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José E. Rodríguez Rojas

El régimen chavista y la política del terror

José E. Rodríguez Rojas

Los dirigentes del chavismo han estado consolidando un régimen autoritario contando con la anuencia de la izquierda democrática de la región, sin embargo, las declaraciones y actitudes de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, parecen anunciar un desencuentro. Como parte de éste, Almagro niega que el gobierno de Nicolás Maduro pueda ser calificado de izquierda. A su juicio, los gobiernos de izquierda no tienen presos políticos. La apreciación del ex canciller uruguayo no coincide con la tradición histórica de la izquierda. Desde su nacimiento, la izquierda revolucionaria ha recurrido a la política del terror para resolver sus diferencias internas y controlar la disidencia.

Este fue el caso de los revolucionaros rusos que instalaron su dictadura masacrando al zar, a su familia y a todos aquellos que se opusieron a su proyecto. Mientras Lenin vivió y dirigió el partido bolchevique, las luchas internas fueron contenidas. Cuando muere Lenin, Stalin procede a asesinar a uno por uno a los miembros del comité central del partido. Después de eliminar a estos, Stalin vive en medio de una paranoia permanente, que lo lleva a emprender purgas periódicas para acabar con sus enemigos reales o imaginarios. Una de las más terribles sucedió a finales de la década de 1930 en lo que se conoció como la era del terror.

El uso de la política del terror en los regímenes socialistas fue tan común, que comenzó a incorporarse a la teoría de la construcción del socialismo. Es así que el intelectual francés Jean Paul Sartre postuló que el terror era una fase necesaria en la construcción del socialismo. Claro está que en la tesis quedaba implícito que la misma era aplicable a los barbaros rusos o chinos, pero ni por asomo al socialismo francés.

El estalinismo aterriza en suelo cubano de la mano de los barbudos guerrilleros de la Sierra Maestra liderados por Fidel Castro, un caudillo ambicioso que luego se evidenciaría, tenía firmes deseos de eternizarse en el poder. Para este propósito, el estalinismo y la política del terror implícita en éste le caían como anillo al dedo. Los fraudulentos juicios de La Cabaña, para juzgar a los sospechosos de ser esbirros de la dictadura anterior, fueron dirigidos por el fanático revolucionario Ernesto “Che” Guevara, quien dio instrucciones de no perder tiempo en procedimientos legales burgueses. Se trataba según Guevara, de disparar primero y averiguar después, aunque esto último nunca se hiciera.

Después de los fusilamientos, se instauró un Estado policíaco que con la ayuda de la misma población organizada en Comités de Defensa de la Revolución, espiaba a amigos y enemigos. Uno de los sometidos a espionaje fue un amigo y defensor de la revolución Jorge Edwards, quien arribó a la isla caribeña como representante diplomático de Salvador Allende. Edwards, utilizando las ventajas que le proporcionaba su cargo diplomático, accedía a un bodegón de licores y delicateses que estaban vedados a la mayoría de los cubanos. Con ellos, agasajaba a sus amigos de los círculos culturales locales quienes, como es natural después de libar algunos tragos, se quejaban de las limitaciones diarias que debían afrontar: apagones, racionamiento, hacinamiento en el transporte público, ineficiencias de la burocracia.

Edwards se enteró después, por boca del propio Fidel Castro, que las reuniones con sus amigos fueron grabadas y las quejas que allí surgieron utilizadas como pruebas de sus encuentros con enemigos del Estado cubano. Debido a ello, fue declarado “persona no grata” por las autoridades cubanas. Este es el título de un libro que luego escribiría narrando en detalle el episodio. Uno de los intelectuales que asistía a las reuniones fue el poeta cubano Alberto Padilla, quien después de la salida de Edwards, fue obligado a participar en una farsa al puro estilo soviético donde confesaría sus “delitos” contra el Estado. Después de presiones diplomáticas y solicitudes de intelectuales de reconocida solvencia (algunos amigos del régimen) se le permitió a Padilla emigrar a los Estados Unidos donde murió a temprana edad; agobiado por la depresión que le generó el maltrato a que fue sometido y la posterior actitud de sus amigos que evitaban el contacto con él, como si fuera un apestoso. Ante el acoso a los intelectuales, escritores como Guillermo Cabrera Infante debieron huir utilizando las ventajas de su cargo diplomático. El exguerrillero Huber Matos fue encarcelado por veinte años por un delito de opinión, al no aceptar el giro comunista del régimen. La lista de disidentes encarcelados es larga y nos habla de un régimen que ha aplicado sistemáticamente la política del terror para mantenerse en el poder.

A pesar del rechazo que el régimen cubano provocó en muchos sectores democráticos, la aureola de prestigio de Fidel Castro se mantenía en muchos círculos de izquierda de América Latina y el Caribe, obsesionados por el reconcomio contra los Estados Unidos. Gracias a ello le surgió, en tierra de Simón Bolívar, un admirador deseoso de seguir su ejemplo y el libreto cubano. Pero lo que apasionó al novel iniciado no fueron tanto las ideas revolucionarias, sino la posibilidad de eternizarse en el poder como el propio Castro lo había hecho. Para esto, Chávez requería de la experticia de más de 40 años del régimen cubano asesinando, espiando a amigos y enemigos y encarcelando a disidentes; ello constituía una experiencia invalorable que el joven iniciado estaba dispuesto a comprar con una generosa cantidad de petrodólares. Se transformaba así el gobierno chavista en una franquicia del régimen de los hermanos Castro, como lo ha planteado la politólogo Colette Capriles. El anciano autócrata, que desde la década de 1960 ambicionaba ponerle la mano al petróleo venezolano, vio su sueño realizado gracias a las ambiciones del pichón de dictador, que secretamente aspiraba sustituirlo como icono de la izquierda revolucionaria latinoamericana.

Con la aprobación de la izquierda latinoamericana y la guía espiritual del anciano déspota, se establecieron las bases de un nuevo régimen autoritario que siguió al pie de la letra el guión cubano: la utilización del sistema judicial para organizar juicios amañados y encarcelar a los disidentes sin prueba alguna; la compra de medios de comunicación o la clausura de medios independientes con el propósito de crear una hegemonía comunicacional; la creación de bandas armadas (colectivos) para asesinar o aterrorizar a los disidentes y torpedear las protestas de la oposición al régimen.

Las declaraciones de Luis Almagro, con las que iniciamos este artículo, abren una nueva etapa donde la izquierda democrática parece estarse deslindando de los regímenes de izquierda autoritarios. Son buenas noticias, después de todo, que el ex canciller uruguayo Luis Almagro se haya percatado de la naturaleza del régimen de Nicolás Maduro y su uso de la política del terror para atornillarse en el poder.

Profesor UCV

Lula “neoliberal”

José E. Rodríguez Rojas

Una vez que fue elegido presidente y asumió su cargo, Luiz Inácio Lula Da Silva decidió continuar la política económica del presidente saliente Fernando Henrique Cardozo. Hizo esto a pesar de que en la campaña electoral Lula y su partido habían cuestionado la política de Cardozo como “neoliberal”. A continuación analizamos con mayor detalle la metamorfosis de Lula, de izquierdista radical a gobernante “neoliberal” y derivamos algunas lecciones útiles para el caso venezolano.

A inicios de la década de 1990 la hiperinflación en Brasil había alcanzado la cifra de 5.000% agobiando la vida del ciudadano común. Los brasileños desesperados clamaban al gobierno que tomara medidas, no importa cuales fueran, siempre que controlaran la espiral inflacionaria. Ante estas presiones el presidente Itamar Franco designó en 1993 a Fernando Henrique Cardozo como su ministro de economía, asignándole la responsabilidad de implementar medidas para controlar el flagelo. Cardozo es un intelectual brasileño de izquierda, habla con fluidez cuatro idiomas y ha sido profesor de renombradas universidades de su país, Estados Unidos y Europa. Es conocido en América Latina por su contribución a la teoría de la dependencia, campo este donde escribió un texto con Enzo Faletto que fue una obra de consulta obligatoria sobre el tema.

Cardozo posesionado de su cargo como ministro, reunió a algunas de las mentes más calificadas de su país en el área económica y diseñaron en conjunto lo que fue bautizado como el Plan Real. Este plan contuvo un conjunto de políticas de orientación liberal orientadas a restringir el gasto, tanto del gobierno central como de los gobiernos regionales y locales. Sin embargo un aspecto central de la estrategia fue la creación de una nueva moneda conocida como Real, la cual sustituiría al devaluado y vapuleado Cruzeiro. Cardozo y su equipo lograron convencer al ciudadano común que la nueva moneda mantendría su valor, en contraste con la vieja. El Real fue lanzado a mediados de 1994, la inflación anual se redujo a dos dígitos en 1995 y ya en 1998 se ubicó por debajo del 2% anual.

