misión de vuelo, pertenecientes a la promoción Subteniente “Luis Alberto Blanco Abreu” graduada en 1989. Ellos fueron: los tenientes Juan Carlos Valbuena Rincón y Rodolfo Domador Pineda. Un avión C-130 Hércules siglas 2716, que despegó de forma crítica, con más de ochenta militares aviadores a bordo y escoltado por dos aviones caza F-16; cuyo máximo jerarca que los comandaba había sido el general y “líder” de la maniobra infructuosa, que había hecho una herida al tejido democrático de la nación. Más, un centenar de “aviadores unidos” que quedaron sitiados en BAEL y BASUCRE sin Comando y Control, mientras que otros ayudados por la fortuna, escaparon por las hendiduras que ofrecían las instalaciones.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Veinte años de aquel 23 de Octubre

Arichuna Silva Romero

Existen efemérides de seres humanos que no se olvidan, y difíciles de borrar. Muy a pesar de esos abismos que se abren, para ocultar en las profundidades, violaciones de derechos humanos que resultan imposibles de salvar. Y que dejan un silencio inoculado, cargado de recuerdos.

A las 07:30 am de aquel viernes, la llamarada de un ser noble dejó de arder. Quedando atrás, las huellas dejadas por alcanzar sus sueños azules promisorios. Recordamos nuevamente, al Sub-brigadier del Ejército venezolano, Francisco José Ortiz Romero, cuyo corazón se detuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Militar Dr. “Carlos Arvelo”, luego que se librara una intensa batalla por recobrarle la vida.

De todo el esfuerzo médico que – diligentemente le brindaron–, ninguno fue aliado a él. Las múltiples fallas orgánicas terminaron imponiéndosele. Fue como si el extraño poder del destino, se plantó alrededor de su cama para desgarrarle la vida. De ese inolvidable infortunio, de causas herméticas y de tristes consecuencias, no quedó ninguna lección aprendida. Sólo algunos homenajes póstumos y tormentosas evocaciones que cargaron a cuestas sus padres, familiares y amigos. Toda su tragedia fue enterrada, digámoslo así, en la misma fosa que guardó su cuerpo.

Pues bien, apartemos el lado oscuro que lo cubrió, para dedicarle algunas desideratas en el mes que conmemora su transcendental partida.

Francisco, el primo que ahora es espíritu, fue el segundo hijo y el mayor de los varones de los esposos Ortiz Romero. Nacido en época decembrina bajo el signo de Sagitario y el año de la Serpiente del horóscopo chino. Llegó a ser un niño alegre como todos lo de su clase del colegio San Agustín del Paraíso.

Magallanero como lo fue su papá, el abuelo Romero y el tío Freddy (espíritus también, que están con él); asimismo, como de este familiar quien le escribe, hoy 23 de octubre.

Un ¡buen… muchacho! como solía decir su padre, que gozó de múltiples cualidades: ejemplar en su conducta, deportista, estudioso, honesto, sincero, optimista, modesto y simpático. Músico del instrumento bajo, el alma de la música, que integró la agrupación de gaita, la estudiantina y la banda de guerra de la otrora Academia Militar de Venezuela.

En fin, un ciudadano venezolano que decidió voluntariamente convertirse en un soldado feliz para ser guardián de su patria. Que prestó juramento al servicio de la nación; que poseyó una unidad de espíritu, cultivada con el sentimiento del deber. Un cadete, que fue leal seguidor de unos “líderes” conductores de las riendas de su país, sin que tuviera temor de poner en peligro su propia vida.

Esas fueron sus medallas de honor que lo engalanaban cuando nos dejó a sus tempranos veinte años de feliz existencia.

“¡Despierta Chico…, no nos deje, por el amor de Dios...!”

Msc. Arichuna Silva Romero

Twitter: @asiromantis

El General y su nuevo libro

Arichuna Silva Romero

«Con miras a lograr que los hombres y mujeres de la Fuerza Aérea de hoy, sean un grupo unido, coherente, eficiente y, además, identificado y comprometido con una Visión y Misión compartidas de la Aviación Militar, hay que optimizar la interrelación de los siguientes tres elementos: la educación en valores colectivos e individuales; los conocimientos individuales para el mejoramiento personal del individuo, buscando educar para la participación y no para la sumisión o la aceptación;y el entrenamiento, enfocado en el trabajo en equipo […]

Sin entrenamiento profundo y de alto nivel, hasta lograr la perfección del trabajo en equipo, ninguna organización es capaz de realizar medianamente ninguna Misión, que permita alcanzar una lejana Visión. Sólo la unión armonizada de esta trilogía, producirá los resultados esperados…»

Maximiliano Hernández Vásquez

La Travesía de los Valores en la FAV (1999).

I

Nuevamente el General de División (Av.) retirado Maximiliano Hernández Vásquez, ex Comandante General de la Aviación (mi superior y amigo) nos invita a un vuelo magistral a través de sus reflexiones hechas en su libro más reciente titulado: Búsqueda del verdadero horizonte militar. En hora buena recibimos sus ideas hecha letras, la cual ha realizado con una narrativa clara y sencilla pero con un profundo mensaje, en momentos de decaimiento estructural e institucional que vive nuestro apreciado país, y sobre todo, de quiebre de la ética y los valores morales; visto hoy, en el ciudadano militar y en el seno de la Fuerza Armada Nacional. El bastión de la sociedad, cuyo deber excelso –por moral y ley–, es y será siempre, el de servir como garante de la seguridad y defensa de la Nación (y eso no es cualquier tarea).

Hablar de este insigne oficial general y su legado, es hacerlo dentro del marco de dos acepciones que han sido sus virtudes a lo largo de su vida personal y profesional, ellas son: integridad y honorabilidad. Paradigma sencillo y humilde, de muchos gregarios que han tenido la dicha de conocerlo y haber compartido con él, un sin número de misiones de vuelo en el ámbito organizacional, académico y operacional, que se dieron en la Fuerza Aérea Venezolana (FAV). Y es que él, no se ha desviado nunca del rumbo de los valores: «…la escuela de los ciudadanos morales», como se le puede leer en el libro, que describe la cita introductoria de este escrito.

Dicho este suscito preámbulo, pasemos al aula o a la cabina delantera del avión, para recibir del general Maximiliano, una selección de sus enseñanzas que ha tenido a bien trasmitirnos:

II

Sólo cuatro capítulos conforman su nuevo libro: Búsqueda del verdadero horizonte militar, en el cual presenta un número relevante de relatos sobre algunas vivencias tenidas en el seno de las «Fuerzas Armadas Nacionales». El autor inicia el rodaje por la pista, introduciendo dos interrogativos por qué; que le hicieron en una oportunidad, unos oficiales superiores a los que les dio instrucción durante un curso de Estado Mayor. El primero de ellos, refiere al por qué (el general) existe la impunidad frente a los casos de corrupción y, el segundo, por qué (el específico) su persona, nunca fue señalado de algún acto oprobioso. De allí partieron, parte de sus reflexiones centradas en el tema de los valores, la cual se infiere –desde una óptica moral y ética–, las desarrolló apoyándose de los propios hechos y experiencias, del que fue protagonista.

Decimos esto, porque siendo la temática concerniente a la ética y la moral, algo complejo, difícil de analizar y explicar, ya que se trata del hombre mismo y su lucha sostenida desde tiempos inmemoriales por identificar el bien y el mal; el citado señor general, no nos alecciona una clase en profundidad filosófica sobre ese tema. Más bien, ante aquellas preguntas que le abordaron, respondió con una sencillezy precisión, de esta manera: «no resistí ninguna tentación pues en mi mente como oficial, como ciudadano, como individuo, lo que ha estado presente es que cualquier dinero procedente de una comisión, de un negociado que respondiera a mi interés personal, indubitablemente tal dinero, para mí, siempre sería ajeno. En fin de cuentas, dinero público. Y yo, no fui ni soy ladrón para desear lo ajeno»

Y es en esa reflexión, donde reside la clave de todo su escrito: el de ser un hombre probo, digno, justo, imparcial y mesurado en lo personal, en las palabras y en las acciones. Es decir, la rectitud en la conducta y la inclinación natural de hacer el bien. Imperativos, que debieran ser el norte de todo ciudadano común y, más, si está investido como: Presidente de la República, Embajador, Ministro, Comandante, Rector universitario, Director médico, Empresario, Administrador o Jefe de compras.

Es por ello, que se destaca en el seno de la FAV, sus huellas dejadas. Marcadas por el liderazgo que le imprimió, por su rol como Comandante al frente de la organización y por su gestión administrativa dejada con balance positivo. Y es que debemos rememorar, el indicador más visible de su acción de comando: el proceso transparente y público que llevó a adquirir los aviones de combate F-16. Una compra que proyectó y consolidó en el tiempo, la modernidad de un sistema de arma, unos talentos humanos ético y con mística y una plataforma logística modelo, al servicio de la seguridad y defensa de nuestro país.

III

Un correcto proceder, que no cabe dudas, empezó a temprana edad en el seno de su hogar en la ciudad de Cumaná. Por eso, vemos al comienzo de su narración que, habiendo cumplido con la ley vigente del Servicio Militar Obligatorio (inscripción) y, haber quedado exceptuado porque era un estudiante de bachillerato por allá en 1948; se topó –luego de recibir un telegrama del Ministerio de la Defensa, que le participaba que debía cumplir con el servicio militar–, con el mal ejemplo y el abuso de autoridad de los castrenses que conducían aquel proceso.