El control de la inflación hizo que se recuperara la capacidad de compra de la población, impulsó el consumo y el crecimiento económico a 4% entre 1994 y 1997. En consecuencia la tasa de pobreza se contrajo un 20%. El éxito de Cardozo como ministro de economía lo catapultó a la presidencia de Brasil, cargo al que fue elegido en dos oportunidades. Durante su gestión impulsó la privatización de empresas públicas, disminuyó el proteccionismo de las empresas brasileñas lo que obligó a estas a ser más eficientes, introdujo mejoras salariales y en el equipamiento escolar e impulsó programas antipobreza a gran escala focalizados en los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña.

Los gobiernos que encabezó Cardozo se dieron en un entorno internacional inestable, en el cual se produjeron varias crisis de naturaleza económica que afectaron a la economía brasileña y obligaron al incremento de las tasas de interés para impedir la fuga de capitales. Al final la inestabilidad económica internacional afectó la gestión del intelectual brasileño y el crecimiento económico se redujo a cifras decepcionantes. Mientras tanto Lula y su partido recorrían el territorio brasileño señalando que las dificultades que enfrentaba Cardozo y el decepcionante desempeño de la economía, eran culpa de las políticas “neoliberales” de contracción del gasto público y social implementadas por Cardozo. Este último respondía a las críticas del Partido de los Trabajadores de Lula señalando que sus políticas, si bien habían restringido el gasto púbico, no lo habían hecho con el gasto social el cual se había expandido. Sin embargo el carisma personal y el corrosivo discurso de Lula y su partido tuvieron su efecto. En las siguientes elecciones presidenciales del año 2002, el candidato del partido de Cardozo perdió las elecciones y Lula fue designado presidente.

Una vez instalado en la casa de gobierno, Lula un político pragmático e inteligente, entendió con ayuda de sus asesores, que no había otra opción para evitar recaer en la pesadilla de la hiperinflación, que continuar las políticas de Cardozo a pesar de que previamente las había cuestionado como “neoliberales”. Además los mercados financieros estaban nerviosos por la llegada a la presidencia de un radical de izquierda. Sin pensarlo dos veces se colocó su chaqueta de gobernante pragmático y “neoliberal” y mantuvo la política previa y el acuerdo con el FMI que acompañaba a esta.

Sin embargo Lula decidió también ampliar los programas sociales que Cardozo había iniciado, lo cual fue su gran acierto y lo que marcó su gestión. Retomó varios de estos programas y los fundió en uno solo llamado “Bolsa Familia” el cual expandió. Para el año 2006 el programa había beneficiado a 11 millones de familias ubicadas en la condición de pobreza extrema. El programa incluía una ayuda mensual de 95 reales equivalentes a 44 dólares. El gobierno también incrementó el salario mínimo en 25%. El programa Bolsa Familia tuvo un fuerte impacto y contribuyó a sacar a millones de familias de la pobreza. La continuidad que el gobierno de Lula dio a las políticas económicas de Cardozo y a los programas sociales, lograron reducir la pobreza de 43% en 1993 a 20,9% en el año 2011. En síntesis la izquierda brasileña ha optado durante más de dos décadas por una combinación de políticas de orientación liberal para controlar la inflación y programas sociales focalizados en los sectores más vulnerables de la población, que lograron avances sustantivos en la reducción de la pobreza.

Mientras esto ha sucedido en suelo brasileño, en Venezuela Teodoro Petkoff como Ministro de Planificación del gobierno de Rafael Caldera impulsó en 1996 la Agenda Venezuela, que contempló políticas de orientación liberal similares a las impulsadas por Cardozo. La mencionada agenda logró reducir la inflación de 80% en 1994 a 12,1% en el año 2001 e impulsar la capacidad de compra de importantes sectores de la población, como pusimos en evidencia en un artículo previo titulado “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”. Sin embargo a diferencia de Lula el expresidente Chávez decidió, con asesoría cubana, no mantener la disciplina económica de la Agenda Venezuela y el acuerdo con el FMI que esta implicaba; optando por un giro en la política económica de 180°. Este cambio catapultó la inflación y llevó al empobrecimiento de la sociedad venezolana y al caos económico que atravesamos.

Nota: La mayoría de las estadísticas y la información de los gobiernos de Cardozo y Lula fueron obtenidos de la obra de Michael Reid: “Forgotten continent. The battle for latin america’s soul”. Reid es el editor para América de la revista inglesa The Economist.

Profesor UCV

Cuando éramos felices y no lo sabíamos

José E. Rodríguez Rojas

Creo que la frase es del humorista venezolano “Er Conde der Guacharo”, la tomamos prestada para referirnos a los primeros años del gobierno del expresidente Chávez cuando prolongó la vigencia de la Agenda Venezuela. Esta agenda se inició en 1996 en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), impulsada por Teodoro Petkoff como Ministro de Planificación del gobierno de Rafael Caldera. El propósito central de dicha agenda fue el control de la inflación, lo cual se logró ya que este flagelo disminuyó de 80% en 1994 a 12,1% en el año 2001.

El abatimiento de la inflación fue posible mediante políticas de orientación liberal, orientadas a restringir el gasto público y controlar la masa de dinero en circulación. En este contexto se eliminó la práctica utilizada por el expresidente Caldera de recurrir a la emisión de dinero inorgánico. El otro mecanismo usado para el control de la inflación fue la estabilización del valor del dólar, lo cual se logró mediante un sistema de minidevaluaciones encausadas dentro de un rango o banda que limitaba las fluctuaciones de la divisa estadounidense. Para esto fue clave el apoyo del FMI que suministraba credibilidad a la banda otorgando los dólares necesarios para estabilizar la misma.

El control de la inflación produjo una recuperación de la capacidad adquisitiva de la clase media y de los trabajadores organizados, lo cual se evidenció en la capacidad de compra que para ese momento poseía un profesor agregado universitario, cuyo sueldo básico superaba en 9% la canasta básica del CENDAS.

A pesar de que el barril de petróleo no superaba los 20 dólares, había divisas suficientes para importar las materias primas y alimentos requeridos, cuya magnitud era limitada debido a que los niveles de producción internos no ameritaban un excesivo nivel de las mismas. La producción interna era excedentaria lo que se reflejaba en la existencia de exportaciones agroalimentarias cuya magnitud ascendía a 307 millones de dólares y contribuía a financiar la factura de las importaciones. En consecuencia la escasez era un problema insignificante lo que se reflejó en un índice de escasez de solo 5%, lo cual significa que en la inmensa mayoría de los establecimientos comerciales los consumidores podían conseguir los productos básicos que requerían.

Las universidades, a pesar de sus usuales limitaciones, tenían capacidad de mantener, con relativa modestia, los requerimientos de sus laboratorios como reactivos y equipos; los cuales estaban disponibles en el mercado. Las bibliotecas podían acceder a las publicaciones internacionales con las restricciones que les imponía su presupuesto. Eran libres de establecer sus prioridades y diseñar su presupuesto de divisas, sin necesidad de involucrarse en el engorroso procedimiento que implicó luego el control de cambio.

La felicidad que disfrutamos estos años, sin saberlo, comenzó a mostrarse esquiva después del año 2004 cuando los precios del petróleo comenzaron su danza ascendente. En una época de mayor abundancia de divisas el gobierno abandonó la Agenda Venezuela e impuso un control de cambio que no se justificaba, pues estos mecanismos se implementan en épocas de escasez de divisas. La decisión fue política pues formó parte de un proyecto de control político de la sociedad siguiendo el libreto cubano. El proyecto de Chávez implicaba convertirse en el líder latinoamericano de la revolución bolivariana, amparándose en el prestigio de Fidel Castro dentro de la izquierda de América Latina. Para ello se planteó drenar el ingreso de divisas hacia Cuba y los otros socios de la alianza bolivariana de naciones. La opacidad del régimen cambiario que se impuso dio lugar a una corrupción descomunal, donde se otorgaron cientos de millardos a empresas de maletín, pertenecientes a la llamada boliburguesía.