En el lugar donde se presentó, obedeciendo la norma vigente, le intentaron «rasparle el coco» y obligarlo a pasar a las filas con los demás muchachos reclutados. Viéndose, ante esa delicada situación según la cual, los militares no respetaban la ley y menos, el de los Derechos Humanos (valores afectados en un joven), tomó la decisión de evadirse de las instalaciones donde se encontraba. Aquel lugar fue el Cuartel Urdaneta, ubicado en Catia, «de cuyo interior –como recuerda el autor, logré salir convencido de que no me correspondía estar allí como recluta»

Más adelante, en otro episodio de su vida (1949), cuando ya estaba enrolado en las filas de la Escuela de Aviación Militar, el templo de virtudes donde decidió por voluntad y convicción, estudiar la carrera militar del arma de aviación; vivió como cadete «nuevo» (sus primeros seis meses de vida militar), otra mala experiencia en torno a la violación de «Derechos Humanos» ejercido por una autoridad. En aquella oportunidad y ante el hecho que junto a sus compañeros de promoción no realizaban bien cierta ejecución de orden cerrado («quedar a discreción»), fueron sancionados con cinco horas de trote. Sucediéndose en las primeras dos horas, que un cadete al parecer: «mentó la madre» producto de aquel exagerado atropello.

Esto llevó al oficial del Ejército que los comandaba, a preguntar: «… quién había sido el autor»; lo cual por supuesto, no salió nadie responsabilizándose. Luego por la noche, el mismo oficial les ordenó uniformarse de deporte (short y franela) y procedió a ordenarle a un sub oficial enfermero, entregarle un frasco contentivo de una «fricción analgésica» a cada cadete, para que se lo untaran en los genitales. Acto seguido, continuó imponiendo su abusiva autoridad mediante el castigo físico; con el trote ordenado a los cadetes, que tuvieron que soportar una «tortura con solución irritante…» como bien lo describió en el segundo relato del libro.

IV

Llama la atención, en otro aparte, el punto crítico que hace al sistema educativo militar y al ambiente profesional del militar aviador (de una u otra época). En el cual, y según su tesis, ha venido enfatizando más en los conocimientos de la Ciencia Social por encima de los conocimientos y el entrenamiento referente a la Ciencia Militar.Y aquí hay que hacer un inciso: no es que la Ciencia Social no pueda estar integrada y sea complemento de la Ciencia Militar; porque al fin al cabo,el militar es un ciudadano inserto en una sociedad con instituciones y leyes, donde opera una historia, una economía, una política, una sociología, una demografía y una geografía. Las cuales son apoyadas, por eso que llaman tecnologías sociales; cuyos ejemplos palpables son la administración, la contabilidad, el derecho, la pedagogía entre otras.

En tal sentido, el problema –pensamos–, ha sido la tergiversación y el mal manejo de esas disciplinas científicas y técnicas (como medios) por ciertos profesionales en el ámbito militar, para ponerlos al servicio de particulares fines o, por esta época, de sostenimiento del poder político. Especies de status quo, alimentados y sostenidos por medios de los flagelos permanentes de la corrupción, el tráfico de influencia y el cercenamiento de la dignidad del individuo.

Descuidándose en consecuencia, lo que nos enseña y alerta este acucioso oficial general: la doctrina militar. En otras palabras, la afectación de la educación en valores, del conocimiento individual y el entrenamiento (apresto operacional) del militar FAV (el verdadero horizonte militar que se debe buscar); debido a la merma que han sufrido las horas de instrucción en esas áreas preponderantes.Y aquí, vale recordar el quinto factor que se debe estudiar en la conducción del fenómeno de la guerra, como bien lo dijo Sun Tzu entre los siglos VI y V a. C: «Por doctrina entiendo la organización, el control, la promoción de los oficiales al rango conveniente, la vigilancia de las vías de aprovisionamiento y el cuidado de suministrar las necesidades esenciales del ejército».

V

Para muestra un botón, de lo descrito arriba, se tiene la experiencia de aterrizaje nocturno que tuvo satisfactoriamente el general Maximiliano cuando era alumno piloto, sin poseer el entrenamiento correspondiente y sin contar con luces en la pista (sistema de balizaje). Cuestión como contó, sucedió en 1950 cuando cumplía con una instrucción de navegación que había decolado de Maracay con rumbo hacia Santo Domingo, en el Estado Táchira. Un riesgo operacional a la vuelta, en el que se vieron conjugados varios aspectos de falla de la doctrina (si es que existía tal doctrina): el primero de ellos, el retardo logístico que se produjo, por abastecer de combustible a nueve (09) aviones AT-6 (falla de planificación) en el aeropuerto de Santo Domingo, pasado el mediodía. El segundo, la orden que dio el líder de la misión de despegar caída la tarde, luego de desatender la sugerencia que le hicieron los dos instructores gregarios, de pernoctar en el sitio (falla de liderazgo).

Tercero, ante las posibles limitaciones de las capacidades y experiencia en vuelo –tanto de instructores como de alumnos–: no haber evaluado tal situación, previa al retorno hacia Maracay (falla en la aplicación del conocimiento y entrenamiento que se tenía).

Y finalmente, haberse tropezado con la nube de la incertidumbre que siempre está presente en las operaciones militares. La cual hizo, que líder y gregarios, tuvieran que improvisar un patrón de aterrizaje sobre dos pistas: en la Base de Boca de Río y Escuela de Aviación –que en palabras del general–, no «contaban con balizaje en la pista y demás facilidades para la orientación instrumental y aterrizajes nocturnos…», y a las que le tuvieron que colocar «…una luz roja en la cabecera de la pista…», para que pudieran aterrizar.

Un relato que el ciudadano general Maximiliano Hernández concluyó con una especie de llamado de atención, por la vigencia del mensaje moral y ético que pudiera estar implícito; y que puede ser trasladado a uno u otro contexto bien sea organizacional, institucional o de país. Veamos su lección como fue expresada: «Vuelve a manifestarse el problema entre los conocimientos y su aplicación, en momentos en que la situación los requiere porque, sin necesidad, en ese evento, estuvo en juego la vida de un personal subalterno, posibles víctimas en tierra, destrucción de viviendas y pérdida del material volante».

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Rebelión en la granja Venecia

Arichuna Silva Romero

Mandamiento Único: «Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros».

G. Orwell (1945). Rebelión en la granja

I

La palabra rebelión que introduce el título de esta entrega, según el Diccionario de la Real Academia Española, es la «acción y efecto de rebelarse… Delito contra el orden público, penado por la ley ordinaria y por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos».Este concepto, también lo vemos inscrito en el título de la fábula «Rebelión en la granja», de George Orwell. Alegoría, donde el autor trató la temática de la corrupción que engendra el poder: factor desencadenante de sociedades totalitarias.

En este orden de ideas, y desde la perspectiva del mensaje universal que trasmite la obra de Orwell (valor hermenéutico); veamos a continuación una alegoría (sólo un intento), sobre una realidad socio-política latinoamericana, surgida de la acción y, el efecto posterior, de dos rebeliones padecidas. II

Hubo una época (los últimos veinticinco años de vida republicana), en la que los propietarios de la granja Venecia (toda su población, sin excepción), vivían en un estado eufórico, entusiasta, distraído y embriagado, debido al espejismo que proporcionaban las “vacas gordas”; producto de una avalancha de petrodólares. Muchos de ellos, pregonaban el “ta´ barato, dame dos”,en su furia consumista como turistas en la ciudad de Mianorte. Unos pocos, con méritos, disfrutaban como becarios de un programa social que les daba dólares barato, para formarse en universidades del mundo. Los de a pie (la inmensa mayoría), seguían arrastrando sus penas todos los días, en dirección hacia las maquinarias burocráticas (públicas y privadas), que le daban el sustento. Y, los que estaban encargados del gobierno, se mantenían en su pacto y estatus político-partidista; manejando la renta petrolera productora de grandes negocios, abonando crisis de todo orden, gestionando el tráfico de influencia de sus cogollos y endeudando la granja, con el derroche de las riquezas de todos.

Unos años más tarde, el futuro luminoso que se había prometido, no fue tal.Y la riqueza que había producido la granja no llegó a todas las capas sociales. Por su parte, la caída de los precios del petróleo había empezado a dar “vacas flacas”. Eso hizo que el festín durara poco. Por otro lado, los factores corruptógenos brotados de casos emblemáticos como el “Sierra Neptuno”, los Destructores Misilísticos, la carretera Chipichipi-Ostra, el “Black Friday” y Chirecadi, terminaron aguando aquella fiesta. Y, sus gobiernos populistas,finalizaron bajos en nivel de popularidad y criticados por haber aumentado la deuda y el costo de la vida.

III

Una mañana, los propietarios de la granja, amanecieron con una economía enferma y con unas instituciones desprestigiadas. Pero gozando, de un nuevo gobierno populista en tiempos difíciles, que había prometido una “democracia social”. Y que llegó a decir, que se pagaría todo lo que se debía en la granja, “…hasta el último centavo”. Sin embargo, su gestión no escapó de sus males, pues, había creado sus propias crisis: la bancaria, la del foco de poder en manos de una secretaria privada, los escándalos del otorgamiento de divisas extranjeras, cuya única noticia visible fue la de un chino de nombre Fu Ching. Todo ello, mientras se hacía un esfuerzo por una reforma constitucional profunda, que requería imperiosamente la granja. La cual, fue postergada paradójicamente, por el mandatario y médico que se tenía de turno. Privó, por medios de paños calientes, la continuidad del apoyo y el voto popular. Aquel decreto elaborado para la granja, de un “Estado moderno, esencialmente democrático y eficiente…”, intencionalmente el Parlamento de turno con el partido Democracia Nacional a la cabeza, lo demoraron porque simplemente era una propuesta que no veían con simpatía.

La línea de tiempo prosiguió, y se llegó al escenario del “Gran Viraje”. El candidato que resultó electo en las elecciones, fue el mismo de la etapa saudita que había vivido la granja. Su nombre evocaba la abundancia de los años setenta. Había llegado con un equipo de “tecnócratas” de altas calificaciones, para aplicar un programa de apertura económica. En una granja, que venía siendo despedazada, y que padecía ya de desequilibrios macroeconómicos inimaginables.