Por otro lado la inflación hacía estragos en el bolsillo de la clase media. En la medida que el BCV comenzó la impresión de dinero para satisfacer las exigencias del mandamás de turno la inflación tomó de nuevo su camino ascendente, incrementándose de 12% en el 2001 a 68% en el año 2014. En consecuencia la capacidad de compra de la clase media se deterioró, lo que se evidenció en la proporción de la canasta básica del CENDAS que un profesor en la categoría de agregado podía adquirir, la cual descendió de 109% en el 2001 a 33% en el año 2014.

Adicionalmente el hostigamiento a la iniciativa privada, que se reflejó en la política de confiscaciones de empresas y el control de precios, obligó a muchas empresas a emigrar. Las que permanecieron debieron someterse a las exigencias gubernamentales. La escasez pasó de ser un problema insignificante a adquirir ribetes dramáticos, aumentando de 5% en el año 2001 a 28% en el año 2014.

Año 2001

(Agenda Venezuela)

Año 2014

(Revolución Bolivariana)

Precio del petróleo

20 dólares por barril

90 dólares por barril

Tasa de inflación

12,1 %

68%

Índice de escasez

5%

28%

Tasa de pobreza

45%

48%

Proporción de la canasta básica del CENDAS que podía adquirir un profesor universitario (agregado)

109%

33,3%

Fuente: BCV; UCAB-UCV. Encovi, 2014; cálculos propios.

En el cuadro previo comparamos el año 2001, cuando estaba vigente la Agenda Venezuela, y el año 2014. Se puede evidenciar que, a pesar de que en el 2014 el precio del petróleo era cuatro veces mayor al del 2001, la inflación se multiplicó por cinco y el índice de escasez fue seis veces mayor. Los programas sociales y alimentarios no logaron reducir los niveles de pobreza. En otras palabras lo que ocasionó el incremento de la inflación y la escasez no fueron las dificultades relacionadas con el descenso del precio del petróleo, que se produciría después del 2014; sino las políticas gubernamentales que se implementaron después del abandono de la Agenda Venezuela y el acuerdo con el FMI. El descenso del precio del petróleo posterior al 2014 lo que hizo fue agudizar la situación, pero el mal ya estaba hecho.

Profesor UCV

La “siembra del petróleo”, un legado autoritario

José E. Rodríguez Rojas

El 22 de mayo se conmemoraron 110 años del natalicio del escritor Arturo Uslar Pietri. En la sede de la Fundación que lleva su nombre, se llevó a cabo un acto recordando el legado del autor de “Las lanzas coloradas”. A pesar de que podamos discrepar de algunas de sus ideas y posturas políticas, me cuento entre las varias generaciones de venezolanos que guarda una gran deuda intelectual con el laureado escritor. Es justo reconocer que con sus novelas, escritos en la prensa y en particular, con su labor de divulgación cultural en la TV contribuyó a formar el ADN intelectual de varias generaciones de venezolanos.

Entre las ideas que divulgó destaca “la siembra del petróleo” alrededor de la cual se nucleó la política económica de diversos gobiernos, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y del presente siglo. El mismo Uslar reconoció que el autor de la idea fue Alberto Adriani, quien se desempeñó como diplomático del régimen gomecista durante varios años y poco antes de fallecer, fue designado como el primer ministro de agricultura de Venezuela. La idea de Adriani, era utilizar la renta (o ingreso) proveniente de la actividad petrolera para incentivar el desarrollo agrícola e industrial del país. El actor principal de este esfuerzo de redistribución de la renta petrolera y del fomento de la actividad agrícola y manufacturera, era el Estado. En consecuencia, en su concepción, Adriani era partidario de una economía con una fuerte participación del Estado como motor y dinamizador de la misma.

Es necesario aclarar que Adriani era descendiente de una familia de emigrantes italianos que se radicaron en los Andes Venezolanos. Pasó buena parte de su vida profesional en el extranjero y al igual que su familia, mantenía fuertes lazos culturales con Italia. En este contexto simpatizaba con el fascismo italiano y era admirador de Mussolini. No es de extrañar que se identificara con una economía intervenida por un Estado autoritario y con la tesis de los intelectuales positivistas del gomecismo, sobre el “gendarme necesario”; tesis ésta postulada por Laureano Vallenilla Lanz en su obra “Cesarismo democrático”. La necesidad de un “Cesar” (similar al Julio Cesar romano) con mano fuerte para disciplinar un país díscolo y anárquico, que era la tesis central de los positivistas, estaba estrechamente conectada con la idea de un Estado autoritario, implícita en la visión de Adriani sobre “la siembra del petróleo”. Uslar Pietri despojó a la idea de su envoltura autoritaria y la presentó como la utilización de una riqueza temporal y destructiva para la creación de las bases de una economía progresiva, basada en recursos renovables y que podía desarrollarse y crecer con el país.

Asdrubal Baptista es uno de los economistas que ha estudiado en forma más sistemática el funcionamiento de la economía venezolana como una economía basada en la redistribución de la renta o ingreso petrolero. Ello creó un modelo de desarrollo que él denominó “Capitalismo rentístico” el cual tiene entre sus características principales la hipertrofia del Estado. Esta hipertrofia aborta la posibilidad del desarrollo de una sociedad civil autónoma y la existencia de mecanismos compensadores del poder del Estado. Estas carencias se revelaron como cruciales cuando el sistema de partidos entró en crisis y el poder político recayó en un “Cesar”, un caudillo autoritario y ambicioso, con deseos de eternizarse en el poder. Debido a estas carencias, no se pudo impedir la destrucción de las precarias instituciones existentes y la subordinación de los cascarones institucionales que sobrevivieron a los designios del desquiciado Cesar. Tampoco se pudo evitar el hostigamiento a la iniciativa privada, que se consideró superflua e innecesaria ante la iniciativa pública, conduciendo a la caótica situación que enfrentamos en la actualidad. Cuando a la hipertrofia del Estado, implícita en la siembra del petróleo, se sobrepuso la existencia de un liderazgo autoritario las consecuencias para la vida institucional y productiva del país fueron nefastas.

El modelo de desarrollo que surge de la “siembra del petróleo” tiene otra característica, la cual ha recibido mayor atención de los economistas. Estudios especializados han evidenciado, que cuando en una economía se produce una masiva entrada de ingresos provenientes de una actividad extractiva como la petrolera, se genera una tendencia al fortalecimiento de la moneda nacional. En consecuencia se produce, por un lado, un incremento de la capacidad importadora del país y por otro, se lesiona la competitividad de las actividades productivas no petroleras. Ello ha ocurrido en diversos momentos de la historia de nuestro país. La última vez fue durante el boom de los precios del petróleo que se dio entre el año 2004 y 2008, lo que implicó que las importaciones agroalimentarias se multiplicaran por seis entre los años previos al 2004 y el 2008; al mismo tiempo que las exportaciones agroalimentarias se redujeran de 613 millones de dólares en el año 1998 a niveles insignificante en los últimos años. En otras palabras se produce un efecto contrario al que se busca con la “siembra del petróleo”.

En síntesis la “siembra del petróleo” incentivó un modelo de desarrollo que generó una hipertrofia del Estado, lo cual creó a su vez las condiciones para el surgimiento de un régimen autoritario; lesionando además la competitividad de las actividades productivas más imbricadas con los recursos internos.

Si bien Uslar Pietri, con buena intención, despojó a la “siembra del petróleo” de su envoltura autoritaria; la dinámica del modelo de desarrollo que se generó a partir de la misma, restauró como una pesadilla el legado absolutista que planteo Adriani desde el inicio. Hemos querido recordar a Arturo Uslar Pietri con una de las ideas que contribuyó a divulgar, la cual no fue muy afortunada. Ello no empequeñece la obra del gran escritor y no merma en modo alguno la deuda que los venezolanos mantenemos con él por inculcarnos la pasión por la lectura y el conocimiento de la cultura universal. La “siembra del petróleo” y la apasionada defensa que Uslar Pietri hizo de esta idea es un ejemplo más de la sabiduría del dicho popular: “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Profesor UCV

La crisis política y económica. ¿Qué hacer en el sector agroalimentario?

José E. Rodríguez Rojas

El pasado 12 de Abril, se llevó a cabo en la Facultad de Agronomía de la UCV un nuevo evento promovido por la Cátedra Libre de Agroambiente y Sociedad. En esta oportunidad se trató de un foro cuyo tema fue: “La crisis política y económica llegó para quedarse. ¿Qué hacer? El ponente fue el Dr. Hiram Gaviria quien abordó el tema centrándose en el sector agroalimentario.

Hiram Gaviria es médico veterinario, doctor en economía y se ha desempeñado como presidente de FEDEAGRO, Ministro de Agricultura y Diputado en la anterior Asamblea Nacional. Dada la experticia del Dr. Gaviria en el tema agroalimentario y los roles que ha desempeñado en el sector agroalimentario y político, consideramos conveniente elaborar una síntesis de las ideas planteadas por este especialista, para su divulgación y discusión.

En la primera parte de la exposición, el Dr. Gaviria abordó el análisis de la demanda de alimentos, el comportamiento de la producción agrícola, de las importaciones y exportaciones agroalimentarias entre 1998 y el año 2015, haciendo la salvedad de las dificultades para obtener cifras actualizadas y confiables. Destacó que en el año 1998 se logró, en la mayoría de los rubros, el autoabastecimiento pleno o un nivel de producción cercano al mismo. Se llegó incluso a la generación de excedentes para lograr exportaciones por el orden de los 800 millones de dólares que representaron el 50% del valor de las importaciones agroalimentarias de ese año.

De 1998 en adelante, la producción en la mayoría de los rubros decayó. Sólo en la producción de maíz se observó un incremento hasta el año 2008, pero luego disminuyó, uniéndose a la tendencia general. La otra excepción fue la industria de alimentos concentrados y de aves, la cual se expandió hasta el año 2014 beneficiada por el acceso a dólares preferenciales; pero en los años 2015-16 se contrajo debido a las restricciones en la importación de materias primas para la elaboración de alimentos concentrados. En la medida que la producción de la gran mayoría de los rubros disminuyó, los requerimientos para la importación aumentaron y las exportaciones agroalimentarias se redujeron a un nivel insignificante.

Dada la carencia de cifras actualizadas y confiables, uno de los aportes de la conferencia fue la estimación que realizó el ponente de la situación del consumo, de la producción agrícola y de los requerimientos de importación en cereales, azúcar, café, carne bovina y leche durante el año 2015. Estas cifras, las colocamos en el cuadro insertado a continuación. En dicho cuadro se observa que en los rubros señalados, el déficit que se requiere importar para cubrir el consumo es de 60% del mismo en promedio.

Consumo per cápita y total, producción y requerimientos de importación en varios rubros. Año 2015.

Rubro

Consumo por habitante año

Consumo total

Producción nacional

Déficit

Déficit como % del consumo

Arroz

25 kgs

750.000 tm

715.000 tm

400.000 tm

53

Maíz Blanco

32kgs (H. Precoc)

1.200.000 tm

600.000 tm

600.000 tm

50

Maíz amarillo

2.500.000 tm

600.000 tm

1.900.000 tm

76

Azúcar

40 kgs

1.200.000 tm

400.000 tm

800.000 tm

67

Café

1600.000 quintales

(1quint=46Kgs)

600.000 quintales

1.000.000 quintales

62

Carne bovina

20 kgs

600.000 tm

250.000 tm

350.00 tm

58

Leche

70 lts

262.000 tm leche en polvo

120.000 tm leche en polvo

142.000 tm de leche en polvo

54

Fuente: Diversas fuente privadas consultadas por el Dr. Gaviria; cálculos propios.

Debido a la caída en la producción, las importaciones agroalimentarias totales aumentaron a 8500 millones de dólares, según cifras oficiales. Sin embargo, según el ponente, la Cámara Venezolana de Alimentos (CAVIDEA) estima que los requerimientos de importación totales ascienden a 3500 millones de dólares. La diferencia entre ambas cifras es notable y puede ser explicada en función de la existencia de importaciones ficticias o de sobreprecios.

En una segunda parte de la exposición, el Dr. Gaviria abordó las causas de la caída de la producción agrícola. A su juicio, incidieron en primer lugar la inseguridad jurídica a la cual contribuyeron las acciones que se tomaron en el marco de la Ley de Tierras. En segundo lugar, la inseguridad personal cuyo caso más extremo son las bandas armadas como las del “Picure” que han mantenido aterrorizados a los productores del sur de Aragua y de Guárico. En tercer lugar, la política de control de precios que en la práctica ha sido de congelamiento de precios en un entorno inflacionario. Finalmente la carencia de insumos, en lo cual influyó la estatización de Agroisleña.

En una tercera sección Gaviria, ante la situación planteada en el sector agroalimentario, respondió a la pregunta del foro: ¿Qué hacer? En primer lugar, se deben estimar las necesidades de producción de alimentos y llegar a acuerdos concertados de precios y necesidades de financiamiento en las principales cadenas agroalimentarias, donde deben participar los actores privados y el gobierno. Este último, debe intervenir a fin de lograr un mayor equilibrio en las negociaciones dado que los principales mercados están dominados por unas pocas empresas industriales de gran tamaño mientras los agricultores son muchos y están dispersos. El Estado debe además garantizar la seguridad jurídica, personal y la infraestructura. Existe un marco constitucional definido en el artículo 305 de la constitución, el cual fue difícil lograrlo debido a la resistencia de los industriales, acostumbrados a la importación de materias primas. De este marco debe derivarse una ley de seguridad alimentaria que garantice la seguridad jurídica, personal y precios concertados a lo largo de la cadena alimentaria, a fin de incentivar la producción nacional y las exportaciones agroalimentarias; con las cuales se puedan financiar las importaciones de aquellas materias primas que no podamos producir, como el trigo, logrando así una balanza comercial más equilibrada.

El ponente planteó, en la última parte de su exposición, que hemos llegado al final de un gobierno y de una era. El fin de una era donde el motor de la economía giraba alrededor del reparto del ingreso petrolero. La era del petróleo terminó y comenzó la era de la sociedad del conocimiento. Aunado a ello, somos un país de poco peso en el mercado petrolero donde los grandes actores son otros países como Rusia, Arabia Saudita e Irán. Debemos enfatizar la generación de tecnologías y la formación de recursos humanos. Lamentablemente ello se ve limitado por el éxodo de mano de obra calificada, el deterioro de la educación y de los servicios de telecomunicación. En este contexto el país debe volcarse sobre su producción interna y reducir la dependencia de las importaciones.

Profesor UCV

La agenda antiliberal y la africanización de Venezuela

José E. Rodríguez Rojas

Las políticas antiliberales implementadas por el chavismo en el poder han llevado a Venezuela a una situación económica muy similar a la imperante en los países africanos más pobres. Esto se da en un contexto en el cual una parte de la región latinoamericana ha asumido la agenda liberal como paradigma de su política económica. Las políticas económicas de orientación liberal se dirigen a restringir la acción del Estado, controlar la inflación e incentivar la iniciativa individual y la competitividad de las economías. Chile ha sido uno de los países que ha mantenido estas políticas por más largo tiempo, lo cual aunado a su estrategia de apertura comercial lo ha llevado, entre otras cosas, a ocupar una posición económica relevante en la Cuenca del Pacífico, una de las regiones con mayor dinamismo económico en el mundo. Ello ha generado un éxito económico sostenido en el tiempo que ha elevado sustantivamente los niveles de vida de los chilenos. El éxito de Chile ha incentivado a otros países latinoamericanos (Colombia, Perú y México) que practican políticas económicas similares, a unirse al país austral conformando la Alianza del Pacifico, una iniciativa de integración comercial que aparece como una de las más dinámicas de la región.

Después de asumir la Agenda Venezuela, de orientación liberal, en los primeros años de su gobierno; el ex presidente Chávez da un giro de 180° e implementa una agenda económica dirigida a expandir la acción del Estado y hostigar a la iniciativa privada: Estas políticas han conducido a Venezuela a una encrucijada caracterizada por escasez, elevados niveles de pobreza y una inflación desbocada que nos coloca, según el criterio de algunos economistas, a la par de algunos países africanos pobres como Zimbabue; el cual recientemente enfrentó las mismas dificultades, como consecuencia de la implementación de políticas muy similares a las llevadas a cabo por el chavismo. El viaje del vicepresidente Aristobulo Isturiz al continente africano no hace sino alimentar esta especie.

Uno de los economistas que nos ha ubicado en este triste derrotero ha sido Michael Reid, editor para el continente americano de la prestigiosa revista inglesa The Economist , quien examinó el desempeño del presidente Chávez en un libro de su autoría titulado “Forgotten continent. The battle for Latin America’s soul” publicado en el año 2007. Su análisis se centró en las políticas implementadas en pleno boom de los precios del petróleo, en el cual señaló que “hay muchas razones para creer que los efectos de las políticas de Chávez… acelerarán la larga declinación que sufre Venezuela”. En dicho análisis señaló que si algo caracterizaba al socialismo del siglo XXI era el gasto público desenfrenado, el cual era insostenible; concluyendo al final con una terrible predicción que sonó más bien como una maldición: si los precios del petróleo descendían, Venezuela se enrumbaría a una condición similar a la de un petroestado fallido como Nigeria.