En el año en que se preparaban para aplicar gradualmente las medidas neoliberales –y sucediéndose en Europa el derrumbamiento del bloque socialista–, en la arrasada y olvidada granja Venecia ya estaba lista la mezcla y los ladrillos que empezarían a levantar los cimientos del socialismo. Sus constructores: iban a ser un grupo de propietarios que, actuando como camaleones, aguardaban mimetizados dentro de las instituciones democráticas. Ellos, habían aprendido el oficio ideológico de izquierda, de manos de un señor de nombre Habano Barba que vivía en una isla del mar Carite. Quien los instruyó acerca de cómo establecer una sociedad sin clases (utopía), poseyendo y controlando, los medios de producción.

IV

Aconteció, que el último lunes del segundo mes de ese año, una ira popular encendió la Rebelión I hacia el estadio socialista. La gota que había rebasado el vaso: el anuncio del alza de los precios de la gasolina y el aumento del 30% en el pasaje del transporte público. Las primeras imágenes que empezaron a aparecer, mostraban a una parte de los propietarios de la granja, bajando de las montañas amotinados y descontentos dispuestos a saquear. La violencia se incrementó, sobrepasando la ineficacia de los cuerpos de seguridad. En un reducido radio de acción, los propietarios de la clase “C” y algunos de la “B”, se vieron cargando con colchones, víveres, pedazos de reses que llevaban en los hombros; así como de otros objetos que le eran útil. Otros, con menos suerte, ya habían sido heridos y muertos, cuyos cuerpos eran llevados en motos y a pie, por sus compañeros. Hasta se vio en una calle popular, a un joven descargando la arrechera, saltando encima del techo de un Fiat Spazio color blanco.

Tres años después, los supuestos resultados macroeconómicos favorables, el modesto crecimiento económico, la reducción del déficit fiscal, las privatizaciones de algunas empresas y el llamado “Megaproyecto social”, no expresaron mejoras en el nivel de vida de los propietarios comunes de la granja. Ni lograron, que se calmara las tensiones sociales. El desbalance económico, social y ético era inocultable; eran más los Deberes que los Haberes reportados en la hoja de resultados. Tampoco surtió ningún efecto, el pote de humo del “Consejo Consultivo” nombrado para la reforma constitucional, por ese gobierno.

Entonces, vino la Rebelión II ejecutada en dos etapas, que mostró a los propietarios “camaleones” saliendo furtivamente del seno de la institución armada con tanquetas, aviones y humilde carne de cañón –guardianes de la granja–, para asirse con el poder. Sus intentos fallidos, dejaron no sólo víctimas, heridas y resquemores, sino un terreno abonado para nuevos liderazgo políticos y un fin ulterior: el ideológico marxista-leninista. Meses después de esa oprobiosa escena, a la granja se le propinó un golpe final: el escándalo que sacó a la luz pública unos fulanos 250 millones de bolívares de una partida secreta, cambiados a dólares, que hizo que al presidente de la granja lo destituyeran y lo llevaran a juicio.

V

Otro breve receso, pero en democracia, tuvo la granja Venecia. En ese tiempo, un experimentado político de edad avanzada, que había sido presidente de la granja –y que ejercía como senador–, apareció en una escena en el Capitolio donde se auto popularizó con un discurso que dio. En aquella oportunidad, teniendo una mano muy sutil, se cuidó de no justificar los motivos que llevaron a las rebeliones a infringir la democracia de la granja. Pero expresó: “… que ella tiene, al menos, como pretexto el deterioro de la situación económica y social”. Y más adelante recalcó: “es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y la democracia cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer”. Los frutos, camino para ser nuevamente presidente, los recogió unos meses después, con un chiripero que lo acompañó para poner fin al bipartidismo que había existido en la granja. No obstante, su gobierno no culminó ileso. Pues, tuvo una gran crisis bancaria que contrajo el mercado de bienes y trabajo; generó más inflación y, para colmo, sobreseyó la causa de los propietarios que habían participado en la Rebelión II.

VI

El último año del siglo XX, y con un pasado lúgubre, la granja Venecia vio ascender el Estado Comunal. Su máximo promotor, insólitamente, era uno de los “camaleones” de la Rebelión II que había llegado a la presidencia de la granja. En el Capitolio, tomó juramento delante de Dios, delante de la granja, delante de todos sus propietarios y, ante la Ley Constitucional vigente, a la que llamó“moribunda”. Por cierto, la misma, que paradójicamente, lo llevó al sitial de honor de la presidencia. Todo ello, con el fin de hacer …las transformaciones democráticas necesarias…para que la granja Venecia tuviera una Constitución adecuada a los nuevos tiempos.

Los años pasaron, y las transformaciones no se hicieron. Se empezó a gobernar fuera del marco de la nueva Constitución. Muchos propietarios murieron, otros tantos fueron execrados y obligados a huir. Llegó la época de la toma de posesión de las hectáreas y fábricas privadas, del control sobre las divisas extranjeras y de la transmutación del lenguaje castellano por el neocastellano, que cambió expresiones como: “compañero o amigo” por “camarada”, “programa social” por “misión social”, “señor Presidente” por “mi Comandante”, “asociación de vecinos” por “consejo comunal” y así sucesivamente. Por su parte, nadie recordaba ya, aquellos días anteriores al Estado Comunal. Algunos,los propietarios más viejos, trataban de buscar en su memoria si los días antes de las Rebeliones, habían sido mejores o peores de los que vivían ahora.

Sin embargo, hubo unos años que, la Divina Providencia, hizo que entraran muchos más “petrodólares” que parecían haber enriquecido sin enriquecer a los propietarios mismos; exceptuando a la nueva clase social, que había emergido: la Clase “M”. Por otro lado, el fenómeno de la dilapidación del erario público, se hacía visible a través de la edificación de grandes obras que –al tiempo–, quedaban abandonadas o inconclusas.

Llegó un día, en que una extraña enfermedad, produjo la muerte del padre del Estado Comunal. Y sus sucesores camaradas, ya teniendo garantizado su patrimonio ilícito y sus estómagos llenos, tomaron las riendas de lo que quedaba de la granja Venecia; ya baldía, improductiva –que no dejaba de expulsar propietarios al mundo–, para seguir concretando su deliberado proyecto ideológico en el Estado Comunal, nutrido por el poder totalitario.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Dos relatos comparados, una misma tribulación;

Arichuna Silva Romero

… –Cuando los jefes militares asaltaron el poder, yo era teniente en un batallón de infantería, y me faltaba poco para ser ascendido a capitán. Nunca me enteré de los preparativos de ese golpe de estado. El día de su estallido me limité a recibir órdenes del capitán de mi compañía, quien a su vez las recibió de un mayor, quien a su vez las recibió de un coronel, y así hasta llegar al Estado Mayor. La voz de mando que me dieron fue la de sacar a la calle mi pelotón armado. No se produjo reacción popular contra la sublevación de los cuarteles y yo les confieso que me causó inmensa satisfacción esa pasividad de la gente dado que, si sucedía el caso contrario, me habían ordenado disparar contra el pueblo, y esa orden significaba arruinar mi carrera militar si la desobedecía, o arruinar mi condición de hombre si la cumplía (las negrillas son mía).

(Véase el relato del Capitán en: La Muerte de Honorio, del autor Miguel Otero Silva (1980), Edit. Seix Barral, pp. 109-110. El Capitán, como acotó el autor, representa en la ficción, a uno de los muchos luchadores que tuvo Venezuela en los años anteriores a 1958).

(Cuando el grupo de tenientes coroneles asaltó el poder un 4 de febrero de 1992 (4F), yo era subteniente, y en julio de ese año me tocaba el ascenso al grado de teniente. No participé en los preparativos ni mucho menos me involucré en la ejecución de esa asonada militar. Sin embargo, no me cabe la menor duda que, la madrugada de ese día; muchos de los oficiales, sargentos y sobre todo los siempre humildes soldados, recibieron órdenes sin saber de antemano la acción nefasta que se iba a ejecutar. ¿Por qué digo esto? Porque resulta descabellado saber que, los jefes militares de aquella conspiración hubieran mandado días antes, por ejemplo, una formación en el patio de honor o haber efectuado una reunión en algún auditórium, para informar a una gran parte de sus subordinados sobre los planes de conspiración que tenían contra el gobierno nacional. La influencia como poder, que perseguía sumarlos al golpe militar que pretendían. Por otra parte, debo decir –y fue curioso– aquel día no hubo reacción del pueblo civil (siempre tan pasivo como siempre) contra la insurrección. Sólo un pronunciamiento por televisión del político Eduardo Fernández repudiando el hecho, pero en cambio, sí hubo una parte de ese pueblo en uniforme que hizo respetar y garantizar el gobierno democrático, los cuales hicieron frente y algunos de ellos, dieron sus vidas por mantener el hilo Constitucional.)

(Relato de un oficial de la Fuerza Aérea Venezolana, que al igual que muchos otros, vivieron los dramáticos acontecimientos militares del año 1992).

En aquella época yo era sino un teniente enamorado de su profesión y absorbido por un concepto fanático de la disciplina, a pesar de lo cual es lo más probable que no hubiera llegado a disparar contra el pueblo. Pero no me ocasionó preocupaciones de conciencia saber que los jefes militares tomaban el poder por la fuerza, no señores. Un coronel trajo al cuartel la misión de informar a la oficialidad subalterna que el país se encontraba en un caos, que el ejército tenía el deber de salvarlo de la anarquía, y yo lo escuché sin ninguna indignación. Les mentiría a ustedes si les contara algo diferente. (Ibíd., p. 110).

(Del fallido golpe de estado, sólo diré en este aparte, que medité mucho sobre lo sucedido. Me alegré unos meses después por un depósito de unos bolívares que hizo el gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP) a los militares (los llamaron “bono Chávez”) que me ayudo a salir de algunas deudas por los ínfimos sueldos que teníamos. Un tiempo después fui a cumplir una comisión en una unidad militar del Ejército, en la frontera cercana al río Arauca, y ese hecho me hizo apartarme de todo desasosiego acerca de los motivos reales que llevaron a los comandantes del 4F, a pasarle por encima al juramento de su profesión y de aquellas palabras pronunciadas por Simón Bolívar: «…un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad…».