Nigeria es un país africano productor de petróleo cuyo desarrollo ha estado lastrado por la corrupción y los conflictos étnicos. A pesar de su condición petrolera, figura con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) que se ubica por debajo de algunos países centroamericanos como Honduras o Guatemala. Este índice es elaborado por las Naciones Unidas y mide entre varios ítems el acceso a los sistemas de salud y educativo, la esperanza de vida y el nivel medio de la renta o ingreso de un país.

Mr. Reid, como buen inglés es un individuo organizado y persistente. En días recientes volvió a las andadas. La revista The Economist publicó en el número correspondiente al 2 de Abril de este año, un artículo en el cual compara la situación de Venezuela con la de otro país africano, Zimbabue cinco años atrás, el cual está en peores condiciones que Nigeria. Probablemente, como evidencia de que la predicción de Mr. Reid se ha cumplido, el artículo plantea que Venezuela enfrenta en el plano económico las mismas carencias y dificultades que Zimbabue, un país que compitió con otros países africanos por el último puesto en la lista del IDH de las Naciones Unidas en el año 2010. Zimbabue ha estado gobernada, desde hace varias décadas, por un anciano y senil dictador que culpa a los homosexuales de los aprietos económicos que atraviesa su país, por lo que la homosexualidad está proscrita en esa nación, tal como lo declaró en un discurso en las Naciones Unidas el año pasado.

El artículo mencionado, hace una comparación entre ambos regímenes y gobernantes. Ambos confiscaron empresas privadas recurriendo a la violencia o al uso de la fuerza. Los dos líderes organizaron grupos armados para atemorizar a la disidencia política. Mugabe y Chávez coincidían en que las fuerzas del mercado podían ser manejadas como soldados en un desfile. En ambos casos el resultado fue el mismo: escasez, inflación y descenso abrupto del nivel de vida. Ambos gobernantes compartían su interés por los pobres y a fin de aliviar su situación establecieron un control de precios de los productos básicos que en ambos casos derivó en un mercado negro. Mugabe culpaba de las tribulaciones económicas que enfrentaba su país a los especuladores, traidores y homosexuales. Maduro no culpa a los homosexuales pero si a una guerra económica desatada por los empresarios criollos en alianza con el “Imperio”. Al final, cuando la hiperinflación alcanzó niveles descomunales, Mugabe decidió dolarizar la economía y abandonar parte de las viejas políticas lo cual inició una etapa de recuperación económica. El artículo plantea que la opción que tiene Maduro es seguir el camino de la Mugabeconomia o la situación empeorará.

Mientras varios países latinoamericanos como Chile, Colombia, México y Perú integran, en el marco de su agenda liberal, una alianza dirigida a posicionarse en la Cuenca del Pacifico, una de las regiones con mayor dinamismo económico del mundo; Venezuela atraviesa por las mismas precariedades y carencias económicas que naciones africanas como Zimbabue; situación a la que nos han conducido las disparatadas políticas antiliberales del expresidente Chávez y sus seguidores, muy similares a las de decrépitos dictadores africanos como Mugabe. Al escribir estas líneas leemos en la prensa nacional que el vicepresidente Aristobulo Izturis está de gira por el continente africano; no podemos dejar de imaginarnos que un propósito oculto de la gira es parar en Zimbabue, a fin de entrevistarse con el senil Mugabe y pedirle asesoría sobre la mejor opción para salir del atolladero en que se encuentra su gobierno.

Profesor UCV

La agenda antiliberal y la africanización de Venezuela

José E. Rodríguez Rojas

Las políticas antiliberales implementadas por el chavismo en el poder han llevado a Venezuela a una situación económica muy similar a la imperante en los países africanos más pobres. Esto se da en un contexto en el cual una parte de la región latinoamericana ha asumido la agenda liberal como paradigma de su política económica. Las políticas económicas de orientación liberal se dirigen a restringir la acción del Estado, controlar la inflación e incentivar la iniciativa individual y la competitividad de las economías. Chile ha sido uno de los países que ha mantenido estas políticas por más largo tiempo, lo cual aunado a su estrategia de apertura comercial lo ha llevado, entre otras cosas, a ocupar una posición económica relevante en la Cuenca del Pacífico, una de las regiones con mayor dinamismo económico en el mundo. Ello ha generado un éxito económico sostenido en el tiempo que ha elevado sustantivamente los niveles de vida de los chilenos. El éxito de Chile ha incentivado a otros países latinoamericanos (Colombia, Perú y México) que practican políticas económicas similares, a unirse al país austral conformando la Alianza del Pacifico, una iniciativa de integración comercial que aparece como una de las más dinámicas de la región.

Después de asumir la Agenda Venezuela, de orientación liberal, en los primeros años de su gobierno; el ex presidente Chávez da un giro de 180° e implementa una agenda económica dirigida a expandir la acción del Estado y hostigar a la iniciativa privada: Estas políticas han conducido a Venezuela a una encrucijada caracterizada por escasez, elevados niveles de pobreza y una inflación desbocada que nos coloca, según el criterio de algunos economistas, a la par de algunos países africanos pobres como Zimbabue; el cual recientemente enfrentó las mismas dificultades, como consecuencia de la implementación de políticas muy similares a las llevadas a cabo por el chavismo. El viaje del vicepresidente Aristobulo Isturiz al continente africano no hace sino alimentar esta especie.

Uno de los economistas que nos ha ubicado en este triste derrotero ha sido Michael Reid, editor para el continente americano de la prestigiosa revista inglesa The Economist , quien examinó el desempeño del presidente Chávez en un libro de su autoría titulado “Forgotten continent. The battle for Latin America’s soul” publicado en el año 2007. Su análisis se centró en las políticas implementadas en pleno boom de los precios del petróleo, en el cual señaló que “hay muchas razones para creer que los efectos de las políticas de Chávez… acelerarán la larga declinación que sufre Venezuela”. En dicho análisis señaló que si algo caracterizaba al socialismo del siglo XXI era el gasto público desenfrenado, el cual era insostenible; concluyendo al final con una terrible predicción que sonó más bien como una maldición: si los precios del petróleo descendían, Venezuela se enrumbaría a una condición similar a la de un petroestado fallido como Nigeria.

Nigeria es un país africano productor de petróleo cuyo desarrollo ha estado lastrado por la corrupción y los conflictos étnicos. A pesar de su condición petrolera, figura con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) que se ubica por debajo de algunos países centroamericanos como Honduras o Guatemala. Este índice es elaborado por las Naciones Unidas y mide entre varios ítems el acceso a los sistemas de salud y educativo, la esperanza de vida y el nivel medio de la renta o ingreso de un país.

Mr. Reid, como buen inglés es un individuo organizado y persistente. En días recientes volvió a las andadas. La revista The Economist publicó en el número correspondiente al 2 de Abril de este año, un artículo en el cual compara la situación de Venezuela con la de otro país africano, Zimbabue cinco años atrás, el cual está en peores condiciones que Nigeria. Probablemente, como evidencia de que la predicción de Mr. Reid se ha cumplido, el artículo plantea que Venezuela enfrenta en el plano económico las mismas carencias y dificultades que Zimbabue, un país que compitió con otros países africanos por el último puesto en la lista del IDH de las Naciones Unidas en el año 2010. Zimbabue ha estado gobernada, desde hace varias décadas, por un anciano y senil dictador que culpa a los homosexuales de los aprietos económicos que atraviesa su país, por lo que la homosexualidad está proscrita en esa nación, tal como lo declaró en un discurso en las Naciones Unidas el año pasado.

El artículo mencionado, hace una comparación entre ambos regímenes y gobernantes. Ambos confiscaron empresas privadas recurriendo a la violencia o al uso de la fuerza. Los dos líderes organizaron grupos armados para atemorizar a la disidencia política. Mugabe y Chávez coincidían en que las fuerzas del mercado podían ser manejadas como soldados en un desfile. En ambos casos el resultado fue el mismo: escasez, inflación y descenso abrupto del nivel de vida. Ambos gobernantes compartían su interés por los pobres y a fin de aliviar su situación establecieron un control de precios de los productos básicos que en ambos casos derivó en un mercado negro. Mugabe culpaba de las tribulaciones económicas que enfrentaba su país a los especuladores, traidores y homosexuales. Maduro no culpa a los homosexuales pero si a una guerra económica desatada por los empresarios criollos en alianza con el “Imperio”. Al final, cuando la hiperinflación alcanzó niveles descomunales, Mugabe decidió dolarizar la economía y abandonar parte de las viejas políticas lo cual inició una etapa de recuperación económica. El artículo plantea que la opción que tiene Maduro es seguir el camino de la Mugabeconomia o la situación empeorará.

Mientras varios países latinoamericanos como Chile, Colombia, México y Perú integran, en el marco de su agenda liberal, una alianza dirigida a posicionarse en la Cuenca del Pacifico, una de las regiones con mayor dinamismo económico del mundo; Venezuela atraviesa por las mismas precariedades y carencias económicas que naciones africanas como Zimbabue; situación a la que nos han conducido las disparatadas políticas antiliberales del expresidente Chávez y sus seguidores, muy similares a las de decrépitos dictadores africanos como Mugabe. Al escribir estas líneas leemos en la prensa nacional que el vicepresidente Aristobulo Izturis está de gira por el continente africano; no podemos dejar de imaginarnos que un propósito oculto de la gira es parar en Zimbabue, a fin de entrevistarse con el senil Mugabe y pedirle asesoría sobre la mejor opción para salir del atolladero en que se encuentra su gobierno.

Profesor UCV

La lucha gremial y el salario universitario

José E. Rodríguez Rojas

Durante el régimen bolivariano, el salario de los profesores universitarios ha atravesado por diversas fases. Durante los primeros años del gobierno del ex presidente Chávez se prolongó la política económica de la llamada Agenda Venezuela, que se inició durante el periodo presidencial previo en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Durante estos años, privó la disciplina económica de la mencionada Agenda la cual se planteó como propósito principal el control de la inflación; dicha Agenda fue exitosa pues se logró reducir la inflación a 12% en el año 2003. En consecuencia, la capacidad de compra del salario de los profesores mejoró. Tomando como referencia el caso de un profesor en la categoría de agregado, éste podía adquirir con su salario un poco más de una canasta básica en el año 2001, como lo pondremos en evidencia posteriormente.

Una vez que los precios del petróleo tomaron un camino ascendente a partir del año 2004, el gobierno abandonó la disciplina económica de la Agenda Venezuela y comenzó una política de recurrir a la expansión del gasto público para dinamizar la economía, utilizando al Banco Central como la caja chica del ejecutivo. Esto impulsó la inflación, la cual se incrementó de 12% en el 2003 a 34% en el año 2008. A fin de compensar a los sectores de bajos ingresos por los efectos de la escalada de precios, se implementaron programas sociales y alimentarios con una clara orientación clientelar, que buscaban consolidar un piso político favorable al oficialismo en estos sectores. En consecuencia, durante los años del boom petrolero los niveles de pobreza disminuyeron a pesar de las crecientes presiones inflacionarias.

Los profesores universitarios no corrieron con la misma suerte ya que su capacidad de compra mermó. Como podemos observar en el cuadro siguiente la proporción de la canasta básica que un profesor agregado podía adquirir, descendió de 109% en el año 2001 a 76% en el año 2011.

Evolución del salario básico de un profesor en la categoría de agregado como proporción de la canasta básica del CENDAS.

Años

2001

2011

2013

2014

(diciembre)

2016

(marzo)

Valor de la canasta básica del CENDAS (Bs)

639.488

6.390

15.004

28.141

203.944

Sueldo profesor Agregado (Bs)

700.000

4.834

8.491

10.613

28.000

%

109

76

57

38

14

Fuente: cálculos propios. Nota: el valor de la canasta básica a partir del 2011 se expresa en Bs F.

La situación previamente descrita creó una diferenciación entre los gremios universitarios. Mientras las asociaciones de profesores mantuvieron una posición crítica frente a la política gubernamental, los sectores de bajos ingresos como el de los obreros, fueron claramente beneficiados por la política oficial y sus gremios se vincularon políticamente a la gesta bolivariana. En la mesa de negociación salarial los gremios obreros hacían concesiones a la política oficial, conscientes de que los aumentos que obtenían era parte de un paquete complementado por los subsidios que el gobierno les concedía por otras vías. Sin embargo esto dejó de tener sentido en los años recientes, cuando los programas sociales y alimentarios entraron en franca decadencia. Sin embargo, donde hubo fuego cenizas quedan, pues los gremios de obreros y un sector de los empleados administrativos siguieron operando con estrechas vinculaciones con el oficialismo.

Para empeorar las cosas, los gremios universitarios han basado su accionar en el supuesto de que es posible compensar los efectos de la inflación mediante negociaciones salariales. Estas negociaciones toman como referencia la inflación pasada, como es el caso de las “normas de homologación” que todavía operan como una directriz de los gremios. En un ambiente de una inflación creciente ésta devora rápidamente los avances que hayan podido hacerse en las mesas de negociación. Por otro lado está el tiempo, mientras la inflación avanza inexorablemente todos los días, las negociaciones se llevan a cabo con constantes retrasos e interrupciones que las alargan innecesariamente conspirando contra sus propósitos. En consecuencia, el deterioro de la capacidad de compra del profesorado universitario se ha agudizado, como se puede observar en el cuadro previo, donde se evidencia que a finales del 2014 el salario del profesor agregado descendió a un 38% de la canasta básica.

Las últimas negociaciones salariales fueron controladas por el oficialismo, a través de los gremios con los que mantiene una estrecha relación. Este aumento se hizo efectivo a partir de enero del año pasado en forma escalonada y después de múltiples interrupciones y retrasos. La presión de la comunidad y la presencia de la FAPUV hicieron que el acuerdo final fuera más allá de la propuesta del oficialismo. Sin embargo el acuerdo no logró cambiar la tendencia al deterioro de la capacidad de compra de los profesores universitarios observada en años previos, debido al crecimiento desbocado de las presiones inflacionarias. Como puede observarse en el cuadro anterior, la capacidad de compra del profesor agregado empeoró drásticamente después del acuerdo, pasando de un 38% de la canasta, a finales del 2014, a 14% de la misma en marzo de este año. El acuerdo creó una ilusión temporal de una mejora en la situación del personal universitario, que se esfumó rápidamente.

Como hemos visto, después de la Agenda Venezuela, la lucha gremial ha sido poco efectiva para detener el deterioro de la capacidad de compra de los profesores. Esto ha hecho mella en el entusiasmo de los agremiados. La disposición de los profesores a participar en actividades como asambleas y acciones de calle ha decaído. Muchos miembros de la comunidad universitaria, no sólo los profesores, han optado por la salida individual buscando un ingreso complementario a su alicaído salario. El ausentismo laboral cunde en las casas de estudios superiores. Como lo señaló Alexis Ramos (Presidente del Consejo de Profesores Jubilados de la UCV), la dedicación exclusiva es una ficción.

Los gremios, no sólo los universitarios, deben tomar conciencia de que no se puede compensar a los agremiados por los efectos de una inflación creciente, que ya ronda la hiperinflación. Si no hay un cambio hacia una política antiinflacionaria como la contemplada en la Agenda Venezuela, no será posible mejorar la capacidad de compra de los asalariados universitarios. En consecuencia, los gremios deben cambiar su estrategia y presionar por la implementación de políticas que detengan la escalada de precios.

Profesor UCV

La escasez llegó para quedarse

José E. Rodríguez Rojas

El pasado 7 de Abril, la cátedra libre de Agroambiente y Sociedad de la Facultad de Agronomía de la UCV realizó un nuevo evento. Se trató de una conferencia titulada “Crisis de la soberanía y seguridad alimentaria en Venezuela. Coyuntural o estructural?” El ponente a cargo de la misma fue el Ing. Rodrigo Agudo. Agudo es Ingeniero Químico y se ha desempeñado como consultor en el área agroalimentaria. Es un experto con una larga experiencia en el sector de lácteos, consejero de CONVECAR y asesor de empresas agroalimentarias. A continuación haremos una síntesis de la exposición del Ing. Agudo por considerarla un aporte que es necesario difundir, dada su experticia en el tema.

La tesis central del Ing°. Agudo es que la escasez es estructural, llegó para quedarse. Se extenderá hasta el 2017 debido al precario comportamiento de la producción agrícola.

En la primera parte de la exposición abordó el tema de la soberanía agroalimentaria y se inició con su definición. Existe soberanía agroalimentaria cuando las exportaciones, producto de los excedentes de una producción agrícola competitiva, pueden financiar las importaciones de aquellos rubros que no se pueden producir en el país por razones agroclimáticas. Al analizar las evidencias estadísticas se encontró que todos los países latinoamericanos incrementaron sus exportaciones agroalimentarias, excepto Venezuela que las redujo.