No sé si lo motivos de su funesta acción – que en nada lo justificaba –, tuvieron que ver con el drama que reinaba en el país, en el cual habían ocurrido algunos acontecimientos insólitos. En primer lugar, el voto que dio una parte del pueblo soberano a CAP, para un segundo mandato presidencial. Muy a pesar, de la cuestionable y corrupta administración que tuvo en su primer gobierno. No obstante, fue elegido democráticamente (1988). En segundo plano, los sucesos del 27 de febrero de 1989, una consecuencia del hecho político instaurado y, las medidas económicas que recién se habían decretado desde el gobierno. Como recordamos, una pequeña parte de la sociedad olvidada y maltratada por muchos años, se tiró a la calle, en reclamo por las voraces medidas e inflexible que se querían implementar. Una situación de caos que se lamentó. Que, propició un ruido de sables dentro de los cuarteles. Y finalmente, aquella fulana donación de 200.000$, que se hizo al gobierno de Nicaragua; que llevó más tarde a destituir y enjuiciar al Presidente de la República por la vía democrática.

Nuevos maltratos, se sumaban al país de la vasta riqueza natural que posee a lo largo y ancho de la geografía nacional. El de la posición geoestratégica envidiable. El de la enorme reserva de petróleo que guarda en el subsuelo.

–Fue varios meses después de mi ascenso a capitán cuando comencé a preguntarme con qué objeto el alto mando había dado paso tan grave. Al principio yo levantaba trabas subjetivas a mis dudas, como si mis críticas mentales constituyeran por sí solas, una grave falta de indisciplina. Ni siquiera con Javier Entrena, mi amigo más íntimo desde la época del liceo, Javier Entrena que había continuado sus estudios y ya era ingeniero en ejercicio, osaba comentar aquellas preocupaciones, por más que salíamos juntos con frecuencia, íbamos de parranda los sábados en la noche y nos prestábamos libros. Daba por sentado que a Javier Entrena no le agradaba la existencia de una dictadura militar, basándome en sus inclinaciones naturales que yo conocía, como igualmente hubiera podido deducirlo de los libros que me prestaba. Sin embargo, jamás hablaba de ese particular y yo le agradecía para mí capote que respetara con tanta discreción mi juramento de apoliticismo formulado al adscribirme a la carrera de las armas. (Ibíd., p. 111-112).

(En julio de 1992 ascendí a teniente y, unos meses después, –el 27 de noviembre (27N)–, ocurrió otra asonada militar. Otro bochinche político reiterativo, de nuestra historia contemporánea. Otra herida en el cuerpo de nuestra decadente patria, que lo que sigue reclamando es, que quiere ser grande; colmada de progreso y bienestar. Por circunstancias que me llevaron a estar en un lugar de aquellas cruentas operaciones aéreas (estudiaba en el IUPFAN, vivía en la Base Aérea “El Libertador” (BAEL) y, ese día, amanecí con el “golpe militar” que daban furtivamente y bajo engaño, unos aviadores superiores, compañeros y subalternos; fatal momento, que me sorprendió e impidió que pudiera salir de las instalaciones de BAEL). De tal situación, me vi envuelto de forma indirecta, por estar al lado de un antiguo superior y otrora Comandante (Cmdte.), al cual respeto y estimo mucho (el mismo, que me dijo: «quédate tranquilo que todo está controlado. Tú estás en comisión de estudio. Como a las 09.00 horas saldrá un video de unos oficiales pronunciándose por televisión…». Esto, me produjo una cierta calma, luego le pregunté acerca de mi rol que desempeñaría allí y si me entregaría mi pistola Browing 9 mm, que reposaba en el parque. La respuesta que manifestó fue que no me entregaría el armamento de reglamento y que me mantuviera resguardado en las instalaciones, de la que fue mi antigua unidad).

La mañana de ese 27N transcurrió bajo una tensa calma. El caos vino después de las 10:30 horas, aproximadamente; cuando el fulano video de los militares uniformados de gala, no salió por televisión y, algunas tareas –al parecer– habían salido mal. Entonces, empezaron a despegar los aviones y helicópteros de guerra (más temprano, como a las 05.00 horas, ya habían estado volando algunos helicópteros, sobre BAEL). El día, se fue en tácticas aéreas hechas contra objetivos en tierra. Todas fallidas, por cierto, que dejaron sólo pérdidas de pertrechos militares y algunas humanas. Muchas de ellas, las vimos por televisión, otra nos enteramos por informantes que llegaban a las instalaciones donde nos encontrábamos. El único medio de comunicación que tenía mi antiguo Cmdte., era la línea telefónica de su unidad. Él tuvo la misión directa de neutralizar el área específica que le ordenaron. En ningún momento, participó operacionalmente ni logísticamente. Fue tan solo, un oficial usado de carne de cañón junto a otros, que arriesgó mucho para no tener medallas de reconocimiento.

Serían como las 12.30 horas, cuando perdió contacto con el “líder” de la operación. Una palabra obscena le escuché salir de su boca, al verse impotente porque su “jefe militar” no le respondía la llamada telefónica. Y así permaneció, esperando por el resto de la tarde. A esos de las 16:45 horas, el campo de aviación se tiñó de gris oscuro, lloviznó un poco, pero no llegó a caer un palo de agua. Un último Bronco OV-­10, que sobrevolaba la Base, viró hacia el sur, quizás evitando el mal tiempo que se avecinaba. A continuación, se incrementaron los silbidos de los proyectiles a lo lejos y muy cerca de nosotros. Un sargento llegó informando que habían entrado a BAEL, unidades blindadas del tipo “Dragón” junto a tropas de infantería del Ejército. Minutos después, vimos despegar de forma crítica por el taxiway a un Hércules C-130 (pensamos que se estrellaría por la baja altitud). Dos minutos después, despegaron dos cazas F-16 y se le coloraron de escolta. Viraron en ascenso hacia el sur de la estación.

Más tarde no enteramos, que el “máximo jerarca” que había comandado la insurrección, se montó con algunos de sus gregarios insurrectos en el Hércules C-130 sigla 2716, luego que entraron las unidades del Ejército (un acto de cobardía que ascendió a bordo de esa aeronave). Atrás, había dejado en tierra, a la gran mayoría de los militares que lo acompañaron y colaboraron en su aventurado y trágico propósito (incluyendo al que fuera mi Cmdte. de unidad). Sucedió que, transcurrido unos quince minutos, mi ex Cmdte. nos dijo a todos: «vamos a esperar resguardados en la unidad, mientras llegan los soldados del Ejército». Pero de pronto, la Divina Providencia, nos envió otro sargento que nos informó que probablemente las tropas podían arremeter contra la vida de nosotros. Y fue cuando nos ordenó que escapáramos como pudiéramos. De ese hecho, casi pierdo la vida cuando intenté escapar por el lado sureste de la Base. El destino de los otros nunca lo supe. Pero al día siguiente, me enteré que todos habíamos podido sobrevivir de aquel arriesgado escape que hicimos, en medio de una sitiada base aérea.

Un episodio sui géneris, que al igual del 4F, muchos se enteraron aquella mañana de ese otro movimiento insurreccional (por ejemplo, en mi caso particular, había estudiado todo el jueves 26 para la última prueba de matemática del propedéutico que hacía en el IUPFAN, y que iba a presentar ese viernes 27N). Dramático suceso que pretendió sacar por la fuerza –en un segundo intento–, al Presidente CAP mediante unos aviones de guerra sobrevolando Caracas.

Un drama más, se había enquistado en las venas de esta Tierra de Gracias. Aquel día lúgubre, tampoco hubo reacción del pueblo civil (reacción popular) que defendiera su democracia, el cual desde la posición muy cómoda de sus hogares y cargos públicos, veían desvanecer el destino de su querido país, con las bombas, cohetes y metrallas que caían desde el cielo. Pero en cambio, si hubo una cuantiosa carne de cañón de ese pueblo noble defensor de la patria (oficiales, sargentos y soldados venezolanos), peleándose entre sí. Unos sosteniendo los pilares de la democracia, otros tantos tratando de fracturarlos. De ese enfrentamiento, dos compañeros míos, resultaron muertos. Uno a bordo como copiloto en un Tucano T-27 y el otro, que quizás, se estrelló por fallas de su avión Bronco OV-10. O, porque su silla de eyección no se le activó. Otros dos compañeros, en acción aérea sobre Caracas y BAEL, lograron salvarse milagrosamente, luego de eyectarse de sus Bronco OV-10 cuando éstos fueron abatidos.

De esa experiencia vivida, me llevó posteriormente, al encierro por casi un mes, en el lugar que implementaron como prisión. Allí me topé con muchos de los superiores, compañeros y subalternos, que habían estado en las operaciones de la Base Aérea “Mariscal Sucre”. Luego salimos de allí, el 23 de diciembre, y meses después, un panel de oficiales generales y superiores, me interrogaba en un “Consejo de Investigación”, que fue abierto para algunos oficiales por el hecho suscitado (otros fueron a juicio). De ese acto, salí sin problemas, porque se determinó que no había participado en el deshonroso evento causado a la nación. Gracias a Dios, que fue así. De lo contrario, me hubiera puesto fuera de la institución (tenía sólo tres años de graduado). Por otro lado, debo decir, que el trato no llegó a ser igual dentro de la institución que me había dado la formación: mi Fuerza Aérea Venezolana (FAV); ante la duda y el cuestionamiento, que había dejado mi estela.

Unos años después, los cimientos poco fuertes que tenía la democracia, hicieron posible la llegada a la presidencia de un ciudadano bastante avanzado de edad. Nos acordamos del Dr. Rafael Caldera. El veterano político, que luego de armar un “chiripero” y, teniendo como aliado, los hechos políticos que habían impactado la República, se abrió camino hacia Miraflores (vaya segundo accidente político, luego del CAP II). Tuvo un paupérrimo gobierno, que se dice, fue manejado por los hijos. Pero, durante su mandato, y gracias a su buena acción samaritana como socialdemócrata que era, sobreseyó la causa de los militares del 4F y 27N. Su acción pacificadora, apaciguó al país de toda conspiración militar. Haciendo que Venezuela, siguiera viviendo su estado nihilista característico, que se ha mantenido por años. Su propio laisser faire-laisser passé, codificado en el ADN del venezolano.