Detrás de la reducción de las exportaciones subyace el debacle de la producción. Tenemos siete años en continua caída de la producción agrícola. De 12 rubros que Fedeagro monitorea 11 decrecieron. Esta situación probablemente continúe en el 2017 dada las expectativas nada halagüeñas que existen sobre el comportamiento de la producción debido a la escasez de semillas; la producción de cereales en particular está en riesgo, si no hay cereales no hay producción avícola ni de cerdos Adicionalmente ello hace prever que el desabastecimiento se mantendrá o se agravará en el tiempo.

Al inicio del gobierno del ex presidente Chávez en el año 1999, las exportaciones agroalimentarias financiaban el 40% de las importaciones agroalimentarias. En el año 2015 las exportaciones financiaban el 0,5%, porque las importaciones crecieron y las exportaciones disminuyeron como parte del proceso de caída de la producción agrícola ya señalado. En conclusión sé perdió la soberanía agroalimentaria.

La segunda parte se centró en el tema de la seguridad alimentaria, la cual fue definida como el acceso de la población a los alimentos básicos; el Ing. Agudo destacó que el consumo per cápita mejoró entre 1999 y el 2012, pero no la calidad de la dieta debido al excesivo peso del consumo de carbohidratos. Sin embargo, cuando analizamos la evolución reciente del consumo per cápita, encontramos que en tres años se perdió todo lo que se logró previamente, lo que evidencia que los logros alcanzados no eran sustentables.

Una de las razones de la caída en el consumo es que el Estado se puso a hacer lo que no debía y dejó de hacer lo que debía. Actualmente el Estado es dueño de más de la mitad de la capacidad instalada en varios rubros y no lo hace bien, generando desabastecimiento en los mismos. En cambio dejó de hacer lo que debía, lo cual se ve reflejado en el deterioro del servicio eléctrico, la potabilización del agua, la vialidad agrícola y los servicios de asistencia social.

En el contexto del modelo que se ha buscado imponer, se produjo un hostigamiento a los actores privados de las diversas etapas de la cadena alimentaria (importadores, industriales, mayoristas, minoristas) que acabó con los inventarios en los diversos niveles de la misma, lo que ha originado el desabastecimiento. Ello ha obligado a las amas de casa a realizar compras para incrementar su reserva estratégica en previsión de un mayor desabastecimiento futuro.

La escasez estructural es parte de un modelo de cambio que se ha querido imponer en las relaciones de propiedad individual, sustituyéndola por la propiedad del pueblo (colectiva) representada por el Estado. Este modelo había fracasado en otros países, pero algunos jerarcas del régimen desarrollaron la tesis de que en Venezuela era factible por su condición petrolera; la abundancia de divisas hacía posible que, recurriendo a las importaciones, se podía hacer el tránsito al nuevo modelo sin lesionar al pueblo.

En la parte final de la conferencia Agudo expuso su propuesta para superar la crisis alimentaria. Hizo la salvedad que esto es muy difícil de cambiar; se requieren dos años para restablecer los equilibrios en la cadena agroalimentaria y es necesario estimular la agricultura en ese lapso para lograrlo. Sin embargo durante ese periodo es imprescindible recurrir a la ayuda externa para obtener recursos para pagar las importaciones. Para ello es necesario restablecer la confianza mediante un gran acuerdo nacional entre el gobierno, el sector productivo privado y la academia. El ejecutivo por sí solo no puede, debe reconocer que el modelo fracasó y debe sentarse a dialogar y promover un gran acuerdo entre los sectores señalados.

La inclinación al dialogo del ejecutivo depende del entorno político. En las actuales circunstancias es muy poco probable que ello ocurra. Sin embargo, si en las elecciones de gobernadores la oposición gana 20 gobernaciones como anuncian las encuestas, la oposición se convertiría en gobierno. En esas circunstancias el gobierno central se verá obligado a sentarse a la mesa con otros actores, para encontrar una salida a la crisis.

En cuanto al monto de la ayuda externa requerida para restablecer los equilibrios económicos, algunos economistas como Ricardo Hausmann la estiman en 55.000 millones de dólares. Agudo piensa que se queda corto pues no incluye los 22.000 millones que se requieren para restablecer los equilibrios en la cadena agroalimentaria. Considerando los dos montos, la ayuda externa requerida se estima en 77.000 millones de dólares; pero es necesario el gran acuerdo nacional señalado, si no, nadie nos presta, pues se trata de compromisos a largo plazo. Es necesario recuperar el comercio con Colombia quien nos puede ayudar a restablecer los equilibrios en la cadena agroalimentaria con importaciones financiadas por la CAF. Ello supone un cambio en nuestras prioridades de alianzas comerciales ya que nuestro socio natural es Colombia, no Brasil.

El empobrecimiento de la sociedad venezolana

José E. Rodríguez Rojas

La noticia ocupó la primera plana de los periódicos de circulación nacional: la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en una publicación reciente, reveló que la pobreza en Venezuela había repuntado 4,9% anual en el periodo 2010-2015.

El repunte de la pobreza tuvo que ver en primer lugar con las limitaciones de los programas sociales como “las misiones”. La “Encuesta sobre condiciones de vida Venezuela 2014” (ENCOVI 2014) conducida por la UCV y la UCAB, revela que casi la mitad de los beneficiarios de “las misiones” no son pobres. Adicionalmente la cobertura de “las misiones” se ha reducido, pero la proporción de la población vulnerable que se ha beneficiado de las mismas es muy bajo. Según ENCOVI 2014, sólo el 11,7% de la población pobre es cubierta por las misiones. La propaganda gubernamental ha generado la impresión que su cobertura era mayor. En este caso se aplica el dicho popular “fue más la bulla que la cabuya”.

La cobertura de los programas de asistencia alimentaria, como Mercal, fue más amplia y contribuyó a amortiguar los efectos de la inflación en los sectores de bajos ingresos. Sin embargo comparte con las misiones el hecho de no estar focalizados en los sectores más vulnerables de la población. El desabastecimiento fue siempre un problema en el programa, que ocasionaba largas colas y presionaba a muchos consumidores a comprar en otros sitios. El porcentaje de ahorro que obtenían los beneficiarios, en su periodo de auge, oscilaba en torno al 51%.El costo operacional del programa era de 1,49 Bs, por cada bolívar vendido, por lo que su sostenibilidad fue posible gracias a los ingresos extraordinarios del petróleo. En los últimos años el programa Mercal se encuentra en franco deterioro. 61,5% de la población no compra en Mercal. La cobertura se ha reducido, ya que la mitad de los puntos de venta se encuentran inactivos. Los “Mercalitos”, bodegas de las barriadas integradas al programa, han sido los más afectados.

La experiencia latinoamericana revela que estos programas para tener un impacto en los niveles de pobreza, sostenible en el tiempo, requieren ser focalizados en los sectores de mayor pobreza y tener un claro encuadramiento institucional, no contaminado con intereses clientelares o político electorales.

La reducción de la cobertura de los programas mencionados es consecuencia de la escasez de recursos que se produce una vez que el ciclo de elevados precios de las materias primas llegó a su fin, lo que revela la dependencia de los mismos. En consecuencia la eficacia, o sea el impacto de estos programas, mermó sustantivamente. Ello sumado a la desbocada inflación, que según cifras oficiales llegó a 180% en el año 2015, son los factores que subyacen detrás del repunte de la pobreza en los últimos años.

Las cifras de la CEPAL, divulgadas en la última edición de “Panorama social de América Latina 2014”, cuantifican el retroceso señalando que entre el año 2012 y el 2014 la pobreza había aumentado de 25,4% de la población a 32,1%. La CEPAL toma como referencia los guarismos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Venezuela. Las cifras señaladas subestiman la proporción de la población en situación de pobreza. La información de la ENCOVI 2014 es más contundente, evidenciando que los niveles de pobreza se remontaron a 48 % en el año 2014.

La medición de la pobreza se hace utilizando varios parámetros; en los párrafos previos nos hemos referidos a la pobreza ingreso. Existe también la pobreza estructural, la cual depende de otras variables como las características de la vivienda, si es propia o alquilada, si ésta posee servicios eléctricos, agua potable, desecho de basura y rasgos del entorno como las calles de acceso.