A finales del año 1998, se presentó un nuevo escenario de elección presidencial, que eligió a uno de los líderes del 4F: Hugo Chávez Fría, aquel que con su estilo característico, tomó juramento solemne sobre la Constitución vigente, a la que calificó de “moribunda”. Fue el primer irrespeto que se le hizo a la República, donde muchos aplaudieron aquella vergonzosa escena. De allí en adelante, un largo camino de irrespetos y actos oprobiosos nos esperaba en su recorrido.)

–A medida que se agudizaba la oposición, y ustedes lo saben mejor que yo, la dictadura militar se hacía más despiadada. Hasta nosotros, los oficiales de menor graduación, llegaban vagas noticias de lo que sucedía en las cárceles, aunque por lo general no las creíamos y nos limitábamos a comentar: “Deben ser exageraciones de los políticos empeñados en labrar el descrédito del gobierno” Un sábado en la noche me tomé unas cuantas cervezas con Javier Entrena, mi antiguo compañero de estudios, e íbamos los dos solos en su automóvil por la carretera que baja al mar. Repentinamente yo le pregunté: “¿Qué hay de cierto en eso que se cuenta?”. Él me miró sorprendido sin soltar el volante, y yo no tardé en aclararle: “¿Qué hay de cierto en eso de los atropellos y las torturas?”. Javier Entrena comprendió que desde ese momento podía hablar de política conmigo y se apresuró a desembuchar todo cuanto se había callado antes. Me contó cómo había sido asesinado Ruiz Pineda en plena calle, cómo existía un campo de concentración llamado Guasina donde los presos políticos arrebataban la bazofia a los puercos para no morir de hambre, cómo en esa Guasina había agonizado un viejo coronel revolucionario con las úlceras cubiertas de gusanos y privado de asistencia médica. Yo le pregunté entonces: « ¿Por qué cometen eso crímenes?, ¿para qué los cometen?». Y Javier Entrena me respondió secamente, sin volver la cara hacia donde yo estaba: «Lo hacen para robar». (Ibíd., p. 113-114).

–Amargo trance fue para mí escuchar las irrefutables razones de Javier Entrena. El móvil exclusivo del golpe militar había sido la codicia. El implacable aparato policial edificado con tanto esmero no era sino una muralla defensiva del pillaje. Aquella prédica de salvar al país del caos y de la anarquía, de garantizar el orden social, se convirtieron lisa y llanamente en una parada tirada a medianoche o a la luz del día por una cuadrilla de hombres armados impelidos por un solo incentivo: el entrar a saco en el tesoro público. Darme cuenta de esa realidad me condujo a una crisis de desaliento que se transformó gradualmente en crisis de indignación al recordar que para cometer tan vulgares fechoría se había invocado el honor de un ejército al cual yo pertenecía y me sentía orgulloso de haberlo elegido como destino. Supe por Javier Entrena que cada concesión minera era una vileza remunerada, cada obra pública una comisión dolosa, cada edificio escolar un tanto por ciento. Supe que incluso en la adquisición de armas y uniformes para el ejército recibía el dictador una tajada de mercenario. Los tanques de guerra se oxidaban abandonados, los motores se volvían inservibles bajo el orín y el fango, porque de ese modo era factible comprar en el extranjero nuevos tanques y nuevos motores que producirían nuevas comisiones.

–Y te faltan muchas cosas por saber – lo interrumpió el Periodista llevado por la tentación de referir una extravagante superchería–. Hace unos meses por ejemplo, el Ministro de Sanidad solicitó en el Canadá un presupuesto para equipar a todo lujo un hospital acabado de construir. Le enviaron de allá el presupuesto, tras tomar como norma el mejor hospital de Montreal, junto con la advertencia de que consideraban aconsejable, más aún, imprescindible eliminar del pedido los enormes aparatos limpiadores de nieve, absolutamente inútiles en un país tropical como el nuestro. No obstante, el dictador y el Ministro de Sanidad, resistidos a dejarse mermar en un céntimo la comisión que habían calculado, respondieron por cable: “Manden equipo hospital sin quitarle nada”. Aquellas inmensas palas destinadas a limpiar una nieve que no ha caído ni puede caer jamás, le costaron a la nación más de cien mil dólares.

–Ya enterado de los atropellos que se cometían en nombre del ejército – prosiguió el Capitán–, se me enfrentaron en la conciencia dos columnas igualmente aguerridas: de un lado mi idea inflexible de la disciplina y juramento de apoliticismo; del otro lado mi dignidad de hombre y mi rabiosa amargura ante el descrédito que se cernía sobre mi profesión. (Ibíd., p. 114-116).

(Del acto de la «moribunda» Constitución de 1961, pasamos a una nueva carta magna en 1999. Mientras se aprobaba en referéndum, el desastre natural de Vargas aparición para ser estragos; allí la FAV perdió un helicóptero Super Puma que arrojó víctimas fatales. Vino el “Plan Bolívar 2000” y el “Fondo Único Social” (los primeros nichos de corrupción). En algunas escenas vimos al Presidente usar el uniforme militar, y nos preguntábamos ¿por qué lo hacía? Empezaron a parecer las primeras hordas de choque del gobierno: los “Círculos Bolivarianos”. Una de las tantas marchas, que se hizo en contra del régimen, fue influenciada por sus líderes opositores a que se siguiera marchando hasta Miraflores (el gobiernos permitió deliberadamente su paso). Allí se produjeron los primeros muertos del régimen bolivariano. De pronto, el Presidente se desapareció, el que le seguía en mando se ocultó junto al tren ejecutivo, para dar paso a la presentación por televisión, de un grupo de oficiales de la FAN que harían su particular pronunciamiento por separado (ni siquiera se pusieron de acuerdo), en contra del gobierno y por lo sucedido el día 11 de abril, a una parte de la población cuando ejercía el derecho a la protesta. Esto llevó una horas después, por la noche, a un señor empresario a levantar su mano para juramentarse como Presidente, mientras tenía al lado a su nuevo Alto Mando Militar preparado, en flameante traje de gala y con un auditórium repleto, que aplaudía a la figura del nuevo “César”.

No conteste con eso, atentamos contra la primera industria (PDVSA), activando un paro petrolero (a pesar de ser la empresa, que por años, nos ha dado el pan de cada día). De allí, pasamos al tiempo de las leyes habilitantes; ahora la nueva Constitución que se mostraba por doquier, en varios colores y formatos, no tenía tanta preeminencia e importancia. Hasta se le quiso enmendar ocho años después. Luego prosiguieron, un sin número de actos contrarios a la República, que sería muy largo poder describirlos aquí.)

Epílogo

En estos últimos años, se ha especulado mucho sobre qué clase de gobierno tiene Venezuela, con tanto matices al descubierto. Sin embargo, en este largo y pesado caminar, a muchos venezolanos se le ha perseguido por ser disidentes, expropiados sus bienes, puestos tras las rejas como presos políticos y, otros tantos –un poco más radicales–, se hallan fuera del país. Esto, sin mencionar las muertes que han quedado impunes, cuyas almas andan por allí en pena. De igual forma, se desconoce de los métodos de tortura que se vienen empleando, por parte de un estado policial, que está al servicio de una seudo revolución, el cual sigue aferrado al poder. La última trinchera que le queda.

Por otra parte, está el hecho de no saber realmente, cuánto se le ha dilapidado a la cosa pública (Re pública). Sabemos, de algunos casos que se escaparon del laboratorio. No obstante, una cifra exorbitante nos informa que asciende, en más de un millardo de dólares, que pudo haber salido de las arcas de la nación (es decir, 83,33 planes Marshall).

Finalmente, Chávez dejó de existir, ahora está Maduro (reelecto) con su propia naturaleza y estilo, que seguirá dando fuetes para que se materialice el estado utópico. No tiene claridad (nunca la ha tenido), la oscuridad por el poder hizo que minara al país de desazón, desabastecimiento, hiperinflación, exilios y desarticulación política. Todo ello, con un fin: seguir devastando «la catedral para alinear las piedras» como refirió Antoine de Saint-Exupéry, cuando combatía en la Segunda Guerra Mundial contra el enemigo difuso que tenía al frente: el «culto de lo particular», la imposición de «una costumbre particular a los otros pueblos», el «…pensamiento particular a los otros pensamientos»; ordenado por Hitler.

¿Qué leyó Winston Smith, que debamos conocer los venezolanos?

Arichuna Silva Romero

Materialismo histórico. Interpretación marxista de la historia basada en el Materialismo Dialéctico. La historia se interpreta como un proceso de luchas de clases. Las condiciones económicas son la base de la vida, y el desarrollo de las técnicas de producción determina el carácter de una sociedad. Sobre ello se edifican sistemas políticos e ideológicos. El movimiento de la historia es una dialéctica dentro de cada fase económica que produce la clase que se opone al orden social y político y lo derroca”.

Chris Cook (1989). Diccionario de Términos Históricos.

I

En la obra 1984 de George Orwell, encontramos el episodio donde Winston Smith, saca el libro prohibido que había tenido escondido por un tiempo, titulado: Teoría y Práctica del Colectivismo Oligárquico de Emmanuel Goldstein, y empieza a leer el capítulo: La ignorancia es la fuerza. “El libro –como apuntó Orwell– le fascinaba o, más exactamente, lo tranquilizaba. En cierto sentido, no le enseñaba nada nuevo…”. Pues, nada de lo que describía el libro, le era desconocido para él. Leía sin nervios, muy tranquilo, silencioso; no teniendo la telepantalla que lo siguiera (¡pensaba él!). Unas horas después, no alcanzó a leer la última parte del libro: la Policía del Pensamiento se lo impidió, tras arrestarlo.

He traído los primeros parágrafos de una literatura distópica, para que se haga un ejercicio de interpretación y a la vez de reflexión –que compare, si se quiere–, la realidad venezolana que nos ha trastocado por estos tiempos y, ese mundo ficticio que le tocó vivir al personaje de Winston (al que no se está muy lejos), dentro de una sociedad policial; cuyo Estado, consiguió asirse del control total sobre los individuos.

Las luces que se hallarán en la lectura, nos debe servir de alarma warning, la cual advierta sobre una fatalidad que puede ser viable. En nuestro noble país, han sido muchas las voces del mundo político, histórico, militar, universitario, económico, intelectual y popular, que se han activado en estos años de “Socialismo del Siglo XXI”. Sus mensajes, por algún motivo, han sido silenciados, apartados o sencillamente olvidados; en el contexto de esa realidad sui géneris, tropicalizada, que ha reproducido algunos de los pasajes que se describen en la novela de Orwell. Todo ello, mientras sigue avanzando en sus objetivos y fines, dentro de nuestra –cada día–, decadente República.

Comencemos el abordaje de sus líneas reveladoras: La ignorancia es la fuerza:

II

«Durante todo el tiempo de que se tiene noticia, probablemente desde fines del período neolítico, ha habido en el mundo tres clases de personas: los Altos, los Medianos y los Bajos. Se han subdividido de muchos modos, han llevado muy diversos nombres y su número relativo, así como la actitud que han guardado unos hacia otros, han variado de época en época; pero la estructura esencial de la sociedad nunca ha cambiado. Incluso después de enormes conmociones y de cambios que parecían irrevocables, la misma estructura ha vuelto a imponerse, igual que un giroscopio vuelve siempre a la posición de equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en otro.

Los fines de estos tres grupos son inconcebibles. Los Altos quieren quedarse donde están. Los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos, cuando la tienen —porque su principal característica es hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana—, consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos los hombres sean iguales. Así, vuelve a presentarse continuamente la misma lucha social.

Durante largos períodos, parece que los Altos se encuentran muy seguros en su poder, pero siempre llega un momento en que pierden la confianza en sí mismos o se debilita su capacidad para gobernar, o ambas cosas a la vez. Entonces son derrotados por los Medianos, que llevan junto a ellos a los Bajos porque les han asegurado que ellos representan la libertad y la justicia. En cuanto logran sus objetivos, los Medianos abandonan a los Bajos y los relegan a su antigua posición de servidumbre, convirtiéndose ellos en los Altos. Entonces, un grupo de los Medianos se separa de los demás y empiezan a luchar entre ellos.

De los tres grupos, solamente los Bajos no logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente. Sería exagerado afirmar que en toda la Historia no ha habido progreso material. Aun hoy, en un período de decadencia, el ser humano se encuentra mejor que hace unos cuantos siglos. Pero ninguna reforma ni revolución alguna han conseguido acercarse ni un milímetro a la igualdad humana. Desde el punto de vista de los Bajos, ningún cambio histórico ha significado mucho más que un cambio en el nombre de sus amos.

III

A fines del siglo XIX eran muchos los que habían visto claro este juego. De ahí que surgieran escuelas del pensamiento que interpretaban la Historia como un proceso cíclico y aseguraban que la desigualdad era la ley inalterable de la vida humana. Desde luego, esta doctrina ha tenido siempre sus partidarios, pero se había introducido un cambio significativo. En el pasado, la necesidad de una forma jerárquica de la sociedad había sido la doctrina privativa de los Altos. Fue defendida por reyes, aristócratas, jurisconsultos, etc. Los Medianos, mientras luchaban por el poder, utilizaban términos como «libertad», «justicia» y «fraternidad». Sin embargo, el concepto de la fraternidad humana empezó a ser atacado por individuos que todavía no estaban en el Poder, pero que esperaban estarlo pronto.

En el pasado, los Medianos hicieron revoluciones bajo la bandera de la igualdad, pero se limitaron a imponer una nueva tiranía apenas desaparecida la anterior. En cambio, los nuevos grupos de Medianos proclamaron de antemano su tiranía. El socialismo, teoría que apareció a principios del siglo XIX y que fue el último eslabón de una cadena que se extendía hasta las rebeliones de esclavos en la Antigüedad, seguía profundamente infestado por las viejas utopías. Pero a cada variante de socialismo aparecida a partir de 1900 se abandonaba más abiertamente la pretensión de establecer la libertad y la igualdad. Los nuevos movimientos que surgieron a mediados del siglo, Ingsoc en Oceanía, neobolchevismo en Eurasia y adoración de la muerte en Asia oriental, tenían como finalidad consciente la perpetuación de la falta de libertad y de la desigualdad social.

Estos nuevos movimientos, claro está, nacieron de los antiguos y tendieron a conservar sus nombres y aparentaron respetar sus ideologías. Pero el propósito de todos ellos era sólo detener el progreso e inmovilizar a la Historia en un momento dado. El movimiento de péndulo iba a ocurrir una vez más y luego a detenerse. Como de costumbre, los Altos serían desplazados por los Medianos, que entonces se convertirían a su vez en Altos, pero esta vez, por una estrategia consciente, estos últimos Altos conservarían su posición permanentemente.

Las nuevas doctrinas surgieron en parte a causa de la acumulación de conocimientos históricos y del aumento del sentido histórico, que apenas había existido antes del siglo XIX. Se entendía ya el movimiento cíclico de la Historia, o parecía entenderse; y al ser comprendido podía ser también alterado. Pero la causa principal y subyacente era que ya a principios del siglo XX era técnicamente posible la igualdad humana. Seguía siendo cierto que los hombres no eran iguales en sus facultades innatas y que las funciones habían de especializarse de modo que favorecían inevitablemente a unos individuos sobre otros; pero ya no eran precisas las diferencias de clase ni las grandes diferencias de riqueza.

IV

Antiguamente, las diferencias de clase no sólo habían sido inevitables, sino deseables. La desigualdad era el precio de la civilización. Sin embargo, el desarrollo del maquinismo iba a cambiar esto. Aunque fuera aún necesario que los seres humanos realizaran diferentes clases de trabajo, ya no era preciso que vivieran en diferentes niveles sociales o económicos. Por tanto, desde el punto de vista de los nuevos grupos que estaban a punto de apoderarse del mando, no era ya la igualdad humana un ideal por el que convenía luchar, sino un peligro que había de ser evitado. En épocas más antiguas, cuando una sociedad justa y pacífica no era posible, resultaba muy fácil creer en ella. La idea de un paraíso terrenal en el que los hombres vivirían como hermanos, sin leyes y sin trabajo agotador, estuvo obsesionando a muchas imaginaciones durante miles de años.

Y esta visión tuvo una cierta importancia incluso entre los grupos que de hecho se aprovecharon de cada cambio histórico. Los herederos de la Revolución francesa, inglesa y americana habían creído parcialmente en sus frases sobre los derechos humanos, libertad de expresión, igualdad ante la ley y demás, e incluso se dejaron influir en su conducta por algunas de ellas hasta cierto punto. Pero hacia la década cuarta del siglo XX todas las corrientes de pensamiento político eran autoritarias. Pero ese paraíso terrenal quedó desacreditado precisamente cuando podía haber sido realizado, y en el segundo cuarto del siglo XX volvieron a ponerse en práctica procedimientos que ya no se usaban desde hacía siglos: encarcelamiento sin proceso, empleo de los prisioneros de guerra como esclavos, ejecuciones públicas, tortura para extraer confesiones, uso de rehenes y deportación de poblaciones en masa.

Todo esto se hizo habitual y fue defendido por individuos considerados como inteligentes y avanzados. Los nuevos sistemas políticos se basaban en la jerarquía y la regimentación. Después de una década de guerras nacionales, guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones en todas partes del mundo, surgieron el Ingsoc y sus rivales como teorías políticas inconmovibles. Pero ya las habían anunciado los varios sistemas, generalmente llamados totalitarios, que aparecieron durante el segundo cuarto de siglo y se veía claramente el perfil que había de tener el mundo futuro. La nueva aristocracia estaba formada en su mayoría por burócratas, hombres de ciencia, técnicos, organizadores sindicales, especialistas en propaganda, sociólogos, educadores, periodistas y políticos profesionales.

Esta gente, cuyo origen estaba en la clase media asalariada y en la capa superior de la clase obrera, había sido formada y agrupada por el mundo inhóspito de la industria monopolizada y el gobierno centralizado. Comparados con los miembros de las clases dirigentes en el pasado, esos hombres eran menos avariciosos, les tentaba menos el lujo y más el placer de mandar, y, sobre todo, tenían más consciencia de lo que estaban haciendo y se dedicaban con mayor intensidad a aplastar a la oposición. Esta última diferencia era esencial. Comparadas con la que hoy existe, todas las tiranías del pasado fueron débiles e ineficaces.

Los grupos gobernantes se hallaban contagiados siempre en cierta medida por las ideas liberales y no les importaba dejar cabos sueltos por todas partes. Sólo se preocupaban por los actos realizados y no se interesaban por lo que los súbditos pudieran pensar. En parte, esto se debe a que en el pasado ningún Estado tenía el poder necesario para someter a todos sus ciudadanos a una vigilancia constante. Sin embargo, el invento de la imprenta facilitó mucho el manejo de la opinión pública, y el cine y la radio contribuyeron en gran escala a acentuar este proceso. Con el desarrollo de la televisión y el adelanto técnico que hizo posible recibir y transmitir simultáneamente en el mismo aparato, terminó la vida privada...