La ENCOVI 2015 detectó que la pobreza estructural afecta al 29,1% de la población. Sin embargo, debido al crecimiento explosivo de la inflación, el 73% de la población es pobre ateniéndonos al criterio de ingreso, en otras palabras no están en capacidad de pagar la canasta básica. Esto refleja la situación de los maestros, profesores universitarios y funcionarios públicos que han hecho un esfuerzo a lo largo de sus vidas por mejorar, adquiriendo una vivienda en zonas donde tienen acceso a los servicios básicos, pero que debido a la inflación sin control han visto colapsar su capacidad de compra. Estas personas despertaron un día del año 2015 y cuando fueron al mercado descubrieron que tenían que sacar la carne de su dieta usual porque no la podían pagar, o no podían pagar las reparaciones de la casa u otros gastos que usualmente realizaban. En ese momento se dieron cuenta que eran pobres de ingreso.

Los años 2014 y 2015 han sido un parteaguas en el empobrecimiento generalizado de la clase media y de la sociedad venezolana. Un factor clave en este proceso ha sido la inflación; estimaciones del FMI la proyectan en 700% para este año acelerando el proceso señalado. La inflación es un subproducto de la política económica del gobierno que utiliza al Banco Central para financiar la expansión del gasto público y del déficit generado. El control cambiario, fuente de una corrupción descomunal, impide estabilizar el valor del dólar que es otro de los factores que alimenta la inflación. Como señala Felipe Pérez Martí, ministro de economía del ex presidente Chávez, el gobierno del presidente Maduro está generando un desastre social con su política económica.

A pesar de la subestimación del problema, las cifras de la CEPAL revelan el fiasco de la agenda social y alimentaria del gobierno. Su importancia reside en la influencia de este organismo, que ha demostrado hasta la saciedad su compromiso con los intereses latinoamericanos, por lo que no puede ser descalificado como agente del imperio o representante de intereses transnacionales.

Las cifras de la CEPAL revelan también que el incremento brutal de la pobreza en Venezuela se da en un contexto regional donde la mayoría de los gobiernos latinoamericanos siguen cosechando éxitos en su lucha contra este flagelo, gracias a una combinación inteligente de políticas antiinflacionarias y programas antipobreza focalizados en los sectores de extrema pobreza de la población. Entre estos gobiernos, vale la pena destacar, los que están dirigidos por connotados representantes de la izquierda latinoamericana como el de Bachelet, el de Dilma Rousseff y el de Ollanta Humala, que han continuado reduciendo la pobreza en los años recientes. Señalar que las dificultades que enfrenta Venezuela para combatir la pobreza son atribuibles a los bajos precios de las materias primas, no se compadece con la experiencia de estos países.

La siembra del petróleo y la producción de carnes

José E. Rodríguez Rojas

La siembra del petróleo, una idea concebida por los pensadores positivistas del gomecismo Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri, tiene implicaciones más complejas de las que estos previeron. Estudios macroeconómicos realizados de la década de 1970 en adelante concluyeron que la siembra del petróleo lleva ineluctablemente a incrementar la propensión a la importación de la economía, imprimiendo mayor competitividad a los sectores importadores. Uno de los casos donde esta dinámica se revela con mayor transparencia, es en la producción de carnes venezolana donde la dinámica petrolera ha impulsado el crecimiento de la industria avícola; una industria de naturaleza global cuyo soporte tecnológico y el aprovisionamiento de materias primas se ubican en el exterior del país.

Es a partir del boom de los ingresos petroleros de la década de 1970 que se comienzan a desatar los demonios de la siembra del petróleo. La propensión a la importación de la economía como un todo se potencia. En este contexto se instauró una tendencia ininterrumpida, en el sector agroalimentario venezolano, al abaratamiento relativo de la carne de pollo en relación a la carne de vacuno. A partir esta década se observó una sostenida declinación en la competitividad de la carne vacuna y un salto en la competitividad de los derivados avícolas que se reflejó en la progresiva disminución del precio de la carne de pollo en relación a la carne vacuna. En ello influyó la política de los diversos gobiernos de otorgarle dólares preferenciales a la industria avícola, pero también pesó la permanente innovación tecnológica de la industria centrada en la obtención de razas de animales que mejoró la eficiencia de transformación de alimentos en carne. No está demás destacar que este proceso de innovación tecnológica se llevó a cabo en su mayoría en el exterior y no contó con la participación de las universidades nacionales ni las instituciones públicas de investigación.

En su proceso de expansión la industria avícola ha jugado un rol socialmente progresivo en la medida que ha posibilitado el acceso de la población venezolana a proteínas más baratas que las elaboradas a partir de la producción de carne vacuna. El proceso de sustitución de carnes caras como el vacuno, por carnes más baratas como el pollo se tradujo en una progresiva hegemonía de la carne de pollo en el patrón de consumo. Como resultado de este proceso al inicio del gobierno bolivariano el peso de la carne de pollo en el consumo total de carnes alcanzó el 56,2%, mientras que la carne vacuna representó el 33,1% según cifras oficiales.

El mejoramiento del acceso de los consumidores venezolanos a proteínas baratas se hizo a costa de erosionar la soberanía alimentaria del país y la utilización de los recursos internos que descansan en la producción vacuna. En consecuencia la siembra del petróleo en lugar de alentar una mayor utilización de los recursos internos como previeron los positivistas, tiende a aumentar su subutilización. Los esfuerzos realizados por las universidades nacionales e instituciones públicas para mejorar productividad de la ganadería no lograron influir en este proceso.

A partir del año 2004 se inicia una nueva etapa en la siembra del petróleo con el boom de los ingresos extraordinarios que se dio a partir de ese momento. El cabildeo de sectores empresariales ligados a la industria y el peso de los derivados avícolas en el consumo presionó por una política favorable a la misma; la cual se ha beneficiado de la elevada disponibilidad de divisas generada y de la elevada propensión a la importación de la economía que ello ha provocado. También ha contribuido la política alimentaría del gobierno bolivariano orientada a mejorar el acceso alimentario de los consumidores más pobres; recurriendo a las importaciones y al otorgamiento de dólares preferenciales para la importación de insumos y materias primas. La industria vivió un periodo estelar que cimentó su importancia en el consumo de carnes. Estimaciones de especialistas en el área agroalimentaria ubican a la carne de pollo como el principal suministrador de proteínas para el año 2004. Este crecimiento se potenció hasta alcanzar en el año 2012 más del 60% del consumo de carnes.

Adicionalmente a ello las importaciones de otras carnes como la vacuna se incrementaron hasta alcanzar 50% del consumo de este tipo de carne. Si sumamos el peso de la carne de pollo a las importaciones de carne vacuna encontramos que 75% de las carmes consumidas fueron importadas o tuvieron un elevado componente externo. Las importaciones de carne vacuna impusieron trabas a la colocación de la producción nacional en sus mercados naturales. Sumado a ello las acciones discrecionales de los burócratas del régimen bolivariano en contra de la propiedad agraria y el auge de la inseguridad personal, sumieron a la ganadería en un estado de postración.

Del año 2012 en adelante la economía venezolana entra en una nueva etapa signada por la escasez de divisas causadas por la corrupción, generada por el control cambiario, que asumió cifras descomunales. Esta escasez se agudiza posteriormente por la caída de los precios del petróleo. La caída en la disponibilidad de divisas ha disminuido sensiblemente las importaciones de materias primas para la elaboración de alimentos concentrados, lo cual ha afectado la producción de carne de pollo tanto en las fincas independientes como en las integradas a la industria donde se han observado actos de canibalismo. La inflación impulsa el precio de las carnes disminuyendo su consumo, afectando en mayor medida a los sectores de menores ingresos. Al final se evidencia que el último intento de sembrar el petróleo desató, en una dimensión mayor, los viejos demonios que llevaron a la economía a un caos.

Un balance de las implicaciones de la siembra del petrolero revela que a lo largo de las últimas décadas logró mejorar el acceso de los consumidores de bajos ingresos a proteínas baratas, tendencia esta que se prolongó hasta el año 2012. Sin embargo en los últimos años se hace evidente que el último intento de sembrar el petróleo terminó en un caos dominado por la escasez y la inflación, lo que ha revertido los avances logrados en la mejora del acceso alimentario de los sectores de más bajo ingreso. Al final el consumo de carnes queda anclado a una industria con bases frágiles, que se evidencia en la presente coyuntura cuando carecemos de las divisas necesarias para viabilizar su inserción externa. Por otro lado ha tendido a erosionar el uso de los recursos internos debido a que la actividad que hace uso de los mismos, la ganadería vacuna, languidece como una actividad residual precariamente integrada al consumo.