Después del período revolucionario entre los años cincuenta y tantos y setenta, la sociedad volvió a agruparse como siempre, en Altos, Medios y Bajos. Pero el nuevo grupo de Altos, a diferencia de sus predecesores, no actuaba ya por instinto, sino que sabía lo que necesitaba hacer para salvaguardar su posición. Los privilegiados se habían dado cuenta desde hacía bastante tiempo de que la base más segura para la oligarquía es el colectivismo. La riqueza y los privilegios se defienden más fácilmente cuando se poseen conjuntamente. La llamada «abolición de la propiedad privada», que ocurrió a mediados de este siglo, quería decir que la propiedad iba a concentrarse en un número mucho menor de manos que anteriormente, pero con esta diferencia: que los nuevos dueños constituirían un grupo en vez de una masa de individuos. Individualmente, ningún miembro del Partido posee nada, excepto insignificantes objetos de uso personal. Colectivamente, el Partido es el dueño de todo lo que hay en Oceanía, porque lo controla todo y dispone de los productos como mejor se le antoja. En los años que siguieron, la Revolución pudo ese grupo tomar el mando sin encontrar apenas oposición porque todo el proceso fue presentado como un acto de colectivización. Siempre se había dado por cierto que si la clase capitalista era expropiada, el socialismo se impondría, y era un hecho que los capitalistas habían sido expropiados. Las fábricas, las minas, las tierras, las casas, los medios de transporte, todo se les había quitado, y como todo ello dejaba de ser propiedad privada, era evidente que pasaba a ser propiedad pública...»

Las líneas que han precedido, representan sólo una parte, del cómo se llegó al estado distópico de Oceanía. Muchos de esos matices, han sido calcados en el mundo real que impera en la Venezuela de hoy. Por nombrar sólo uno de ellos: el que ha hecho violar sistemáticamente la Constitución. Cuyo estado de derecho y justicia y, fines supremos contemplados; han sido aplazados, inhabilitados, sustituidos por leyes habilitantes y, últimamente, por una asamblea nacional constituyente. Y, como se recordará en otrora, la propuesta de enmienda constitucional que fue presentada, para derogar unos artículos que ya no le servían. Ensayos y errores, que detuvieron el poco o mediano progreso que teníamos, y eso, en plena centuria de un mundo globalizado, emprendedor, solidario y más consciente de los valores universales: libertad y verdad (los que dicen que 2+2=4).

Pero, a ese estadio venezolano se llegó mediante un cómo. Por la responsabilidad de alguien. A la vista se tiene, esa clase Mediana, que en 1992 salió del cuartel con las armas de la República y el patrocinio de una élite irresponsable, para asirse del poder y la institucionalidad de una democracia de treinta y cuatro años de edad. Ellos son ahora, los nuevos Altos de la Nación, que se inventaron la dialéctica bolivariana; los buenos revolucionarios que atrajeron la ignorancia de las masas no para empoderarlas, sino para que conservara y vigilara los privilegios del grupo. El estado oligárquico colectivista, que expropió por doquier, cuyo efecto llevó a la tumba al señor Brito. Que proyectó el estado militar-policial a unos connacionales en desventaja y; creó otra no verdad, dentro de su propio Ministerio de la Verdad: esa que, conociendo de la torpeza y cínica corrupción que dilapidó más de un millardo de dólares, inventó una “guerra económica” (doblepensar). Que nos mantiene a usted, a mí y a todos, haciendo cola por una ración de comida y medicina, hiper costosa.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

De la Distopía a la Utopía

Arichuna Silva Romero

“No habrá mi querido Glaucón, disminución de los males que desolan los Estados, ni siquiera de los que afectan al género humano, a menos que los filósofos sean reyes de los Estados, o que los que ahora se dicen reyes y soberanos pasen a ser verdaderos y serios filósofos, y se vean reunidas en los mismos hombres la potencia política y la filosofía, junto con una ley rigurosa que aparte de los asuntos públicos a la gran cantidad de hombres cuyo talento les lleva a dedicarse a una o a otra cosa exclusivamente; antes de todo esto la constitución que idealmente acabamos de trazar, en la medida que sea realizable, no nacerá, ni verá la luz del día”.

Sobre la descripción que hizo Platón del modelo de ciudad-estado ideal, puesta en boca de Sócrates.

I

El término distopía refiere a un estado ficticio sobre una sociedad indeseable, un “mal lugar” en el que se habita; y en donde, a los ciudadanos se le ha causado una “alienación moral”. Un ejemplo lo tenemos, en la obra “1984” (1949) de George Orwell, en la que el autor ilustró al régimen totalitarista de Stalin.

Las características negativas que se manifiestan en ese tipo de sociedad, pueden provenir también, de tendencias socio-políticas actuales, como por ejemplo, la que le ha tocado vivir a la sociedad venezolana; producto del engaño político, el populismo, la corrupción, la pobreza, la diáspora y la escasez de hoy en día, el desorden en materia económica, la miseria, la desconfianza pública, el Estado policial, el sufrimiento y la opresión.

En cambio, el término utopía, es aquel estado ficticio que describe el anhelo acerca de una sociedad ideal, susceptible de construir; potencialmente alcanzable. Como la república platónica (véase: La República, Platón, años 380 a.C.).

Con estas premisas, he podido construir la siguiente ficción, a saber:

Transcurre el tercer mes del año en que vence el período presidencial. La República Bolivariana de Venezuela, sigue padeciendo el dominio de un estadio distópico, anclado desde hacía diecinueve años. En cada neurona de sus habitantes, están grabadas las tribulaciones que le han trastocado en lo más profundo. Un movimiento democrático nacional de otrora, que los venía representando y que habían estado produciendo más desaciertos que aciertos, ha dado paso a un movimiento supra nacional llamado Frente Amplio Venezuela Libre por sus siglas FAVL.

Es un conglomerado que tiene algunos rostros nuevos y se espera, que se sumen otros más. Pues, la situación de crisis es de tal magnitud, por demás compleja, que ha requerido de otro momento de unión nacional, de retrospección, de confesión, de desinterés, de tender la mano, de crear una nueva ruta democrática y, de una verdadera intención –que formule de una vez por toda–, las propuestas estratégicas que se requieren para que ocurra el cambio. Cuestión, que al parecer, no se ha tenido.

II

Como ayudados por la Divina Providencia, la sociedad venezolana en pleno, va ser testigo de una nueva cadena nacional y de un mensaje transcendental que se trasmitirá.

En las pantallas de los televisores y emisoras de radio, de nuevo el Presidente de la República se dirige a la Nación. Comienza su alocución, decidido que las elecciones deben ser realizadas en el mes de diciembre, como dicta el marco legal de la Constitución. Un minuto después, aprovecha para disculparse ante el país, por haber dejado de cumplir con los artículos 232 y 236 de la Carta Magna, e informa que la Asamblea Nacional Constituyente que él convocó, sin antes consultarle al pueblo, ha cesado en sus funciones. Acto seguido, hace un llamamiento a la directiva y a todos los diputados (principales y suplentes) de la Asamblea Nacional a que se incorporen en sus funciones legislativas para la cual fueron elegidos en diciembre de 2015.

Sugiriéndoles antes, que renuncien a su intención de participar en la contienda por la presidencia de la República. Que procedan, como manda la ley, a nombrar las nuevas autoridades del CNE. Más adelante expresa, que es su obligación procurar las garantías de los derechos y libertades de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia exiliados, y les insta a regresar al país y que procedan a instalarse legalmente, para el desempeño de sus funciones.

De igual forma, ordena que salgan en libertad todos los presos políticos de las ergástulas que los oprimen, incluyendo los que tienen condena firme. Su deseo es, que en el país se vuelva a recobrar la normalidad y la paz. Dice que quiere medirse, en buena lid, con todo aquel ciudadano o ciudadana que reúna los requisitos que demanda el artículo 227 del texto constitucional. Por otra parte, invita a todos los venezolanos y venezolanas que han emigrado, a que regresen lo más pronto posible, a la patria que los vio nacer. Y gira instrucciones para que se facilite que, los que no puedan regresar para el momento electoral, puedan ejercer sin ningún problema, su derecho al voto en el exterior.

Continúa su alocución, y decreta, que se abra el canal humanitario, manejado y supervisado por la OEA y la ONU. Culminando su intervención, nombrando una comisión ad hoc, que investigue los hechos ocurridos en el 2014 y 2017, e indemnice a todas las víctimas que arrojaron aquellos vergonzosos y lúgubres días.

III

Los ciudadanos de la Tierra de Gracia, no podían creer lo que habían visto y escuchado. Estupefactos, pensaron al unísono: “ahora sí que están dadas las condiciones dentro de un estado de derecho. Estamos dentro de la senda de la justicia. Debemos emprender el camino de reconstruir la República”.

A los días, en la sede del Comando FAVL, empezaron a llegar personalidades que pocas veces o nunca se habían visto. Todos los asistentes, querían ser parte y protagonistas de ese cambio que se ha venido pregonando a los cuatro vientos. Por la puerta principal, desfilarían el señor Enrique Aristeguieta acompañado de Nitu Pérez, más atrás le seguirían los políticos Antonio Ledezma, Leopoldo López, Henrique Capriles, el general Raúl Baduel, el empresario Lorenzo Mendoza, María Corina, la ex defensora del pueblo Gabriela Ramírez, la Fiscal General Luisa Ortega, el politólogo Nicmar Evans y la ex ministra Ana Elisa Osorio y demás miembros de la disidencia chavista, las familias (víctimas) de los caídos en el 2014 y 2017, los representantes de los partidos políticos, los generales Cliver Alcalá Cordones y Miguel Rodríguez Torres, los ex presos políticos (militares y civiles), el Frente Institucional Militar, los militares demócratas en la situación de retiro, los líderes estudiantiles, las Academias, la Conferencia Episcopal, los rectores de las universidades, el Presidente de Fedecamaras y todo el sector empresarial, los sindicatos, los gremios, las diferentes ONG del país y los seis candidatos que recientemente se inscribieron ante el CNE, que están optando a la elección presidencial.

La sociedad venezolana de a pie, la que hace la cola todos los días por una harina de maíz o una canilla de pan, vio con buenos ojos, el que se haya producido ese encuentro tan diverso, diferenciador a todos los demás –marcado eso sí–, por una dialéctica que aleja el culto de lo particular y el pensamiento único; y que ejerce con su acción, al fortalecimiento del Estado democrático. Pues, la época que viven, le está pidiendo auxilio.

IV

“Pero, a la nueva fecha electoral, acordada por el gobierno, se está a nueve meses y unos días de materializarse. No será fácil”, pensaron los ciudadanos. Para ellos, los puntos que se tengan que discutir y, por consiguiente, llegar a una toma de decisión concertada dentro del FAVL, no debieran retrasarse tanto. Su consciencia política y democrática que le han dado todos estos años de penurias, le dicen, que se tiene la suficiente experiencia sobre las decisiones erradas, que tomaron la otrora dirigencia política de la MUD. Y también, el abanico de acciones anti democráticas que se tiene, ordenadas por el régimen. Siguen soñando que la victoria electoral, debe seguir siendo el principal objetivo a alcanzar, en el corto plazo.

Una agenda democrática eficiente y eficaz, esperan ellos, se produzca en ese estadio utópico que le ha presentado el Presidente de la República. No es un ideal, que piensen, que debe salir un candidato unitario que puedan elegir en primarias (el poder originario del pueblo, es el que debe en todo momento decidir). Es lo justo que pase, lo deseable, lo construible. Sí, por el contrario, se decidiera que cada actor político del nuevo frente institucional, aspira democráticamente ejercer su derecho a ser elegido, en consecuencia, se le debe anunciar al país con claridad, que se iría por separado a esa elección. Entonces, se tendría un escenario sui géneris, en el que no se sabría lo que pueda pasar.

– ¿Qué otro desafío democrático puede salir del espacio que brinda el FAVL? –se preguntaron muchos ciudadanos. Donde una nueva escena política y de reconciliación nacional, vuelve a invitar a comprar el ticket de entrada. ¿Qué otras ideas innovadoras pueden ofrecer? ¿Será que habrá otra dirección política que lleve hacia ese Estado futuro y concreto, esperado? ¿Qué nuevos roles permitirán cumplir a la sociedad? Fueron, otras de las interrogantes que afloraban en sus mentes, mientras; conservaban la cabeza fría, se le endurecía el corazón, esperando. Un poco, acordándose de Irène Némirovsky, en los momentos cercanos a su tragedia en Auschwitz.

MSc. Arichuna Silva Romero.

@asiromantis

Apuntes sobre el Marco Legal en Venezuela

Arichuna Silva Romero

“Un pueblo pervertido, si alcanza su libertad muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el ejercicio de la Justicia es el ejercicio de la Libertad.…”.

Fragmento del discurso pronunciado por el Libertador Simón Bolívar, ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819.

I

No cabe duda que en Venezuela, el marco legal que se colgó en diciembre de 1999, con la finalidad que se consolidara el “imperio de la ley para esta y las futuras generaciones...”, ha venido siendo, sistemáticamente, tambaleado ex profeso. Repasemos brevemente aquí, cómo fue concebida nuestra Carta Magna: a partir del antecedente de una conmoción social, el deterioro del estado económico del país y una degastada clase política que bajo el amiguismo y las lealtades partidarias, se había apartado de la ley y de la propia Constitución de 1961.

Su promotor: fue un emergente y carismático venezolano de la vida militar, que después de tomar fallidamente la vía de facto, llegó por la vía de iure a la presidencia de la República con el 56,20% de los votos válidos (3.673.685); pero donde la indiferencia de 4.024.729 electores (36,55%), no contribuyó con el fortalecimiento de la República y su sistema democrático, porque sencillamente no fueron a votar.

Transcurridos diez meses de gestación, marcados por intensos debates llevados a cabo por la asamblea nacional constituyente, que trabajaba arduamente en una nueva Constitución más social y que hacía énfasis en las responsabilidades del aparato gubernamental, finalmente su alumbramiento se dio, en medio de una catástrofe natural ocurrida en el Estado Vargas. Cuyo resultado, el 15 de diciembre de 1999, arrojó que 3.301.475 (31,78%) de electores votaron por el “sí” en referéndum aprobatorio. Los que lo hicieron por el “no” fueron 1.298.105 (12,22%) y hubo una abstención de 6.041.743 (55,63%).

II

Con ese antecedente lúgubre se iniciaba la quinta República. No obstante, a la Nación se le había entregado, como base de su convivencia social y como novedad, un conjunto detallado de derechos humanos y civiles que van del artículo 19 al 130. Es decir, casi un tercio del articulado de la Constitución. Que en nada, el proyecto constitucional, tenía que ver con un socialismo rígido de muchos países del mundo, ni mucho menos, con uno nuevo llamado Socialismo del Siglo XXI. Lo que se ofertó en ella, fue el énfasis en lo social; y que la sociedad con su ciudadanía, participara y fuera protagónica del ejercicio de su soberanía (Art. 70). En definitiva, la Constitución como regla de conducta, nos había dado un mandato, cuya eficacia pasaba por el tamiz –parafraseando al abogado Juan Garay–, por el deseo de cumplirla y el poder cumplirla.

Ahora que el país pierde su honor y la vida; llorando a sus hijos que se van, comiendo algunos de la basura, haciendo cola por una canilla de pan o medicinas, gritando al mundo por una ayuda humanitaria, con una galopante hiperinflación y discutiendo condiciones electorales que no existen, desde la legalidad y legitimidad, que dicta el texto constitucional; en la inmensa mayoría de los venezolanos parece brotar hoy, aquella expresión chavista, según la cual: ¡dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada..! Eso lo debemos de admitir.

Revelados los ciudadanos, en el campo de batalla por la legalidad, luchan por la sostenibilidad de la Rēs pública, a través de la preeminencia que dicta el imperio de la ley. Intentando conseguir ese camino que se trazó a finales de 1999, y del que quizás la sociedad venezolana, nunca emprendió su marcha a partir del año 2000. Lo busca ahora, desde la intranquilidad y el desespero, que le hagan resucitar de las cenizas a la querida Venezuela que no ha podido ser y querer. Pues, por casi dos décadas, la “cosa pública”, ha sido dilapidada sistemáticamente.

III

A esta Tierra de Gracia, le ha pasado muy rápido una película con variadas escenas. Pero la pregunta que siempre surge es: ¿qué le sucedió al pueblo de Venezuela? (el depositario y ejecutor del poder originario). Que después de haber sido representado por una Asamblea Nacional Constituyente (1999), votó libremente en referéndum e invocó la “…protección de Dios,…; con el fin supremo de refundar la República…” como lo establece el Preámbulo de la Constitución, haya permitido (o dejado seducir) que un grupito de camarillas que puso a un lado los fines supremos, para dar paso a unos ensayos en el laboratorio de ciencia ficción distópica, que reprodujeron los códigos “orwellianos” en plena era de la información y el conocimiento, que marca el Siglo XXI.

Será que seguimos teniendo la actitud de aquellos “Americanos” a la que refirió y perdonó Simón Bolívar en el Decreto de Guerra a Muerte (15 de junio de 1813). Pues, los venezolanos y venezolanas, que el error o la perfidia nos ha extraviado de la senda de la justicia. Que nuestro descarrío, indiferencia, ceguera e ignorancia nos culpan frente al estado ignominioso que tenemos.

IV

Ante la desazón agobiante que se vive, y frente al escenario amenazante de “Yo Estado”, veremos si en los próximos días, meses y años, la actitud cambia. No reconociendo el error, sino, no volviéndolo a cometer. Yendo de nuevo a la senda de la justicia, que nos dará verdaderamente la libertad. Apartando la inteligencia ciega que refiere Edgar Morin, del pragmatismo político, partidista y de intereses personales, el cual permita ver lo uno y lo múltiple al mismo tiempo dentro de la complejidad del estado oprobioso que impera.

De darse lo anterior, entonces, se pasaría a elaborar una gran estrategia a partir de un compromiso que contenga un alto grado de solidaridad. Como el que tuvieron los intelectuales de la Checoslovaquia comunista, encabezados por Václav Havel, en los años setenta. Los cuales redactaron el texto: Carta 77 (recomendada su lectura), para exigir al régimen comunista que respetara los acuerdos internacionales en materia de derechos humanos que voluntariamente había aceptado. Esfuerzo, que contribuyó al socavamiento del comunismo en ese país. Un movimiento disidente para la fecha, que perseguía como lo expresó Havel y sus seguidores: “hacía política sin hacer política”. Esto es, que sus miembros no se guiaban por principios partidistas.

Las ideas expuestas en los parágrafos anteriores, pretenden aportar una conclusión y recomendación, que guie por una parte, la organización y toma de decisión colectiva de la sociedad y su ciudadanía, en relación al espíritu que manda la Constitución: participación y protagonismo. Y por otro lado, sirva de ventana a la comunidad internacional. En el cual, se pueda ejercer el derecho de forma pacífica, en relación a la vigencia de la legalidad (Art. 333 y 350) y por la legalidad (la exigencia de que el derecho retorne a suelo venezolano).

Pues, se ha llegado a la última frontera, luego de diecinueve años de seudo revolución, de aquellas horas de represión vividas en el 2014 y 2017, donde el régimen arremetió en contra de su pueblo y del acto inconstitucional (30 de julio de 2017), que se saltó el artículo 347 para elegir una írrita y espuria “Asamblea Nacional Constituyente”. Bastión, desde dónde se está ordenando el futuro sombrío de Venezuela.

V

Finalmente, comparto como epílogo y reflexión y, para una acción, que amplié el tema:

En la presentación del libro: El poder de los sin poder (1978) de Václav Havel, se lee:

“El final de la década de los 80 nos ha sorprendido a todos con una noticia gozosa y preocupante a la vez: el comunismo se derrumba; su sistema parece agotado, su imperio se cae a pedazos. Lo preocupante no es, naturalmente, el derrumbamiento del comunismo, sino el vacío que deja tras de sí…”

Más adelante, el primer capítulo comienza de esta manera:

“Un espectro atemoriza a la Europa oriental: en Occidente lo llaman «disidencia». Este espectro no ha llovido del cielo: es una manifestación natural y una consecuencia inevitable de la fase histórica que atraviesa actualmente el sistema al que ese espectro atemoriza…”

MSc. Arichuna Silva Romero

@asiromantis